Tesis doctoral presentada por María José Gutiérrez Barajas Con el título de EMILIO CARRERE, ESCRITOR DE NOVELAS Dirigida por Juan Ignacio Ferreras y Héctor Brioso Santos UNIVERSIDAD DE ALCALÁ DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA 2009 AGRADECIMIENTOS En primer lugar, quiero mostrar mi más profundo agradecimiento a Juan Ignacio Ferreras por su apoyo, sus sabios consejos, sus directrices, sus charlas, sus cafés… y todo lo que me ha enseñado en este tiempo; no sólo en el aspecto académico sino también humano. Sin su insistencia y su paciencia, me temo que este trabajo aún seguiría en el tintero… A Héctor Brioso Santos, gracias también por sus acertados consejos, sus correcciones, su atención a mi persona y a mis papeles, y su amistad. Quedo también muy agradecida a Paloma Carrere, nieta de Emilio Carrere, por todo su apoyo, por las anécdotas que me contó, por toda la documentación que puso a mi alcance de una manera tan espléndida y desinteresada y por la confianza que depositó en mis manos. A Jesús Palacios, quien no olvidó mi pequeña ayuda y me brindó contactos y a Pablo Herrero por su bitácora y sus imágenes. A mi familia, simplemente por haber estado ahí, por haberme dado siempre lo que necesitaba cuando lo necesitaba y por haber tenido tanta paciencia con mis miles de fotocopias y mis escaneos. Igualmente a Guillermo, por aquellos años en los que Carrere también fue mi novio y nunca se quejó. Í NDICE Introducció n …………………………………………………………………………? 1 La época y el aut o r 1. Pan ora ma cultural 1.1 De lectores, libros y editoriales …………………………………………… 4 1.2 De las corrientes novelescas ………………………………………………? 11 1.3 De la promoción de El Cuento Semanal………………………………… 1 7 2. B iograf ía 2.1 Los inicios ……………………………………………………………………??2 2 2.2 Los años de bohemia ………………………………………………………?? 2 8 2.3 Los años convulso s…………………………………………………………? 3 4 2.4 Los años de la guerra ………………………………………………………? 3 6 2.5 Los años de la posguerra …………………………………………………??? 3 9 2.6 Emilio Carrere visto por sus contemporáneos………………………… 6 2 Catálogos 3. Catálogo de obras en p rosa 3.1 Dificultades y reediciones …………………………………………………? 6 3 3.2 Procedimientos de catalogación…………………………………………?? 6 8 3.3 Catálogo de novelas…………………………………………………………?7 1 4. Catálogos men ores 4.1 Catálogo de publicaciones de novelas cortas originales………………9 6 4.2 Catálogo de narraciones breves…………………………………………???. 100 4.3 Otras com pilaciones………………………………………………………???? 10 8 4.4 Catálogo de colecciones……………………………………………………? 1 10 4.5 Catálogo de ilustradores……………………………………………………? 1 1 2 4.6 Catálogo de impresores y editores………………………………………?? 1 1 3 Análisis y descrip ció n de la s nov ela s Introd u cción ………………………………………………………………………………?? 1 1 5 5. Novela de tema de boh e mia 5.1 Introducción…………………………………………………………………... 11 7 5.2 Descripción de las novelas………………………………………………… 1 5 1 6. Novela de tema galan t e 6.1 Introducción…………………………………………………………………??? 1 5 7 6.2 Descripción de las novelas………………………………………………… 1 7 9 7. Novela de tema de mist erio 7.1 Introducción…………………………………………………………………??? 1 90 7.2 La torre de los siete jorobados. La cuestión de la autoría …………??? 19 9 7.3 Descripción de las novelas………………………………………………… 20 8 7.4 Novelas policíacas …………………………………………………………... 2 1 2 7.5 Descripción de las novelas………………………………………………… 2 1 2 8. Novela de tema a moros o 8.1 Introducción…………………………………………………………………… 2 1 7 8 .2 Descripción de las novelas…………………………………………………?? 2 2 5 9. Novela de tema de burd el 9.1 Introducción…………………………………………………………………???.. 2 3 2 9.2 Descripción de las novelas…………………………………………………?? 2 4 2 10. Novela de tema miscelá n eo 10.1 Introducción………………………………………………………………???... 2 4 6 10.2 Descripción de las novelas………………………………………………… 2 6 1 Conclusiones 11. Conclusiones……………………......………………………………………??????? 2 6 9 Documentos 12. Aportación documental…………………………………………………………??7 6 Resumenes 13. Riassunto ……………………………………………………………………………??3 1 14. Resumen …………………………………………………………………………??....3 3 7 Documentació n y bibliog ra fía 15. Índice de la a portación documental…………………………………………?3 4 3 16. Bibliografía...…………………………………………??…………………………?3 4 5 17. Índice de i mágenes……………………………………………………………… 3 5 7 1 INTRODUCCIÓN A día de ho y, son ya ab undantes los estudi os sobre nuestr a literatur a de principios del Siglo XX que coinciden en la buena salud, a nivel editorial y de cali dad, de que goz ó, hasta el punto de acuñar el térmi no la Edad de Plata 1 para denomi nar dicho peri odo. Estos veinte prim eros años del si glo fueron testi go de un ren ac er cult ur al y artíst ico que pudo sostene rse hasta los años previos al estalli do de la Gu err a Civi l. En el panoram a literario y, más concret amente en el de l a novela, además d e los ex celentes autor es que heredamos del Siglo XIX, cu ya labo r conti núa en esta époc a, se dio una abundante ap arición de firmas nuevas para quien es tuvo vital i mportancia el éx it o que tuvieron las cole cciones de novela breve, algun as de vida efímera y ot ras no, que tanto contribu ye ron a la difusión de sus novelas 2 . Fueron mu chos, y al gu nos mu y prolí ficos, los autores los autor es qu e participa ron y sostuvieron con su inces ante trab ajo estas col ecci ones. Sin embar go, con el paso del tiempo y la ap arición de los an ál isi s literarios que antes m encionábamos, par ece qu e estos escritores que convivi eron en una misma época han sufrido una disociación y han sido clasificados en autores de prim er a fila y autor es de se gunda fil a. Este hecho, puede res ult ar lógico, ha sta cierto punto, y, dado el caráct er sistemáti co de las historias de la literatura, ocurre con todos los grandes periodos y en todas las literatur as. El problema s e da cuan do los autores de ?segunda fila? son estudiados r?pidamente y, por consecuencia, result an s e r mal cl asificados y su trab ajo se conoc e de una maner a par cial. Es to es, precisamente, lo que les ocurr e a la gran ma yoría de los autores del periodo que trata mos y que publican en l as colecciones de novelas antes referidas, l o cual no deja de pa r ece r una ironía pues en su época, debido a su bis popular fueron m?s leídos que los de ?primera fila?? ?or tanto, menospreciada o no valorada sufici entemente su labor, han sido clasificados mediante una visión reduccioni sta en cate gorías estan cas que, en ocasiones, mezclaban el tema con el esti lo y sur gen así etiquetas como ?madrile?ista?, ?er?tico? o ?costumbrista?? ?o m?s alarmante es que este ti po de cate go rías, salv ando pequeñ as diferenci as, se han trasmi ti do a los manuales de historia de la literatur a venideros con mu y po cas revisi ones. En nues tra opinión, pa ra comprende r y estable cer una descrip ción y clasifi cación váli da de estos es critores y su obra, 1 Véase el estud io de José Car lo s Mainer , La Edad de Plata (1902-1936). Ensayo de interpretación de un proceso cultural , Mad r id, Cáted r a, 19 8 7 (4 ª Ed .) . 2 Véase Cap ítu lo I: P ano r ama c ult ur al . 2 es neces ario reali z ar un estudi o profundo de cada uno de ell os, porque es cierto que su novelí sti ca incurre en mu chos aspectos comunes, pero no por ello se d ebe gen erali z ar. En este trab ajo, nuestro objetivo gen eral es res catar a uno de estos au tores, Emili o Carrer e, y an ali z ar y clas ificar su novela t al y como se mere ce. Emili o Carrere es un aut or cu ya tr a ye ctoria novel íst ica se desa rroll a en el prim er tercio del Siglo XX, época en l a que nos centrar emos, porque, aunque despu és de la gue rra si gue escribiendo y participan do en el panorama cult ural español acti vam ente, ya no escrib e novelas. Se trata de un autor que es situado por la crítica entre los costu mbrist as (siempre refiriéndonos a su novel a), y que fu e cono cido en la época qu e vivió, y en las de despu és hasta llega r a la actualid ad, como un escritor bohemi o o como un escritor de la bohema, aspecto po r el cual ha sido tantas veces ensalz ado y ot ras tant as deni gr ado por no result ar un ??erdadero bohemio? a los ojos de los dem?s o por recrearse demasiado en el mundo de la bohemi a. Deshac er esta visión sesgada sobre la vida del autor y su ob ra es uno de los objetivos de este estudi o. Tras la muerte del auto r, a ex cepción de la entr aña ble y, a veces, novel esca biogra fía que hace de él Leo cadio Mej ías en el diario Madrid , las aporta ciones críticas sobre el autor se fueron espaciando en el t iempo y las qu e han ido surgiendo se han centr ad o en el tópico de la bohemi a. En cu anto a las historias de la liter a tura español a, apa re ce generalm ent e entr e los autores costum brist as o eróticos, con la consiguiente confusión entre el tema y el esti lo, y se le dedic an esc as ame nte unas líne as en las qu e se destac a su dedic ació n al mundo de la bohemi a y de la novel a erótica, dando, curiosam ente, como ejemplo su novela de misterio más afamad a La torre de los siete jorobados , y obviando todo lo demás. Afortunadam ente, en la ac tualidad se han publi cado nuevos trabajos críticos qu e arrojan luz sobre otr as facet as del escritor como su notable contribución al mundo de la prensa 3 , dos análi sis en profundidad de la novel a arriba men cionada, y reediciones de algunos de sus relatos al auspicio de la editorial Valdemar, así como la reci ente tesis de Al ejandro R iera t an pro funda y acert ada en su inv esti gación bi ográfi ca. 3 Véa nse los est ud io s de Julia Lab r ad o r Ben y Alb er to Sánchez Á l var ez - ?nsúa? ?La ob r a per io d ística de { P RI VAT E "T YP E =P I CT ;AL T =[ H]" } E mi lio Car r er e: sus co lab o r ac io nes en " Flir t" (19 2 2 ?1 9 25 ) y " La Grac ia" (19 2 3 ??????? en Cuadernos para Investigación de la Literatura Hispánica , Mad r id , 20 0 2 , nú m. 27 , pp . 207 ??? y ?E mi li o Car r er e en la revista " Po r esos mu nd o s" (1 90 6 ??????? en Anales del Instituto de Estudios Madrileños , Mad r id , XLI , 20 0 1 , pp . 39 3 ?4 1 7 . . 3 Conscientes de que la no velí sti ca de Car rer e no se agota en el mundo de l a bohemi a y de la prosti tución, es el obj eti vo de este trab ajo an a li z ar y clasifica r el corp us de novel as que escribió y, de paso, d esha cer al gunos tópicos ya fo sil iz ados sobre el autor. Para conoce r el periodo que tr atamos y ubicar en él la fi gu ra del auto r , hemos incluido algun as notas sobre el ambi ente cult ural en el que se desarroll ó la labor de Carrer e como noveli sta (Capít ulo I: Panorama Cult ural), y una mención biográ fica (Cap ít ulo II: Biografí a) que compl eta el ma rco en el que se inscribe l a parte central d e este estudi o. Dado que nuestro an áli sis se centra en la nov elí sti ca del autor, hemos toma do como bas e para tal objetivo, la elaboración de un catálo go de novelas, que se cobró gr an parte de nuestro tiempo y esfue rz o, ya que Carr er e se reedit ab a a sí mismo usando diferentes procedim ientos que desp ist an al lector y al edit or (Capít ulo III: Catálo go de obras en pros a). In clui mos también otros catálogos menores (Capít ulo IV ) que creemos necesarios par a compl ementar la visión de la obra de Car rer e que pueda darnos el anterior. Una vez termi nada es ta l abor 4 , hemos procedido al an áli sis y cl asifica ción de las novelas de Car rer e en un total de seis temas principales ( y otros que se inclu yen en el Capít ulo X: Novela miscelánea ), la ma yo ría de ell os descono cidos por la crítica (Capít ulos V, VI, V II, V II I y IX ). Como puede observ arse en el índice, cada uno de estos capít ulos consta de dos partes: una introducción y un a descripción. Es nec esari o advertir que, si en la parte desc riptiv a hemos seguido el mismo procedim iento en todos los capít ulos, no ocurre lo mismo con la parte introducto ria, que s irve, a su vez, como an áli sis , ya que las caract erísti cas de cad a tema imponen un tipo de an áli sis . No obstante, se obs e rvarán unos parámetros general es en todos los capít ulos. Este trabajo se ver á sinteti z ado en u n últim o ca pít ulo (Conclusi ones) que, a modo de conclusi ón, pret ende clar ificar ciertos aspectos de la novel a de Car rer e no considerados por la crítica y situarlo en el lugar que se m ere ce. No podemos termi nar esta introducción sin mencionar la gran a yu da que nos ha brindado Palom a Carrer e , su nieta, al prestarnos documentos e imágen es, y regal arnos con su tiempo al gunas ex pli caciones y ané cdotas qu e enriquec en y dan ma yo r veracid ad a este trabajo. Aportamos una copia de tales documentos en soporte di git al. 4 Intro d uzc o el agr ad ec i miento que Jesús Palac io s me ded ica en su ed ició n de El reino de la calderilla? ??eseo agr ad ec er a la Pro feso r a Mar ía Jo sé Gutiér r ez , que actual m ente trab aj a en una te sis so b r e E milio Car r er e y e n la, en mi opin ió n, i nge n ua e inge nte lab o r de establece r un catálo go co mp leto de su obr a nar r ativa, su a yud a inap r ec iab le a la hora de rastrea r los oríg enes bib lio gr áfico s de las novelas origi nales qu e fo r man el co nj un to de El reino de la Cald er illa. Sólo esper o que sus es fuer zo s, así co mo lo s de otro s que t rab aj an en tor no a la fi gur a de Car r er e y las de otro s muc ho s auto r es/a s olvid ad o s , rec ib an la rec o mpensa merecida?? ?milio ?arrere, El reino de la calderilla , ed ic. y pró lo go de Jesús P alac io s, Mad r id , Vald emar , 20 0 6 , p . 28 . LA ÉPOCA Y EL AUTOR  … ?n honor de ?ubén se quemaba un incienso de exaltación y de ensueño en todos los cenáculos Nuevo Levante; alegre Parnasillo; Beethoven, Grieg, Schubert en el viejo piano. Melenas merovingias de Valle-Inclán,monóculo y familiar paraguas encarnado de Azorín, el pequeño filósofo; mostachos de Camilo Barguiela, y Godoy, el poeta, un caballero pálido bajo un negro capuz, que de un museo de figuras de cera parecía arrancado; y Cornuty, un fantasma del París decadente, ebrio siempre de ajenjo verleniano. Baroja, huraño y con su barba rala y atestado de libros el tarbado; y Alex Sawa, el magnifico, con su capa bohemia, que en él era una clámide de emperadorromano. ?…? ?i?eta ?modernista? que ya est? trasnochada y sepultada bajo tantos a?os… La época y el autor 4 PANORAMA CULTURAL 1.1. De editoriales, libros y lectores A la hora de referirnos al panorama literario español en los treinta y seis primeros años del siglo XX, el concepto acuñado por José Carlos Mainer1 la ??dad de ?lata? resulta de obligada referencia, ya que, como él apunta, nunca antes nuestra literatura había alcanzado tan altas cotas de cantidad y calidad directamente proporcional a esa cantidad. En lo que a la novela se refiere, Juan Ignacio Ferreras intenta realizar un cómputo aproximado de los títulos publicados durante estas tres primeras décadas, del que deduce que ?tenemos que enfrentarnos con una producci?n de la que cabe decir que ni antes ni después de estos a?os aparecieran tantos títulos?2. Según Francos Rodríguez3 entre 1909 y 1919 el promedio de producción anual es de 3.988 libros y 4.232 folletos. Pero si nos centramos únicamente en títulos originales, entre novelas largas y colecciones de novelas cortas, estaríamos hablando de una cifra aproximada a unos 8.000 títulos, cifra en la que no entran las reediciones de novelas decimonónicas o las traducciones de novelas extranjeras, entre las cuales, la novela rusa de carácter político y social deja una huella apreciable en nuestra prosa en torno a los años 30. No obstante, si tenemos en cuenta también las colecciones menores de novela breve y de carácter más efímero, tales como El Cuento Galante (1913), La Novela Selecta (1923), La Novela Popular (entre otras muchas) y las publicadas en catalán, la cifra asciende hasta el millar.4 Una cantidad bastante respetable si tenemos en cuenta que, aproximadamente, y a pesar de los esfuerzos de la República, casi el cuarenta por ciento de la población seguía sin saber leer5. Naturalmente, tal producción nunca hubiera sido posible sin el soporte de la industria editorial, que experimenta (a pesar de los problemas de la escasez de papel en 1920 y 1921) un considerable desarrollo en estos años, y que además fue apoyada por la creciente demanda del mercado hispanoamericano. De este modo, en la primera década del siglo XX se crean editoriales como La España Moderna, Henrich y Cía. o Renacimiento, que 1 José Carlos Mainer, La Edad de Plata (1902-1936). Ensayo de interpretación de un proceso cultural, Madrid, Cátedra, 1987 (4ª Ed.) 2 Juan Ignacio Ferreras, La novela española desde 1898 hasta 1936, Madrid, Taurus, 1988 3 ?rancos ?odrígue?, ??a crisis del libro?, Bibliografía española, junio de 1920, pp. 65-75 4 Felipe B. Pedraza y Milagros Rodríguez, Manual de literatura española: Novecentismo y Vanguardia. Introducción, prosistas y dramaturgos, vol. X, Navarra, Cenlit Eds. 2002, p. 318. Cifra también avalada por Luis S. Granjel en ??a no?ela corta en ?spa?a ?????-?????? en Cuadernos hispanoamericanos, LXXIV (1968). 5 Víctor Fuentes, La marcha al pueblo de las letras españolas, 1917-1936, Madrid. Eds. De la Torre, 1980, p. 28. La época y el autor 5 tendrán que competir en los años veinte con otras como Calleja, Calpe, Biblioteca Nueva o Espasa. Como es lógico pensar, el concepto de libro, venta y difusión en este nuevo mercado obedece a una óptica más acorde con el creciente desarrollo del capitalismo que se estaba produciendo en este periodo: Entenderán la explotación del libro como cualquier otra explotación industrial y, siguiendo a las grandes casas editoriales alemanas y norteamericanas, utilizarán técnicas para elegir, presentar, anunciar y vender el libro. Aspiran estas editoriales a crear una industria moderna y competitiva6 Y en el marco de esta renovada industria editorial, debemos situar la iniciativa de Zamacois como a una de las más brillantes al crear, en 1907, la primera colección de novelas cortas titulada El Cuento Semanal. Dada la importancia que llegaron a alcanzar estas colecciones en la difusión de novelas, y en la promoción de sus jóvenes autores, y dado que Carrere publicará todas sus novelas originalmente en dichas colecciones, queremos exponer su evolución con más detenimiento. Zamacois, que hasta el momento había estado al frente de revistas gráficas como Nuevo Mundo, Vida Galante o Blanco y Negro, presentó en primer lugar su proyecto al editor barcelonés Sopena, después a Gregorio Pueyo y a José del Perojo. Tras la negativa de éstos, consiguió una respuesta afirmativa de la mano de su amigo Galiardo, quien finalmente aceptó financiarla. En el relato de sus memorias, Zamacois nos cuenta cómo la concibió: Con los ojos del alma la veía según nació después. Cada número de 24 páginas, del papel couché, lo ocuparía una novela corta, inédita, ilustrada en colores y con la caricatura del autor en la portada. Nada más. Colaborarían en ella los escritores y dibujantes más reputados, y aparecería los viernes ?precisamente los viernes- al precio de treinta céntimos.7 Tal idea se vio materializada el 4 de enero de 1907, con una novela de José Octavio ?ic?n ??esencanto?como primer título? Aunque ya antes se habían publicado revistas que contenían novelas breves, el proyecto de Zamacois se diferenciaba de ellas en que su contenido era estrictamente 6 Fuentes, Op. Cit., p. 28. 7 Eduardo Zamacois, ???????????????????…?????????????Barcelona, AHR, 1964. La época y el autor 6 literario, y en que tenía la pretensión de aclimatar en España la novela francesa. No obstante, tal y como declaraba en el pr?logo del primer número ?todas las tendencias y también todas las formas literarias caben en esta re?ista?8. Así pues, en ella colaboraron autores consagrados del realismo y naturalismo decimonónicos y autores de la Regencia, cuyas firmas solían aparecer en los primeros números de cada nueva colección para dar prestigio a la revista. Estos autores coexistieron también con las firmas de autores noveles9, que iniciaron sus andanzas por el mundo de la literatura en estas revistas, y que después fueron quienes sostuvieron realmente estas de publicaciones. La idea de Zamacois alcanzó tal éxito de mercado, que muy pronto fue imitada por otras colecciones como Los Contemporáneos también de Zamacois en 190910 , o La Novela Corta en 1916. Durante la primera década del siglo que nos ocupa, ambas colecciones (El Cuento Semanal y Los Contemporáneos) compartían las mismas características: formato revista, 20 páginas en papel couché a dos tintas, ilustradas, al mismo precio y con la misma nómina de colaboradores. Ambas sacaron ediciones especiales y certámenes literarios, por lo que ambas sostuvieron una fuerte rivalidad en la que, en muchas ocasiones, Los Contemporáneos salía peor parada por lo que tuvo que recurrir (dada también la falta de colaboradores) a otro tipo de contenidos, como dramas o especiales de autores ya fallecidos11. Sin embargo, y debido precisamente a su capacidad de supervivencia, Los Contemporáneos fue la segunda colección de más larga existencia. El Cuento Semanal desapareció el 12 de enero de 1912 tras 263 entregas. En su último año de vida fue dirigida por Emilio Carrere quien, además, colaboraba asiduamente. 8 La Novela Corta, nº 1, 4 de enero de 1907. 9 Luis S. Granjel calificó a este grupo de jóvenes escritores con el sobrenombre de ??eneraci?n de El Cuento Semanal? porque fue en este tipo de publicaciones donde se dieron a conocer? ?sta generaci?n también ha adoptado otros nombres como los Novecentistas. 10 En 1909 Eduardo Zamacois crea Los Contemporáneos precisamente para competir con, la ya creada por él, El Cuento Semanal. Esto se debió a que en 1908 Galiardo de suicidó. Unos meses después Zamacois se vio obligado a renunciar a la dirección de la revista, y su enfrentamiento con Rita Segret, la viuda de Galiardo y ahora propietaria de la empresa, no se hizo esperar. En dicho año, también se formalizó un pleito sobre la propiedad de la publicación, que se resolvió finalmente el 23 de noviembre de 1909 a favor de Rita Segret con lo que Zamacois abandona la revista. Sin embargo, años más tarde, también se vio obligado a abandonar Los Contemporáneos, su segunda creación, ya que José Blas, su editor, veía tambalearse el negocio por la competencia que le hacía El Cuento Semanal, y Zamacois tuvo que ofrecérselo a Manuel Alhama Montes, quien lo aceptó a cambio de ser el único propietario. De este modo, Zamacois pasó a ser director a sueldo de la revista y en 1913 se marchó debido a las tensiones existentes entre ambos. ?ranjel, ?uis ??? ??a no?ela corta en España (1907-?????? en Cuadernos hispanoamericanos, LXXIV de 1968, pp. 481-482 y 488. 11 Desde 1013 y hasta 1915 Los Contemporáneos pasa a llamarse Los Contemporáneos y los Maestros debido a este giro en la nómina de sus colaboradores. La época y el autor 7 Durante la segunda década del siglo, aparecieron nuevas colecciones como El Libro Popular (1912), El Cuento Galante (1913), El Cuento Popular (1914), La Novela Corta (1916), y otras de existencia menos afortunada, que introducen pequeñas variaciones: reducen el tamaño a 4º, amplían el número de páginas a 30 ó 34, muchas de ellas suprimen las ilustraciones por una fotografía o caricatura del autor del relato, y bajan la calidad del papel, con lo que consiguen abaratar los costes. Tienen, además, en común que mantienen la misma nómina de colaboradores (realistas y naturalistas, modernistas y noventayochistas, y novecentistas), y van dirigidas al mismo sector popular. De todas ellas, la que más éxito tuvo y más tiempo duró fue La Novela Corta, con 499 títulos, que irrumpió en el mercado dando a conocer desde el principio la nómina de sus colaboradores, viéndose obligada a ampliarla en varias ocasiones, debido a la competencia con las otras publicaciones. Esta segunda década del siglo XX trae otra novedad, y es que los jóvenes autores de la ??romoci?n de El Cuento Semanal? ya son reconocidos y cotizados, además muchos de ellos practican la novela galante, abiertamente difundida. Durante la tercera década del siglo, desde los años veinte hasta el declive de estas publicaciones hacia 1932, ven la luz numerosas colecciones de novela corta. Es la época de pleno apogeo, y el número llega a cuadriplicarse, aunque algunas tienen una vida muy corta12. Esta nueva generación también trae aires de renovación: su formato es aún más reducido (8º pequeño o 16º), se duplica el número de páginas (60 ó 62) y se enriquecen con sugerentes ilustraciones los relatos y la portada, que va a color. En general todas, excepto La Novela Semanal, que negó su espacio a escritores erótico-naturalistas, tienen una orientación galante, lo que le añade un atractivo extra en el mercado. Son los años en los que se pone de moda la palabra ?sicalipsis? y se aplica no s?lo en la no?ela, sino también en el teatro, se introducen las representaciones de variedades de tono picante, triunfan los casinos y los cabarets. Emilio Carrere en sus novelas nos habla de estos cambios sociales: Los viejos barrios galantes van desapareciendo. Parecen pequeñas ciudades malditas que se hunden o se borran por un castigo del cielo. Exiguas Gomorras, diminutas babilonias, islas del pecado perdidas en el océano de la gran ciudad. A veces pensamos que s?lo han e?istido en la pesadilla de lujuria de una noche remota? ?…? ?a galantería 12 Citamos, a modo de ejemplo, algunos títulos: La Novela Gráfica, 1922; La Novela Selecta, 1923; La Novela del Jueves, 1924; La Novela Chica, 1924; Nuestra Novela, 1925; La Novela Popular, 1925; La Novela Quincenal, 1926; Los Cuentos del Sábado, 1927; El Cuento Azul, 1929; Novelas y Cuentos, 1929. La época y el autor 8 deja de ser pobre y nocturna y se hace perfumada y ligera. Se ha quitado la máscara trágica de la noche, del pecado y de la encrucijada para mostrar su sonrisa de ?cabaret?. A los acordes epilépticos, contorcidos de los manubrios, sustituye la música del tabaquillo simmhy13 No obstante, a pesar de los cambios superficiales que han ido experimentando estas colecciones, los colaboradores, temas, personajes e ideología se mantienen invariables, porque el estrato social al que van dirigidas no cambiará hasta los años 40. Desde 1922 el auge alcanzado por La Novela Semanal (1921-1925, 233 títulos) y La Novela de Hoy (1922-1932, 529 números) que, además contrataba a sus colaboradores en exclusiva pagando las entregas con una generosa suma, priva a colecciones más antiguas, como La Novela Corta, de sus principales autores y ocasiona su decadencia y desaparición. Las razones del éxito que justifican tiradas de hasta 100.000 mil ejemplares, y la pervivencia de tantas colecciones coexistiendo en el tiempo, aún compartiendo características, se explican fácilmente, si nos fijamos en que en esta época se produce un fuerte incremento demográfico en las ciudades, la mujer ingresa en la vida social, y estas colecciones que se venden a un precio muy bajo (no así el libro), contienen atractivas ilustraciones, mantienen un estilo realista y están adaptadas a un público de bajo nivel cultural. Luis S. Granjel añade también otras razones como la escasez de revistas gráficas, la falta de novedad en las diversiones o la existencia de una vida social no politizada. Fue precisamente el cambio en tales razones en los años 30, lo que causó el declive de las mismas: se popularizan el deporte, la radio y el cine, la sociedad se politiza, acorde con los conflictos que estaban surgiendo, y aparecen otras colecciones y otras novelas completamente politizadas, y que venían a cubrir mejor las necesidades de sus lectores. Además de ello, el género galante ya adolecía de agotamiento. Emilio Carrere mantuvo un estrecho contacto con las más renombradas de estas colecciones, no sólo publicando en ellas asiduamente, sino también participando en su dirección y describiendo este mundillo literario en sus relatos. No obstante, aunque, vivía en y de este mundo de revistas y libros tan en auge, sus relaciones con los libreros nunca parecen haber sido del todo buenas, ya que los critica en sus novelas en repetidas ocasiones, y en sus descripciones nunca salen bien parados: 13 ?milio ?arrere, ?El 23 encarnado?, La Novela Corta, nº 377, 1923, p. 2. La época y el autor 9 En su mostrador, era un hediondo mercachifle que estrujaba a los que tenían la malaventura de caer en sus mallas; para pedirle dinero o colocarle un original había que sacarle de su casa y llevarle a un café donde hubiese música.14 La colaboración, para los que comienzan, suele ser un calvario infructuoso y humillante. Cobrar un artículo o unos versos tiene el aspecto vergonzoso de un sablazo. Es preciso ver al director de la revista, adularle, hacerle la tertulia sin diferir nunca de sus pareceres, y rogárselo como un gran favor. Después de esto, el original va al canasto de los papeles rotos, y en caso de aceptarlo le dan al autor tres o cuatro duros.15 El único editor que se salvó de sus dardos fue Gregorio Pueyo: Todos los escritores triunfantes, los se que han perdido en las oficinas o han desaparecido por el escotillón del hospital, han pasado alguna vez por la trastienda de Pueyo, atiborrada de libros, con su viejo quinqué de petróleo y su olor a humedad.16 Pero el éxito editorial, al que nos venimos refiriendo, no se dio sólo en la novela, ya que paralelamente a ella, se vendieron en las librerías y quioscos colecciones de piezas teatrales, muchas veces editadas por los directores de las colecciones de novelas cortas, bajo el mismo diseño y presupuesto que éstas. Así pues, aparecen títulos como La Novela Cómica (1914), La Novela Teatral (1916) o La Farsa (1927-1936). De este modo, las colecciones de novelas erótico-sentimentales, o sociales y revolucionarias y de piezas teatrales a las que nos hemos referido, fueron uno de los principales motores que movieron toda esta industria. Y volviendo al mundo de los libros y las editoriales, entre las más fuertes, comienza a situarse Calpe creada por N. María de Urugoiti en 1919, fue pionera en editar libros de bolsillo, y en sacar a la lu? series como la ??olecci?n ?ni?ersal?, dedicada a los cl?sicos y dirigida por ?anuel ?arcía ?orente, o la ??iblioteca de ideas del siglo ??? dirigida por Ortega y Gasset. En 1922, se une con la, también competitiva, editorial Espasa, creándose Espasa-Calpe, que se erigió como una de las empresas editoriales más fuertes del periodo. En 1924, se crea también la editorial Revista de Occidente, vinculada a la revista orteguiana, que hasta 1936 ofrece un total de hasta veinte colecciones, algunas tan 14 ?milio ?arrere? ??a triste?a del epílogo?, La Novela Corta, nº 165, 1919, p. 3. 15 ??a triste?a del epílogo?, p. 16. 16 ?milio ?arrere ??l suicidio de ?las del ?ueso?, La Novela de Hoy, nº 504, 1932, p. 48. La época y el autor 10 importantes culturalmente como ??o?a ?o?orum?, con un destacado papel en la difusi?n de las vanguardias. Otro motor en la industria editorial fue la CIAP (Compañía Iberoamericana de Publicaciones), creada en 1927 por el millonario alemán Ignacio Bauer, que representaba la banca Rothschild en España, y dirigida por Pedro Sainz Rodríguez. La CIAP representó una importante difusión cultural en la época, y editó colecciones tan significativas como ??os grandes autores contempor?neos? o ??os cien mejores autores de la literatura uni?ersal?, junto con otras de gusto m?s popular como ??os cien mejores autores de la literatura espa?ola?? ?olecci?n en la que por ?,?? de las antiguas pesetas, podían encontrarse obras de Baroja, Valle-Inclán, o Concha Espina17. La editorial pasó a ser un emporio al adquirir medianas empresas como Renacimiento, Fernando Fe, Mundo Latino, La Novela de Hoy y La Gaceta Literaria, y llegó a tener, incluso, delegaciones en América. Sin embargo, este paraíso editorial se vino abajo en 1931 con la quiebra de la casa Bauer. En la época a la que nos referimos, además de estas grandes empresas, existieron otras menores que también contribuyeron, y mucho, a la gran difusión y consumo del que gozó el libro en aquellos momentos. Según el editor Esteban Dossat, citado por Fuentes, desde 1914 hasta 1936, la venta de libros aumentó en una producción superior al cuádruple.18 Naturalmente, frente a esta gran oferta, podemos hablar, a grandes rasgos, de dos clases de lectores: · Un amplio grupo que se nutría principalmente de las colecciones de novelas cortas, por representar estas una amable evasión y un sustancioso ahorro, además de que ofrecían el atractivo sicalíptico, muy de moda en la época. Tal es como atestiguan los comentarios que hemos ido encontrando, de los cuales trasladaremos dos, a modo de ejemplo? ?… ?oy en día, lo que pri?a, lo que se lle?a, es la pornografía de una manera descarnada, irritante…?19 ? ? ??os editores no querían mas que cosas truculentas, pornogr?ficas…?20. Aunque junto con el tema galante, también se desarrollan otros como el sentimental y amoroso, el sentimental y religioso, el de misterio, el de aventuras, el de la guerra, etc. Esta sería, mayoritariamente, la clase de lector que disfrutaría de las novelas de Emilio Carrere porque su prosa suele ser asequible, entretenida y variada en temas. 17 Mainer, Op. Cit., p. 78. 18 Fuentes, Op. Cit., pp. 46-47. 19 Romo Dorado, citado en Manual de literatura española, vol. X, p. 116. 20 ??a triste?a del epílogo?, p.14. La época y el autor 11 · Y un grupo minoritario, más selecto, formado por intelectuales y miembros de la generación del 98, que despreciaban, generalmente, a la novela popular y sus cultivadores, y que consumen, promueven y desarrollan una literatura de elite, moderna y culturalista. Estos autores leen a los escritores de la generación anterior, y también literatura extranjera. Además de ello, hay que tener en cuenta, otro sector de escritores de orientación izquierdista, alentados quizá por grupos socialistas y/o anarquistas, que buscan practicar una literatura más progresista y revolucionaria, que empezará a producirse a partir de la caída de la dictadura de ?rimo de ?i?era, y la llegada de la ?dicta-blanda?? ?ste grupo es también un ávido lector de las traducciones de la novela rusa en la que, quizás, vieran realizados sus anhelos sociales. 1.2. De las corrientes novelescas Si atendemos a la evolución sociopolítica y novelesca de estos primeros treinta y seis años del siglo, de forma curiosa, aunque lógica y explicable, encontraremos la confluencia de lo heredado decimonónico, con lo nuevo. José Carlos Mainer en su introducción a La Edad de Plata sintetiza el marco sociopolítico de la siguiente manera: Lo que confiere un inmenso patetismo a la creación cultural de este periodo fue, más que un régimen que se extinguía, el enfrentamiento de lo viejo y lo nuevo, la tradición rural y la expansión capitalista moderna, la perduración y el cambio hacia la modernidad. Pugna que llegaba tardíamente al país, pero que afectó a la sociedad entera, integrándola en un cuerpo de cierta coherencia como no lo había estado en etapa alguna de su historia.21 En cuanto al mundo novelesco, siempre reflejo del anterior, Juan Ignacio Ferreras también nos habla de este dualismo: Ante una producción como la ya apuntada, cabe en un primer momento, establecer una clasificación que parece imponerse por sí sola: la novela, en cuanto a lo que atañe a su estructura, se divide en dos grandes secciones que de momento llamaremos lo heredado y lo nuevo.22 21 Mainer, Op. Cit., p. 12. 22 Ferreras, Op. Cit., pp. 14-15. La época y el autor 12 De este modo, y siguiendo el dualismo que expone Ferreras, para referirnos a la novela española de esos treinta y seis primeros años, tendremos que hablar de dos grandes áreas: lo heredado y lo nuevo, y a su convivencia en el tiempo. Respecto a lo heredado, está compuesto por dos corrientes novelescas que vienen del siglo XIX y continúan en el XX: el realismo y el naturalismo. Son continuadores del realismo, los propios autores del siglo XIX que aún publican en el XX, como Pérez Galdós, Pardo Bazán o Blasco Ibáñez, junto a otras firmas nuevas como Mauricio López Roberts, Eugenio Noel, Concha Espina o Francisco Camba (los tres últimos publicaron en las colecciones de novela corta). Estos nuevos escritores entenderán el realismo a la manera de hacer de sus predecesores, y crean en sus novelas una estructura en la que lo esencial es el universo, el tema y unos personajes que deben ser actuales, significativos; reales. Pero el realismo, como línea vertebradora de toda la novela española del siglo, también fue renovado y hasta casi liquidado. Son renovadores del realismo autores como Pío Baroja, Wenceslao Fernández Flores, Manuel Ciges Aparicio o Manuel Bueno (todos ellos colaboradores también de las colecciones de novela corta), que lo revitalizan, lo actualizan conforme a las inquietudes del momento, y le imprimen características propias, tal como hizo Baroja, para quien lo importante era el tipo y la acción. Sin embargo, los retóricos, regionalistas y costumbristas, un grupo amplio y nada homogéneo, coinciden en afirmar la decadencia del realismo, ya sea transformándolo en costumbrismo o regionalismo, o usando tópicos y personajes, que desde una lectura generalizada, se convierten en un recurso repetitivo y maniqueo? ?asistimos a la liquidaci?n de una tendencia, pero no a su final y muerte?23. A la cabeza de este grupo, encontramos a muchos de los colaboradores sobre los que se sostenían semanalmente todas las colecciones de novelas, y sin los cuales no hubieran podido subsistir durante tanto tiempo. La lista es larga y nos dedicaremos a ella más adelante pero, a modo de ejemplo, podemos sustraer los nombres de Augusto Martínez de Olmedilla, Pedro de Répide, Ricardo León o Diego San José. La obra de Emilio Carrere aparece también ubicada en este grupo por gran parte de la crítica. Ello se debe a que al principio de su quehacer como novelista, publicó un gran número de relatos cuyo tema principal fue la bohemia madrileña, y para situar esta 23 Ferreras. Op. Cit., p. 38-39. La época y el autor 13 bohemia describió cuadros y costumbres del Madrid de su tiempo de manera precisa y realista, aunque también tópica en ocasiones. No obstante, como veremos en capítulos siguientes, no podemos encorsetar su trayectoria como novelista, tan variada en temas, dentro de un grupo que afirma la decadencia del realismo; sin embargo, si bien es cierto que la forma de la prosa de Carrere pudo contribuir a este estancamiento, no ocurre lo mismo con su manera de tratar los temas. Otra línea que continúa durante la primera década fue la de la novela sentimental y rosa, directamente derivada de las novelas sentimentales y amorosas del siglo XIX, y que dejará su influencia en no pocas páginas de las colecciones de novela breve. No debemos olvidar, así mismo, a los realistas de los años 30, disidentes con el clima literario de esos años y de la década anterior, rebeldes a los dictados de las modas literarias que, a ojos de sus contemporáneos, parecieron excesivamente reaccionarios o excesivamente tradicionales. La mayor parte de ellos sufrirá la guerra y, a su término, continuarán su labor en el exilio como J, Sender o Max Aub, o en España como Zunzunegui, salvaguardando y restaurando la tradición realista. En cuanto al naturalismo, aparece generalmente vinculado, durante estos primeros treinta años del siglo, a lo que se llamó novela erótica, galante o sicalíptica. El naturalismo, que había sido cultivado en el siglo XIX por la generación del 68, cuyos autores lo entendieron y expresaron o bien de una manera espiritualista (la fe podría explicar el comportamiento de un personaje), o bien de una manera materialista (el sexo explica el comportamiento; José Zahonero o Eduardo López Bago), escoge en el siglo XX el materialismo explicativo, y algunos autores lo continúan mediante el erotismo. Sin embargo, el naturalismo como visión y expresión del mundo, no se limitó exclusivamente al tema erótico, sino que también produjo novelas de crítica social como El Intruso o La Catedral de Blasco Ibáñez. En el periodo al que nos referimos, al amparo del naturalismo erótico, se publicaron otras muchas novelas (casi todas ellas en las colecciones24) de calidad discutible, cuyo único móvil narrativo era el de expresar diferentes episodios sexuales, de ahí que fueran conocidas como pornográficas. No obstante, es de justicia añadir, que su supuesta pornografía se basaba más en las situaciones que en las descripciones. Autores como 24 Colecciones como La Novela Corta, La Novela de Hoy o La Novela de Noche tuvieron una orientación temática principalmente erótica o galante, especialmente las dos últimas mencionadas. La época y el autor 14 López Bago, José Zahonero o Blasco Ibáñez ya habían ensayado a finales de XIX, esta corriente del naturalismo. En el siglo XX, podemos citar como renovadores de esta tendencia a Eduardo Zamacois, para muchos críticos el fundador de la novela erótica en España, con obras como El seductor o Memorias de una cortesana, y con gran cantidad de novelas breves, todas ellas publicadas en las colecciones antes referidas. Pero, si hablamos de naturalismo erótico, resulta indudable la influencia ejercida por Felipe Trigo, para quien el erotismo no era solo una forma de explicar la conducta de los personajes, sino también una vía para expresar sus ideas de renovación social, de liberación de la mujer y de erradicación de ciertas costumbres? ??rigo comulg? con la idea de la redenci?n de la mujer, crey? en la libertad del individuo a través de su cuerpo, y busco, o pareció buscar, un mundo mejor sin falsas trabas ni tabúes?25 . Entre los renovadores del naturalismo hay que situar también a Alberto Insúa, Hoyos y Vinent y López de Haro, que supieron entender y expresar lo que significaba el erotismo dentro de la corriente naturalista, y no hacer de él algo más que una gratuita sucesión de episodios sexuales. También podemos encontrar muchas de las obras de estos autores (aunque no siempre las mejores) entre los de títulos de las colecciones de novela corta. La nómina de continuadores, y casi liquidadores, del naturalismo materialista o erótico, es de por sí, bastante extensa, porque en ella participan, en algún momento de su trayectoria con una novela o con muchas, un gran número de los integrantes de la ??romoci?n de El Cuento Semanal? o los ?o?ecentistas, quienes se sir?ieron de temas, personajes y situaciones bastante recurrentes para alimentar la gran demanda que existió en su momento, por este tipo de novelas. En su favor, debemos añadir que no era fácil escapar a lo maniqueo, dada la demanda de un público que exigía precisamente eso, y que algunos de sus relatos resultan ingenuamente deliciosos hoy en día. Entre estos continuadores podemos situar a Joaquín Belda con un ingenioso, aunque recurrente en sus asociaciones, uso del lenguaje, Pedro Mata o Álvaro Retana. Emilio Carrere también contribuyó en el género galante con un buen número de novelas. No obstante, su aportación, aunque no ejemplifica el erotismo combativo al estilo de Trigo, fue bastante original en el aspecto temático, porque en sus relatos el sexo nunca fue el único ingrediente, sino que el desarrollo de lo sensual aparecía conviviendo 25 Ferreras, Op. Cit., p.60. La época y el autor 15 con otros temas como el misterio, el espiritismo o la bohemia, dotando a sus relatos de una atmósfera que otros continuadores del género no pudieron lograr. Entre los epígonos, que se recrean en lo fácil y precipitan el género a la pornografía y a una decadencia exenta de cualquier tipo de estilo y sugerencias, hemos de nombrar a José María Carretero (El Caballero Audaz), Andrés Gilmain o Juan Caballero Soriano, que publicaron y dirigieron, en el caso de Carretero, en las más renombradas colecciones de tema galante. Hecha una brevísima síntesis de los derroteros que siguieron el realismo y el naturalismo hasta la guerra civil, debemos dejar paso a las nuevas estructuras novelescas que se crearon durante esos años. Antes de que acabara el siglo XIX, y ligada a la poesía modernista, aparece una nueva corriente novelesca: la modernista o formalista. Este tipo de novela, a menudo tildada de evasiva por la crítica, presta toda su atención al lenguaje porque el lenguaje o estilo, cargado de sensaciones y significaciones, será el universo de la misma. Un tipo de novela con un personaje inactivo que, en ocasiones, parece fundirse con la lírica. Son fundadores de esta corriente formalista Ramón Mª del Valle Inclán con las cuatro Sonatas, Gabriel Miró, uno de sus más puros cultivadores, quien se dio a conocer como escritor en 1908 al ganar el primer premio del certamen literario organizado por La Novela Corta con su cuento ???mada? y Ramón Gómez de la Serna, con cuya obra asistimos al triunfo y supervivencia de la novela formalista. Gómez de la Serna colaborará con, aproximadamente, una veintena de novelas en las colecciones a las que nos hemos referido. Junto a la novela formalista, debemos situar en estos años, a la novela intelectual. Así, si en la primera lo fundamental es el lenguaje, en ésta lo será la idea. Si la estructura formalista corría peligro de fundirse con la lírica, la intelectual estará al borde de convertirse en un ensayo narrativo. La novela formalista, como también la intelectual, aparecen en guerra con las estructuras novelescas heredadas: intentan, cada una por su lado, superar los realismos y los naturalismos del siglo XIX, pero de alguna manera, también se encuentran influidas por lo que intentan combatir26 26 Ferreras, Op. Cit., p.72. La época y el autor 16 A pesar de todo, ninguna de las dos corrientes tuvo una representación significativa en las colecciones de novela corta de las que venimos hablando. Ello se explica principalmente en el hecho de que los presupuestos que ofrecen ambas tendencias no se acomodan a los gustos de un lector en masa que busca un tipo de novela de fácil consumo. Son fundadores de la novela intelectual escritores como Miguel de Unamuno, con títulos tan representativos y reconocidos como Niebla o San Manuel bueno, mártir, Azorín que escribió La Voluntad, en la que precisamente (y no podía ser de otra manera) es la voluntad la idea o universo de la novela, o Pérez de Ayala, quien ahondó también en procedimientos realistas para dar cuerpo a novelas como A.M.D.G o Tigre Juan o el curandero de su honra. En los años veinte, al término de la Primera Guerra Mundial, un grupo de escritores, con Ortega y Gasset, como inspirador, y Gómez de la Serna a la cabeza, comienza a producir otro tipo de novela que se opone, del mismo modo que las corrientes anteriores, a la estética realista y naturalista, y busca nuevas soluciones artísticas y literarias. Es entonces cuando se desarrolla el concepto de ?deshumani?aci?n del arte? y, como fruto del mismo, aparece la novela deshumanizada o vanguardista. Una tendencia en la que se ensaya y se consigue la revolución formal de la estructura novelesca, usando como instrumento básico la construcción de la metáfora. Por ello mismo, la novela vanguardista estará muy cercana de la novela formalista. Son novelistas representativos de esta corriente Gómez de la Serna, Benjamín Jarnés o Antonio Espina con El pájaro Pinto, obra en la que su autor intenta fusionar la narración con técnicas cinematográficas. Tampoco esta corriente, y por las mismas razones que hemos aducido antes, hallará espacio en las páginas de las colecciones de novela corta. A finales de la segunda década del siglo, concretamente en 1928, y a tenor de los acontecimientos sociopolíticos que se desarrollan en Europa y, principalmente en España, nace la última de las tendencias de preguerra: la novela social. Nos referimos al año veintiocho del pasado siglo, porque precisamente fue el año en el que se edita una colecci?n de no?elas sociales titulada ??istoria ?ue?a?? ?ntre sus títulos iniciales encontramos El pueblo sin Dios de César Falcón, El blocao de Díaz Fernández o Justo el evangélico de Joaquín Arderíus. Autores, estos tres, que van a publicar en las nuevas La época y el autor 17 colecciones de novela breve de temática social y estilo impregnado de realismo, que aparecen y se difunden en aquellos años27. Este nuevo tipo de novela surge, y se opone a la novela deshumanizada aunque no a las otras tendencias, para ponerse al servicio del pueblo; personaje colectivo que da vida a su universo. Autores ya conocidos por haber ensayado otras estructuras novelescas, como Zamacois, José Más o Ciges Aparicio, acuden a engrosar las filas de esta tendencia necesaria por otro parte, para expresar y combatir la realidad española del momento. Los fundadores de la novela social, que murieron fusilados o en el exilio, compartieron una nueva visión de la novela, pero no rompieron con la estética realista o naturalista, sabiendo llegar mediante este canal, a las exigencias de un público lector que, en décadas anteriores, había llenado su ocio con novelas galantes, de amor, de aventuras, etc., y que ahora necesita de otros héroes que encarnen sus ideales de lucha. Son escritores destacados en esta corriente Zugazagoitia, I. Acevedo, C. M. Arconada, J, Arderíus y Benavides. Muchos de ellos colaborarán en las colecciones más populares del momento, y después, en los años treinta lo harán en otras más politizadas como La Novela Roja. 1.3. De la Promoción de El Cuento Semanal Y si hablamos de empresas editoriales, de revistas y tendencias para estos treinta y seis primeros años del siglo, es obligado también que nos refiramos, con un poco más de detenimiento a la Promoción de El Cuento Semanal, y al lugar que Emilio Carrere ocupó en ella. Federico Carlos Sainz de Robles28 denuncia el injusto olvido con el que la crítica posterior ha tratado a esta generación. Generación cuyo quehacer literario se vio interrumpido por el estallido de la Guerra Civil, y que tras el termino de la misma, ya no sería retomado, y si lo fue, nunca de la misma manera. Tal vez no todas la novelas, o todos los novelistas, que produjo esta promoción fueron de calidad, pero cierto es, como dice Sainz de Robles, que hay que atribuirles otros logros, como por ejemplo, el haber sostenido con sus publicaciones y durante largo tiempo importantes editoriales como Renacimiento o Mundo Latino, donde publicaron sus novelas largas, el haber dado pervivencia también con sus artículos a revistas, que 27 En este aspecto, la colección La Novela Social publicada por la editorial Historia Nueva a partir de 1928 en Madrid, desempeñó un papel decisivo en el auge de las novelas a las que nos referimos. 28 F. C. Sainz de Robles, La Novela Corta Espa????????????????????????????????????????????-1920), Madrid, Aguilar, 1952. La época y el autor 18 ocuparon un lugar destacado en la difusión cultural, como La Esfera, Blanco y Negro, ???????????????????????????????????????????…y, como hemos dicho, el haber sostenido semanalmente y durante casi treinta años, las colecciones de novela breve. Todo esto implica tal esfuerzo de trabajo, que no sería justo pedir además a sus autores que escribieran siempre páginas inolvidables (que también las hay). Además de lo que aquí hemos ido enunciando, Sainz de Robles les hace meritorios de otros éxitos: La Promoción de El Cuento Semanal logró que el público español sintiera especial predilección por la novela corta, que tanto gustó en el siglo XVII firmada por Cervantes, la ?ayas, ?otomayor y ?eneses…29 Respecto a las corrientes estéticas que continuaron los integrantes de esta promoción, la mayor parte de la crítica se muestra de acuerdo en afirmar, como hemos visto, que principalmente siguieron, bien renovándolos, continuándolos o precipitándolos al decadentismo, los presupuestos del realismo y el naturalismo decimonónicos. Las siguientes líneas de Luis S. Granjel, vienen a condensar lo que puede encontrarse en diversas historias de la novela: La línea novelística que tomaron los promocionistas de 1907 fue, pues, la de Trigo y Zamacois, la de un naturalismo muy españolizado ya, muy poco pesimista, sin complejos, sin fantasmas ?…?? ?uede afirmarse que desde ????, coincidiendo con la muerte de Felipe Trigo, el gran maestro del género, se impuso la tendencia realista genuinamente hispana30 En lo que ya no está tan de acuerdo la crítica, es en la clasificación interna, o bien por temas o por estilos, con la que intentan reorganizar a un grupo de larga nómina y variado en temas y técnicas. En sus filas encontramos a quienes cultivaron temas costumbristas y madrileñistas, a los que prefirieron el erotismo, a los que se decantaron por la novela sentimental, la histórica, la realista, incluso la de misterio y espiritismo. Como es de esperar, entre tantos autores y tantas novelas, podemos encontrar gran variedad, y lo que es más sorprendente: que prácticamente ninguno de ellos se adhirió a un tema o a un estilo en exclusiva, por lo que se hace muy difícil clasificar a un autor. 29 Sainz de Robles, Op. Cit., p. 31. 30 Granjel, Op. Cit., p. 23. La época y el autor 19 La que desde ahora titularé promoción de El Cuento Semanal, que reúne elevado número de escritores, autores de una obra novelesca copiosa y no siempre desdeñable, está compuesta, con contadas excepciones, por literatos, a quienes su poco acusada personalidad permitió cumplir con su vocación adscribiéndose a alguna de las distintas orientaciones estéticas vigentes al iniciarse el siglo, incluso en bastantes casos, someter a repentinos cambios tanto los criterios estilísticos como las preferencias ideológicas anteriormente aceptadas.31 No obstante, existen diversos intentos de clasificación. Eugenio G. de Nora, en La Novela Española Contemporánea, fue uno de los primeros en hacerlo, y divide a los promocionistas en tres grandes grupos: Costumbristas, eróticos y rosas (que derivarían del naturalismo), e intelectuales. De Nora sitúa a Emilio Carrere en el primer grupo junto con otros autores como Fernando Mora, Augusto Martínez Olmedilla, Cristóbal de Castro, Pedro de Répide y José Francés (entre otros). En el grupo de los eróticos, encontraríamos, junto a sus fundadores Trigo y Zamacois, otros nombres como López de Haro, Insúa, Retana y Hoyos y Vinent. El intelectual sería el grupo menos numeroso, y estaría representado principalmente por Miró y Pérez de Ayala. Cansinos Assens, en La Nueva Literatura32, intenta llegar un poco más lejos y establece las siguientes categorías: intelectuales, preciosistas y arcaizantes, castellanistas, madrileñistas, orientalistas, eróticos y cantores de provincia. Y coloca a Carrere en el grupo de los madrileñistas junto con Fernando Mora, Insúa, Antonio de Hoyos y Pedro de Répide. Granjel por su parte, establece tres grandes grupos: Eróticos, en el que reúne a Hoyos y Vinent, Belda, Retana y Carretero; realistas, integrado por Concha Espina, Díez de Tejada y Martínez Olmedilla entre otros; y madrileñistas y costumbristas con Insúa, Hoyos y Vinent, F. de Mora y P. de Répide. Quizá él sea el más acertado al situar a Carrere en un rótulo intermedio entre dos categorías: erótico-madrileñista. Como vemos, dependiendo de quién haya hecho el análisis, algunos autores ocupan muy distintas casillas, y esto nos prueba sobre todo, que tales autores no cultivaron una sola tendencia sino varias, y la categoría que ocupe el escritor depende de dónde haya puesto el énfasis el crítico en cuestión. Historias de la literatura más recientes, como los Cuadernos de la Literatura Española de la editorial Taurus o la de Felipe B. Pedraza y Milagros Rodríguez en la editorial Cenlit, siguen básicamente esta última clasificación y, a la hora de referirse a estos novelistas, los 31 Granjel, Op. Cit., p. 39. 32 Cansinos Assens, La Nueva Literatura, vol. II. La época y el autor 20 ponen en relación con la corriente realista, la naturalista o la costumbrista, aunque después hagan diversas matizaciones. Lo cierto es que es muy difícil y, en ocasiones, carente de lógica, establecer fronteras a la hora de estudiar a esta generación, ya que generalmente, todos fluctúan de unas tendencias a otras, y puede ocurrir que en una sola novela combinen distintos temas como el erotismo y el misterio (Hoyos y Vinent o Carrere) o estilos como el costumbrismo con toques modernistas (Carrere o Répide). En cualquier caso, se trata de autores nóveles que intentan encontrar su estilo, acomodarse al gusto popular y vender el mayor número de novelas posible. Por otra parte, un posible error que comparten algunas de las clasificaciones expuestas anteriormente, es el de mezclar tendencias con temas a la hora de situar a un autor, así el madrileñismo o el erotismo siempre serían temas, y el realismo, naturalismo o costumbrismo, tendencias. Respecto a los temas que se repiten en estas colecciones, quizá habría que añadir otros, con mucha menos representación pero también existentes, como el histórico o la novela de misterio. Temas que bien podrían ser tendencias por sí mismos, pero que no logran serlo en esta generación. Y, en relación al tema erótico, en nuestra opinión, fue uno de los que más peso obtuvo en estas colecciones y que, independientemente de clasificaciones, fue tratado por prácticamente casi todos estos autores en algún momento: Lo característico de estos escritores sería, en unos, su ligazón al realismo decimonónico, y en otros, una manifiesta preferencia por la literatura erótica, vinculaciones ambas en casi todos, matizadas gracias a la aceptación de ciertas novedades estilísticas y al influjo ejercido en ellos por la novela europea del momento, la francesa de preferencia.33 Lo mismo ocurre con la veta realista, tan cercana al naturalismo y al costumbrismo, que casi todos los promocionistas incurrirán en ella, como decíamos al principio. Sin embargo, no será, por norma general, un realismo renovador y novedoso, sino continuador y sofocante: Prolongan paralelamente unas fórmulas de semirealismo más bien vacilante, mitigado y sin fuerza, bien descompuesto en atrevimientos naturalistas o decadentistas, casi siempre 33 Granjel, Op. Cit. p. 42. La época y el autor 21 unidos a la preocupación sexual ?…?, bien tanteando a ciegas en arbitrarias y epidérmicas reacciones casticistas o espiritualistas.34 Si concretamos un poco más, y nos centramos únicamente en la figura de Emilio Carrere en relación con sus contemporáneos, podremos comprobar que las historias de la literatura más recientes no suelen dedicar ningún estudio de forma autónoma al Carrere novelista. Cuando le nombran, es para referirse a él como poeta, o como uno de los integrantes de la Promoción de El Cuento Semanal y, como hemos visto, lo sitúan junto a otros madrileñistas o eróticos. De modo que, si queremos alguna referencia que nos ayude a esclarecer las tendencias que existen en la prosa de Emilio Carrere, nos serán de más apoyo los trabajos realizados por aquellos que lo conocieron, y que escribieron sobre él antes o después de su muerte. En este sentido, creemos bastante acertada la aproximación que hace a su novela José Montero Padilla en el prólogo a la antología que le dedica35: En estos relatos, ejemplos magníficos del género de la novela corta, cabe destacar así mismo, un valor documental y costumbrista, cierto naturalismo, su intensidad dramática, el encendido erotismo de algunas páginas, y, siempre, la habilidad para despertar y prender el interés del lector. Y, evidentemente, su carácter madrileñista. A lo largo de su ensayo, Montero Padilla compara el estilo narrativo de Carrere con los de su promoción y con otros escritores y pintores realistas como Baroja y Gutiérrez Solana. Por lo tanto, podemos apuntar que, como en la mayoría de los escritores de su generación, caben en su estilo las tendencias principales que estaban cultivándose a principios del siglo XX, y que derivaban del siglo anterior. No obstante, la prosa de Carrere, aunque amanerada en ocasiones, es muy variada en temas, más que la de otros promocionistas, y por eso resulta muy difícil clasificarlo sin incurrir en matizaciones de toda índole. Analizaremos estos temas en capítulos posteriores. En lo tocante a la estructura de las novelas de Carrere, aunque siempre es la misma, pues se mantiene fiel a los continuadores del Realismo, nuestro autor participa de casi todas las tendencias expuestas (a excepción de la intelectual y la social) y de otras que no hemos detallado, porque los ejemplos son muy puntuales y escasos, que no crearon corriente en nuestra literatura. 34 G. de Nora, La Novela española contemporánea, vol. I, pp. 343-383. 35 Montero Padilla; Emilio Carrere. Antología, Madrid, Castalia, 1998, p. 33. La época y el autor 22 BIOGRAFÍA El humo de mi pipa y el hechizo lunario Encantaron mis horas de errante visionario Y me embriagué con ellas de amor y poesía En los nocturnos líricos de mi melancolía La Pipa 2.1. Los inicios En el corazón de Madrid, ciudad que tantas veces evocará el escritor en sus novelas, y en la Plaza de Matute 7, nació Emilio Carrere Moreno en la madrugada del 18 de diciembre de 1881. Año en el que también nacieron otros reconocidos escritores como Juan Ramón Jiménez, Gregorio Martínez Sierra o Pedro Muñoz Seca. Su madre, Eloisa Moreno, soltera de 29 años, murió tras el alumbramiento debido a las complicaciones que tuvo en el parto, y el niño quedó al cuidado de su abuela, Manolita Moreno. En estos primeros años de la vida del escritor, los recursos con los que contaban para vivir fueron escasos; aunque la abuela recibía una pensión concedida por Isabel II, en agradecimiento a los servicios prestados por Eugenio Carrere (el abuelo) como médico36, dicha pensión servía para pagar el piso y el ama de cría, pero no alcanzaba para alimentarse, y Manolita, en ocasiones, acudía a sus amistades para que les invitasen a comer37. Entre estas amistades contaba sobre todo con la ayuda de los Bacarisse, con quienes tenían lazos familiares y que también eran de origen francés. A esta difícil situación tampoco contribuyó demasiado, en los inicios, el padre, Don Senén Canido Pardo, quien en el momento del nacimiento de Carrere, estaba en pleno ascenso en su carrera diplomática, trabajando como juez de distrito del congreso, y puede ser que prefiriera ocultar el nacimiento, ya que además no había estado casado con Eloísa. Don Senén, también soltero, de 34 años, comenzó en Madrid como ayudante de cámara en un bufete de abogados. Estudió derecho y pronto adquirió una buena reputación como jurista 36 ??lla había ?enido de ?arís con su marido -¡un gran médico!- y su hija (Eloisa) al ser llamado aquel para atender la salud de la Reina espa?ola?? Mejías, Emilio Carrere, el novio de Madrid. ??a abuela y el ni?o?, cap. II, en el diario Madrid, 28-5-1952. 37 Para completar algunos aspectos sobre su vida, me he remitido a la biografía novelesca que publica Leocadio Mejías en el diario Madrid entre mayo y octubre del año 52. Tales artículos me han sido facilitados por Paloma Carrere con el contratiempo de que no aparece la fecha de publicación. No obstante, con el fin de acotar tales fechas, me dirigí a la Hemeroteca Municipal y a la BNE, encontrando que el diario no está completo en ninguno de los dos fondos dicho año, por tanto, en sucesivas referencias, adjuntaré la fecha siempre que me sea posible. También me he ayudado de las entrevistas mantenidas con Paloma Carrere, su nieta, para verificar tales datos. La época y el autor 23 y abogado. Después se dedicó más a la política, en su lado conservador, llegando a ser diputado por Celanova (Orense), senador vitalicio, magistrado del Tribunal Supremo, académico de la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia y presidente del Tribunal de Cuentas. Además de ello, fue elegido en doce elecciones generales a Diputado a Cortes desde 188438. No obstante, su influencia en la infancia de Carrere no será muy notoria, y, según la familia, él prefería estar con su abuela, quien le daba una mayor libertad. Encontramos una evocación a la difícil situación de su infancia, en uno de sus poemas: Yo fui un niño enfermizo, pálido y enlutado, Que demasiado pronto conoció la tristeza Del trágico y grotesco dolor de la pobreza Yo he dormido en los bancos de un parque abandonado39 Versos que más tarde convertirá en prosa en una de sus novelas, La conversión de Florestán, en la que encontramos a un niño pálido y enlutado fascinado por ciertos misterios y espiritismos. Siendo, por otra parte, esta última característica muy propia del autor. Según Montero Alonso40, ??arrere no fue un ni?o enfermi?o? ??lido y enlutado, sí?? Entre 1884 y 1890, abuela y nieto se ven obligados a cambiar varias veces de residencia con el fin de encontrar un domicilio más económico. Unos años más tarde, Doña Manolita se interesó porque Carrere, que ya rondaba los doce años41, hablase francés correctamente42. Al principio intenta enseñarle ella misma43, pero después contrata a un profesor con el que el joven pronto se llevará muy bien. El temprano acercamiento a esta lengua, le permitirá conocer y leer a los grandes poetas franceses del Modernismo y el Simbolismo que después influirán en su obra en verso. Incluso llegó a traducir y publicar algunos poemas de Verlaine con el titulo de Poemas Saturnianos44, edición que tuvo una buena acogida por la crítica. 38 Alejandro Riera Guignet, Ideología y texto en la obra de Emilio Carrere, Barcelona, Universidad de Barcelona, Departamento de Filología Hispánica, 2005. Texto sin paginar, véase el Cap. III. 39 Dietario Sentimental, Madrid, Mundo Latino, s.a., p. 221. 40 José Montero Alonso, Emilio Carrere, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, Artes Gráficas Municipales, 1974, p. 7. 41 Según la cronología, aunque tal vez no muy precisa, que establecen Paloma Carrere y Leocadio Mejías, éste último en sus artículos publicados en el diario Madrid. 42 Carrere conoció el francés muy pronto debido al contacto que mantenían con sus familiares de ascendencia francesa y también porque su abuela lo hablaba correctamente. Parece ser que la familia comenzó a trasladarse a España hacia 1802. Datos facilitados por Paloma Carrere. 43 ??a abuela, de ascendencia francesa, tenía el empe?o de que el chico aprendiese francés? ? hasta intent? ella misma darle las primeras clases. Pero a Emilio le aburría la mecánica de todo aprendi?aje?? Mejías, Emilio Carrere el novio de Madrid, ??uan?n el bruto?, cap? ???, Madrid, 3-6-1952. 44 Madrid, Mundo Latino, 1921, 192 págs. La época y el autor 24 Las dificultades que atraviesa la pequeña familia no cesan, aunque Manolita parece ser una mujer de recursos. Por estos años, además de estudiar francés, Carrere se apunta a las clases de dibujo que se ofrecían en el Centro Instructivo del Obrero en la Plaza de la Villa nº 3, porque al principio quería ser pintor y pasaba las horas dibujando. Allí también se impartían lecciones de gramática, matemáticas y ortografía, pero, en realidad, las que más le interesaron fueron las de declamación, impartidas por Juan Casañer. Por excesivo amor, la abuela permitía al muchacho una absoluta libertad de pensamiento, de sentimientos y de actuaci?n, que en él fomentaba su car?cter an?rquico? ? … ? ? las clases de declamación, sus primeras incursiones en las salas de billar, sus correrías por el Prado y sus visitas a la plaza de Oriente, menudeaban por igual45. Durante estos años, Carrere se entrega plenamente a sus aficiones: la pintura, el teatro y los billares, no llegando a abandonar nunca la última de ellas. Años mas tarde, en tales salas de billar, entablará amistad con Chueca, otro gran jugador, y Villaespesa. De carácter indisciplinado, pronto siente el deseo de llevar una vida libre, consagrada al arte y sazonada por la itinerancia y unas gotas de amor, tal y como declara en una entrevista con José López Pinillos 46? ?? yo fui c?mico porque me enamoré? ???mo recuerdo a aquella ?ulia ?alder?n que era igual que una sonora espiga de plata?…?47 Y es así, enamorado y aventurero, como en 1895 ingresa en la compañía de Casañer, viejo actor de corte romántico, y representan obras tales como Don Álvaro o la fuerza del sino, muy del gusto del joven actor. Sobre esta faceta de ser comediante nos dice Carrere: … ?o quería ser actor, yo so?aba con ser un gran actor, y estaba enamorado del Don Álvaro. ?…? ?o ponía todo mi espíritu y la gente se reía de mí, me pedían que bailase y que imitase a la rana, y disparaban hortalizas sobre mi morrión de valiente granadero. Yo lloraba y me sentía incomprendido. Me creía un gran actor romántico que había llegado tarde, cuando la sensibilidad de la chusma estaba embotada por retruécanos y valses de opereta48 Los domingos, la pequeña compañía solía salir a representar a las aldeas y pueblos cercanos. El recuerdo de esta etapa teatral e itinerante de su juventud, será hecho literatura 45 Véase Mejías: Emilio Carrere, el novio de Madrid, ??a primera no?ia?, cap? ??, Madrid, 2-6-1952. 46 Estos episodios también son recordados por Carrere en Retablillo grotesco y sentimental, Madrid, Mundo Latino, s.a. 47 J. López Pinillos, En la pendiente. Los que suben y los que ruedan. Madrid, Pueyo, 1920, p. 12. 48 Reproduzco directamente de José Montero Alonso, Op. Cit., pp. 10 y 11, quien cita las palabras de Carrere. La época y el autor 25 en su obra teatral El carro de la farándula, y mezclado con dosis de erotismo, al gusto de las novelas cortas sicalípticas de principios del siglo XX, en Una aventura de amor, novela en la que se narran sus aventuras nocturnas, ocasionadas por sus dificultades para encontrar alojamiento: - No; hambre no pasábamos. Comíamos bien y por poquísimo dinero; pero, en cambio, ¡qué conflictos para dormir! Yo he dormido en los poyetes de las cocinas, y en los pajares, y en las cuadras, y en los coberti?os… ??s, para burlar a los posaderos, ?me he deslizado tan ágilmente por las ventanas!...49 Pero en la compañía, Carrere no sólo era un cómico más: Los nueve artistas de la compañía, que viajábamos con las decoraciones y los trajes en una carreta, servíamos para todo: para anunciar el espectáculo, para levantar el tabladillo escénico en los corrales de las posadas, para excitar con nuestras pantorrillas a los canes y para divertir con nuestros versos a los brutos. ¡Qué vil gentuza la de los pueblecillos y las aldeas! ¡Qué almas de corcho y qué corazones de pedernal!50 A pesar de ello, tiempo después en una entrevista con el Caballero Audaz, Carrere recordar? con especial cari?o esta época, ??e gustaba la ?ida de far?ndula, de inquietud y de aventura, que armonizaba con mi rebeldía espiritual51?? Como hemos dicho, Carrere gustaba de los versos de Don Álvaro, y fue gracias ellos que se convirtió en poeta. Sucedió en un pequeño teatro de barrio, el Barbieri, donde se iba a representar El nacimiento del Mesías, el joven actor tenía que representar al Rey Mago: La obra era detestable; yo tenía que decir dos quintillas realmente repugnantes… yo abomino de las quintillas: son ramplonas, rellenas de ripios y de latiguillos, son versos dignos de los poetas del siglo pasado ?Camprodón, Rodríguez Rubí y demás paladines de la corte poética-. Pues bien, entonces escribí ocho endecasílabos y se los di al apuntador, y ya en escena, cuando tenía que decirle mi pequeño parlante al Niño Dios, 49 López Pinillos, Op. Cit., p. 178. 50 Para esta y otras anécdotas de la vida de farándula de Emilio Carrere, véase José López Pinillos, Op. Cit., pp.177-180. 51 El Caballero Audaz, Lo que sé por mí. Confesiones de mi siglo. 4ª serie. Madrid, Viuda e Hijos de Sanz Calleja, s.a., pp. 86-87. La época y el autor 26 me equi?oqué? el público me larg? una grita enorme, me echaron a la calle y… me hice poeta52. Carrere al decir sus propios versos se equivoca, el público lo abuchea, y poco después es despedido de la compañía. Sin embargo, todo este tiempo de libertad y búsqueda de la vida, en el que además ya intentaba publicar, se termina cuando Doña Manolita cae enferma53. El padre, Don Senén, ante la inestable situación del hijo, aparece de nuevo en su vida54, e intenta llevarse a Emilio bajo su tutela. Pero el joven, que no ha tenido buenas relaciones con él, no quiere renunciar a los placeres de una vida en libertad, y prefiere ganarse el pan por sí mismo con la ayuda del teatro y su afición por el billar, en la que destacan muy pronto sus dotes como jugador. Habilidad que en algunas ocasiones le brindó ingresos extras y, en otras, algún que otro disgusto. Pese a todo, y desde que su abuela es ingresada en el hospital, el padre que es hombre influyente, no lo deja a la deriva y le facilita una credencial en el Tribunal de Cuentas, donde le pagan catorce duros mensuales. Emilio Carrere entra a trabajar como Aspirante de 2ª Clase el 25 de abril de 1901, con un sueldo de 1000 pesetas al año. Su carrera en la administración durará largos años y pasará por distintas etapas: el 13 de noviembre de 1919 se le nombra oficial de la Administración de 2ª Clase con 4000 pesetas anuales, el 31 de marzo de 1920 cesa en su cargo para aceptar su nombramiento de Oficial de Administración de 1ª para ganar 5000 pesetas anuales. Aunque totalmente irreconciliada con su supuesta vida de bohemio, su carrera de funcionario alcanzará la cima el 2 de mayo de 1923 cuando es nombrado Jefe de Negociado de 3ª clase con un sueldo de 6000 pesetas anuales55. Pero esta situación no durará mucho tiempo, ya que con el golpe de estado de Primo de Rivera, una de las primeras acciones del nuevo gobierno será reestructurar los ministerios y Carrere queda cesante de su puesto en el Tribunal de Cuentas el 26 de octubre de 1923, siendo la causa, su reiterada e injustificada falta en la oficina. Lo cierto, es que durante el tiempo en el que estuvo ejerciendo, parece ser que su personalidad bohemia no dejaba de incidir en su vida de funcionario, y le granjea alguna 52 Ídem. 53 La abuela es internada en un hospital y, según el acta de defunción, muere en 1903 a la edad de ochenta años en el hospital Jesús Nazareno de los Incurables, situado en la calle Amaniel. 54 El padre aparece hasta este momento en otras ocasiones durante su infancia para llevárselo e imponerle la seriedad y disciplina que, según las fuentes, no tenía con su abuela. No obstante, nunca consigue llevarle con él, precisamente porque Carrere no aceptaba dicha disciplina. 55 Para completar la vida de funcionario de Carrere me he valido del archivo de documentación inédita aportada por su nieta, Paloma Carrere. Véase Doc. 1, a, b, c y d. La época y el autor 27 que otra cómica anécdota con el Presidente del Tribunal, Carrere la recordará en su entrevista con El Caballero Audaz: Yo creo que me tenía envidia literaria. Este señor era un engendro de poeta y era mi jefe burocrático. Tenía unas barbas bermejas y una oreja putrefacta. Un día me llamó a su despacho ?Me han dicho que hace usted coplas en la oficina. ?Versos, Señor Catalina, y mejores que los de los académicos. Catalina era el secretario de la Academia, y aquella impertinencia me costó un mes de suspensión de sueldo56. Nuevamente, su padre, que quiso alejarlo de una posible vida de bohemia e inclinarlo hacia la estabilidad, lo empujó también a que estudiara en la Escuela Politécnica, en la Facultad de Filosofía y Letras, donde parece que recibió clases por algún tiempo, pero desconocemos si llegó a obtener alguna titulación. 1901. Estamos en fechas de estreno y en este primer año del nuevo siglo, Carrere consigue sus primeras publicaciones gratis con versos en periódicos semanales como La Chispa o La Avispa57, y frecuenta tertulias en diversos cafés, como el Levante, el Madrid, o el Habanero. Aunque estos comienzos no le serían fáciles: Se reían de mis pelos largos y de mi cachimba y me llamaban ?modernista?? ?e devolvieron sistemáticamente durante cinco años, todos mis poemas, los mismos que he publicado después en todos los peri?dicos… ?ude, al fin, romper el hielo gracias a ?uis Bello, que me publicó cosas en Nuevo Mundo y después en El Imparcial…58 A partir de esta fecha ya nunca abandonará sus colaboraciones en la prensa59. Y es por esta época también, aproximadamente a los 18 años, cuando empieza a frecuentar algunos cafés en los que conoce a muchos de los poetas de la generación del 98 y al pintor Julio Romero de Torres, con quien inicia su amistad. Todavía sigue participando en el teatro. En el año de 1902, apoyado por su amigo Ortiz de Pinedo (quien le hace el prólogo) 56 El Caballero Audaz, Op. Cit. pp. 86-87. El propio Mejías en sus memorias, Emilio Carrere, el novio de Madrid, también nos cuenta en el capítulo ??onetos y legajos?, cap. XI, que intentan echarlo varias veces por insolente, Madrid, 7-6-1952. 57 Según Mejías, la primera publicación de Carrere fue en la revista Blanco y Negro en el año 1903, aunque no indica fecha concreta, ni título. 58 El Caballero Audaz, Op. Cit., p.90 59 Para un estudio completo de las aportaciones de Emilio Carrere a la prensa española del momento, véanse los trabajos de ?lberto ??nche? ?l?are? ?nsúa y ?ulia ?aría ?abrador ?en? ??milio ?arrere en la re?ista Por esos mundos (1906-1915)? en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, Nº 41, CSIC 2001, tomo XLI, pp. 393-???? ??a obra periodística de ?milio ?arrere ???? ?us colaboraciones en Flirt (1922-1925) y La Gracia (1923-1924) en Cuadernos para Investigación de la Literatura Hispánica, Nº 27, 2002, pp. 207-256; y ??a obra periodística de Emilio Carrere (III): sus colaboraciones en Mundo Gráfico (1914-1928), pp. 309-338. La época y el autor 28 publica su primer poemario Románticas60. Título que avanza su estilo, ya que en su componer hay una fuerte evocación a Bécquer y al romanticismo. Y en estos primeros años del siglo, continúa la moda tan novecentista de asistir a las ?cachupinadas?? reuniones donde se conocía a las j??enes de clase media61, Carrere, que las alterna con su vida noctámbula y bohemia, conoce en una de ellas a María del Milagro Sáez de Miera, con la que se casó en 1906 y tuvo cinco hijos62, ella tenía veinte años y Carrere veinticinco. También en ese mismo año, saca a la luz su antología, una de las primeras en España, sobre la poesía modernista, La Corte de los poetas, florilegio de rimas modernas63. Se trata de un volumen de carácter heterogéneo en el que encontramos autores primerizos, junto con otros consagrados y otros completamente olvidados. Entre los últimos, queremos rescatar dos nombres, el de Juan Pujol y el de Alberto Valero Martín, dos amigos del autor que tuvieron gran influencia a lo largo de su vida. 2.2. Los años de la bohemia Un año después, Carrere publicará en Los Lunes de el Imparcial el poema que le hará famoso y le consagrará en el mundillo de la bohemia, nos referimos a La musa del arroyo64, cuyos versos se hicieron muy populares y fueron aprendidos y repetidos por otros poetas? ??afés y cafetines, una imagen que va haciéndose popular ?la capa, la pipa, el amplio sombrero, el traje negro siempre-, versos que los nuevos poetas que hacen coro al maestro repiten conmo?idamente?65. Leocadio Mejías nos dice al respecto: ??a musa del arroyo? fue considerada como un arquetipo de composición poética modernista; su musicalidad coincidía con la corriente iniciada por Rubén Darío, que aún no era bien conocido en España. Luego, en aquellos tiempos tan mojigatos, ensalzar el amor de la amante callejera y pobre resultaba revolucionario y osado en demasía66. 60 Emilio Carrere, Románticas, Madrid, Impr. De la Prensa de Madrid, 1902. 61 ??e ?e? en cuando asistía a alguna de las cachupinadas que se celebraban entonces? ? a él, ?agabundo de la ciudad, le impresionaban románticamente aquellas chicas tan distintas a las que, románticamente también había conocido en los cafés golfos y en los tugurios de mala nota?, ?eocadio ?ejías, Emilio Carrere, el novio de Madrid, ??os duelos y las melenas?, cap. XIX, Madrid 24-6-1952.. 62 El primero de sus hijos, Emilio, murió a los trece meses. Después, en 1908 nació Fernando, Elisa en 1910, Gustavo en 1911 y Pedro Luis en 1916. 63 Madrid, Pueyo, 1906. 64 Los Lunes de el Imparcial, Madrid, 29 de julio de 1907. 65 José Montero Alonso, Emilio Carrere: adiós a la bohemia, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1974, p. 13. 66 Mejías, Emilio Carrere el novio de Madrid, ??os hijos?, cap. XXVI, Madrid, 1952. La época y el autor 29 En 1909, Carrere publica su segundo libro de poesías, El Caballero de la Muerte (obra en la que incluye La musa del arroyo), y su primera novela corta El dolor de llegar en la colección El Cuento Semanal. Pero es alrededor de 1910, casi en el meridiano de su existencia, cuando el autor, transfigurado por fin en el Carrere que se conoce como bohemio y literario; capa, pipa y sombrero de ala ancha (imagen con la que se le recuerda), es un poeta popular (sobre todo desde la publicación de La musa del arroyo que en 1912 se hallaba en el apogeo de su popularidad) y continúa con su costumbre de frecuentar, llegada la noche, los cafés madrileños, lugares de agitación cultural, como el café de Luna, el de las Beatas, el de Platerías, el de la Concepción, el Comercial, el de San Millán, el de San Isidro, el Europeo, el de las Salesas, el Colonial, el Universal, el de Varela67 o el de Castilla, al que asistían muchos poetas jóvenes y que tenía una tertulia de escritores y artistas. Cafés como el de Luna, el de las Platerías o el lujoso Fornos, que servirán como escenario para las reuniones de los personajes de sus novelas, como refugio a las tertulias hambrientas de sus bohemios, como lugar de citas para sus enamorados. Cafés, en suma, que serán detalladamente descritos en sus ambientes, en su evolución, y en su casi desaparición, cerca ya de los años 30, por la pluma de Carrere. Es en estos lugares donde conoce y se acompaña de otros bohemios y personas de la época como Pedro Barrantes, Alejandro Sawa, Ciro Bayo, Valero Martín o Pedro Luis de Gálvez (siendo este último muy importante en los acontecimientos que se desarrollarán en la Guerra Civil68) Vidal y Planas o Lasso de la Vega, amigos de juventud, en cuya figura se inspira y cuyas andanzas traslada a no pocas páginas en volúmenes como La copa de Verlaine, Retablillo grotesco y sentimental, o El espectro de la rosa. Y donde también conoce a otros escritores de renombre como a los hermanos Baroja, Villaespesa y Francisco Benavente que tenían su tertulia en el café Levante, tertulia a la que también asistía en ocasiones Valle-Inclán69. 67 Fue el café Varela el que frecuentó con más asiduidad antes de la guerra. 68 En El espectro de la rosa Carrere lo describe de la siguiente manera ??s ?no de los mejores estilistas de este momento ?…?? ?u prosa es de la m?s pura estirpe, castellana, tersa, ingeniosa, emocionante? ?ombre de valorada fantasía, ha compuesto muy bellas novelas y sonetos admirables. Pero Gálvez está completamente desacreditado en esta menguada república literaria, tan parecida a un patio de vecindad. Es un hombre atrabiliario, que se emborracha, que gusta de las damas nocturnas, que pide dinero a la gente?? ?arrere pone de manifiesto que este comportamiento suyo le trae sin cuidado, ya que lo que verdaderamente le importa, será su quehacer como escritor. Madrid, Mundo Latino, 1921, p.80. 69 Carrere recrea este ambiente en numerosas composiciones literarias, no sólo en prosa sino también en poesía. Queremos rescatar algunos versos: Bohemia del año diez: chambergos, pipas, melenas y pergeños arbitrarios; en honor de Rubén se quemaba un incienso de exaltación y ensueño en todos los cenáculos. La época y el autor 30 Pero los cafés de esta década no sólo le dieron ambientes y personajes que recrear, sino también un lugar donde trabajar. Todos los que le conocieron, al hablar de él, coinciden principalmente en dos cosas: su indumentaria y su inagotable dedicación al trabajo… en los cafés? ?obre su preferencia por estos locales, como el p?jaro que ?uel?e a su nido, Montero Alonso, que lo conocía, nos cuenta: Alguna vez, en la casa, la esposa, los hijos le prepararon un despacho ordenado y confortable: muebles acogedores, libros fáciles de encontrar, luz discreta, silencio. ???er?s qué bien y qué a gusto podr?s trabajar ahora????? ??í, sí?, decía el escritor, contemplando el sosegado, abrigado, íntimo paisaje hogare?o para su labor? ??ero…? y cogía las cuartillas y se iba a la calle a seguir escribiendo en los cafés70? Entre 1910 y 1912, Emilio Carrere cambia otra vez de residencia y escribe una de sus zarzuelas La canción de la farándula, que se estrena en Madrid el 19 de abril de 1912 con música de Ricardo Corral, y la actuación principal protagonizada por Severo Uliverri, según Mejías tuvo una calurosa acogida por el público. También asume el cargo de director de El Cuento Semanal durante unos meses en el último periodo de vida de la colección. En estos años, Carrere comienza a desarrollar un gran interés por la teosofía y los temas espiritistas, interés que trasladará a toda su literatura y que mantendrá a lo largo de su vida. De este modo, asiste a diversas sesiones de espiritismo en la casa del compositor Ricardo Corral. Y también se pone en contacto con el teósofo Mario Rosso de Luna que vivía enfrente de su casa, con quien mantiene charlas que después vendrán a reflejarse en sus novelas de tema de misterio principalemente. Poco después se produce un nuevo cambio de casa, al que se ven obligados por cuestiones económicas, lo cual implica un cambio de café, y pasa a frecuentar el café España, en la calle de la Princesa, donde conoce a Gonzalo de Seijas y a Joaquín Dicenta, siendo el último quien posiblemente le influenciara a la hora de adscribirse a una ideología de izquierdas. Por tanto, es en estos dos años cuando Carrere, que nunca había definido su ideología, va a adquirir cierto compromiso social, y como representante de la bohemia que es, o que le han hecho, hará de los desfavorecidos, los marginados y las clases sociales bajas su bandera contra los acomodados burgueses. No es raro encontrar en las novelas escritas en esta época ciertos, aunque no feroces y sí con mucha ironía, 70 Montero Alonso, Op. Cit., p.20. La época y el autor 31 ataques a la burguesía? ??arrere incluye la palabra socialismo en su vocabulario pero no parece tener una noción clara de lo que el término significa y navega entre vaguedades e idealismos?71 . Durante estos dos años publica diversos artículos en la revista Vida Socialista, en los que se muestra a favor de las clases marginales contra los acomodados, critica las corrupciones del clero, expone la mala situación de los escritores y colaboradores de prensa, centrando su ataque en el editor (blanco que no abandonará aun cuando cambie su ideología), expone la dureza de la vida de la mujer proletaria, y se adscribe a la escuela de Felipe Trigo al apoyar y defender la educación de las personas (en especial de la mujer) como modo de mejorar la sociedad. En su opinión, es necesario que la mujer conquiste la libertad para mejorar su posición72, y proclama el socialismo como camino a seguir para solucionar estos problemas: ??l socialismo puede equilibrar y armonizar la vida. Todos los hombres conscientes deben ponerse a su servicio, no como el fin, sino como la base de una ?ida m?s l?gica, m?s productora y m?s sabia?73. En estos artículos el autor se autoproclama poeta de la miseria (aspecto que algunos han identificado con bohemia): Yo declaro, con orgullo, que entre los poetas de ahora soy el más sincero poeta de la miseria: No me importa que los próceres se mofen ni que el pueblo desconfíe de mis estrofas. Me basta con que las oiga mi propio corazón. No puede adaptarse ni venderse un hombre a quien no le importa morirse de hambre en el arroyo74. Y dada esta consigna, en 1912 Vicente del Olmo le ofrece la presidencia en su recién fundada sociedad ??a ?ohemia?? ?uesto que el autor recha?a porque, haciendo honor a dicha consigna, prefiere seguir siendo ?independiente?? Sin embargo, aunque en su novela hablará con frecuencia de las clases sociales bajas, de la miseria, de la mujer y su situación, etc., no podemos hablar de una literatura combativa, sino más bien descriptiva y hasta enternecida. Por tanto, podría decirse que el aspecto combativo de Carrere residió de manera exclusiva en estos articulos y en los que publicaría más tarde en el diario Informaciones, aunque con una ideología bien distinta, al final de la Guerra Civil Española. 71 Alejandro Riera Guignet, Op. Cit., Cap. III (sin paginar). 72 ?éanse, por ejemplo, los artículos ??ipos sociales? la se?orita?, Vida Socialista, 12-3-????? ??ambre de belle?a?, Vida Socialista, 20-22-????? ??a canalla?, Vida Socialista, 18-12-????? ??a gran far?ndula?, Vida Socialista, 1-5-1910. 73 ?ito directamente de la tesis de ?? ?iera, que recogi? dicha cita de ??l pecado abominable?, Vida Socialista, 24-12-1911. 74 ??l poeta de la miseria?, Visa Socialista, 19-3-1911. La época y el autor 32 De este modo, la ideología izquierdista no será una faceta que acompañe durante mucho tiempo al autor, pues a pesar de sus publicaciones en Vida Socialista y de algunos leves ataques a la burguesía (siempre desde el humor y la distancia) en algunas de sus novelas, su producción escrita con visos políticos socialistas no será muy significativa, sobre todo si se la compara con la que publicó durante la guerra (y después de ella) a favor de corrientes de derechas. De hecho, muy pronto, el autor muestra mucha desconfianza hacia los anarquistas y los movimientos revolucionarios, como veremos, en novelas como El encanto de la bohemia, publicada por primera vez en 1911, y en Un hombre terrible publicada en 191575. Además estos grupos anarquistas son presentados y tratados mediante el humor y la ironía, técnica con la cual Carrere aplica el distanciamiento. Por tanto, y a pesar de todo, podemos decir que, aunque Carrere se deje influenciar en estos años por las corrientes ideológicas de sus compañeros de noches de bohemia, y por el ambiente en general, en nuestra opinión, en el fondo estos artículos son una manifestación de una ideología pasajera, pues el autor se muestra desconfiado de las revoluciones76 y prefiere no apoyar comprometidamente a ninguna. A pesar de que sus personajes pertenezcan a la clase social marginada, en realidad No hace apología o defensa de ellos en sus novelas, solamente recrea, mas o menos tipificado, un mundo que por estas fechas le resulta atractivo. Es cierto que en alguna novela, como El reino de Chundarata, se dan ataques, pero no tanto para denunciar la miseria en que viven los personajes, como el estado de decadencia en que vive el arte. Por otra parte, si valoramos en conjunto el corpus de sus novelas, no llegan a diez aquellas que tienen referencias políticas abiertamente, por lo que podemos decir que, al menos hasta el 35, Carrere es, por convicción, conservador y prefiere mantenerse generalmente (aunque hay excepciones) apolítico. De hecho, ante el clima general de división política (entre francófilos y germanófilos) en España, respecto a la Primera Guerra Mundial, Carrere se declara ?indi?idual?filo?, un ?ocablo in?entado por él, que e?presa muy bien su deseo de quedar al margen de la política. Más adelante, ante un conflicto que preocupó tanto a la opinión publica española, como fue la Guerra de Marruecos en 1921, el autor escribirá El sacrificio. Novela de guerra (1922), pasando a formar parte del nutrido grupo de novelas 75 En ambos textos los protagonistas son bohemios, de adscripción anarquista, que plantean un atentado contra el poder a favor de un mundo mejor. Pero en ambos casos, el intento resulta fallido. 76 Carrere se posiciona en contra del comunismo al mostrar su reacción contra los bolcheviques en poemas como ??infonía blanca y roja? o ??isi?n roja?, publicados en La mejores poesías de Emilio Carrere, Madrid, Renacimiento, s.a. La época y el autor 33 que tratan de dicha guerra. Para él, en el maniqueo uni?erso que ha creado, los ?malos? son los moros, y la obra parece resultar un canto de admiración por el sacrificio de los soldados españoles, y las desgraciadas madres que perdieron allí a sus hijos, y denuncia, también, la pasividad de los ciudadanos ante el suceso. Pero volviendo al año de 1915, debemos añadir que Carrere es ya uno de los poetas más populares de Madrid y empieza a ser un consagrado novelista 77 . Publica una recopilación de cuentos espiritistas, Almas brujas y espectros grotescos, y alterna la producción de poesía y con la novela corta, aunque en los años que van de 1922 a 1930, la primera va disminuyendo a favor de la segunda. Tal vez porque los tiempos están cambiando, y la bohemia no es ya el tema principal de su obra, no sirve ya como fuente de inspiración a sus poesías, y los cafés van desapareciendo a favor de los clubes nocturnos; nuevos lugares donde se encontrarán los personajes de Carrere. Sin embargo, y a pesar del adelgazamiento de su producción poética, tuvo un gran éxito editorial en aquel tiempo: A Carrere se lo rifaban en todas las clases sociales, y tenía de par en par abiertas las páginas de los diarios y las revistas más importantes del hidrópico mundo hispano. Entre 1907 y 1925, le llegaban, a diario, certificados desde los lugares más remotos y humildes del mapa español, aprendices de poeta, deseosos de que el maestro y sumo pontífice Carrere, en papel de Virgilio ?a escala muy reducida, que es justicia apostillar- les orientase y aclimatase por los infiernos y purgatorios de la seductora y golfa bohemia matritense, y aún les colocase algunos poemas en aquellas publicaciones en las que él tenía manga ancha y palabra decisiva78. Por estas fechas, la familia experimenta también una mejora económica, aunque ésta no se debió únicamente a sus ingresos literarios, que contribuyeron bastante, sino que tras ser declarado cesante en su puesto de funcionario79, Carrere intentará otros medios de ingresos como el juego (en el que se enfrasca en combinaciones numéricas) o como el teatro80, en esta ocasión escrito. Aunque ninguno de ellos le dio tan buen resultado como 77 ??ntre ???? y ????, fue, a caso, el poeta m?s popular de ?spa?a?, ?ederico ?? ?ain? de ?obles, La Novela Corta Española, Promoción ????????????????????????????-1920), Madrid, Aguilar, s.a. de Ediciones, 1952, p. 33. 78 Sainz de Robles, Raros y Olvidados, Madrid, Prensa Española, 1921, p. 109. 79 Tras el golpe de Primo de Rivera, una de las primeras acciones su gobierno fue la de reorganizar ministerios y oficinas del Estado; muchos funcionarios públicos quedaron cesantes y, entre ellos, Carrere que hacía años que no aparecía por el Tribunal de Cuentas. Cuenta su nieta la anécdota de que hasta para cobrar, le enviaban un ordenanza con su sueldo y el libro de notas para que lo firmase. 80 Así en 1927 escribe la zarzuela La novicia de Alcalá y El carro de la alegría que se estrena en el Teatro Fuencarral en julio de ese mismo año. En 1928 compondrá, junto con García Pacheco, y llevará a la escena La manola del Portillo. La época y el autor 34 la herencia que recibe de su padre en 1929, en la que le lega la mitad de su biblioteca y 175.000 pesetas. No obstante, el escritor no hará buena gestión de ella y un tiempo después, la familia volverá prácticamente a la situación anterior. Son estos años, 1922-1930, en los que se convierte en un prolífico escritor de novela corta, y un aventajado piruetista81 en el ?arte de la reedici?n? y el refrito, gran p rte de su producción de esta época, será recogida por él y publicada en dos ediciones de Obras Completas; Mundo Latino (1919-1922) y Renacimiento (1925). En 1926 le invitan como conferenciante en Cartagena y Murcia, y en 1927 escribe la zarzuela La novicia de Alcalá con música de Conrado del Campo82 2.3. Los años convulsos Para la familia Carrere, los años que van de 1929 a 1935, son años de abundancia, lo que explica la poca dedicación del autor a la literatura y el número de aportaciones del autor a las colecciones de novela corta desciende considerablemente, como comprobaremos en el catálogo. Respecto a la agitada vida política española de los años 30, las elecciones del 12 de abril dan la victoria a la tan esperada República, aunque no a conveniencia de todos, pues en 1931 los monárquicos, aliados con otros defensores de la más acérrima derecha, comienzan sus reuniones con el fin de derrocar al nuevo gobierno, reuniones que culminan en 1932 con la sublevación liderada por Sanjurjo. En 1935, tras los desafortunados acontecimientos de 1934 y la sangrientamente sofocada sublevación de los mineros en Asturias, además de las violentas respuestas de uno y otro bando a la reacción del gobierno de Lerroux, la situación política en España se vuelve más crispada y violenta. El proceso de di?isi?n ideol?gica, que dio lugar a hablar de ?las dos ?spa?as?, se ha completado. Ante este clima de tensión, previo a la guerra, Carrere, siguiendo su credo, prefiere no tomar partido en uno u otro bando, y continuar al margen: ¿En qué barrio de la sociedad me conviene instalarme para estar espiritualmente cómodo? ¿En el arrabal de la derecha, o en el suburbio de la izquierda o en el cogollo del centro? ?n realidad esto dependería de la ?ecindad… ?o quiero ?ecinos borrachos ? 81 Vocablo inventado por el propio Carrere para denominar a los expertos en engañar al que se deje y obtener dinero. 82 Paloma Carrere nos cuenta la anécdota de que nunca se llegó a estrenar porque en la lectura del texto ante el Consejo para las subvenciones del estado, vio que algunas personas no estaban atentas, se enfadó mucho y se marchó. La época y el autor 35 de sangre ni de vino-, ni blasfemos ni mal criados, ni que me despierten cantando ??a internacional?? ?ampoco deseo una ?ecindad tartufo y fariseo, que se pase la noche gangueando re?os de t?pico? ?…? ? si alguien me pregunta por qué me he ido a ?i?ir tan alto, le diré: porque soy un raro pajarraco: un español liberal, idealista, individualista y civilizado, y abajo está la selva, ardiendo en guerra, llena de tribus de diferentes plumajes83. Sin embargo, tales declaraciones no dejan de resultarnos un tanto desconcertantes, ya que Carrere las publica en el diario Informaciones, periódico auspiciado por el empresario Juan March, y dirigido desde 1931 por su antiguo amigo de la bohemia Juan Pujol ?colaborador en la ?sanjurjada? y conocido del general84). Se trata, por tanto, de una de las publicaciones cuya nómina de colaboradores está formada por los defensores de la ultraderecha85. No obstante, no será este el único artículo publicado por Carrere en el diario, sino que después le seguirán otros en los que ataca a la República y critica y satiriza a sus dirigentes, en especial a Azaña y Casares Quiroga. Por tanto, a la luz de los acontecimientos en los que se debatía España, Carrere vertebra, poco a poco, un discurso en el que se decanta por la defensa de la derecha: Todo ha debido ser una alucinación, una pesadilla de burgueses pazguatos. Ni los separatistas catalanes se han rebelado nunca, ni los políticos han fraguado jamás conjuraciones de fracasados, ni el autor del jardín de los frailes ?excelente narcótico literario- ha puesto todas las secreciones de su hígado enfermo al servicio de ninguna conspiración86. Ramón Gómez de la Serna, al hablar del Carrere de aquellos años, explica estas publicaciones de la siguiente manera: España entró de pronto en un ritmo desigual, desvencijado, inverecundo, de gorras antipáticas y empolvadas y el poeta de la miseria se unió a los aristócratas y él que no hizo nunca política comenzó a escribir artículos valientes, duros, despectivos. 83 ??n liberal en la estratosfera?, Informaciones, 3-1-1935. 84 ??ara mí nunca hubo la menor duda del derecho y aún del deber que todo espa?ol tenía de destruir un régimen así nacido ?…?? ?uando el general ?anjurjo decidi? su intentona de ?e?illa, me hi?o el honor de encargarme la redacci?n del manifiesto que había de lan?ar al país?? ?uan ?ujol? ??or qué nuestra causa es justa. A los dos años de guerra?, Domingo, nº 74, 17-7-1938. 85 Entre los colaboradores de este periódico podemos citar los nombres de Juan Pujol, José María Carretero, Ernesto Jiménez Caballero, Samuel Ros, Luis Astrana Marín, Manuel Bueno, Cristóbal de Castro o Gaspar Gómez de la Serna. 86 ??l sue?o de una noche de octubre?, Informaciones, 7-6-1935. Véanse también otros artículos como El peque?o ?obespierre?, Informaciones, 19-9-????? ??a gran parada de los ?encidos?, Informaciones, 22-10- ????? ??a inmolaci?n cainita?, Informaciones, 19-11-????? ??l mesianismo?, I formaciones, 11-11-1935. La época y el autor 36 Conocía demasiado bien la armonía de la pobreza para no revolverse contra los que querían degradar la pobreza, envenenarla, quitarle todo el encanto sin solucionarla, sino agravándola más y para siempre metiéndola en un irredentismo feroz.87 Para Alejandro Riera, esta oposición de Carrere a la República sería debida por el desengaño que le causó la misma, y quedaría adscrito, junto con otros escritores como Baroja, Ortega y Marañón, al grupo que reacciona contra el gobierno debido a su decepción. En nuestra opinión, esto podría matizarse un poco más, añadiendo que Carrere, siempre permeable a las corrientes externas y contemporáneas a él, se siente desencantado ante la República, si, pero también influenciado por sus amigos más cercanos como Juan Pujol (director de Informaciones), Valero Martín o El Caballero Audaz (fundador de la revista Los 13 de clara orientación derechista), y primero intentó mantenerse en una postura independiente, pero después, mediado por la decepción, su carácter conservador y el entorno, se decantó por la derecha, viraje ideológico que dejará claramente confirmado con sus publicaciones en el diario Informaciones, aunque en su defensa de esta vertiente ideológica, no fue un escritor exacerbado e idolatrista, a diferencia de otros muchos. Realmente lo que hizo fue criticar el gobierno de Azaña. 2.4. Los años de la guerra Son varios los lugares en los que habita la familia por estos años: calle Andrés Mellado, Calle Mayor esquina a la de Sacramento, pero el estallido de la Guerra Civil Española en 1936, les sorprende viviendo en el acomodado Paseo de Rosales, al que se habían trasladado tras cobrar la herencia paterna y comprarse un coche. Carrere que había publicado en periódicos como Informaciones o Domingo88 incendiarios artículos en contra del gobierno republicano, se sintió en peligro y comenzó a tener miedo: ? partir del glorioso ?? de julio ?…? yo me consideraba muerto? ?sta noche, a caso ma?ana… ?l fin era una cosa fatal? ?odo mi esfuer?o espiritual se concentraba en sucumbir de una manera digna, en silencio, con cristiana y serena conformidad? ?…?? ?ra un enemigo declarado por mis artículos de ??nformaciones? ?el periódico precursor-, del monstruo vesánico que se había hecho el amo de Madrid. No podía esperar nada más que el milagro.89 87 Ramón Gómez de la Serna, Retratos Contemporáneos, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1941, pp. 245. 88 Diario fundado por Juan Pujol en 1937, de ideología ultraderecha. 89 ??o soy un fantasma?, Madrid, nº 158, 1939. La época y el autor 37 Sin embargo, de entre la confusión, el revuelo y el movimiento que agitan y violentan el Madrid de aquellos días, surge una figura inesperada, Pedro Luis de Gálvez, reconocido bohemio del año diez, que había publicado algunos artículos y novelas, que se posicionó en defensa de la República y parece que incluso llegó a tener su propia célula anarquista. Había sido su amigo de juventud y retratado por el autor en algunas de sus historias. El bohemio se acuerda de él, y de otros escritores, e intenta ayudarlo. Según los testimonios de Emilio Carrere, primero lo visita en su casa junto con otros compañeros de los que parece ser su jefe, una noche y completamente borracho para darle un primer aviso de que estaba en peligro. Una semana después vuelve a visitarlo con la intención de ocultarlo, Carrere nos habla de estos días inciertos en un artículo que publicó al finalizar la guerra en el semanario Domingo: - Estas denunciado por escrito en Radio 3, por cuatro individuos. Sé sus nombres, son unos oficinistas. Te acusan por tus artículos y por difamador del Frente Popular. Todo esto es ridículo… pero ahora muy peligroso? ?o sé porque yo me meto en todas partes? Lo mismo que sé que esta noche vienen por ti inaplazablemente. Yo tengo un coche abajo, vamos a ver dónde se te puede ocultar. Me vestí y salí con él. Mi mujer no quiso dejarme ir solo. A la puerta había un auto militar. Pensé en quién era entonces embajador de Cuba. Tenía pocas esperanzas porque le había escrito pidiéndole refugio y no me había contestado, a pesar de ser viejos amigos. No me engañó mi augurio. Encontramos al embajador cuando salía de su palacio. Iba con una dama alta, gentilísima y bella aún, con su cabeza blanca de señorío dieciochesco. Se negó en redondo a refugiarme. Tenía demasiados perseguidos y la embajada estaba en entredicho con el gobierno de la República, por denuncias recientes de los periódicos. Hablaba fuerte, en medio de la calle, entre los miliacianos de su escolta. El momento se convertía en peligroso. - ¡Salud embajador!- le gritó amenazador mi acompañante- ¡En este momento no hay más que asesinos y cobardes! Fue una hora de incertidumbre a través del Madrid siniestro de octubre del 36. No podía precisar cuál amigo no sentiría el terror de asilarme. Era en pleno furor persecutorio de Galarza. - ¿Y si te ocultases en un manicomio? ?a idea pintoresca me sugiri? un plan pero hacían falta unos tr?mites, un certificado… Yo tenía un amigo, el Doctor Conrado González Estrada, que se estaba jugando la vida por salvar a los perseguidos. Acudí a él, y las puertas de un manicomio se abrieron ante mí. La época y el autor 38 La denuncia presentada contra mí, ha querido el azar que la pude leer yo mismo después de la victoria. Era exacta la referencia del poeta atrabiliario, desconcertante, bueno y malo, ?m?scara de la re?oluci?n?? ?quel papel pudo haber sido una sentencia irremediable.90 Según el Documento 291, durante los primeros años de la guerra el escritor estuvo internado en el sanatorio del Doctor León de la plaza Mariano de Cavia, desde el 20 de octubre de 1936 hasta el 22 de mayo de 1937. Aunque la situación no era del todo segura, ya que fue reconocido en alguna ocasión y recibió también alguna que otra visita de un Gálvez siempre borracho, acompañado de otros milicianos 92 . Sobre las vivencias de Carrere en los años de guerra, Gómez de la Serna recuerda la siguiente anécdota: Así llegó la revolución y corrió la noticia de Carrere había sido fusilado y después de que se había guarecido en un manicomio y al ser reconocido por alguien que dijo? ?? este lo cono?co yo?, ?arrere impasible contest? ??? quién no conoce a ?apole?n?? ?…? Ahora se sabe la verdad de lo que le sucedió durante los años homicidas, que estuvo en el mismo cementerio que el escritor José María Carretero y tan bien guardados los tenía el enterrador, tan en herméticos y distintos panteones, que durante sus tres años de panteonizados no supieron que estaban cerca para evitar la conversación literaria y divagatoria que pudo haberles perdido93. Y quizá, para que cesara su búsqueda de manera definitiva, en junio del 37 la revista Fotos publica un artículo firmado por J. Laín en el que se anuncia que el poeta ha muerto: ??obre ?milio ?arrere, asesinado por los rojos en ?adrid? ?…? ?obre y lírico poeta Emilio Carrere, cantor del Madrid chulapo y bohemio, que ahora le ha quitado la vida!94 La familia entonces recibe numerosos homenajes póstumos de sus compañeros de profesión, amigos y conocidos, entre ellos, no se hacen esperar las condolencias de Juan Pujol, José María Carretero o Radio Nacional Española, canal por el que se entera Carrere de su propio fallecimiento, hecho al que se refiere en ??emorias de un resucitado?? ?in 90 ??emorias de un resucitado?, Domingo, nº 118, 21-5-1939. 91 Archivo de documentación inédita facilitada por la de familia Carrere, Doc. 2. 92 Carrere hace referencia a estos hechos en su primer reportaje en el semanario Domingo, titulado ??eportaje de un resucitado?, n? ???, ??-5-1939. 93 Gómez de la Serna, Retratos Contemporáneos, Editorial Sudamericana, 1941, p. 246. 94 ?? ?ain, ??l poeta asesinado por los rojos?, Fotos, nº 15, 5-6-1937. La época y el autor 39 embargo, la noticia no consigue despistar del todo a los perseguidores del poeta, y Carrere vuelve a ser visitado en su refugio del sanatorio por los milicianos: No me dejaron tranquilo muchos días. Ya estaba descubierto mi retiro. Recibí la visita de un tipo insinuante, capcioso, con aire señoritil, a pesar del poncho y de la pistola ametralladora en la cintura. - ?…? ?a le tenemos a usted ?controlado? ?c ntinuó, sonriendo-. Pero no tenga miedo. Usted está huido por haber escrito contra Azaña. Conmigo no se haga el tonto ¿estamos?95 Al parecer, según sus memorias en este artículo, el visitante le propone que escriba un artículo desagraviando a Azaña y a favor de la República y le concede unos días para reflexionar sobre ello. Carrere se niega y pide el alta en el manicomio porque ya no se siente a salvo. Tras su salida del sanatorio, Carrere no puede volver a su casa de Rosales porque ha sido destrozada por una bomba, y la familia encuentra un nuevo refugio en casa de Fernanda, viuda del escritor Emiliano Ramírez Ángel, en la calle Menéndez Pelayo, nº 43. Allí un diplomático panameño amigo suyo, le ofrece salir del país con la excusa de unas conferencias en la Universidad Nacional, el documento queda expedido por la Legación de Panamá el 20 de diciembre de 1937 y está firmado por J. N. Lasso de la Vega96. Sin embargo, el autor prefiere no dejar a la familia, ya que no existe ningún documento en el que conste su partida, y Carrere, casi al final de la contienda, vuelve a su casa de Rosales donde permanece encerrado hasta el final de la misma97. 2.5. Los años de la posguerra ?ras la proclamaci?n de la ?ictoria del bando nacionalista y la llegada de ?la pa??, Carrere, como otros muchos, llevará a cabo diversas gestiones para salvar a amigos encarcelados y a su propio hijo Gustavo. Desde el 31 de abril de 1939 hasta el 30 de abril de 1940, mantiene una relación epistolar con Pedro Luis de Gálvez que está encarcelado en la prisión de Yeserías. Gálvez intentado ver devuelto el favor que le hizo en los años de la guerra, le pide que interceda 95 ??emorias de un resucitado?, Domingo, nº 117, 21-5-1939. 96 Doc. 3 de la documentación inédita aportada por la nieta de Carrere. 97 Montero Alonso, Emilio Carrere, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1974, p. 23. La época y el autor 40 por su vida. Por el Documento 498, sabemos que fue detenido en Valencia el 11 de abril y que permanecía junto con otros escritores como Joaquín Dicenta y su hijo. Mediante la relación epistolar que ambos mantienen, sabemos que Carrere se preocupó por ayudarle y que fue a visitarlo más de una vez a prisión, y en ocasiones con el hijo de éste, Pepe, y con Cristóbal de Castro, a quien Gálvez enunciaba en una lista junto con otras personas a las que también había salvado la vida, y a las que ahora apelaba buscando ayuda. Entre las diferentes cartas postales que Carrere recibió de Gálvez, en la última, fechada el 30 de abril de 1940, y encontrándose en capilla a las cuatro y media de la madrugada, es decir, unas horas antes de morir, el antiguo bohemio en su juventud y anarquista, le pide que cuide de su hijo como si fuera un padre99. Paloma Carrere, en su testimonio, nos confirma que efectivamente la familia pasó a hacerse cargo de su hijo Pepe tras el fusilamiento de Gálvez. Por otro lado, Carrere también tuvo que luchar por ayudar a algunos de sus hijos, ya que ellos participaron del lado republicano. Según Paloma Carrere, el mayor, Fernando, quedó inactivo a causa de una operación de traqueotomía. Pedro Luis, el pequeño, también go?? de cierta ?suerte? ya que fue hecho prisionero y conducido a ?an ?arcos de León, pero una vez allí, fue reconocido por un general como hijo de Emilio Carrere y liberado. Su hija Elisa, participó como enfermera, y no tuvo problemas. Pero el caso de Gustavo fue un poco más complicado. Trabajó en el ejército republicano como radiotelegrafista, después fue encarcelado en Barcelona por negarse a dar una orden de ataque al final de la guerra. Con la llegada del ejército nacionalista, aprovechó la apertura de la cárcel e intentó escapar a Francia, donde quedó retenido en el campo de concentración de Barcarés. Para repatriarlo, Emilio Carrere tuvo que acudir a muchos contactos y, entre ellos, el que finalmente lo ayuda de una manera eficaz, es Juan Ignacio Luca de Tena, director del ABC, quien en una carta fechada el 20 de junio de 1939100, le informa de que el proceso se ha resuelto favorablemente. Respecto a su lado creativo, Carrere, rompe rápidamente el silencio que había mantenido durante la guerra, y lo hace mediante la poesía, a la que pone al servicio del régimen. Es así que poco después del anuncio de la victoria del bando nacionalista, en un Madrid todavía deshecho, el poeta se une a los escritores que homenajean a los vencedores con un poema publicado en el diario Madrid el 19 de mayo del 39, y titulado 98 De la documentación inédita aportada por la nieta de Carrere. 99 Véase el grupo de documentos del archivo de la familia Carrere recogidos bajo el nº 4. 100 Doc. 5 del Archivo de documentación inédita aportada por la nieta de Carrere. La época y el autor 41 ??l desfile de la ?ictoria? de claro sabor rubeniano y en el que alaba a las tropas franquistas: En la que fue otrora Fuente Castellana y ya por los siglos, será la Avenida triunfal del Caudillo, arde en las banderas y fulge en los cascos el brillo de un sol de Victoria que incendia la clara mañana. ¡De nuevo, los arcos triunfales! ¡De nuevo, la Gloria nos brinda sus frescos laureles! ¡De nuevo, desbrozan rutas imperiales los tercios de España, formados de heroicos donceles; el yugo y las flechas en sangre bordadas, camisas azules, boinas encarnadas, que en el mar humano de férvidas olas son cual corazones y como amapolas! La voz del caudillo que encarna la Hazaña les grita a las almas, les grita a los mundos , les grita a los astros: ¡oíd! ¡La gesta del César de nuevo florece en España! ¡Se ha abierto el sepulcro del Cid! Y el yugo y el haz falangista: la Patria que surge potente de nueva justicia social... Bajo arcos de triunfo desfila el Ejército de la Reconquista en ruta a una España imperial. -¡El lauro y las rosas, para las banderas de los vencedores, y misericordia cristiana para los vencidos!101 A este primer poema de exaltación del régimen dictatorial le seguirán otros muchos, que después será publicados, junto con las composiciones de otros poetas franquistas también alabando al régimen, al general, a Primero de Rivera, a la patria, y a todo aquello que simbolizaba aquel triste estado de las cosas. Estos poemas darán lugar a una antología titulada Cancionero de la guerra102. Como vemos, en el empobrecido panorama literario español, Carrere se une a la corriente poética de fuerte inspiración heroica y gusto patriótico, invadida de simbología falangista, cuya preclara intención es ensalzar a los vencedores. 101 ??l desfile de la ?ictoria?, a?o ?, n? ?? ??? de mayo ?????, contraportada? 102 Cancionero de la guerra, Madrid, Eds. Españolas, 1939. Edición, selección y prólogo por José Montero Alonso, quien reine la siguiente nómina de colaboradores: hermanos Álvarez Quintero, Tomás Borrás, Emilio Carrere, Gerardo Diego, Agustín de Foxá, Rafael Lainez Alcalá, Ricardo León, Manuel Machado, Alfredo Marquerie, Eduardo Marquina, José María Pemán, Dionisio Ridruejo, Felipe Sassone, Mariano Tomás, Federico de Urrutia, Alberto Valero Martín y otros tantos. La época y el autor 42 En su antología, Montero Alonso traza, con rápidas pinceladas, la biografía de sus colaboradores, de Carrere destaca lo siguiente: Ahora, al llenarse Madrid, como en una resurrección misteriosa de banderas de España, Emilio Carrere vuelve a escribir. Sus versos se llenan de la emoción de gloria del momento. Un ritmo heroico les anima y da vuelo gallardo de victoria y a las alas trémulas de las nuevas estrofas. La musa sentimental de un día ?el amor y la carne, y el misterio y el llanto- es ahora, en el Madrid resurrecto, una imagen de triunfo, bajo el claro sol de la vida recobrada103. En cuanto a su quehacer novelesco, que había dejado de lado cuando comenzó a publicar en el semanario Informaciones, editará una novela, La ciudad de los siete puñales (Madrid, 1939) en la ahora colección falangista La Novela del Sábado. En ella, retomando y literaturizando la figura de Gálvez y algunas de sus experiencias reales con él, se coloca desde el principio en el bando nacional, y nos cuenta las experiencias de Julia por salvarse de las crueles búsquedas e investigaciones de los republicanos en el Madrid en guerra. Se trata de un relato completamente maniqueo en el que los liberadores serán los nacionales y los irracionales, llenarán las filas de los republicanos. En este año, Carrere pondrá el punto y final a su trayectoria como novelista con la novela La momia de Rebeque, publicada en la también falangista colección Vértice, aunque en este caso prácticamente no hay connotaciones políticas. Junto a estas composiciones, el autor, que nunca abandona sus colaboraciones en la prensa, continúa publicando artículos en el semanario Domingo, cuyas características son de la misma índole. Sin embargo, queremos rescatar entre ellos, uno que se singulariza por mostrar el deseo del autor de la reconciliación entre ambos bandos, sin descuidar, no obstante, su alabanza al dictador: De las manos del Caudillo han comenzado a caer las azucenas de la misericordia. En la cruz de su espada milagrosa florecen las pasionarias del perdón, regadas con emoción de hombre. ¡Dios querrá que pronto las cárceles que fueron conventos se llenen de dulces y blancas sombras talares, y los arrepentidos, transidos de la emoción de la gratitud, vuelvan a sus hogares! ¡Que la luz suprema descienda siempre al numen del Caudillo, así en la guerra como en la paz!104 103 Montero Alonso, Op. Cit., p. 46. 104 ??adrid redimido? ?ctubre rojo y octubre blanco?, Domingo, nº 139, 15-10-1939. La época y el autor 43 Como hemos dicho, en este año también retoma Carrere su quehacer literario para adaptarlo al periodismo, y se encarga de la secci?n ??quí, ?adrid? en el diario Madrid. Sección que le ofrece un antiguo amigo suyo; Juan Pujol, que es además el director del periódico. A partir de este momento, Carrere no dejará ya este pequeño espacio, seguro y cotidiano, hasta la fecha de su muerte en 1947, llegando a escribir más de 2000 artículos en esta etapa105, y buscando su inspiración en los rincones de un Madrid que se recupera poco a poco de sus heridas de guerra. En estos años también colabora en otros periódicos como el ABC o Diario de Barcelona. No obstante, y al igual que otros muchos periodistas, su caso fue in?estigado por el régimen y después considerado ?limpio?? Pero en el resto de Europa, al igual que en España, el año 40 no es un año de estabilidad, sino la fecha en la que Alemania iniciará sus invasiones comenzando por Dinamarca y Noruega. La respuesta, en el panorama literario, de los poetas de la derecha española no se hará esperar, y aparecen muchos poemas laudatorios a Hitler y a su universo fascista poblado de mitos imperiales e inevitablemente relacionado con la reciente Guerra Civil Española. De esta manera, en 1940, Federico Urrutia compila una serie de poesías, escribe el prólogo, y las publica bajo un título que habla por si mismo: Poemas de la Alemania eterna106 , el nombre de Carrere aparecerá entre la ya conocida n?mina de colaboradores con un poema titulado ??arís bajo la es??stica? en el que ensal?a la llegada de los guerreros alemanes a un París corrompido por el vicio: ¿No oís en los aires un apocalíptico clamor sobrehumano? ¿Qué bíblico fuego nos llega del cráter del férreo Berlín? con luces relumbra la gloria del casco germano. ¡Lutecia, la loca sirena, presiente su trágico fin! Del mundo que empieza, el mítico enigma se anuncia cercano, tiñendo de sangre las aguas románticas del lírico Rhin. Mirando a Tanhaüser, su gracia y su acero le rinde Cyrano ya no en blanco cisne , sino en férreo cóndor, llega Lohengrin. El rubio centauro del Norte, de forma armoniosa y elástica, abre arcos de triunfo bajo el jeroglífico de la cruz svástica. El signo que nace, del Orbe caduco decide la suerte.107 105 Para un conocimiento más profundo de este periodo, léase la tesis doctoral de A. Riera Guignet: Ideología y texto en la obra de Emilio Carrere, Universidad de Barcelona, 2005. 106 Poemas de la Alemania eterna, Madrid, Imprenta de Ernesto Jiménez, 1940. 107 ?nsertamos la primera parte del poema? ??arís bajo la es??stica?, tomado de la antología Poemas de la Alemania eterna, Madrid, Imprenta de Ernesto Jiménez, 1940, p. 62. La época y el autor 44 La década de los años cuarenta significa también el inicio de la recuperación económica de la familia y su posterior estabilidad. De este modo, se mudan a la Casa de las Flores, en la calle Meléndez Valdés, lugar donde anteriormente a la guerra había vivido Pablo Neruda que abandonó dicha residencia para refugiarse en la embajada. Entre la correspondencia que mantuvo Carrere en estos años, encontramos cartas que nos hablan sobre la dura realidad que están viviendo los represaliados políticos, las dificultades que encuentran para reinsertarse en la normalidad de sus vidas ante una sociedad que les cierra las puertas y la solicitud de ayuda con que se dirigen al poeta para encontrar un empleo o para sacar a algún conocido de la cárcel108. El autor, que tras la guerra, ha quedado en buena posición, además de intentar ayudar a sus amigos, va a experimentar la consolidación de su fama ante el pueblo madrileño. Consolidación que se va ganando a diario con sus publicaciones de tono cotidiano, sencillas y entrañables en el diario Madrid. Además de ello, son varios los proyectos literarios con los que las editoriales acuden a él, invitándole a publicar en ellas, dado el renombre de su firma. Así pues, en 1943, colabora en la colección Biografías Famosas publicadas por la editorial Segui en Barcelona, con relatos sobre la vida de Verlaine, Musset, Juan de Mañara o el Pirata Barbarroja, cobrando doscientas pesetas por cada trabajo, pudiendo presentar hasta un máximo de diez.109 En este mismo año, el autor recibe una carta escrita el 20 de octubre por Luis G. Monegat en la que le habla de lanzar una nueva colección de novela popular titulada Novelistas de Hoy, y en la que le invita a participar con un original inédito y ajustado a los preceptos morales de la época? ??…? mientras se ajuste a las normas morales, lo cual no hay ni que ad?ertirlo en el régimen actual?? ?arrere acepta, en una carta fechada el 28 de diciembre del mismo año110, aunque no tenemos constancia que publicase en dicha colección ninguna novela. De la misma manera, Ediciones España también planea sacar una colección novelas de corte popular, e invita al autor a participar en ella.111 El 17 de julio de 1944, Carrere firma un contrato con Ediciones N.Af.E (Norte África Español) en el que se establece que el autor entregará una novela original de 180 páginas a la colección La Novela Marroquí, por el que cobrará un total de dos mil pesetas, 108 Archivo inédito facilitado por Paloma Carrere, incluimos algunos ejemplos de esta situación en los Docs. 6-10. 109 Doc. 11 y 12 del Archivo de documentación inédita de la familia Carrere. 110 Archivo inédito, Doc. 13. 111 Archivo inédito, Doc. 15. La época y el autor 45 aunque tampoco tenemos constancia de que llegase a publicar algo en dicha colección.112 Parece como si Carrere quisiera seguir escribiendo novelas, sin embargo, y quizás porque la guerra le ha afectado verdaderamente, no logra realizar esta idea. Lo que sí publicará será la reedición de sus poesías en varios volúmenes. El primero titulado Canciones para ellas en la colecci?n ???s ?ll?? de la editorial ?frodisio ?guado113, que es autorizado sin problemas por la censura. Los siguientes que verán la luz, serán Ruta emocional de Madrid también en Afrodisio Aguado en 1946. Y del mismo modo, aunque no sin problemas, saldrá la reedición de su famoso poemario El caballero de la muerte. Sin embargo, estos tiempos ya no son los de antes, y a ojos de la censura el libro ?a a resultar demasiado sensual? ??l amor sensual, los placeres m?s bajos y li?iandades de todo género, son casi el tema e?clusi?o de la obra??114 Por lo que el censor va a suprimir muchos problemas y el tomo publicado, finalmente en el año 46, resulta muy diferente del publicado en 1909, ya que faltan aquellos que hacían del libro un notable poemario en el que se respiraba el ambiente de principios del siglo veinte, y se le han añadido otros que nada tienen que ver con su poesía de aquellos años y sí con la situación social y política de la última década, por lo que el libro pierde toda su sensualidad, y con ella, gran parte de su encanto. Por la abundante correspondencia que mantuvo el escritor en estos años, podemos constatar que, además de en el diario Madrid, Carrere fue invitado a colaborar en el ABC,115en el Español y en la Gaceta de la Prensa Española.116 Los temas en estos artículos periodísticos suelen ser generalmente los mismos; crónica de la actualidad, artículos en los que habla sobre Madrid desde un punto de vista retrospectivo y narraciones de carácter sentimental. Tres años más tarde, el Delegado Nacional del Prensa y Propaganda, Lucio del Álamo, le propondrá un contrato de exclusividad por sus artículos para provincias y en apoyo a la Agencia de Colaboraciones de la Delegación Nacional de Prensa.117 El 9 de junio de 1943, Carrere, que ha sido cronista de Madrid en cada uno de los rincones de sus textos, recibe por fin el reconocimiento oficial que se merece con el 112Archivo inédito, Doc. 92. 113 Emilio Carrere, Canciones para ella. Selección poética, Madrid, Afrodisio Aguado, 1944. 114 Cita tomada del Doc. 104 aportado por A. Riera en su tesis doctoral: Ideología y texto en la obra de Emilio Carrere, Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona, 2005. 115 Archivo inédito, Doc. 16. 116 ?oc? ?? en la que ?uan ?paricio, director del semanario, que se le solicita un artículo ?doctrinal para periodismo?. 117 Archivo inédito, Doc. 17. La época y el autor 46 nombramiento de Cronista de la Villa proveniente de la sección de Cultura e Información del Ayuntamiento de Madrid118. Este nuevo nombramiento conlleva asociada la tarea de conferencista, por tanto, Carrere participará posteriormente en diferentes ciclos de conferencias cuyo tema principal suele ser Madrid. Así mismo dará charlas en la radio119 y participará en el serial Nueve Millones.120 Como hemos dicho, su popularidad se acrecienta y parecen rememorar estos años, los tiempos en los que el poeta vivía una vida de bohemio y le escribían otros poetas intentando que sus textos fueran publicados o pidiéndole recomendación. Aunque la situación ahora es muy distinta, la correspondencia es de nuevo intensa, y también encontramos cartas de distintas admiradoras. Además de ello, el popular poeta y cronista, que no novelista ya por estas fechas, es invitado a diversos homenajes literarios, actos sociales y fiestas populares121. Y, en 1944, firma el contrato122 que llevará a la gran pantalla su novela La torre de los siete jorobados, cuyo guión técnico y dirección quedan a cargo de Edgar Neville123. En 1946 hace un corto viaje a Lisboa, respondiendo a la llamada de Lusy Sayal124 quien, en cuya carta, nos hace conocer que su poesía es también leída y admirada en Portugal. Carrere es invitado a un recital hispano-luso de poesía y en el evento está previsto que enuncie una conferencia a cerca de su vida y obra. Este año, que no le dejará descansar, también le depara otros eventos tales como su reingreso en la Asociación de Prensa125; y el insólito premio entregado por la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, en reconocimiento a su labor social en su secci?n ??quí, ?adrid?126. Por tanto, su asistencia diaria al Círculo de Bellas Artes, desde donde trabaja en sus artículos, sus diarias colaboraciones en la prensa (para diferentes periódicos), en la radio, la correspondencia que recibe (generalmente para pedirle recomendaciones o para que reseñe el libre de un conocido en su sección) y la continua reclamación de su persona en diversos actos sociales, nos vienen a confirmar la importancia y participación que el 118 Véase el Doc. 22 del Archivo de la familia. 119 Archivo inédito, Doc. 34 (carta de Timbales fechada el 5 de agosto de 1943 en la que se le solicitan los poemas con los que ?a a participar en su emisi?n de ??a lidia? para ser lle?ados pre?iamente a la censura? 120 Archivo inédito, Doc. 35 (carta en la que Afrodisio Aguado le expresa la cita para que acuda a su sesión) y 36 (guión en el que se expresa la entrevista previa que mantendrá con Antonio J. Onieva). 121 Archivo inédito, Docs. 27, 28, 30 y 31. 122 Archivo inédito, Doc. 33 (contrato entre Emilio Carrere y Germán López Nieto de España Films, fechado el 9 de mayo de 1944). 123 Carrere cobró 10.000 pesetas por los derechos de autor. La película fue protagonizada por Isabel de Pomes. 124 Doc. 28. 125 Archivo inédito, Doc. 19. 126 Recojo el dato de la tesis de Alejandro Riera, aunque no puedo aportar copia del documento. La época y el autor 47 escritor había adquirido en esta primera década de la posguerra, y última en su vida, en la vida cultural de Madrid. Popularidad que quizá sobrepasase a la alcanzada anteriormente en el otro Madrid, el que fue escenario de su etapa de juventud y de snoches de bohemia, us pero que, sumado a ella, nos deja ver que su persona siempre gozó del reconocimiento general. Sin embargo, y a pesar de su asistencia a todos estos actos públicos, el escritor también siente la necesidad de reposo ya que su salud va empeorando. A principios del año 47 recibe un primer ataque de hemiplejia que le obliga a guardar reposo en casa. Desde los cafés Varela y Castilla se añora su presencia y recibe cartas de conocidos y amigos que le desean una pronta recuperación.127. Sin embargo, Carrere ya no volverá a ocupar su puesto en la secci?n ??quí, ?adrid?? ?n su copiosa correspondencia podemos comprobar cómo numerosos lectores y amigos muestran interés por su persona y continúan enviándole cartas, atentos a la evolución de su salud. Pero el autor ya está gravemente enfermo y permanece paralizado por la hemiplejia en su Casa de las Flores. Su única forma de comunicarse, la que siempre había usado; la escritura en una cuartilla128. Finalmente, el 30 de abril de 1947 Emilio Carrere fallece en su casa de la calle Meléndez Valdés, rodeado de su familia y amigos de ésta, a la una y veinte de la madrugada.129 Al día siguiente, junto a un numeroso cortejo presidido por el ministro de Educación Nacional, el Presidente del Circulo de Bellas Artes y el Tribunal de Cuentas130, el féretro recorre las calles de Meléndez Valdés, Hilarión Eslava y Princesa, hasta la iglesia del Buen Suceso y de ahí, en auto, hasta el cementerio de San Isidro donde fue enterrado con su sempiterna capa.131 Como homenaje póstumo, Gerardo Diego y M. Fernández Almagro publicaron respecti?amente dos artículos ???oeta y cronista de la bohemia? y ??milio ?arrere?? en el diario ABC en los que se relata brevemente su vida, alguna anécdota y se incide en su 127 Doc. 20. 128 Aportamos en el grupo de Docs. nº 37 facilitado por Paloma Carrere, el último manuscrito de Carrere titulado ???e sido una cigarra?? en el que se defiende, ya en su lecho de muerte, de las injustas acusaciones que Luis Armiñán le había hecho en el Diario de Barcelona en el que le acusa de haber sido ?una cigarra? en vida. 129 ??milio ?arrere ha muerto?, ABC, 30-4-1947. 130 En la comitiva también estaban Juan Pujol, director del diario Madrid, el presidente de la diputación, marqués de Valdivia; el alcalde de Madrid, conde de Santa María de Babio, el presidente y secretario de la Asociación de prensa, Srs. Alfaro y Casares, además de muchísima más gente que acompañó al féretro hasta su sepultura. 131 ??oy a las once de la ma?ana se ?erificar? el entierro de ?milio ?arrere?, ABC, 1-5-???? y ??ntierro de ?milio ?arrere?, ABC, 2-5-1947. La época y el autor 48 popularidad. Cinco años después, el 1 de febrero de 1952, se le rinde otro homenaje en el café ?arela donde se coloca una placa en su honor que re?a ??n este lugar escribi? sus versos el poeta Emilio Carrere. 1881-1947. Homenaje de los poetas españoles. Madrid ???????132 y unas semanas más tarde se le rinde otro homenaje en el que están presentes Casariego, Fernández Flórez, Pujol, García Sanchiz, Sáinz de Robles y Alberto Insúa entre otros.133 También continúan haciéndose estudios y publicándose artículos en los periódicos y revistas sobre su obra hasta hoy día, pero estos han sido generalmente escasos y muy distanciados en el tiempo 134 , por lo que su influencia y popularidad, se han ido reduciendo hasta llegar a ser tan sólo una efeméride en fechas cercanas al aniversario de su muerte135, una anécdota en los relatos de la vida bohemia de aquellos tiempos, o un nombre seguido de tres líneas en las historias de la literatura modernas, cuando aparece. Sin embargo, no debemos cerrar este capítulo recreándonos en el injusto descuido del autor por la crítica, ya que es una suerte poder decir que hoy en día, gracias a trabajos como los de Jesús Palacios o los de Sánchez Álvarez-Insúa y Labrador Ben, que están reeditando sus novelas y sus poemas de antes de la guerra, Carrere vuelve a ser leído, y los rincones, cafés y personajes de su admirado Madrid, vuelven a resucitar a los ojos de unos lectores más modernos, que buscan encontrar precisamente el encanto y divertimento que él ofrecía en sus páginas. 132 ??milio ?arrere tendr? una l?pida en el café madrile?o?, Informaciones, 1-2-1952. 133 ?lberto ?nsúa, ??milio ?arrere en ?erso y prosa?, Madrid, 19-2-1952. 134 ?éase en la ?ibliografía el apartado ??obre ?arrere?? 135 ?éase el artículo de ?lorencio ?artíne? ?ui? ??n ol?idado bardo? en ABC, 28 de diciembre de 1981, en el que se incide en estos aspectos. La época y el autor 49 La época y el autor 50 2.6. Emilio Carrere visto por sus contemporáneos136 En vida, Emilio Carrere fue un autor muy popular, antes y después de la guerra, y generalmente bien valorado en el mundillo literario de la época. Muchos de los que le conocieron, y que fueron críticos literarios, le dedicaron algunas páginas o le hicieron alguna entrevista. Gracias a ellos, hoy podemos realizar un mejor acercamiento al autor y, a través de él, a su época. Al hablar de él, todos ellos suelen hacer relación de su aspecto físico y enumerar, por el mismo orden, sus elementos más característicos: la pipa, la capa y el sombrero. Pero entre todos, el que nos dejó el mejor retrato en prosa fue Francisco Pompey: En Emilio Carrere la mirada delataba el poeta cien por cien bohemio, por la bohemia misma y con sus consecuencias…? descuidado en su indumentaria y en la manera de llevar la capa, vieja, sucia y arrugada; el sombrero, negro y arrugado y muy usado; los zapatos de tacón gastado y no limpios, su cuello planchado, blanco, cuando fue adquirido…, su barbita y bigote negro, espeso que él acariciaba constantemente, y nervioso, mientras mordía la pipa, con tabaco o sin él, pero haciendo guiños nerviosos con sus ojos, un poco bizco el derecho; sus manos, eran de dedos gorditos y cortos, pero las usaba con finos gestos de calma, mientras conversaba lentamente, con un lenguaje correcto, culto y siempre inteligente. Se daba en él un caso curioso de observarle; pues aquel hombre tan negligente en su indumentaria, y con sus gestos de indiferente…, ante una dama sentía tal cuidado en parecer distinguido, que llegaba a lo infantil con su coquetería ?…?? ?on esta indumentaria y su car?cter de bohemio que nada quería con el vulgo, se formó una reputación que le perjudicaba para llegar a triunfar137. En su retrato, también dibuja Pompey otras impresiones: ??e daba la impresi?n ?en 1906- de un gran poeta sin suerte, e incapa? de buscarla… so?ador? si, pero pesimista ante la sociedad y ante el mundo?138. También Leocadio Mejías, en la biografía que escribe sobre Carrere para el diario Madrid, contribuye a mantener la imagen del Carrere bohemio de principios de siglo: 136 Para desarrollar este apartado nos hemos servido de dos tipos de fuentes: Un primer tipo formado por artículos provenientes de autores de reconocido prestigio que lo conocieron personalmente y escribieron sobre él en entrevistas, ensayos o historias de la novela, refiriendo especialmente su etapa anterior a la guerra. Y un segundo tipo, inédito y privado, perteneciente a sus familiares, formado por cartas y documentos variados que pertenecieron en vida al autor, y que están más relacionados con el Carrere de posguerra. 137 Francisco Pompey, Recuerdos de un pintor que escribe, Madrid, AGI, 1972, p. 47. 138 Ídem, p. 46. La época y el autor 51 Vestido de negro, el chambergo bien calado y la pipa en los labios, la capa sobre los hombros, recorre lentamente el rincón predilecto, el llamado por él el barrio latino matritense (calle de San Bernardo y adyacentes). Con ese atuendo bohemio pasea Carrere por nuestra literatura hace veinte años139 Sin embargo, y a pesar de su aspecto físico o de su actitud pesimista, y, en ocasiones, combativa, Carrere logró publicar, y lo que es aún más difícil, logró que sus versos fueran repetidos a coro. Tal es como lo recuerda Pompey: ?…? ?omo homenaje de consagraci?n a tan e?celente poeta, y ?íctima de la incomprensión del vulgo, en aquel día de la lectura nos reunimos en torno a Colombine140: Julio Antonio, Eugenio Noel, E, Ramírez Ángel, Tomás Morales, Luis Ruiz Contreras, y otros cuyos nombres, no recuerdo. Ruiz Contreras recitó el magnífico poema ??a ?usa del ?rroyo? del ya citado libro? el poema quedaba en la memoria de todos: se hizo famoso en Madrid141. Esta popularidad suya como poeta, y no sólo en Madrid, es también un tema recurrente entre los que escriben sobre él: Si había entre nosotros algún poeta popular, popular entre el pueblo ciudadano y no sólo de Madrid, sino de todas las provincias españolas, ese era el bueno de Emilio Carrere142 También Gómez de la Serna en sus Retratos Contemporáneos har? alusi?n a ello? ??o vivía en otros avatares, en otros proyectos de vida, en un afán de literatura nueva con locura de adolescente, pero cuando veía pasar bajo mi balcón a Emilio Carrere, siempre me decía con emoci?n? ahí ?a el poeta?143. Entre todas palabras de elogio, no han de faltar las de Sainz de Robles, crítico y admirador de esta generación: El madrileño Emilio Carrere Moreno fue ?digan lo que digan- los termómetros de la erudición y de la historia literaria, y tanto entonces como ahora- el poeta más popular y admirado en Madrid y provincias. Y así durante más de veinte años. Las porteras, los 139 ?ejías, ?milio ?arrere, el no?io de ?adrid, ??l ?e?or de la bohemia?, cap. XXXIX, Madrid, 1952. 140 Carmen de Burgos (Colombine) realizó una lectura con público de El Caballero de la Muerte en su estudio de Madrid en 1909. 141 Pompey, Op. Cit., p. 48. 142 ?erardo ?iego, ??oeta y cronista de la bohemia?, en ABC, 1 de mayo de 1947, p. 3. 143 ??me? de la ?erna, ??milio ?arrere?, Retratos Contemporáneos, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 194, p. 241. La época y el autor 52 horteras y los socios del casino de Madrid y de la Gran Peña se sabían sus versos de memoria144 Los testimonios de Cansinos Assens, también crítico de esta generación, nos dan cuenta igualmente de esta popularidad? ??arrere es el autor m?s citado y m?s glosado? Raro es el día que no se lee su nombre en un inciso de alguna cr?nica?145. Palabras de elogio que tal ?e? se ?ean un poco e?agerados en boca del ?aballero ?uda?? ??espués de Rubén Darío, el Divino Carrere es el primer poeta de nuestros tiempos, siendo muy superior a todos los antepasados?146. Sin embargo, y a pesar de que su producción en prosa haya sido finalmente más extensa que la poética, la popularidad acompañó más al poeta que al novelista. No obstante, cuando se trata de hacer crítica literaria sobre su obra, las palabras se tornan, quizá, más severas, pues la mayoría de sus contemporáneos coinciden en su repetición y amaneramiento. Así es que, esta creciente fama como poeta y como bohemio, dieron lugar a que a su alrededor merodease habitualmente un cortejo de aprendices de poeta, escritores rebeldes o jóvenes seguidores de la quimérica bohemia, que veían en él un maestro a seguir, un ejemplo cuya persona les resultase, quizá, más sencilla y accesible: Emilio Carrere tenía además una misión que cumplir durante muchos años con abnegada heroicidad, recibir a los poetas pobres, alentar a los que pudieron ser, congregar, guiar y bautizar a los míseros que sólo alcanzan a tener una admirable sed de poesía147 Leocadio Mejías dedica un capítulo en su biografía para referirse a la popularidad del escritor y a su corte de discípulos: Emilio Carrere comienza a ser la figura más representativa de la bohemia en España ?…?? ?os j??enes poetas pro?incianos sue?an con emularlo y muchos truecan el bienestar de sus rincones por la inquieta zozobra de la aventura, que los inclina a trasladarse a Madrid con la ilusión de conquistar la fama a fuerza de cuartillas y sonetos. 144 Sainz de Robles, Raros y olvidados, Madrid, Prensa Española, 1971, p. 109. 145 Cansinos Assens, La Nueva Literatura, vol. I, Madrid, Sanz-Calleja, s.a., p. 202. 146 ?l ?aballero ?uda?, ??o que sé por mí?, Confesiones de mi siglo, Madrid, V. H. de Sanz Calleja, s.a., p. 86. 147 Gómez de la Serna, Op. Cit., p. 242. La época y el autor 53 A Madrid viene (sic.) y lo buscan fervorosamente. Algunos se desilusionan. ¡No es tan bohemio el cantor del hambre y de la luna! Resulta que Carrere come todos los días, como cualquier hombre vulgar; cumple a punto sus compromisos de colaboración y no le debe nada a nadie ¡No es tan bohemio! Otros, en cambio, lo fantasean y agigantan, elevándolo a la categoría de un dios mitológico e inmarcesible. Uno de sus seguidores incondicionales de aquella época fue Xavier Bóbeda.148 Seguidores y discípulos a los que el autor (también conocido y alabado por su generosidad? soltara alguna peseta? ?? es, adem?s, uno de los pocos autores que tienen una corte de discípulos, una corte ambulante y militante, que le acompaña y sigue hasta los balcones de su casa en la madrugada?149. Una noche Federico Carlos Sainz de Robles, intrigado por la fama de los recorridos nocturnos de Carrere y su cortejo, decide unirse a él, narrándonos después su experiencia del itinerario seguido por las callejas y los cafés madrileños de los años veinte: Cuyo peregrinaje tenía como punto de partida, a las veintidós, en un rincón tenebroso y despeluchado del café de San Bernardo. A las veintitrés se iniciaba la peregrinación sometida al siguiente itinerario: Ancha de San Bernardo, café Varela; Costanilla de los Ángeles y plaza de Isabel II, café Español; Tudescos y Corredera Baja, café de la Concepción. A las dos de la madrugada eran iniciados los peripatetismos líricos por el Madrid histórico. Posadas de las Cavas y del repecho de la calle de Segovia. Mesones de la Morería. Cafetines de la Puerta Cerrada y del Humilladero. Tascas Rieras de la Cebada y de la calle de Toledo, ya con vistas a la puerta de ídem. Para el visiteo de las chirlatas y de las casas de cita o de compromiso -¡que no eran lo mismo!-, Carrere prefería el ?conglomerado urbano? comprendido entre las calles de ?reciados, Fuencarral, Palma Alta y Amaniel. Si la noche era calma, y cuando ya empezaban a envilecerse las caras de los poetas y el borde oriental de la cobertura celeste, a Carrere le placía ser punto central de un corro para pontificar, siempre en materia poética, en el corazón mismo de las plazuelas viejas: la del Dos de Mayo, la de las Comendadoras de Santiago, la de la Encarnación, la de las Descalzas Reales, la de Herradores, las de los ?ondes de ?iranda y de ?arajas…150 Es así que, si hay algo en lo que coinciden todos sus contemporáneos, y por lo que se le recuerda hoy día, es precisamente por este carácter de noctámbulo y bohemio. Carácter al que contribuyeron su costumbre de trabajar en los cafés, después de irse el sol, y su 148 Mejías, Emilio Carrere, el novio de Madrid, ??a?ier ??beda?, cap. XLI, Madrid 22-7-1952. 149 Cansinos Assens, Op. Cit., p. 203. 150 Sainz de Robles, Raros y olvidados, Madrid, Prensa Española, 1971, pp. 110-111. La época y el autor 54 descuidada indumentaria a la que nos hemos referido antes. Sobre este deseo de vivir la nocturnidad de ?arrere, ?onstantino ?abal, afirma en una entre?ista al autor? ??i ?al?ador ?ueda se declara enamorado del sol, ?arrere en comparaci?n, enamorado de la luna?151. Hablando con el Caballero Audaz una noche, el amigo un tanto asombrado le pregunta: - ¿Entonces de día no trabaja usted nunca? - ?am?s… al amanecer huyo a acostarme… ?e tengo al sol un horror espantoso… Nunca me ha sorprendido en la calle152. E indefectiblemente unida, como podemos ver, a este culto a la noche y a la luna, va su imagen de bohemio. Imagen que él creó en un principio y que luego, de manera independiente a su voluntad, siguió existiendo ajena a su persona, en los recuerdos de los demás: ?u ?ida, continuaba siendo la de un bohemio, raro misterioso…? y él continuaba defendiéndose de la pobreza y de la incomprensión. Prefiriendo su independencia con gesto de gran se?or, seguía esperando llegase su hora…, ?i?i? una e?istencia plena de privaciones, de desengaños y de ser testigo de dramáticas escenas en las clases humildes, en hospitales y en asilos, refugios de noche, en los que durmió más de una vez.153 Le compensó cierto rango apostólico y donjuanesco de que le hizo merced el pueblo viviente y pasante y que esa bohemia la vivió sentando muchachitas pálidas y dulces, que le regalaban su ternura sin regateos y sin malos epílogos.154 Cansinos Assens, en su Novela de un literato, nos recrea todo este ambiente desde sus experiencias personales, nos habla de las tertulias en los cafés y de los paseos por el Madrid nocturno y, aunque con un tono un tanto crítico, también le dedicará algunas páginas a Carrere como figura importante en ellas: En el curso de aquellas noches tuve ocasión de conocer, como se ha dicho más arriba, a Emilio Carrere, que era entonces un joven delgado, vestido de negro, con chambergo y chalina ?…? ?abía publicado un librito de ?ersos ?Románticas- un primer libro ingenuo, becqueriano, del que ahora se avergonzaba, como de una flaqueza juvenil. Ahora admiraba a Heine y a Baudelaire y también a Verlaine. Pero su ídolo era Murger, los 151 Constantino Cabal, El libro de cómo se hacen las cosas, Madrid, Ediciones del Pexe, 1919, p. 38. 152 El Caballero Audaz, Op. Cit, p. 85. 153 Pompey, Op. Cit., p. 46. 154 Gómez de la Serna, Op. Cit., p. 242. La época y el autor 55 héroes a quienes quería parecerse eran los personajes de la Vie de bohème, popularizados por Puccini en su ópera, de la que solía tararear trozos.155 Bohemia que no solamente se desprende y se forja de su apariencia y de sus actitudes de noctámbulo, levemente rebelde y congraciado con su coro de seguidores, la etiqueta de la bohemia le cayó también a Carrere por su continua recurrencia al tópico y a los personajes arquetípicos en sus poemas, novelas y textos breves. Para muchos de sus contempor?neos, ?arrere fue algo así como ?el cronista de la bohemia?, y cuando muri? fue reconocido como ?el último bohemio? Carrere es el irreemplazable. No debe decirse eso del último bohemio, porque siempre hay un último todavía; pero difícilmente nadie llenará con tanto desinterés, con tanta despreocupación, con tanto decoro en la miseria de la vida de las Letras como este gran aficionado a la pobreza, como este luchador por la pura nada que se nos ha escurrido por el trágico escotillón de la Muerte en un día de primavera y en su Madrid eterno, bueno, cruel también como él lo cant? ?…??156 Qué entendieron por bohemia Carrere y sus contemporáneos, es algo que analizaremos más adelante, porque la representación artística del hambre y de la miseria, de los hampones y de las rameras, sin una teoría conceptual que la soporte, da lugar a una imagen verdaderamente desviada de los que de verdad fue la bohemia. En este sentido, son muy interesantes los comentarios que un muy resentido Pedro Luis de Gálvez le hace a Cansinos Assens: ?oy a re?elarle un secreto… ?se ?arrere es un poseur y adem?s un miserable… ?ace literatura ?y la cobra- a costa de nosotros, los verdaderos bohemios, poniéndonos en caricatura para hacer reír a los burgueses… ?os saca en sus no?eluchas, atribuyéndonos cosas absolutamente fant?sticas… trafica con nuestro dolor y luego le niega a uno el duro… ? nosotros seguimos en el fango, mientras él colabora en todos los peri?dicos, y pasa ante el ?ulgo por otro ?erlaine… ?cu?ndo ni siquiera bebe? ??s posible ser un Verlaine sin emborrachase?... El señor Carrere es un camelo157 Como ya sabemos, Gálvez fue una de las figuras más representativas de la bohemia madrileña, y una vez comenzada la Guerra Civil, olvidó tales rencores y ayudó a los que antes le habían ayudado. Tal como él afirma, Carrere se sirvió más de una vez de su 155 Cansinos Assens, La novela de un literato, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1982, p. 141. 156 ?on??le? ?uano? ??milio ?arrere?, Siluetas de escritores contemporáneos, Madrid, Editora Nacional, 1949, pp. 134-136. 157 Cansinos Assens, La novela de un literato, Madrid, Alianza Editorial, 1982, pp. 12-13. La época y el autor 56 persona y de sus actitudes para crear los personajes bohemios de sus novelas. Pero igualmente, como podemos ver, Gálvez también parece tener una imagen distorsionada de la bohemia, al tomar como ingredientes esenciales de la misma el hambre y la miseria. Hacia 1920, Carrere, casado y con hijos, consagrado ya, y congraciado con una ideología más conservadora, se muestra cansado de esta imagen que él mismo había creado hacía más de una década, y que el mundo exterior, sus poemas y sus novelas habían difundido, e intenta despojarse de esa ?capa de la bohemia? cambiando de temas en sus poemas y novelas, desplazando a sus personajes a ambientes más selectos, y apoyando otros principios más moderados. Carrere ya no se siente identificado con ese mundo bohemio que le hizo correr tanta tinta, y que le dio tantas historias que contar y lo niega: - Pero si yo no he sido nunca bohemio. Odio a los bohemios, que, en el fondo, son unos cretinos sin vergüenza y sin voluntad. Yo he ordenado el desorden, y, si no como un burgués, vivo como un artista que se respeta. Porque en una de mis poesías eché a volar una corneja -¡la única corneja que he utilizado- y por mis cuentecillos, me tachan de bohemio. ¡Habrá estupidez mayor!158 Sin embargo, la bohemia le persigue, y él mismo se muestra cansado del tema y de seguir siendo visto como su máximo representante. Para él ya no será algo existencial, una forma de comprender y expresar el arte, sino una etapa de la ?ida? ?Yo creo que la bohemia es, para los artistas jóvenes, una especie de puente, desde el anónimo y la pobreza, hasta el triunfo o el hospital?159. Leocadio Mejías expresa muy bien otras razones que también contribuyeron a que el poeta cambiase su modo de pensar: Carrere necesitaba trabajar incesantemente y se veía siempre coartado por aquellos que con pueriles conversaciones e intrascendentes problemas le robaban su tiempo. De provincias llegaban con harta frecuencia personas que pretendían conquistar la ciudad a punta de pluma, atraídos por la leyenda de Carrere. Y el poeta se pasaba la vida renegando de la bohemia y de la popularidad alcanzada. Se debía al mito por él creado, y le abrumaban, obstaculizándole seriamente su modo de vivir, sin poder atenderlos.160 158 J. López Pinillos, En la pendiente. Los que suben y los que ruedan, Madrid, Ed. Pueyo, 1920, pp.180-181. 159 El Caballero Audaz, Op. Cit., pp. 91. En esta afirmación Carrere parafrasea las conocidas palabras del protagonista de la conocida obra de Henry Murger de Escenas de la vida de bohemia? ??a bohemia es el no?iciado de la ?ida artística? es el prefacio de la ?cademia, del ?ospital o del dep?sito de cad??eres?? 160 Mejías, Emilio Carrere, el novio de Madrid, ??a ama?ona?, cap. LXIX, Madrid, 1952. La época y el autor 57 A mediados de los años veinte la bohemia es para el autor una etapa pasada y que quiere dejar atrás, aunque no lo consigue del todo, pues es la imagen que él mismo se creó de joven y que todavía sigue existiendo para sus lectores y seguidores le persigue. Quizá más cercana al Emilio Carrere de la madurez, que recrea en sus novelas ambientes y personajes más selectos y que se siente más afín al conservadurismo que a la vida rebelde e incierta de su etapa de bohemia que intenta dejar atrás, es la imagen, no exenta de crítica, que nos presenta sobre él como escritor sicalíptico Carlos Fortuny: Emilio Carrere ha cultivado la pornografía a toda orquesta, y ahí están sus admirables producciones de La Novela de Hoy y La Novela de Noche, que incluso han sido proceso de esc?ndalo público? ?…? ?ea el lector con qué intensidad ?oluptuosa, con qué fragante estilo, Emilio Carrere aborda la Pornografía y analice la elegancia con que describe en La casa de la Trini un burdel análogo a esos que tan indiscretamente escenifica Vidal y Planas, para que de la comparación resalte victorioso el autor de El caballero de la muerte.161 Cierto es que no son muchos los contemporáneos que al referirse a Carrere, hablan sobre esta faceta innegable del escritor, que cubre una buena parte de su producción novelesca, que no podemos obviar y a la que nos referiremos más adelante.162 Y, a la hora de hablar de esta nueva etapa, que se inicia y desarrolla en los años veinte hasta el estallido de la guerra en 1936, debemos referirnos a dos pasiones suyas que han sido constantes a lo largo de toda su vida, pero de las que no se ha hablado tanto; su pasión por el juego y por todo lo relacionado con el misterio y lo sobrenatural. Lo misterioso y sobrenatural, lo que habita en el más allá, es un tema en el cual Carrere siempre se mostró muy interesado, y que constituye una referencia constante en sus novelas. Carrere conocía todos los embrujadores y echadores de cartas que practicaban el absurdo oficio: al famoso doctor cruzado, que vivía en la calla de la Quintana y llevaba muchos años sin salir de casa; dedicado exclusivamente a hacer horóscopos de personas célebres? a do?a ?lora la cartom?ntica de la calle ?ayor… ?llos lo creían una autoridad en la materia, y todos los años le enviaban su horóscopo para el año venidero. 161 Carlos Fortuny, Crítica frívola. La ola verde, Barcelona, Eds. Jasón, 1931, pp. 61-63. 162 Véase al respecto de Eugenio G. de Nora La Novela Española Contemporánea, vol. I donde aparece dentro de la clasificación de costumbristas, aunque cultivando un ?erotismo neorrom?ntico?, pp. 352-353. La época y el autor 58 Así es que Emilio se encontraba siempre bien abastecido de estas cosas tan necesarias.163 Respecto al juego, estamos en una década en la que, como ocurre en el resto de Europa, los grandes casinos y las casas de juego van sustituyendo a los antiguos cafés, Carrere escribirá sobre estos cambios con cierta melancolía, y el autor, aficionado a los números y al estudio de las misteriosas combinaciones entre ellos164 , frecuenta estos lugares para ganar algún dinero y, además, encuentra nuevos espacios y tipos para sus personajes. ?arrere ?…? se enfrasca profundamente en lo que ya de antiguo comen?? a ser una de sus pasiones favoritas: el juego, y casi no vive más que para ello. Su temperamento, abierto a todas las ilusiones, presentía el golpe decisivo de la fortuna cada vez que se sentaba ante el tapete verde. Con mil combinaciones cabalísticas y matemáticas aspiraba a descifrar el misterio de la suerte.165 José López Pinillos investiga sobre esta faceta del escritor en una entrevista, e incluso, parece que ?arrere escribi? algún ?tratado? sobre el misterio de los números? - ¿Empezamos por lo último, Pármeno?... Lo último es La magia de Aclayar y de Butatar, obra cabalística, que he escrito con el piadoso intento de que, los jugadores que la estudien, pierdan con cierta disciplina. Me he documentado perfectamente en la cábala caldea, porque lo fundamental en mi libro es el procedimiento mágico de la adición cabalística? ?a comprender? que me refiero al lenguaje de los números ?…? ?o me he embolsado cien pesetas al día durante dos o tres meses. - ¿Merced a La magia de Aclayar y de Butatar? ¿Y no sigue jugando? - Es que perdí una respetable cantidad, y me retiré; Pero me retiré porque jamás he tenido el dinero necesario para que mi combinación resultara infalible. Además, yo soy un calculista, y el calculista y el jugador son animales de distinta raza. - ¿Entonces por qué juega usted? - ¡Por tantos motivos!... El juego tiene un gran interés teosófico. Para dominarlo ? dominando, naturalmente, el ?egregor? de las salas donde est?n las mesas y las ruletas- hay que ser mago y yo soy un poquito mago. Pero todo esto, a pesar de su claridad, tal vez le parezca obscurillo al buen público. Hablemos, pues, de otras cosas. 163 Mejías, Emilio Carrere, el novio de Madrid, ??chadoras de cartas y aurigas con chisteras?, cap. LIV, Madrid, 1952. 164 ??ara él la baraja y hasta la ruleta constituían una compleja ciencia que algún día quién sabe si llegaría a dominar a fuerza de cerebro y ?oluntad?? Mejías, Emilio Carrere, el novio de Madrid, ??agan juego, se?ores?, cap. XLVIII, Madrid, 2-8-1952. 165 Mejías, Emilio Carrere, el novio de Madrid, ??imí, la cupletista rom?ntica?, cap. LX, Madrid, 1952. La época y el autor 59 - ¿Por qué empezó usted a jugar, querido mago? - Por librarme de los editores; por ser independiente, Y lo conseguí, y hoy vivo mejor que nunca, y con m?s dinero que nunca…, cuando tengo dinero? ?igo ?cuando tengo dinero?, porque anoche lo perdí todo, y ahora estoy sin un real.166 Ambos temas, el juego y el más allá, aparecerán recreados en muchas de sus novelas y, en especial, en El destino Payaso, El 23 encarnado, o Sor Inés de la ruleta. Emilio Carrere visita con frecuencia las casas de juego, y cuando no tiene dinero se consuela asistiendo a graciosas sesiones de espiritismo, cosa muy de moda en aquella época y que le suscitaban verdadera curiosidad.167 Sin embargo, su afición por el juego no se extiende solamente al de las combinaciones de números, sino a otro que le caracteriza aún más y es su pasión por el billar, llegando incluso a ganar un premio en el Círculo de Bellas Artes, a cuya Peña Billarista pertenece afiliado desde 1944.168 Gómez de la Serna alude a los orígenes de esta, su segunda pasión: En su lucha desaforada por la vida ?de vez en cuando cinco duros por un soneto-, se hizo jugador de billar y en sus cafés literarios pasaba al salón contiguo y ganaba platillos llenos de plata, gracias a su destreza.169 Pero parece que, aún bien posicionado y con cierta estabilidad económica, Carrere ya no abandonará ese gusto por el juego, que canalizaba en épocas anteriores para asegurarse el pan y su independencia con los libreros, sino que en la última etapa de su vida, también se dejará llevar por la búsqueda de la combinación afortunada ya sea de cartas, bolas o números: Cuando no iba al café frecuentaba el Círculo de Bellas Artes, que a él debía de parecerle un lujo asi?tico? ?n ?ellas ?rtes se jugaba hasta las pesta?as, pero con método, ?…?? Jugaba con celo y cuidado como si fuera un burócrata del azar, para sacarse unos duros a las cartas. Antes, por lo mismo, ya había jugado al billar y yo nunca lo imaginé bien 166 José López Pinillos (Pármeno), En la pendiente. Los que suben y los que ruedan, Madrid, Pueyo, 1920. pp. 175-177. Incluimos un cita tan extensa porque nos parecen interesantes las causas a las que alude Carrere para justificar su pasión por el juego, ya que hacen referencia a su mal concepto sobre los editores, concepto que nunca variará. 167 Mejías, Emilio Carrere, el Novio de Madrid, ??uando el esc?ndalo de las farmacias?, cap. LXI, Madrid, 1952. 168 Doc. 21, carné de filiación. 169 Gómez de la Serna, Retratos Contemporáneos, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1941, p. 245. La época y el autor 60 con su barriga llena de cafés con leche, con sus brazos cortos de pingüino, de riguroso luto. Este aspecto del Carrere jugador es importante. Carrere era supersticioso y demostraba, sin embargo, a las supersticiones que no se daba mala suerte viéndose sus cartas.170 Tras la Guerra Civil, como ya apuntamos, son numerosas las cartas que el escritor recibe de conocidos, algunos cercanos y otros no tanto, pidiéndole ayuda para interceder a favor de algún preso, o para que les recomendase en la difícil tarea de publicar textos o de encontrar algún trabajo, para los que no habían quedado del lado de los nacionales y cuya reinserción laboral estaba resultando tan difícil, sino imposible 171 . Después, progresivamente, estas cartas van siendo sustituidas por otras reclamando su colaboración en diversas editoriales con trabajos de distinta índole, o invitándole a publicar en colecciones de novelas. A ello hay que sumar la numerosa correspondencia que contiene invitaciones a actos públicos y homenajes populares, así como la que reclama su voz y su presencia en otros ámbitos como la radio o las charlas culturales172. Pero su relación epistolar también está compuesta por otro corpus de cartas, también interesante, y es el que viene de la mano de admiradores y, sobre todo, de admiradoras, de su secci?n ??quí ?adrid? y de otros tantos escritores, no tan reconocidos como él, que le piden la recomendación de sus obras en dicha sección, pues las ventas ascienden considerablemente173. Si consideramos este amplio número de documentos del que sólo hemos adjuntado algunos a modo de ejemplo, la conclusión que se desprende, es que en ésta última década de su vida, y aunque muchos aún lo recuerden como un bohemio porque sigue gustando del chambergo y la pipa y frecuenta los cafés, a ojos de sus contemporáneos es ya un hombre maduro, trabajador y con una buena reputación, cuya figura, sin duda, resulta indispensable en la vida cultural del Madrid de posguerra. Con la llegada de su enfermedad, tal y como ya referimos, se multiplican las cartas preocupándose por su salud. Leocadio Mejías, escritor y amigo suyo desde 1941, le dedica unas líneas en el diario Madrid, contándonos los procedimientos que usaban en el café Castilla para informar a quienes se preocupaban por su estado de salud: 170 ?ésar ?on??le? ?uano, ???ocaci?n de ?milio ?arrere?, Arriba, 28-8-1955, p.4. 171 Véase como ejemplo el documento 22 del archivo de la familia Carrere. 172 Véanse los documentos 25 y 26 del archivo de la familia Carrere. 173 Véase como ejemplo los documentos 23 y 24 del archivo de la familia Carrere. La época y el autor 61 Desde que Carrere sufrió el ataque de hemiplejia, todos los días allí en el mostrador, en la vitrina de madera y cristal que sirve para guardar los bollos y las ensaimadas, la dueña del café cla?aba una cuartilla con el ?parte? de su enfermedad? ??entro de lo gra?e, parece que don ?milio est? mejor?, ?ecía uno? ??on ?milio ha pasado mala noche?, decía otro.174 Con la noticia de su verdadera muerte y dada la popularidad del escritor, la familia recibe numerosas cartas o comunicados de pésame de amigos, conocidos, personalidades o instituciones en las que había colaborado. También algunos escritores le componen homenajes que mandan a la familia o son publicados. Reproducimos aquí las sentidas palabras que le dedica Gerardo Diego en un artículo el día después de su muerte: A Carrere le llorarán muchos miles de lectores y, sobre todo, de lectoras, que no podrán consolarse con ningún otro poeta, porque él había acertado a colmar la medida de su ensueño y a trazar con rasgos facilísimos los contornos coruscantes de su quimera. Poeta y cronista de la burguesía y de la bohemia (que ya hoy se confunden) alfabeto y sentimental, al marcharse deja una estela imborrable de personalidad y se simpatía.175 174 ?ejías, ??a inter?iú de hoy? ?milio ?arrere?, Madrid 14-4-1947, nº 2.495. 175 Gerardo Diego, Diario ABC, 1º de mayo de 1947 (número suelto). La época y el autor 62 CATÁLOGOS  Catálogos 63 3. INTRODUCCIÓN AL CATÁLOGO Har é un libr o ser io , ad ec uad o A mi ed ad , a mi calva y mi trip a: ??a moral y la na?e del ?stado… o el arte de fumar en pipa? Divagación pintoresca 3.1. Dificultades y reediciones Elaborar un catálo go sobre la producción novel es ca de Emili o Carrere res ult a una tarea bastante compl eja, ya que cuando uno se enfr enta a sus títul os publicados, tiene la sensación de est ar ante un laberinto de reedicio nes del qu e no se sabe cuándo s e podr á sali r, pues cuando pare ce hab erse te rminado , suelen apa rec er reedicion es desconocid as hasta el momento, muchas de las cuales están sin fecha. Ya Baroja nos había advertido de esta costum bre del autor de publicar las mismas obras con distint o títul o en colecciones diferentes, pero Carr ere no se detu vo ahí ( ya qu e si se t ratar a de simple s reedi ciones, no habría ma yo r problema que coloc arlas po r orden de apa rición), a lo largo de su vida como noveli sta se dedi có a sacar títul os nuevos y a volver a publica r nov elas ya edit adas mediante diferentes pro c ed im ientos, quiz ás para despis tar a los editores. Han sido tales procedim ientos los qu e han hecho tan difícil nu estra ta rea de elabo rar este catálo go, los enumeramos a conti nuaci ón: · Reedit a la misma novela con el mismo título en diferentes cole cciones (l o más común) · Reedit a la misma novela con difer ente títul o en distint as colecciones (tambi én mu y común) · Reedit a la misma novela con dif er ente títul o en la misma col ección (no es mu y común pero ha y dos caso s) · Reedit a fra gmentos de diferentes nov elas bajo un mismo títul o (sólo un caso: El reino de la calderilla) · Reedit a va rias novelas, normalm ente tres o cuatr o, publicadas con ante rioridad en un mismo volumen o en una colección de nov ela corta, cu yo títul o suele ser el de la prim era novel a o un tít ulo repres entativo Catálogos 64 · Reedición del mismo volumen (que gener alm e nte suele ser una compi lación de novelas cort as) en difer e ntes edit oriales. Nos ref erimos al caso de sus Obras Compl etas. Aunque esto quiz á se deb iera más a l a iniciativa de los editores que a la del propio autor · Reedit a dos nov elas di ferent es con el mismo títul o (véase El arte de fumar en pipa ) · A esto ha y qu e sum ar las reediciones póst umas ef ectuad as por los críticos literarios o por aqu ellos que quieren d ar a conoc er de nuevo la obr a d el auto r. En tales reedi ciones el t ex to, o fragmentos de t ex tos, suele ser gen eralm ente idéntico, aunque podemos señalar algunas ex cepciones co mo , por ejemplo , las ex istentes entre El destino payaso y El 23 encarnado, en las que el t ex to es igual línea a líne a hasta el últim o párra fo en el que cambi a un final trági co por un final feli z . Otro caso es el de La cofradía de la pirueta , novela en la que, en una de sus ree diciones, Carre re cambi a el títul o a Una rubia truhanesa y sustit u ye el títul o de cada uno de sus capít ulos por números romanos. Tambi én ha y al gún cas o en el que antes de comenz ar la novela propiamente dicha, introduce un largo pá rra f o en el que reali z a una descripción de la ciudad o del ambi ente en el que se desar rolla la acción, tal como ocurr e en El misterio de la casa de los gatos. Un ejemplo distint o lo consti tu ye El reino de la calderilla, novela formad a por capít ulos o fra gmentos de capít ulos de otras nov elas, cu yo re sult ado es un pasti che de su propia ob ra. El caso de La torre de los siete jorobados merece un comentario ap arte y detallado. De este modo , y sigui en do tales procedim ientos, podemos encontrar una misma novela con hasta 4 títul os difere ntes y sin ningún cambi o en la estructur a o desar r oll o argument al de la misma. Podemos decir q ue este problema también se ex tiende, aunque no en igu al medida, a sus libros de pseudo - ensa yo o relatos bre ves ( La copa de Verlaine, El dolor de la literatura, etc 1 ) en los que encontr amos a menu do la inserción de un mismo tex to en diferentes volúmenes, c o mo por ejemplo el que lleva el títul o de La capa bohemia . Pero en estas ocasiones, el título del tex to y el contenido es siempre el mism o. ?odo esto hace de nuestro autor un auténtico ?piruetista? en las artes de reeditar y despistar a los l ibreros 2 . 1 Ver catálo go de relato s breves al fi nal de este cap ítulo . 2 Ha y crítico s, co mo Jo sé Mo nter o Pad illa y Car men Servé n (véa se Bib lio gr afía) que lo han desc ub ier to y puesto de ma ni fie sto . Sin e mb ar go , su s ano tacio ne s delata n un por ce ntaj e mí n i mo resp ec to a lo que ver d ad er ame nte hizo el auto r . Catálogos 65 P or tanto , aunque podamos anotar en el catálogo hasta casi doscientas publicaciones (entre nov elas cortas, ob ras compl etas, volúmene s de novelas, relatos y demás) solament e un largo te rcio, es decir, sesenta y tres, sería ori ginal, tratándose el resto de reedi ciones y pasti ches. Naturalm ente qu e esta tendencia su ya de copi arse y reedit ars e abusiv amente a sí mismo, fue descubierta por sus coetáneos que l e criticaron por ell o, pe ro Carrer e a estas críticas respondí a tranqui lamente: - E sto e s aú n hones to , quer id o Al fo nso , si se tie ne e n c uenta que un au to r acéfalo de cup lés los co b r a tantas vec e s co mo se ca nta n. Y noso tr o s, cuand o pub lica mo s una co sa, no s he mo s de ate ner a una sol a y única liq uid ac ió n. Deb er ía mo s co b r ar der ec ho s de auto r sie mp r e que alguie n le ye s e una po esía, una novelita o un artículo nue str o . Mientr as se llega a este per fec cio na mie nt o , yo re fr itar é tod o lo que se me a nto j e. Es c uestió n de ?ariarle el título a la cosa…3 Y no sólo respondí a, sino que, como vemos, actu a ba en conse cuen cia a sus pal abras. Emi li o Carrere consi guió publicar en todas las col ecciones de novela co rta que tuvieron más éx it o en aquell a épo ca, siendo su prim er a pu bli cación El dolor de llegar en 1909 en El Cuento Semanal y la últ im a en vida La ciudad de los siete puñales en la colección La Novela del Sábado en 1939. Durante esos trei nta años, su firma pudo leerse desd e coleccion es tan durade ra s y presti giosas como Los Contemporáneos, La Novela Corta o La novela de Hoy, hasta co lecciones de vida más breve, pero de gr an difusió n y cont enido picante, como La Novela Galante o La Novela de Noche. Nunca publicó en series de contenidos políti cos o simil ares como por ejemp lo La Novela Roja . De hecho, ap enas s e encuentr an es sus ob ras connotaciones políti cas o partidi stas (ex cepto en La ciudad de los siete puñales novela en l a que se declaró a favor d el franquis mo). Adjuntamos al catálo go de novelas un cat álogo de las col ecciones en las que participó. De todas ellas, en las qu e publicó con más asidui dad fueron La Novela de Hoy (28 títul os), seguida de cer ca por La Novela Corta (21 títul os), Los Contemporáneos (13 títul os) y El Cuento Semanal (10 títul os). En el resto, otras qui nce cole cciones más, pub li ca entre u no y cinco títul os. De estas coleccion es, las que m?s reediciones ?sufrieron? fueron La Novela corta ( ya qu e todo s los títul os habían sido publica do s a ntes o despu és ex ce pto 2 títul os ), en 3 Al fo n so , Siluetas literarias, Vale ncia, Pro me teo , 19 6 7, p p.3 9 - 4 3 . Catálogos 66 la que ir?nicamente solía acompa?ar sus títulos con el a?adido de ?no?ela inédita?, Los Contemporáneos (todas menos 1) o El Cuento Semanal (tod as fueron reedit adas ). En cuanto a La Novela de Hoy podemos decir que para haber public ado ta ntas novelas de l autor, no fue la más perjudicada , pues sólo volvió a edit ar, o se edit aron con anterioridad , casi la mitad de ell as. Si observamos con detenimi en to el catálogo que ex ponemos a conti nuación, podemos conclui r que desde 1909 hasta 1919 todas las no velas han sido reedit ad a s, sin embar go, este hech o comi enz a a disminui r en torno a 19 22 y se mantien e hasta 1925 (inclusi ve), época en la qu e sac a un ma yor núm ero de títul os nuevos y los publica en colecciones como La Novela de Hoy o La Novela Semanal donde su nómina serí a más alt a 4 . Podemos afirmar que los años de m áx ima producción origin al y public ación de C arr ere son los qu e transcurri eron entr e 192 2 y 192 8, siendo su mejor año 1925, ya qu e fue cuando m ás novelas cortas consi guió publicar (la ma yoría ori ginales ) y adem ás come nz ó su segunda colección de Obras Completas en la editorial R enacim iento. Tras la ab undancia de este año, parec e que al siguie nte el autor se tomó un respiro y sa có sólo cuatro títul os (de los cuales sólo dos fueron nuevos) aunque retom ó su acti vidad en los dos años siguientes. En 1929 su produ cción desc iende gr avemente; dos publi caciones, nin guna nu eva, y este hecho se mantiene hasta 1 939, año en el que pare ce termi nar su producción nov elesca. Por tanto, en esta últim a década s ólo publica dos títulos nuevos, ambos en el 39, de los cuales el últim o le vali ó para ga narse su ingreso en el fra nquis mo. Este descenso coincide con el decli ve de las col eccione s de novela corta en gen eral y del tema sic alí pti co que sostenía a muchas de ell as. La dec adencia, qu e comi enz a en torno a 1928, año en que apar ec erá la novela social 5 , se ve conf irmada en 1930, fecha en la que t anto estas cole cciones com o el gén ero erótico han qu ed ado olvidados. 6 Sin embargo, no será esta la r az ón que ex pli que esta parada en la produc ción narrati va de Carr ere ; para el año 1928 el autor ha estrenado dos zarz uelas: El carro de la alegría y La manola del portillo7 , lo cual l e ha reportado 4 La Novela de Hoy ad emá s so l ía hac er co ntr ato s en e xclu si va . 5 José Esteb an y Go nza lo San t o nj a señala n el a ño de 192 8 co mo fec ha cla ve par a el inic io de la no vela so cial, se basan par a ello en q ue en esta ép o ca la ed ito r ial Histo r ia Nueva sac a a la luz su c olecc ió n de novela s so ciale s cu yo tít ulo s iniciales, ago tad o s, fuer o n: Plantel de inválidos y El pueblo sin Dios de César Falcó n, El blocao d e Díaz Fernánd ez , El suicidio del príncipe Ariel d e Balbo ntín y Justo el evangélico d e Jo aq uín Ard er íu s. J. Esteb an y G. Sant o nj a, Los novelistas sociales españoles 1928-1936, Ma d r id, Ayu so , 19 7 7 . 6 Véase ta mb ié n Granj el, ??a no?ela corta en ?spa?a (19 0 7 - ?????? en Cuadernos hispanoamericanos , LXXI V de 196 8 y LXXV de 196 8 . 7 El carro de la alegría se estrena en 192 7 en el teatro Fuenca r r al co n gran éxito de púb lico , La manola del portillo se estre nó al año sig ui ente e n el teatro Pavó n y, a un q ue tuvo bue na aco gid a, la opi nió n de la crít ica se mo str ó un tanto div id id a. Catálogos 67 ciertos ben eficios econó mi cos, y en 1929 se pro duce el fall e cim iento de su padre, con lo que Carre re cobra un a herencia qu e le permite cierta holganz a y un me recido descanso. A conti nuación añ adimos una breve lista d e los títulos no reedit a dos por el autor: · Aventuras extraordinarias de Garcín de Tudela, 1919 · El diablo de los ojos verdes, 1922 · Las inquietudes de Blanca María, 1922 · La amazona, 1923 · Un arreglo decoroso, 1923 · Los bajos fondos del amor, 1923 · El bebedor de lágrimas, 1924 · La casa de la cruz, 1924 · La estela de Don Juan, 1924 · La jaula de los locos, 1924 · Rata de hotel, 1924 · El crimen del sátiro, 1925 · El embajador de la luna, 1925 · Más hombre que cura, 1925 · Las tres queridas, 1925 · El último capricho de Montiel, 1925 · Charito la más juncal, 1926 · Gil Baldaquín y su ángel, 1926 · La desconocida de todas las noches, 1927 · La Emperatriz del rastro, 1927 · La novela de un libertino, 1927 Catálogos 68 · El reino de Chundarata, 1928 · El airón de Don Juan, 1 939 · La ciudad de los siete puñales, 1939. A sí mismo, los títul os más reedit ados en vida (y cr eemos qu e más qu eridos por el autor) han sido: · La cofradía de la pirueta, 9 re ediciones · ??????????????????????, 8 reediciones · El reloj de San Plácido, 8 re ediciones (4 e n vida y 4 póstumas) 3. 2. Procedimientos y criterios de catalogación P ara la reali z ación del presente cat álogo hemos ex ami nado detenidament e cada un a de las obras incluidas en él, cotejando al detalle aqu ell os relatos qu e tení an i dénti co títul o o idéntic o contenido par a establece r las posibles diferen cias, gen eralm e nte mínim as, y señalar las p rimeras edici ones y sus r eedicion es. Ha sido nuestra intenció n y nuestro objetivo pre sentar una relación lo más fidedign a posible de todas las obras que ex ist en de C ar rer e, no obstante, somos con scientes de que quiz á pueda n habe r reedi ciones de determi nadas novelas incluidas en antol ogías qu e se nos hayan esc apado. La ma yor parte de los te x tos pueden encontrars e en la Bibliot eca Naciona l de Madrid, aunque no conti ene todas las obras del autor, por lo tanto, también hemos acudido a hemerotec as, bibli otecas privadas y catálo gos de librerías de vi ejo. Hemos ordenado el cat álogo de l a maner a má s clara posible, intentan do evit ar las confusiones que títul os sin fecha, edicio n es, reedi c iones y Obras Compl etas pudieran crear. Para ell o, lo hemos divi dido en cuatro apar tados: obras sin año, obras fech adas, publicaciones póstum as y obr as completas. Hemos colocado las obras sin fechar al principio y po r orden alfab éti co, porque re sult a más esclar ec edor sep ar ar las del resto de los volú menes fechados. Cr eemo s que nin guno de ell os se escribió antes de 1909, y qu e la ma yo ría perten ece rían a la pri mera dé cada de la traye ctori a novelí sti ca del autor, ya qu e el tema predomi nante en ell as, la bohemi a, y su Catálogos 69 esti lo coinciden con las otras novelas fech adas que se sitúan en dich a pri mera et apa. No obstante, pueden señal ar se ex cepciones como Los fantasmas y otros cuentos que s ería posterior (pertene ciendo a la décad a de los años veint e). Indic am os el lu ga r de public ación, edición, número de páginas y tam año. Colocamos al final de la parte más ex tensa del cat álogo (obr as f echad as y publi cadas en vida) las public aciones póstum as y las ob ras com pletas que también apar e cen sin fech a. En cuanto a ésta s últim as, inclui mos el títul o de los relatos que conti enen de aquell as que hemos podido consult ar. Respecto a las obras fec hadas y publicad as en vida (que se cor responden con la parte principal de la producci ón de Carrer e y de este catálo go) han sido di stribui das por orden cronológi co, y dentro de este orden, por orden al fabéti co. De forma que, a lo la r go de su lectura, en contramos dos tipos de entradas: el que correspond e a la prim er a edición de cad a novela, deb ajo de la cu al hemos anotado todas las ree diciones de dich a novela con sus correspondi ent es cambi os de título, si los ha y, y por orden cronoló gico, ind icando todos los datos del volumen (cole cción o edit orial, número, fech a, ilustrado r, cu a ndo es posible, número de páginas y tam año) y añadi endo un reen vío a la entr ada qu e conti ene la posterior reedición. Y un segun do tipo que conti ene el títul o de la nov ela reedit ad a, las cara cteríst icas d el vol umen y un reenvío a la entr a da que espe cífic a la prim era edi ción. Cuando se tr ata de volú menes ex tensos q ue cont ienen va rias nov elas cort as, indicamos los títulos que inclu yen a fin de que se ten ga una aprecia ción m ás clar a de l as reedi ciones. Respecto al tamaño de los volúmenes, cuando sea 8º o folio apare cer á indicado, pero para no result ar abrum ad or, detal lamos a conti nuación la medida de las colecciones, pues es siempre la misma: · La Novela Corta: 4º · Los Contemporáneos: folio hasta 1918 y después 4º pasando a llamarse los Contemporáneos y los Maestros. · El Cuento S emanal: foli o · La Novela d e Ho y: 16º · La Novela Seman al: 16º · La Novela d e Noch e: 16º El tamaño del resto de las colecciones en las que Carrer e sólo publica uno o dos títul os, viene espe cificado en la entrada. Añadimos el nombre del ilustrador cuando la cole cción en cu estión así lo indi ca. Catálogos 70 Este catálo go de nov elas está compl etado ad emás por otros catálo gos meno res: · Catálogo de títulos de te x tos breves · Catálogo de l as cole cci ones en las que publi c a Carre re · Catálogo de ilustrado res Y otro catálogo fin al que nos parec e mu y interes ante y revelado r, en el que queremos indicar sólo la prim era edición de cada novela (si n tener en cuenta tex tos breves tales como relatos y demás qu e no son novelas). Este pro ce dim iento nos permite ob tener de man era real l a tra ye ctoria na rrat iva de Carr ere, par a pod er desarroll a r un análi sis corr ecto de su evolución como novelis ta. Catálogos 71 3.3. CATÁLOGO DE NOVELAS Sin año 8 1. Almas, brujas y espectros grotescos (interrogaciones al misterio) 9 , Madrid, Vda. E Hijos de Sanz y Call eja, s.a., 180 p . 8º 2. Los aventureros, Madrid, Mundo Latino, s.a. 218 p. 1 0 8º. Conti ene: · La calav er a de Atahu a lpa · Rata de hotel · La últim a noch e del c apit án Martín Ávil a 3. La Bohemia galante y trágica. Bajos fondos de la vida literaria, Madrid, Vda. e Hijos de Sanz Call eja, s.a. 168 p. 1 1 8º. Conti ene: · La conquista de la Pue rta del Sol · El reino de la gall of a · La t ristez a del epílogo · El embrujamiento de Pablo R einol . 4. La copa de Verlaine, Ma drid, Fortan et? , s.a., 171 p. 8º 5. Elvira “la Espiritual”, Madrid, Renacimiento, s. a. 236 p. 1 2 8º. Conti ene: ? ?l?ira ??a ?spiritual? 8 Se trata de volú me nes e n lo s que no está ind icad a la fe cha de ed ició n. En c ualq uier caso , ni ng u no es anter io r a 1909 y ta mp o co sue len tratar se de ed icio nes o r igi n ales. 9 Según Leo ca d io Mej ías este volu me n s alió a la luz en 191 5 . Véase Mej ías, Emi lio Car r er e el novio de Mad r id , ??a bohemia en peligro? cap? ???, ??- 7 - ? ?? ?unque en el capítulo ???? ??a dan?a de los apaches? apunta que en ???? se publicaron La copa de Verlaine y Almas, brujas y espectros grotescos, e n el caso de esta últi ma, no pod emo s ase g ur ar si se trata de una ree d ició n o de que Mej ías co nf und e al gu nas fec ha s, hec ho que pued e ser más q ue po sib le. 10 Se trata de un ej emp lar que no he pod id o co nsul tar . He to mad o la refer en cia de un c atálo go de libr o s anti guo s per te nec ien te a la Li b r er ía Renac i miento ( www. li b r er ía Renac i miento . co m) . Po r la ed ito r ial que lo pub lica, Mund o Lati no , ded uzc o que fo r ma par te de su co lecc ió n de Ob r as Co mp letas, aunq ue en la refer encia no se ind ica el to mo . 11 Posib leme nte se trate de una ed ició n po ster io r a 192 5 , po r lo que los te xto s q ue co nt iene ser ían ree d icio nes. Intr o d uci mo s un ree n vío a esta entr ad a en aq uellas otras entr ad as que co nsid er a mo s que so n la pri mer a ed ició n par a cad a uno de los texto s pub licad o s en e ste vol u men. 12 Al igual que en La bohemia galante y trágica ( nº 3) , co nsid er a mo s q ue es una ed ic ió n rec o p ilato r ia po ster io r a la fecha de pub licac ió n de cad a una de las novelas, po r lo que los texto s que co ntiene ta mb ié n ser ían ree d icio nes. P ar a la primer a ed ició n vide nº 15 . Catálogos 72 · Un hombre ter rible · El divino amor humano Reedit ado en: · Elvira “La Espiritual” Mundo Latino, s.a. 236 p. 8º . Vide nº 15. 6. Los Fantasmas y otros cuentos 1 3 . Madrid, s. a. Diana Arte s Gráfic as, 16 p. folio ma yor. Conti en e: “Jerónimo Expósito” editado en: · La Novela Semanal, nº 133, 1924 . Vide nº 82 · Los Contemporáneos, nº 875, 1925, con el título de? ??a e?se?orita de ?onseca?? Vide nº 92 · La Novela de Hoy, nº 473, 1931 , con e l título de? ??n alma de librero?, vide nº 116 “Los Fantasmas” editado en: · Novelas y Cuentos, Ma drid, Artes Gr áfic as Dian a, s.a, 16 p. · ??os fantasmas? ?o?ela original e inédita por…? La Novela de Hoy, nº 154, 1924, Vide nº 80 “Los muertos huelen mal” reedit ado en: · Los 13, nº 6, 1933, Vide nº 124 Esta recopil a ción ha sido a su vez edit ad a en: Los fantasmas y otros cuentos. Madrid, eds. Dólar. Colección de Escritores Céle bres 1 4 , s.a., 158 p. 8º pequeño. Vide nº 135. 7. “El más espantoso amor” . 1 5 Las Obras Ilibres, Madrid, Siglo XX, Imp. Art. Sáez Hermanos, s.a. 109 p. 8º. R eedit ado en: · La Novela de Noche, nº 26, 1925, con el título de? ??a ?ortesana de las cruces?, Vide nº 87 13 Respec to este volu me n, no se trata de una primea ed ició n sino de una ree d ició n má s de las novela s que co ntiene. Au nq ue desco no ce mo s la fec ha exac ta de su p ub licac ió n po d emo s e s muy p osib le que no fuer a ed itad o antes de 1933 (q ue es la fec ha de la últi ma de las novelas) . No obstante, no s qued a la dud a, y por ellos incl ui mo s en e sta en tr ad a las ed icio nes ex iste ntes. 14 Colecc ió n ed itad a en la décad a de los año s 40 y 50. 15 En su cat álo go enco ntr a mo s me ncio nad as do s ob r as que no he enco ntr ad o : La rosa del Albaicín y Las ventanas del misterio. Me co nsta q ue la pri mer a de ellas es reed ició n de El embrujamiento de Pablo Reinol ya que la antagonista de esta obra se apoda ??osa del ?lbaicín?? Catálogos 73 7 (bis). “Los monstruos de la sensualidad”. La Novela de Amor, nº 40, 1923. Madrid, s.a. Il. de Ferrer Sama. Reedi tado en: · La Novela Corta, n? ???, ????? ?on el título de ??os bajos fondos del amor? ?o?ela inédita. Vide nº 68 8. El reino de la calderilla, Madrid, R ivadene yr a, s.a, 231 p. 8º pequeño. 9. El Reloj de San Plácido. Madrid, Diana, A rtes Gr áficas, s.a., 16 p. folio. Reedit ado en: · ????????????????????????????????????????nº 113, Madrid, Bibl iot eca Pat ria, s.a., 121 p. con el título de: ?El Re loj del amor y de la muer te . Le yenda m adri le?a? · El reloj del amor y de la muerte, s.a., Vide OC. · La Novela Corta, nº 34, 1916, con el títul o de: ??a leyenda de ?an ?l?cido? tradición madril eña ?, Vide nº 32 · El Libro Popular, nº 10, 1923, con el títul o de: ??l reloj del amor y de la muerte: leyenda?, Vide nº 70 · La No??????????????????????????????????????????????????????( Antología), Madrid, Aguil ar, 1952 (estudi o, selección y nota s de Fed erico C, Sainz de Robles) pp. 327 - 359 · La Novela Corta, nº 44, 1981, Vide nº 133 · La casa de la cruz y otras historias góticas, 200 1 y 2004, Vide nº 135 10. Retablillo grotesco y sentimental. Madrid, Mundo Lati no, Col. Obras Compl etas, Tip. Yagües, s .a. 236 p. 8 º. Il. de M. R amos 11. La Torre de los siete jorobados. Madrid, Mun do Lati no, s.a. Col. Obra s Compl etas, tomo V III, 228 p . 8º. Il. De Maesb er ger. Reedit ado en 1 6 : · La Torre de los siete jorobados, Madrid, V. H. de Sanz Call eja, s.a., 228 p. · La Torre de los siete jorobados , Madrid, V. H. de Sánz Call eja, 1925, 228 p. Vide nº 94 (bis) · La Torre de los siete jorobados , 192 7, Vide nº 111 16 Ade má s de las ed icio nes que aq uí se rec o gen, la pri mer a par te de ????????… cono ció una primer a pub licac ió n e n trei nta y tres e ntr ega s, que q ued ó inter r u mp i d a, en el diar io La Nación (Mad r id ) entr e el 8 de sep tie mb r e y el 7 de novie mb r e de 1918 . Sin e mb ar go , su pri mer a ed ició n, aunq ue ap ar ec e sin fec ha, es la de Mund o Latino que aq uí se cita , ap ar ec id a en 192 0 . Catálogos 74 · La Torre de los siete jorobados , Novelas y Cu e ntos, nº 203, Madrid, Dédalo, 1932. Vide nº 123 · La Torre de los siete jorobados, 1998, 2ª reed. Idem 2004, Vide nº 134 · La Torre de los siete jorobados, Madrid, E ds. Dólar, s.a. 8 º pequ eño (aprox . 1950) 1909 12. “El dolor de llegar” . El Cuento semanal, nº 127, 190 9, Madrid, Imp. De A. Marz o San Hermene gil do, 20 p. folio. Il. D e Agustín. Reedit ado en: · La Bohemia galante y trágica. Bajos fondos de la vida literaria, s.a., con el tít ulo de ??a triste?a del epílogo?, Vide nº 3 · La Novela Corta, nº 165, 19 19, con el títul o de: ??a tristez a del epíl o go. Novela inédita?, Vide nº 43 · Mis mejores cuentos, 19 20? , Vide nº 46 · La Novela Corta, nº 35, 1950? , vide nº 132 · La Novela Corta Es?????????????????????????????????????????( Antología), Madrid, Aguil ar, 1952 (estudi o, selección y nota s de Fed erico C, Sainz de Robles) pp. 359 - 379 1910 13. Aquí Madrid, Madrid, Capit olio, 1910. 189 p. 18 cm. 14. “Aventuras de Amber el luchador” . El Cuento Semanal, nº 192, 1910, Madrid, Imp. De A. Marzo San Herme negil do, 20 p. Folio. Il. De Agustín. Reedit ado en: · El encanto de la bohemia: novelas, Vda. e hijos de Sanz Call eja, 1917, Vide nº 17 · Los Contemporáneos, n? ???, ????, con el título de? ??as sirenas de ?adrid?, Vide nº 71 15. “Elvira, la Espiritual”. El Cuento Semanal , nº 177, 1910, Madrid, Imp. De A. Marz o San Hermene gil do Il d e M. Miguel, 20 p. R eedit ado en: · ???????????????????????s.a.,. Vide nº 5 Catálogos 75 · El Cuento Galante, nº 26, 1913, Vide nº 23 · El encanto de la bohemia: novelas, 1917, Vide nº 17 · Mis mejores cuentos, 19 20? , Vide nº 46 · Esquemas, n? ?, ????, con el título de ??a ?enus morena?, Vide nº 54 · Los Contemporáneos, nº 865, 1925, con el títul o de ?El Burdel de la señ á ?ustaquia?? Vide nº 8 6 · Los Contemporáneos, n? ???, ????, con el título de? ??as sirenas de ?adrid?, Vide nº 71 16. “Más que amor” . Los Contemporáneos, nº 88, 1910, Madrid, Imp renta de Alr ededor del Mundo, Il. d e F. Mot a, 20 p. Reedit ado en: · El dolor de la literatura, s.a. Vide OC · La madre casualidad, 1913, Vide nº 24 · La Novela Corta. nº 265 , ????, con el título de ??lda? ?o?ela inédita?, Vide nº 49 1911 17. El Encanto de la Bohemia, Madrid, González y Giménez , 1911, 272 p. 8º. Reedit ado en : · El encanto de la bohemia: novelas, Madrid, Vda. e Hijos de Sanz Call eja, 1917, 165 p. 8º (3ª ed.) . Ambos conti enen: · Don Uriarte de Pujana · El dolor de lo grot esco 1 7 · Aventuras de Amber el luchador ? ?l?ira ?la ?spiritual? · El dolor de llegar 18. “El divino amor humano” . El Cuento Semanal, nº 227, 1911, Madrid, Imp. De A. Marzo San Hermen e gil do. Il. D e Gutiér rez Larr a ya. 24 p. Reedit ado en: · ???????????????????????Madrid, R enacimiento, s. a., Vide nº 5 17 ?n la reedici?n de ???? ?arrere cambiar? el título de esta no?ela por el de ??l arte de fumar en pipa?, aunq ue el ca mb io ya ap ar ec e intr o d uci d o en la reed ició n de 1913 . Otro camb io que se obser va entr e la primer a ed ició n de e sta no vel a y tod as las poster io r es es e l alar ga miento del arg u men to de la mi s ma (ca si al dob le) desd e 191 3 . Catálogos 76 · La madre casualidad, Madrid, J uan Pue yo, 191 3, Vide nº 24 · La Novela Corta, 1917, nº 63, Vide nº 35 · La Novela Mundial, ????, n? ???, con el título de ??mor de anunciaci?n?, Vide nº 110 1912 19. “La cofradía de la pirueta” . El Libro Popular, nº 7, 1912, Madrid, Im p. de Gabriel López del Ho rno, 30 p. Reedit ado en: · La cofradía de la pirueta, Vol. II, Mundo Lati no, s.a. Vide O. C . · La cofradía de la pirueta, Renacim iento, s.a. Vide O. C · La Bohemia galante y trágica. Bajos fondos de la vida literaria, s.a., con el título de ??l reino de la gallofa? Vide nº 3 · La madre casualidad, 1913, Vide nº 24 · Los Contemporáneos, n? ???, ????, con el título de ??l reino de la gallofa?, Vide nº 42 · Mis mejores cuentos, 19 20? , 172 p. Vide nº 46 · La Novela Corta , nº 301, 1921, con el título de: ??na rubia truhanesa?, Vide nº 52 · Novelas y Cuentos, 1935, con el título original. Vide nº 126 1913 20. “El arte de fumar en pipa18 ”. El Libro Popular, nº 49, 1913, Madrid, Imp. de Gabri el López del Ho rno. Il. de Robledano, 1341 - 1367 p. Vide nº 17. Reedit ado en : · El encanto de la bohemia. Novelas. Madrid , 1917, 165 p. 3ª ed. Vide nº 36 · Los Contemporáneos, nº 532, 1919, Vide nº 39 · La Novela Corta, n? ???, ????, con el título de ??l destino payaso?, Vide nº 57 18 El co ntenid o de esta no vela en sus ed icio ne s de 191 1 ( El encanto de la bohemia ) , de 1913 ( El Libro Popular ) y de 1917 es el mi s mo , per o aunq ue la ree d ición de 191 9 de Los Contemporáneos presente el mismo título, se trata de una no?ela distinta, siendo el contenido de esta última el mismo que el de ??l destino payaso? pub licad o en La Novela Corta , 19 2 2, Vide nº 57 . Catálogos 77 21. “Una Aventura de amor” . El Cuento Galante, nº 13, 1913, Madrid, Est . Tip. de Juan Pue yo, 12 p. Re edit ado e n: · El reloj del amor y de la muerte, s.a. Vide O. C · La tristeza del burdel, 1913, Vide nº 27 · Rosas de meretricio, 19 2? , Vide nº 48 22. “La Conquista de Madrid” . El Cuento Decenal, nº 4, 1913, Madrid, Tip. de J uan Pérez Torres, 16 p. Il d e Robledano. Reedit ado en : · La Bohemia galante y trágica. Bajos fondos de la vida literaria, s.a. con el títul o de ??a conquista de la ?uerta del ?ol? Vide nº 3 · La cofradía de la pirueta, Renacimiento, s.a., Vide O. C · La cofradía de la pirueta, Mundo Latino, s.a.,. Vide O. C · Los ojos de la diablesa. Leyenda madrileña, 191 3, Vide nº 26 · La Novela Corta, n? ??, ????, con el título de ??a ?onquista de la ?uerta del ?ol?, Vide nº 34 · La calavera de Atahualpa y otros relatos, 2004, 286 p. Vide nº 136 23. “Elvira, la Espiritual”. El Cuento Galante , nº 26, 1913, Madrid, Est. Tip. de Juan Pue yo, 12 p. Folio, Vide nº 5 y 15 24. La madre casualidad, Madrid, J uan Pue yo, 1913, 227 p. 8º. Conti ene: · Más que amor · El divino amor humano · La cofr adía de l a piruet a 25. “Los Ojos de la diablesa”. Los Contemporáneos y los Maestros, nº 249, 1913, Madrid, Imprenta d e Alr ededor del Mundo 20 p. Madrid. R eedit ado en: · La Cofradía de la Pirueta, R enacim iento, s.a. con el títul o de ??l espadín del ca ballero guardia?? Vide O. C · La cofradía de la pirueta, Mundo Latino, s.a., Vide O. C · Los ojos de la diablesa. Leyenda madrileña, M adrid. Impr. Juan Pue yo, 1913, 228 p. 8º. Vide nº 26 Catálogos 78 · La Novela Corta, nº 236, 1920, con el títul o de: ??l misterio de la casa de los gatos: tradici?n madrile?a?, Vide nº 47 · La Novela Pasional, n? ?, ????, con el título de ??l milagro galante? leyenda madrile?a?, Vide nº 83 · Madrid en la Novela, vol. IV. C olec ción Madrid en la Lit eratur a, Comuni dad de Madrid, C onsejería de educación y cult ura, 199 5. Estudio y selec ción de Mª José ?onde ?uerri, con el título de? ??l misterio de la casa de los gatos? 26. Los ojos de la diablesa. Leyenda madrileña. Madrid, Impr. Juan Pue yo, 1913, 218 p. 8º. Conti ene: · Los ojos de l a diabl esa · La vi r gencit a · Venus y la arqu eolo gía · La conquista de Mad rid · El príncipe del cor azón de oro (cu ento brev e) · La ob ra ma estra (cuento breve) · El casti llo de Odón (cuento breve) 27. La tristeza del burdel, Madrid, J uan Pue yo, 1913, 223 p. 8 º. Conti ene · Hacia otr a vida (nov ela) · Una aventur a de amor ( novela) Y otros tex tos variados (ensa yos, cuentos, etc.) de cará cter breve. Reedit ado en: · La tristeza del burdel, 1923, Vide nº 72 28. “La Tristeza del burdel” . El Cuento Galante, nº 6, 1913, Madrid, Est. Tip. de Juan Pue yo, ?? p? ?se trata de la no?ela ??acia otra ?ida?? Vide nº 27. Reedit ado en: · La Novela Corta, n? ???, ????, con el título de ??acia otra ?ida?, Vide nº 42 · El reloj del amor y de la muerte, s.a., con el t ít ulo de: ??l hijo de nadie?, Vide O. C. · Rosas de meretricio, ????, con el título de ??l hijo de nadie? Vide nº 45 Catálogos 79 29. “Don Uriarte de Pujana/ Los ojos de la diablesa” , Los Contemporáneos y los Maestros, nº 249, 1913 , Imp renta de Alr ededo r del Mundo, 20 p. Madri d. Il. De Estevan. “Don Uriarte de Pujana” fue publicado por primera vez en: · El encanto de la bohemia: novelas, ????, con el título de ??on ?riarte ?ujana?? Vide nº 17 Y reedit ado además d e en esta entrad a en: · La Novela Corta, nº 107, 1918, con el tít ulo de ??l ?oema de ?on ?riarte? ?o?ela inédita por…?, Vide nº 3 8 ??os ojos de la diablesa?, Vide nº 26 1915 30. “Un hombre terrible” . Los Contemporáneos y los Maestros, nº 326, 19 15, Madrid, Impr enta de Alrededor d el Mundo, Il. d e Gre gori o Vicente, 20 p. Reedit ado en: · ??????????????????????, s.a., Vide nº 5 · La Novela Selecta, Vol. 34, 18 hojas, Madrid, s.a . 1 9 · La Novela Corta, nº 212, 1920, Vide nº 45 · Rosas de meretricio, 19 2? ,. Vide nº 48 1916 31. “Bien aventurados los mansos” . La Novela Corta, nº 16 , 1916, M adrid, Tip. Lun a, 16 p. Reedit ado en: · La cofradía de la pirueta, s.a., Renacim iento, Vide O. C · La cofradía de la pirueta, s.a., Mundo Lati no, Vide O. C · Mis mejores cuentos, 19 20? , Vide nº 46 32. “La leyenda de San Plácido: tradición madrileña”. La Novela Corta, nº 34. 1916, Madrid, Pren sa Popular , 24 p. Vide nº 9 19 De edició n po ster io r a 191 5 . Catálogos 80 33. “El Señor Catafalco”. Los Contemporáneos y los Maestros , nº 406, 1916, Madrid, Impr enta de Alrededor d el Mundo, 20 p. Il d e M. Ramos . Reedit ado en: · La Novela Corta, nº 324, ????, con el título de ??n crimen in?erosímil?, Vide nº 56 · La Rosa del Albaicín. Novelas. Bibliot eca Hispano - Ameri cana, Mad rid, Libr ería de la ?iuda de ?ueyo, ????? ?on el título de ??l mal de ojo?? Vide nº. 38 (bis) ? ??n asesinato a distancia? La Novela del Domingo , nº 35, Madrid, Mode rna, 1923. Il. de Rob erto. Vide nº. 73 (bis) · La casa de la cruz y otras historias góticas, Madrid, Valdemar, 2001, 350 p. Vide nº 135 1917 2 0 34. “La Conquista de la Puerta del Sol”. La Novela Corta, nº 87, 1917, Madrid , Prensa Popular, 12 p., Vide nº 22 35. “El divino amor humano” . La Novela Corta, nº 63, 1917, Madrid, Prensa Popular, 34 p. Vide nº 18 36. El encanto de la bohemia. Novelas. Madri d, Viuda e hijos de Sanz y C all eja, 1917, 165 p. 3ªed. Vide nº 17 1918 37. “El Embrujamiento de Pablo Reinol” . La Novela Corta, nº 132, 1918, Madrid, Prensa Popul ar, 16 p. Reedit ado en: · El reloj del amor y de la muerte, s.a. , Vide O. C · La Bohemia galante y trágica. Bajos fondos de la vida literaria, s.a., Vide nº 3 · La Novela de Hoy, nº 373, 1928, con el título de: ??l ?adalso de oro?, Vide nº 111 38 . “El Poema de Don Uriarte. Novela inédita por…”. La Novela Corta, nº 107, 1918, Madrid, Prensa Popul ar, 16 p., Vide nº 29 20 Según Mej ías, en este mis mo a ño Car r er e tamb ién pu b lica Flores de meretricio (sic. ) y La rosa del Albaicín, véa se E milio Car r er e el novio de Mad r id , ??as primeras obras del metro?, ca p . XLI , Madrid, 1 9 5 2 . Catálogos 81 38 (bis). La Rosa del Albaicín. Novelas . Bibl io teca Hispano - Ameri cana, Madrid, Libre ría de la Viud a de Pue yo, 1917. Ex ist e una edición idéntica en Lib rerí a de los Sucesores de Hernando, M adrid, 1917. Conti ene: · La Rosa del Albaicín · El mal de ojo 1919 39 . “El arte de fumar en pipa”. Los Contemporáneos, nº 532, Madrid, 1919, Impr enta de Alrededor d el Mundo, 24 p., Vide nº 17 2 1 y 20 2 2 40. “Aventuras extraordinarias de Garcín de Tudela. Novela inédita” . La Novela Corta, nº 199, 1919, Madrid, P rensa Popul ar, 20 p. 4º Reedit ado en: · Emilio Carrere, Antología, ?on el título de ??arcía de ?udela?? Ed. pról ogo y notas de A. Montero Padil la, Madrid, C astalia, Cl ásicos Castellanos, 1998. 41. El Dolor de la literatura, Madrid, Mundo Lat ino, 1919? , 240 p. 8º 42. “El reino de la gallofa” . Los Contemporáneos, nº 557, 1919, Madrid, Impr enta de Alrededor d el Mundo, 24 p., Vide nº 19 43. “La tristeza del epílogo. Novela inédita” . La Novela Corta, nº 165, 1919, Madrid, Prensa Popul ar, 24 p., Vide nº 12 1920 44. “Hacia otra vida. Novela inédita”. La Novela Corta, nº 312, 1920 , Madrid, Prensa Popular, 12 p. Vide nº 28. 21 Par a la primer a ed ició n . 22 Par a la primer a ed ició n de for ma autó no ma . Catálogos 82 45. “Un hombre terrible”. La Novela Corta, nº 212, 1920, Madrid, Pr en sa Popular, 20 p. Vide nº 30 46. Mis mejores cuentos, Madrid, P rensa Popul ar, 1920 , 172 p. 8º. Conti ene: · Bien av enturados los m ansos · La cofr adía de l a piruet a ? ?l?ira ?la ?spiritual? · El dolor de llegar 47 . “El misterio de la casa de los gatos: tradición madrileña”. La Novela Corta, nº 236, 1920, Madrid, Prensa Po pular, 16 p., Vide nº 25 48. Rosas de meretricio23 , Mad rid, Vda. e Hijos de Sanz Call eja, 192? , 197 p. 8º Conti ene: · El hijo de nadie (novela ) · Una aventur a de amor ( novela) · Un hombre ter rible (no vela). Y otr as narr aciones de car ácter brev e. 1921 49 . “Alda. Novela inédita”. La Novela Corta. nº 265 , Madri d, 1921, Prensa Popular, 20 p., Vide nº 16 50. “La conversión de Florestán” . La Novela Semanal, nº 6, 1921, Madrid, Prensa Gráfic a. 63 p. Il de M. R amos. Reedit ado en: · La mala pasión, 1922, Vide nº 62 · La casa de la cruz y otras historias góticas, 200 1, Vide nº 135 51. El espectro de la rosa, Madrid, Mundo Lati no, 1921, 223 p. 8º. Contiene tex tos variados de car ácter brev e. 23 Según Mej ías este volu me n se pub licó en 191 7 , véa se no ta al año 191 7 . Catálogos 83 52. “Una rubia truhanesa”. La Novela Corta , nº 301, 1921, Madrid, Prensa Popular, 20 p., Vide nº 19 53. “El sexto sentido” . La Novela Corta, nº 288, 1921, Madrid, Prens a Popular 12 p. Reedit ado en: · La Novela de Hoy, nº 327, 1928, con el título de? ??l ?iaje sin retorno?, Vide nº 118 54. “La Venus morena”. Esquemas, nº 2, 1921, Madrid, 29 p., Vide nº 15 1922 55. “La calavera de Atahualpa: Una solución encantadora (Cuento galante)” . El Libro Popular, nº 6, 1922, Madrid, Imp. d e Gab riel Lópe z del Horno, 62 p. Reedit ado en: · Los aventureros, Madrid, Mundo Latino, s.a. Vide nº 2 · Los Contemporáneos, nº 834, 1925, c on el título de ???enturas increíbles de ?indulfo del ?rco?, Vide nº 85 · Novelas y Cuentos. Revista Literaria. ????, con el título de? ??a cala?era de ?tahualpa?? Vide nº 125 · La calavera de Atahualpa y otros relatos, 2004. Vide nº 136 56. “Un crimen inverosímil”. La Novela Corta, nº 324, 1922, Madrid, Prensa Popular, 24p., Vide nº 33 57. “El destino payaso”. La Novela Corta, nº 368, 1922, Madrid, Prensa Popular. 32 p. Il de Gartán. Vide nº 20. 58. “El diablo de los ojos verdes”. La Novela de Hoy, nº 13, 1922, Mad rid, Sucesores de Rivadene yra. 62 p. Il d e M. Ramos. Reedit ado en: · Antología de la novela corta erótica española de entreguerras (1918-1936), Madrid, C lásicos Taurus, 1993. Ed Lil y Lit vak. Catálogos 84 59. Sor Inés de la Ruleta”. La Novela Corta, nº 344 , 1922, Madrid, Prens a Popular, 32 p. Il . de Perals. Reedit ado en: · Los Contemporáneos, nº 804, 1924, con el título de ??os diablos de la ruleta? Vide nº 78 · La Novela Mundial, nº 68, 1927, con el título de? ???enturas de ???aro de ?ca?a?, Vide n º 102 · La Novela de Hoy, n? ???, ????, con el título de ??os cuatro caballos?, Vide nº 119 60. “Las inquietudes de Blanca María” , La Novela Semanal, nº 67, 1922, Madrid, Prensa Gr áfica. Il de Máx im o Ramos, 61 p. Reedit ada en: · La Casa de la cruz y otras historias góticas, 2001, Vide nº 135 61. “La mala pasión”, La Novela Semanal, nº 34, 1922, Madrid, Pr ensa Gráfica. Il . de M. Ramos, 61 p. Reedit ado en: · La mala pasión , 1922, Vide nº 62 62. La mala pasión , Madrid, Mundo Lati no, 1922, 221 p. 8º. Conti ene: · La m ala pasión · La conversión de Flor es tán · El sacrificio 63. “El sacrificio. Novela de la guerra”. La Novela Semanal, nº 48, 1922 , Madrid, Atlántida, 79 p. Il. d e Ochoa. Reedit ado en: · La mala pasión , 1922, Vide nº 63 1923 64. “El abismo de la voluptuosidad” . La Novela de Hoy, nº 49, 1923, Madrid, Atlántida. 61 p. Il. D e Reye s Re edit ado en: · La Novela de Hoy, 1926, nº 219, con el título de? ??a ?ampanera?, vide nº 98 Catálogos 85 65. “La amazona” . La Novela de Hoy , nº 74, 19 23, Madrid, Atlántida, 59 p. Il. de V arela d e Seij as. 66. “Amor de golfa. Novela inédita” . Madrid, La Novela Corta , nº 383, 1923, Madrid, Prensa Popul ar. Il. De Emi lio Perals. 24 p. Reedit ado en: · La Novela de Hoy, nº 297, 1928, Madrid, co n el títul o de: ??angre en la guarida?, Vide nº 11 5 67. “Un arreglo decoroso” . Los Contemporáneos, nº 778, 1923, Madrid, Imprenta de Alrededor d el Mundo, 24 p. 68. “Los bajos fondos del amor” . La Novela Corta, nº 407, 1923, Madrid, Prensa Popul ar, Il d e Melendr er as, 24 p. Reedit ado en: · La Novela d e Amor, nº 40. Madrid, s.a. Vide nº 7 (bis) 69. “La mujer sin cara” . La Novela Corta, nº 394, 1923, Madrid, Prensa Popular. Il. de Nuere, 20 p. Re edit ado e n: · La Novela de Hoy, n? ???, ????, con el título de ??l ?eso ?onstruoso?, Vide nº 97 70. “El reloj del amor y de la muerte: leyenda”. El Libro Popular, nº 10, 1923, Madrid, Imp. de Gabriel López del Ho rno, 55 p., Vide nº 9 71. “Las sirenas de Madrid”. Los Contemporáneos, nº 750, 1923, Madrid, Imp. de Gabriel López del Horno , 22 p., Vide nº 14 72. La tristeza del burdel, Madrid, P rensa G ráfic a, 1923, 278 p. 8º. Vide nº 27 73. “La última noche del Capitán Martín Ávila” La Novela Semanal, nº 79, 1923, Madrid, Prensa G ráfic a, 61 p. Reedit ado en: · Los aventureros, Madrid, Mundo Latino, s.a. Vide nº 2 · La Novela Semanal, nº 79, 1928, mismo t ít ulo. Vide nº 11 6 Catálogos 86 · La Novela de Hoy, n? ???, ????, con el título de ??a fabulosa a?entura de ?las de ?erena?, Vide nº 120 · La calavera de Atahualpa y otros relatos, ????, con el título de ??a última ?oche del capit ?n ?artín ??ila?? Vide nº 136 73 (bis). “Un asesinato a distancia”. La Novela del Domingo, nº 35, 1923, Madrid, Prensa Modern a. Il. de R oberto. Vide nº 33. 74 . “El 23 encarnado” , La novela corta, nº 377, 1923, Madrid, Il. de Lin a ge, 24 p. Reedit ad o en: · La Novela de Hoy, n? ???, ????, con el título de ??a ?enus de la encrucijada? en este caso cambi a un d esenla c e trá gico por un final feli z . Vide nº 109 1924 75. “El bebedor de lágrimas” , La Novela de Hoy, nº 111, 1924, Madri d, Atl ánti da. Il. de Pena gos. 61 p. 76. “La casa de la cruz” . La Novela de Hoy, nº 99, 1924, Madrid, Atlántida. Il de Izquierdo Du rán, 61 p. R eedit ado en: · La casa de la cruz y otras historias góticas, Madrid, Valdemar, 2001, 350 p. Vide nº 135 · La realidad oculta. Cuentos fantásticos españoles del Siglo XX, Palencia, Menoscuarto Edicion es, 2008. Antol ogía a cardo de David R oas y Ana C asas 77. “La casa de la Trini” . La Novela de Noche, nº 3, 1924, Madrid, Atlá nti da. Il de Varela d e Seij as, 124 p. Reedit ado en: · Las cortesanas. Novelas , Madrid, Mundo Latino, 1927, 271 p. 8º. Vide nº 103 78 . “Los diablos de la ruleta”. Los Contemporáneos, nº 804, 1924, Madrid, Impr enta de Alrededor del Mundo, 22 p. Vide nº 5 9 79. “La estela de Don Juan” . La Novela Semanal, nº 178, 1924, Mad rid, Prensa Gráfic a, 59 p. Catálogos 87 80. “Los fantasmas. Novela original e inédita por…” La Novela de Hoy, nº 154, 1924, Madrid, Atl ánti da, 61 p. Il. D e Ocho a. Vide nº 6 81. “La jaula de los locos” . La Novela de Hoy, nº 122, 1924, Madrid, Atlánti da. Il. de Ochoa, 61 p. 82. “Jerónimo Expósito”. La Novela Semanal, nº 133, 1924, M adrid, P r ensa G ráfi ca. Il. de Bald rich, 51 p. Vide nº 6 83 . “El milagro galante: leyenda madrileña”. La Novela Pasional, nº 2, 1924, Madrid, Prensa Modern a. Il. de Iz quierdo Durán, 56 p. , Vide nº 25 84. “Rata de hotel. Novela” . La Novela Semanal, nº 160, 1924, Madri d, Prensa Gráfic a, 63 p. Reedit ado en: · Los aventureros, Madrid, Mundo Latino, s.a. Vide nº 2 · La calavera de Atahualpa y otros relatos, Madrid, Valdemar, 2004 , 286 p. Vide nº 136 1925 2 4 85. “Aventuras increíbles de Sindulfo del Arco” . Los Contemporáneos, nº 834, 1925, Madrid , Imprenta d e Alr ededor del Mundo . Il d e Ibáñez, 32 p. Vide nº 55 86. “El Burdel de la señá Eustaquia” . Los Contemporáneos, nº 865, 192 5, Madrid, 24 p. 8º, Vide nº 15 87. “La Cortesana de las cruces” . La Novela de Noche, nº 26, 1925, Madrid, Atlántida. 126 p 2 5 . Il d e Baldrich, Vide nº 7 24 Según Mej ías, e n cita bio gr a fía que hac e so b r e el a uto r cap ítulo LXI X, en e st e año p u b lica ta mb ién La dolora del burlador sin ap o r tar má s dato s. No he mo s po d id o co mp r o b ar lo ya que no la he mo s enco ntr ad o . 25 No pod emo s sab er si e sta e s la pri mer a ed ició n o la pri mer a ed ició n co r r esp o nd e a la ver sió n co n e l tít ulo de El más espantoso amor, p ub licad a en la co lecc ió n Ob r as Illibr es po r la Imp r enta Artí sti ca Sáez Her mano s. Catálogos 88 88. “Cornejo, Pedraza y compañía. Tragicomedia de un doble adulterio” . La Novela de Noche, nº 32, 1925, M adrid, Atl ánti da, 120 p. Reedit ado en: · Las cortesanas. Novelas , Madrid, Mundo Latino, 1927, 271 p. 8º. Vide nº 103 89 . “El crimen del sátiro” . La Novela de Hoy, nº 172, 1925, Madrid, Atlántida. Il de Ochoa, 60 p. 90. “La dama del crisantemo”. La Novela de Noche, nº 42, 1925, Madrid, Atlántida. 114 p. Il d e Ramí rez, Reedit ada en: · Los Novelistas, n? ??, ????, con el título de ??a cala?era de brillantes?, Vide nº 112 90 (bis). “La dolora del Burlador”. La Novela Semanal , nº? , 1925, M adrid, Prensa Gráfic a, 60 p. 2 6 91. “El embajador de la luna” . La Novela de Hoy, nº 183, 19 25, Madrid, Atl ánti da. Il de Maes ber ger, 59 p. 92. “La exseñorita de Fonseca” . Los Contemporáneos, nº 875, 1925, Madrid, Imprenta de Alrededor del Mundo, 24 p. Vide nº 6 93. “Más hombre que cura” , La Novela de Hoy, nº 165, 1925, Madrid, Atlá nti da. Il. de V. de Seij as, 61 p. 94. “La rebelión de los fantoches” . La Novela Semanal, nº 199, 1925, Mad rid, Prensa Gráfic a, 59 p. Reedit ado en: · La Novela de Hoy, nº 339, 1928, con el t ít ulo de ??a ?engan?a de los hijos artificiales?? Vide nº 117 94 (bis). La Torre de los siete jorobados. Madri d, V. y H de Sanz Call e ja, 1925, 228 p. 8º. Vide nº 11 Si atend e mo s al te ma (no vela galan te) y al estilo , par ec e que es más pro p ia de ésta ép oca en la que ab und an más la s no velas d e te ma gala n te co n su s co r r esp o nd ientes tip o s de per so najes y espac io s. 26 Ej emp lar que no he pod id o cons ultar , to mo la refer e ncia de la bib lio teca privad a de uno de sus nieto s. Catálogos 89 95. “Las tres queridas” . La Novela de Hoy, nº 147, 1925, Madrid, Atlántida. Il de Ochoa, 63 p. 96. “El último capricho de Montiel” . La Novela de Hoy, nº 155, 19 25, Madrid, Atlántida. Il d e Bellón, 60 p. 1926 97 . “El Beso Monstruoso”. La Novela de Hoy, nº 230, 1926, Madrid , Atlántida. Il de Gazo. 54 p., Vide nº 69 9 8 . “La Campanera”. La Novela de Hoy, nº 219, 1926, Madrid, Atlán ti da. 57 p. Il de Masber ge r, Vide nº 64 99. “Charito, la más juncal” . La Novela de Hoy, nº 195, 1926, Madrid, Atlántida. Il de Mihura, 60 p. 100. “Gil Balduquin y su ángel”. La Novela de Hoy , nº 205, 1926, Madrid, Imp. Art. de Sáez Hermanos. Il de Bel lón, 53 p. 1927 101. “Amor de sacrificio”. La Novela Mundial, nº 77, 1927, Madrid, Il. de M. Ramos, 60 p. 102 . “Aventuras de Lázaro de Ocaña”. La Novela Mundial, nº 68, 1927, Madrid, Madrid, R ivadene yr a Grafs. Il de M. Ramos . 62 p . Vide nº 59 10 3. Las cortesanas. Novelas, Madrid, Mundo La tino, 1927, 271 p. 8º. Conti ene: · Las cortes anas · La cas a de la T rini · Pedraz a, Cornejo y com pañía. Catálogos 90 104. “La desconocida de todas las noches” . La Novela de Hoy, nº 256, 1927, Madrid, Imp. S áez Hermanos. Il d e Masber ger, 63 p. 105. “La Emperatriz del Rastro” . La Novela de Hoy, nº 249, 1927 , Madrid, Il de Izquierdo Du rán, 59 p. 106. “La novela de un libertino” . La Novela de Hoy, nº 269, 1927, Madr id, Atlántida. Il. De Almada, 60 p. 107. El reino de la calderilla. Mad rid, S ucs. De Rivad ene yra, 1927 , 231 p. 8º 108 . La Torre de los siete jorobados. Madrid, Atl ánti da, 1927, 252 p. 8º. Vide nº 11 109. “La Venus de la encrucijada”. La Novela de Hoy, 1927, nº 281, 1927, Madrid, Atlánt ida. Il d e N. Med el, 60 p., Vide nº 74 1928 110. “Amor de anunciación” . La Novela Mundial, 1928, nº 129, 60 p., Madrid, Rivadene yra. Il. De R. Ryo l, Vide nº 18 111. “El Cadalso de oro”. La Novela de Hoy, nº 373, 1928, Madrid, Atlán ti da. 60 p. Il. de Ra mí rez , Vide nº 37 112. “La calavera de brillantes”. Los Novelistas, nº 23, 1928, Madrid, Prensa Moderna . 47 p. Il d e Ga y o y Pala cios, Vide nº 90 113. Los garduños de Madrid. Los Novelistas, nº 33, 1928, Madrid, Prensa Modern a, 46 p. Il . D e Varela d e G a yo y Pala cios. R eedit ado e n: · La Novela de Hoy, nº 504, 1932, Con el títul o de: ??l suicidio de ?las del ?ueso?? Vide nº 1 22 Catálogos 91 114. “El reino de Chundarata”. Los Novelistas, nº 8, 1928, Madrid, Pr ensa Mode rna. Il de Bald rich, 46 p. 115. “Sangre en la guarida”. La Novela de Hoy, nº 297, 1928, Madrid, Atlántida. Il. de Váz quez Call eja, 58 p. Vide nº 66 116. “La última noche el Capitán Martín Ávila” . La Novela Semanal, nº 79, Madrid, Prensa Gr áfica, 61p. Il. d e R. Marín, Vide nº 73. 117 . “La venganza de los hijos artificiales”. La Novela de Hoy, n º 339 , 1928, Madrid, Atlántida. Il. d e Váz quez Call eja, 64 p. Vide nº 9 4 118 . “El viaje sin retorno”. La Novela de Hoy, nº 327, 1928, Madrid, Atlántida. Il de Riquer, 56 p, Vide nº 53 1929 119 . “Los cuatro caballos”. La Novela de Hoy, nº 350, 1929, Madri d, Atlántida. Il Váz quez Call eja, 63 p. Vide nº 59 120. “La fabulosa aventura de Blas de Lerena” . La Novela de Hoy , nº 362, 1929, Madrid, Atl ánti da, Il. de Varela d e Seij as, 61p. Vide nº 73 1931 121. “Un alma de librero”. La Novela de Hoy, nº 473, 1931, Madrid, At lántida, 61 p. Il. De Mel. Vide nº 6 1932 122. “El suicidio de Blas del Dueso”. La Novela de Hoy, nº 504, 1932, M adrid, Atl ánti da. Il de M el, 62 p. Vide nº 113 Catálogos 92 123. La Torre de los siete jorob ados . Novelas y Cuentos , nº 203, 1932, Madrid, Dédalo. Vide nº 11. 228 p. 1933 124. “Los muertos huelen mal”. Los 13, nº 6, 1933, Madrid, Sáez Hermanos, Il. de Benet, 32 p. Vide nº 6 1934 125. “La calavera de Atahualpa”. Novelas y Cuentos, Madrid, Im pr. Diana, 1934, 31p. 8º. Vide nº 55 1935 126. Novelas y Cuentos. Revista Literaria. Madrid, Imp. Diana, 193 5, 23 p. Folio. Conti ene: · La cofr adía de l a piruet a · La calav er a de Ata hualpa 127. Ruta emocional de Madrid. Madrid, Herm a nos Sáez , 1 935, 210 p. 8º , Il de F. Marco. Reedit ado en: · Colección Más Allá, Madrid, Afrodisio A guad o, 1945, 260 p. 1939 128. “El airón de don Juan” . Los Novelistas , nº 5, 1939, Barc elona, M ar co Imprent a, 32 p. 129. “La ciudad de los siete puñales” . La Novela del Sábado, nº 20, 193 9, Madrid, Eds. Españolas. Il de Kin, 128 p. Catálogos 93 130 . “La momia de Rebeque. Fantasía burlesca sobre la teoría del biólogo Alexis Carrel”. Colección Vértice, ( S uplemento literario ), nº 25, Madrid, Sucesores de Rivadene yra, 1941. 131. “El último Quijote”. La Novela de bolsillo , México, Ediciones Form a, 1943 2 7 Publicaciones póstumas 132. “El dolor de llegar” La Novela Corta, nº 35, 1950? Madrid, Gráfic as Clamares, 16 p. Vide nº 12 133. “El reloj de San Plácido” La Novela Corta, nº 44, 1981, Madrid, Emi li ano Escolar, 127 p. Vide nº 9 134. La Torre de los siete jorobados. Madrid, Valdemar, 1998, 250 p. 8º alar gado , 2ª reed. Idem 2004. Vide nº 11 135. La Casa de la cruz y otras historias góticas, Mad rid, Valdemar, 2001, 250 p. 8º Selección y prolo go De Jesús P alacios. C onti ene: · La l e yenda de San Pláci do · La conversión de Flor es tán · Un crimen inverosím il · La cas a de la cruz · Las inquietud es de Blan ca Marí a. 136. La calavera de Atahualpa y otros relatos, Madrid, Valdemar, 2004 , 286 p. 8º. Selección y prolo go De Jesús P alacios. C onti ene: · La calav er a de Atahu alpa 27 Ej emp lar que no he pod id o co nsu ltar , to mo el tít ulo del catálo go de la bib lio teca priv ad a de uno de sus nieto s. Catálogos 94 · Rata de hotel · La últim a noch e del c ap it án Martín Ávil a · La conquista de Mad rid . 137 . El reino de la Calderilla . Madrid, Valde mar, 2006. Edición, pról ogo y notas por Jesús P alacios. 296 p. 8º. 138 . Los fantasmas y otros cuentos. Madrid, Eds. Dólar. Colección d e Esc ritores Célebres, s.a, 158 p. 8º pequeño. 139 . “El reloj de San Plácido” . Revista La Tijera Literaria, 1969 2 8 Obras Completas En fechas próx im as a la madurez de Emili o Carrere como autor de poes ía y novela, apare cieron dos cole ccio nes denomi nadas Obras Completas , la prim e ra a partir de 1919 edit ada por Mundo Lati no, consta de 13 volúmenes. La se gund a comenz ó a publicarse a partir de 1925 por la edit ori al Renacim iento. Reproduz co la lista completa de las obras pertenecientes a la editorial Mundo Lati no (1919 - 1922). List a que he ex traído de la Antología publicada por José Montero Padil la, de la cual sólo he podido co nsul tar los volúm enes I, II, IV, VIII, XI y XII. I. El caballero de la Muerte (poesías) II. La cofradía de la pirueta. Conti ene: · La cofr adía de l a piruet a · Bien av enturados los m ansos · La conquista de Mad rid · El espadín del cab all ero gua rdia En la editorial Renaci mi ento ex ist e el mismo volumen con los mismos contenidos, aunque no parec e estar incluido dentro de l a cole cción Obras Completas puesto que no se le inclu ye dentro d e la numeración. III. Los ojos de los fantasmas (poesías) 28 Ídem . Catálogos 95 IV . El dolor de la literatura . Conti ene relatos y ens a yos breves y la no v ela Má s que amor. V. Dietario sentimental (poesías) VI. El divino amor humano VII. Elvira la espiritual V III. La torre de los siete jorobados IX . Nocturnos de otoño (poe sías) X. Las ventanas del misterio X I. El reloj del amor y de la muerte. Conti ene: · El reloj del amor y de la muer t e · El hijo de nadie · Una aventur a de amor · El embrujamiento de Pablo R einol XII. Retablillo grotesco y sentimental. Conti ene relatos y ens a yos de cará cter br eve. X III. La canción de la farándula. (Poesías) Respecto a las Obras Completas publicadas po r la edit ori al Ren acim ient o a partir de 1925, sólo he podido rec oger el título de los si gui entes volúm enes: I. La canción de las horas II. El otoño dorado III. Las sirenas de la lujuria V I. El caballero de la muerte Catálogos 96 4.1. CATÁLOGO DE PUBLICACIONES DE NOVELAS CORTAS ORIGINALES 1909 - ??l dolor de llegar?? El Cuento Semanal, nº 127, 1909, Madrid. 1910 - ???enturas de ?mber el luchador?? El Cuento Semanal, nº 192, 1910, Madrid. - ??l?ira, la ?spiritual?? El Cuento Semanal, nº 177, 1910, Madrid. - ???s que amor?? Los Contemporáneos, n º 88, 1910, Madrid. 1911 - El encanto de la bohemia, Madrid, González y Gim énez , 1911. Formado por cuatro novelas de las cu ales dos son nuevas: · Don Uriarte Pujan a · El arte de fum ar en pip a - ??l di?ino amor humano?? El Cuento Semanal, nº 227, 1911, Madrid. 1912 - ??a cofradía de la pirueta?? El Libro Popular, nº 7, 1912, Madrid. 1913 - ??na a?entura de amor?? El Cuento Galante, nº 13, 1913, Madrid. - ??a conquista de ?adrid?? El Cuento Decenal, nº 4, 1913, Madrid - ??os ojos de la diablesa?? Los Contemporáneos, nº 249, 1913, Madrid - ??a triste?a del burdel?? El Cuento Galante, nº 6, 1913, Madrid. 1914 (Sin publicaciones) Catálogos 97 1915 - ??n hombre terrible?? Los Contemporáneos, nº 326, 1915, Madrid. 1916 - ??iena?enturados los mansos?? La Novela Corta, nº 16, 1916, Madrid. - ??l se?or ?atafalco?? Los Contemporáneos, nº 406, 1916, Madrid. 1917 (Sin ediciones originales) 1918 - ??l embrujamiento de ?ablo ?einol?? La Novela Corta, nº 132, 1918, Madrid. 1919 - ???enturas e?traordinarias de ?arcín de ?udela?? La Novela Corta, nº 199, 191 9, Madrid. 1920 - La torre de los siete jorobados , Madrid, Mund o Lati no, Col. Obras C ompl etas, tomo V III, s.a. 1921 - ??a con?ersi?n de ?lorest?n?? La Novela Semanal, nº 6, 1921, Madrid - ??l se?to sentido?? La Novela Corta, nº 288, 1921, Madrid. 1922 - ??a cala?era de ?tahualpa? una soluci?n encantadora ?cuento galante??? El Libro Popular, nº 6, 1922, Madrid. - ??l diablo de los ojos ?erdes?? La novela de Hoy, nº 13, 1922, Madrid. - ??or ?nés de la ruleta?? La Novela Corta, nº 344, 1922, Madrid - ??as inquietudes de ?lanca ?aria?? La Novela Semanal, nº 67, 1922, Madrid. - ??a mala pasi?n?? La Novela Semanal, nº 67, 1922, Madrid. - ??l sacrificio? ?o?ela de guerra?? La Novela Semanal, nº 48, 1922, Madrid. Catálogos 98 1923 - ??l abismo de la ?oluptuosidad?? ?a ?o?ela de ?oy, n? ??, ????, Madrid. - ??a ama?ona?? La Novela de Hoy, nº 74, 1923, M adrid - ??mor de golfa?? La Novela Corta, nº 383, 1923, Madrid - ??n arreglo decoroso?? Los Contemporáneos, nº 788, 1923, Madrid - ??os bajos fondos del amor?? La Novela Corta, nº 407, 1923, Madrid - ??a mujer sin cara?? La Novela Corta, nº 394, 1923, Madrid - ??a última noche del ?apit?n ?artín ???ila?? La Novela Semanal, nº 79, 1923, Madrid - ??l ?? encarnado?? La Novela Corta, nº 377, 1923, Madrid. 1924 - ??l bebedor de l?grimas?? La novela de Hoy, nº 111, 1924, M adrid - ??a casa de la cru??? La novela de Hoy, nº 99, 1924, Madrid - ??a casa de la ?rini?? La Novela de Noche, nº 3, 1924, Madrid - ??a estela de ?on ?uan?? La Novela Semanal, nº 178, 1924, Madrid - ??os fantasmas?? La Novela de Hoy, nº 154, 1924, Madrid - ??a jaula de los locos?? La novela de Hoy, nº 122, 1924, Madrid - ??er?nimo ??p?sito?? La Novela Semanal, nº 133, 1924, Madrid - ??ata de hotel?? La Novela Semanal, nº 160, 1924, Madrid 1925 - ??ornejo, ?edra?a y ?ompa?ía? ?ragicomedia de un doble adulterio?? La Novela de Noche, nº 32, 1925, Mad rid - ??l crimen del s?tiro?? La novela de Hoy, nº 172, 1925, Madrid - ??a dama del crisantemo?? La Novela de Noche, n º 42, 1925, Madrid - ??l embajador de la luna?? La novela de Hoy, nº 183, 1925, Madrid Catálogos 99 - ???s hombre que cura?? La novela de Hoy, nº 165, 1925, Madrid - ??a rebeli?n de los fantoches?? La Novela Semanal, nº 199, 1925, Madrid - ??as tres queridas?? La novela de Hoy, nº 147, 1925, Madrid - ??l último capricho de ?ontiel?? La novela de Hoy, nº 155, 1925, Madrid - ??a cortesana de las cruces?, ?a ?o?ela de ?oche, n? ??, ????, ?adrid? 1926 - ??harito la m?s juncal?? La novela de Hoy, nº, 219, 1926, Madrid - ??il ?alduquín y su ?ngel?? La novela de Hoy, nº 205, 1926, Madrid 1927 - ??a desconocida de todas las noches?? La novela de Hoy, nº 256, 1927, M adrid - ??a emperatri? del rastro?? La novela de Hoy, nº 249, 1927, Madrid - ??a no?ela de un libertino?? La novela de Hoy, nº, nº 269, 1927, Madrid 1928 - ??os gardu?os de ?adrid?? Los Novelistas, nº 23, 1928, Madrid - ??l reino de ?hundarata?? Los Novelistas, nº 8, 1928, Madrid 1929 (Sin ediciones originales) 1930 (Sin publicaciones) 1931 (Sin ediciones originales) 1932 (Sin ediciones originales) 1933 - ??os muertos huelen mal?? Los 13, nº 6, 1933, Madrid 1934 (Sin ediciones originales) 1935 (Sin ediciones originales) 1936 – 1938 (Sin publicaciones) Catálogos 100 1939 - ??l air?n de ?on ?uan?? Los Novelistas, nº 5, 1939, Bar celona - ??a ciudad de los siete pu?ales?? La Novela del Sábado, nº 20, 1939, Madrid 1941 - ??a momia de ?ebeque?? ?uplemento literario de Vértice, Madrid , 1941 4.2. CATÁLOGO DE NARRACIONES BREVES 29 Retablillo grotesco y sentimental30 - Divagaciones ace rc a de l a señorita Bohemi a - El mil agro - P erfil burlesco - La ob ra ma estra - El piano de Aurorit a - El mundo de los fantoche s - Las vi ejas ciudad es - Lohen grin no es prusia no - El sueño de Voronof - Los jardin es del cr epúscu lo - ¿ Qué debe ha cer Rubín? - El hombre río; el hombre nube 29 A lo lar go de su vid a Car r er e pub licó nu mer o so s texto s y r elato s breves e n diver sas re vis tas de ante s de la guer r a co mo Flirt , Esos Mundos , Mundo Gráfico o La Esfera . Muc ho s de los tít ulo s q ue co n fo r ma n lo s vo lú me nes q ue a co nti n uac ió n en u mer a mo s pro vien e s de dichas rev ista s, y fuer o s, al igual que la novela co r ta, refr itad o s en muc has o c asio nes p o r el auto r . 30 ?arece que este ?olumen tiene su origen en una secci?n crítica titulada precisamente ??etablillo grotesco y sentimental? de la que se encargaba ?ar r er e y que co me nz ó a pub licar se en el diar io Madrid Cómico d esde 19 1 0 . Catálogos 101 - El testamento de Gran és - C astañuelas de pr esidi o - El oculto dolor del perio dism o - La estatua del fundador - El aventurero d el blanco penacho - Don J uan - Glosari o ínt im o - El último café pint oresco - La cas a de la boh emi a - La verd ader a aristoc racia - Los nietos de Pabli ll os - La mus a de los jardines: la canción d el bello i nglé s - Un pequeño r evolucionario en Toledo - Las bo rdador as - Las b rujas - R eales hembras, cair eles y mendi go s - La cas a vieja - El amigo Fandúl - Un lance de Pepe Hillo con la espada de Godo y - La viud a del poeta - Un rato de ch arla con el mago Lo grosán - Las vi ejas - La dama de l a noche - El dolor de Cuasim odo - Los nietos de M artín Gal Catálogos 102 - ??os cuentos crueles? de ?illiers - El jugla r erudito - C harlas de ve rano: R eti r o - Vene cia Rosas de meretricio (192?) - El hijo de nadie (novela ) - Una aventur a de amor (n ovela) - Un hombre ter rible (nove la) - El regalo de bod a - Los jardin es del cr epúscu lo - Una ané cdota inquietante - Las lindes ti r anas - Rincón de paz - P erfil burlesco - Un viejo caf é galante - La cap a bohemi a - El dolor - De lo grotesco - La pl az oleta de los fra cas ados - La últim a cop a de Ed gardo Poe - La ho ra de las modistas Almas, brujas y espectros grotescos (s.a.) - Lo que vio la reina d e Fr ancia - Las visiones de Amicheti s Catálogos 103 - El espectro de l a rosa - El viejo pastor evan géli c o - Edgar Poe, ocult ist a - P apuss no ha muerto - Brujerí as - El chato de El Escori al - El kaiser y las brujas - La s enda del santuario - El limpio honor de Flore stán - Embrujami ento - Roso de luna inquietante - ¿ S e vive más de una vez ? - El hospi cio - P apuss, el fakir - ¿Está escrito el futuro? - Del diario de un difunto - Las in curables - Sol de domingo - Un doctor en ciencia o cu lt a - La ele gan cia del cana rio - Una ra ra an écdota d e Hu go - Un soneto inédito de Ger ardo de Nerval - El amigo Chamorro - La dama de aficionados - Modos de vivir que no d an para vivi r Catálogos 104 - El caso alucinante de Felipe Trigo - El oráculo de la cabez a s angrienta - La verd ad de las le ye nda s - La sombr a de Trigo El espectro de la rosa (s.a.) - El espectro de l a rosa - Espronceda, espad achín - Los muertos v an a habl ar nos - La m edium nidad y sus m ist erios - P elucones y cas acas - Los pr ados de J uan Var gas - La gran f ar ándula - P áginas o cult ist as y cu entos m acabros - El pecado abomi nabl e - La flor de la son risa - Ex alt ación del desnudo - El eterno poema - P asa un a bell a mujer - El amor y Don Juan - Esa pobre seño rita - R épli ca mesurad a - El rincón de Bécqu er - Muecas mendic antes - Floridor el ap asionado Catálogos 105 - El poeta anda rie go - El mil agro - El juglar erudito - La vid a del poeta - El sueño de Bo ronot - Maeterli nk y la rulet a - P alabras a Mi gu el Án gel - La cofr adía de los a yuna ntes - Ávalos, i nventor - C afé cantante - Las vi ejas - El hombre río, el hombre nube - La amaz ona - La mu erte del re y nómad a - Don Quijote en el teatro - La últim a franc ach ela de Sindul fo - La inici ación - Las h eren cias de Goethe: Fede rica y Carlota - El eterno fem enino - La dama de l a aventur a - La bruja de Tol edo - Las vi ejas ciudad es - C arlos el embrujado - De la palab ra de un po eta: Florentino Sanz - La lo cura de la humanida d Catálogos 106 - La cantat riz de caf é - El huésped descono cido - El amigo de la juv entud - Una misa n octurna - Las in curables - La mujer que va a los tor os La tristeza del burdel (1913) - Hacia otr a vida (nov ela) - Una aventur a de amor (n ovela) - El regalo de bod a - El poeta de la miseria - Los jardin es del cr epúscu lo - Una ané cdota inquietante - Las li ndas ti r anas - R incón de paz - Galería pintor esca - P erfil burlesco - Un viejo caf é galante - Un hombre absurdo - La cap a bohemi a - El dolor de Cuasim odo - El dolor de lo grot esco - Los olvidados (Eulo gio Florentino Sanz ) - La pl az oleta de los fra cas ados Catálogos 107 - Las p aell as de un revoluc ionario - La últ im a cop a de Ed gardo Poe - La ho ra de las modistas - Fue en aquel buen tiemp o - Las m anos de Elen a - J osé de Sil es - La l e yenda rota - Don Humeado pro fesor d e esquina - P erfil es grotescos - Granés - La can all a La copa de Verlaine - La copa de Verlaine - En Madrid se come m al - E l viejo poeta Nerv al - Hábit os y ex travagancias de los escritores - ?os argonautas del ?ellocino de… cobre - La últim a cop a de Ed gard Poe - Los poet as borr achos - Un duelo románti co - Las m anos de Elen a - S il es y su Carrik - Glosario pint oresco - Elegía d e un hombre inv eros í m i l Catálogos 108 - Nuestro ami go el alquim ist a - ?l gal?n de los ?ouistitis? - S indulfo, arqueólogo y caz ador de ali mañas - El poema del mal poeta - La sombr a del r e y galán - La pl az oleta de los fra cas ados - Las p aell as de un revoluc ionario - La no che - Un viejo caf é galante - P erfil de tragicomedi a - S antaló - La cap a bohemi a - La cap a de mendi go 4.3. OTRAS COMPILACIONES El reino de la calderilla (Se trata de una sucesión de capít ulos pertenecientes a diferentes novel as, ya publi cadas, que el autor ha ido seleccionando co n el fin de formar u na únic a novela . A conti nuación indica mos el títul o de dichos capít ulos y la novela a la qu e perten ec e n) - ?a casa de los que no tienen casa… ?e?cla de el primer capítulo de El suicidio de Blas del Dueso y La conquista de Madrid - ?l gran saldo macabro… Aventuras de Garcín de Tudela - ?l domicilio ambulante… ídem - ?arcín foliculario… ídem - ?l se?or ?ontele?n equilibrista… ídem Catálogos 109 - ?onde asoma el perfil la se?ora ?acalamanga… ídem - ?ula de truhanería… ídem - ?a cabe?a de la hidra… ídem - ?l anarquista de la sombrerera… ídem - ?iguraos que una noche… ídem - ?l palacio nocturno… La cofradía de la pirueta - ?a cofradía de la pirueta… ídem - ?a tra?a de ?on ?riarte… El poema de Don Uriarte - ?el sal?amento de un jo?en ?irtuoso y desgraciado… ídem - C ómo se vio compl icado en el robo de la pe rla negra de la corono de ?rancia… ídem - ?ragicomedia de un loro… ídem - ?l poema de ?on ?riarte… ídem - ?logio de la caridad… La cofradía de la pirueta - ?a sabrosa represalia… ídem - ?tro ?rgamasilla de la ?ancha… La conquista de Madrid - ?l grillete del café… ídem - ?l poeta de la mec?nica… ídem - ?enus y ?ercurio… ídem - ?l mal de ojo… ídem - ?a piedra filosofal… La cofradía de la pirueta - ?os nietos de ?onipodio… ídem - ?a rubia truhanesa… ídem - ?a hora roja… ídem - ?a última pirueta… ídem Catálogos 110 - ?l elogio de la media tostada… La tristeza del epílogo - ?l encanto de una noche bohemia… ídem - ?as dos miserias… ídem - ?ntermedio sentimental… La Conquista de Madrid - ?mbrosio, fabricante de almas… ídem - ?a ?o? del diablo… La tristeza del epílogo - ?ubín y ?melia… ídem - ?a ?ochebuena blanca… ídem - El dolor de llegar… ídem 4.4. CATÁLOGO DE COLECCIONES - ?iblioteca ??atria? de ?bras ?remiadas3 1 - C olección Esquemas - C olección Más Allá - Los Contemporán eos 3 2 - El Cuento Decen al 3 3 - El Cuento Galante 3 4 - El Cuento S emanal 3 5 - El Libro Popular 3 6 31 Mad r id , de 190 4 a 1930 . 32 Mad r id , 190 9 - 1 9 26 , 30 céntimo s (8 9 6 nú mer o s) . Pub licac ió n se ma nal, 20 Págs. I mp r . Jo sé Blas y Cía. Desde 191 8, red uj o su tama ño de folio a 4º y pasó a la im p r enta Alred ed o r del Mund o . Direc to r es: Za mac o i s, Manue l de Mend ívil, Jo sé de Elo la y Mar tínez Ol me d illa. Desde 19 1 3 hasta 191 5 se lla mó Los Contemporáneos y los Maestros, en 19 1 8 exp er imen tó un imp o r ta nte ca mb io de for mato que baj ó su calid ad . 33 Mad r id , desd e 191 3 , 16 páginas (1 6 título s) . Direc to r: J . de Luca s Ace ved o . 34 Mad r id 19 1 3 . Pub licac ió n semana l, 16 p ág ina s. I mp r . Juan Pue yo . 35 Mad r id , 19 07 - 1 9 1 2 (2 63 nú mer o s) 30 cén ti mo s. Pub licac ió n se manal, 24 p ág ina s. I mp r . Jo sé Blas y Cía., y desp ués I mp r enta Artí stica E sp año la. Fund ad o r : Za mac o is . Direc to r es: Za mac o is, Fra n cisco Agr o mo n te y E milio Car r e en su últi mo año . 36 Mad r id 19 1 2 - 1 91 4 . Pub licació n se ma nal, 32 p ág ina s (1 0 4 título s) . I mp r enta Gab r iel Ló p ez del Ho r no . Fund ad o r y direc to r: F. Gó me z Hid algo y Anto nio Lez a ma a par tir de 1913 . Catálogos 111 - Los Nov eli stas 3 7 - La Novela Corta 3 8 - Novelas y Cuentos 3 9 - La Novela d e amor 4 0 - La Novela d el Domi ngo - La Novela d e Ho y 4 1 - La Novela Mundial 4 2 - La Novela d e Noch e 4 3 - La Novela Pasional 4 4 - La Novela d el Sábado 4 5 - La Novela Sele cta 4 6 - La Novela Seman al 4 7 - Las Obras Ili br es - Los trece 4 8 37 Mad r id 19 28 . Pub licac ió n semana l , 64 p ág ina s (8 9 título s) . Zo ila Asca síb ar . Direc to r : Luis Uriar te y J. Vald ivieso . 38 Mad r id , 19 16 - 1 9 2 5 (49 9 nú mer o s) 5 cénti mo s hasta 191 8 que sub ió a 10. Pub licac ió n semana l, 34 p ág ina s. I mp r enta Lu na y Prensa Po p ul ar . Fund ad a y dirigid a po r Jo sé de Urq uía. En 192 2 exp er imenta una mej o r a en su calid ad par a po d er enfr enta r se a una co mp ete ncia que la e stab a desp o j and o de sus mej o res co lab o r ado r es. 39 192 9, Direc to r: Ur ugo iti en la primer a ép o ca . 40 Mad r id , 19 3 1, 48 páginas. Ed ito r ial Castro . Direc to r: E d uar d o M. del Por tillo . 41 Mad r id 19 22 - 1 9 3 0. Pub licac ió n se ma nal, 62 p ág ina s. I mp r enta Suce so r es de Rivad en e yr a, desd e 19 25 Her mano s Sáe nz y e n 192 8 Atlá ntid a. Fu nd ad o r y direc to r : Arte mio Prec io so hasta 192 8 , fec ha en la q ue Ped ro Sainz Ro d r íguez a su me el car go , y la re vista a fr o nta una nueva etap a. 42 Mad r id , 192 6 - 1 9 28 (1 30 nú m er o s) . Pub licac ió n se ma nal, 64 p ág ina s. I mp r . Suce so r es de Rivad e ne yr a. Fund ad o r y direc to r: J o sé García Mer ca d al. 43 Mad r id , 19 2 4 - 1 92 6 (6 1 nú mer o s) a una pese ta. Pub licac i ó n quince nal, 12 0 p ág ina s. I mp r . Suce so r es de Rivad e ne yr a. Fund ad o r y direc to r Arte mio Prec io so . 44 Mad r id , desd e 192 4 - 1 9 2 8. Pub licac ió n se manal, 60 página s. Imp r . Prensa Mo d er na . 45 Mad r id . Pub licac ió n se ma n al, desd e 192 3 . Según Alb er to Sanchez - Ál var ez Ins úa ded e 193 0 (4 título s) , direc ció n po r Manuel seg ur a. 46 Mad r id , desd e 192 3 . Pub licac ió n se manal, 32 p ág ina s. I mp r . Sáez Her ma no s. Direc to r : Au gu sto Mar tínez Ol med illa. 47 Mad r id , 19 2 1 - 1 92 5 (2 3 3 título s) a 25 cén ti mo s. Pub lic ac ió n se manal, 64 p ág i na s. Prensa Gráfica. Direc to res: J o sé Mar ía Car r eter o (El Cab aller o Aud az ) y Ma r iano Za vala. 48 Mad r id , 193 3 . Pub licac ió n se mana l, 32 p ág ina s (1 3 tít ulo s) . I mp r . Sáez Her mano s. Fu nd ad o r y direc to r : Jo sé Mar ía Car r eter o (El Cab aller o Aud az ) . Catálogos 112 4.5. CATÁLOGO DE ILUSTRADO RES - Agustí n - Almada - Baldrich - Bell ón - Benet - Estevan - Ga yo y Palacios - Gartán - Gaz o - Gutiérrez Lar ra ya - Ib áñez - Iz quierdo Du rán - Kin - Lina ge - Maes ger ger - Marín, R . - Medel, N - Mel - Melendrer as - Mi guel, M. de - Mi hura - Mot a, F. - Nuere Catálogos 113 - Ochoa - P enagos - P erals - R amí rez - R amos, Máx im o - R e yes - R iquer - R obledano - R yol, R . - Varela d e Seij as - Váz quez Call eja - Vicente, Gr e gorio 4.6. CATÁLOGO DE IMPRESORES Y EDITORES - Afrodisio A guado - Artes Gr áficas - Atlántida - C apit oli o - Ediciones Españolas - Emi li ano Escolar - Fortanet - Gonz ález y Giménez - Gráfic as Clamares - Impr enta Alr ededor d el Mundo - Impr enta A rtíst ica Sá ez y Hermanos Catálogos 114 - Impr enta Dian a - J uan Pue yo - Mundo Lati no - P rensa Gr áfica - P rensa Modern a - P rensa Popul ar - R enacim iento - R ivadene yra - S anz y C all eja - S ucesores de Rivad ene yr a - Tipogr afías Luna - Valdemar - Viuda e Hijos de Sanz y Call eja ANÁLISIS Y DESCRIPCIÓN DE NOVELAS  Análisis y descripción de las novelas 115 Introducción En este capít ulo ofre ce mos un análi sis y des c ripción de todos los temas que ha abordado C arr ere en sus novelas. Si bien tales t emas, reapa rec en un a y otra vez en sus poemas, cuentos y ens a yos. Para poder estable cer una clasifica ción fiable, pr im ero hemos reali z ado una lectura analí ti ca y comp arati va del corpus de tex tos, del que después hemos ido ex tra yendo una serie de car acte rísti cas comunes, que ha dado lu gar a la si guiente clasi ficaci ón: · Tema de bohem a, dond e incluimos además un s ubtema: la golf emi a. · Tema galante · Tema de misterio · Tema amoroso · Tema de burd el · Tema misceláneo, en el que pueden destac arse tr es líneas principales: políti ca, de ciencia ficción y avent uras (estas últim as entr emez cladas con compo nentes de amor, his tórico, misterio, etc.). Dado qu e el núm ero de novelas no result aba significati vo y que la trama de los tex tos oscil aba entre lo fantásti co , las aventuras y el amor , hemos optado finalm ente por clasi ficarl as bajo el cali fic ativo de misceláneo. Cada una de las cate gor ías que componen la cla sificación qu e a quí se presenta, ha sido tratada como un apartado independient e dentro de este capít ulo . No obstante, señalamos las conex iones que puedan ex ist ir entre temas afines como el de burdel y el gal ante. Ya hemos adelantado que nuestro criterio prin cipal ha sido el de establece r las cara cteríst icas, esto es, lo s componentes que defin en cad a una de las nov elas, par a después ir encajándolos por afini dad en diferent es grupos, represent ando cada gru po un tema. No obst ante, dicha clasifica c ión no ha sido siempre sencil la, ya qu e el erotism o y el amor, la miseria, o los elementos de misterio, son ingre dientes mu y frecu entes en la prosa de Carrer e, y cu ya fu erte presenci a, en ocasiones, hace mu y del gad a la líne a de sepa ra ción entre una cate gorí a y otr a. A este respecto, nos han planteado dudas títul o s como El beso monstruoso ( La mujer sin cara ), La Campanera o La mala pasión . Análisis y descripción de las novelas 116 Cada uno de los apart ad os que forman este capí tul o, está dividido a su vez en dos secciones: Una i ntroduc ción gen eral a las novel as que componen dicha cate goría y una descripción de cada una de ell as. No obstante, si para la descripción he mos seguido los mismos parámetros en todas las catego rías (lu ga r, tiempo, clase social, conflicto y ar gumento), no ocu rre así en l a parte introdu c toria, en la qu e nu estro discurso s e ha adaptado a las ex igen cias del tema. Sin embar go, sí podrán encontra rse asp ectos comunes, como es l a ex posi ción de tallada de los ras gos que cara cteriz an a cada uno de los tópicos, y sus correspondi entes eje mpl os. Añadim os además en el tema de burdel y en el de bohemi a el comentario de un a nov ela en con creto, por par e cernos ésta un interesant e protot ipo. Por otra parte, en cuanto a nuestros comentarios, hemos tratado con ma yor detenimi ento aquell os te mas que tienen m a yor peso o rep resent ación en el conjunt o total de las novelas de Carre re, señalando en al guno s casos los antecedentes literarios o los orígen es de ciertos ele mentos, siendo siempre nuestra intención la de enriquec er el comentar io. Respecto a la novela de tema misceláneo, dada la imposi bilidad de establecer unas cara cteríst icas comunes, comentam os de manera individual cada una de l as novelas que hemos i nclui do. Con arre glo a las ediciones usadas para lleva r a cabo nuestro análi s is, hemos de advertir que no siempre nos ha sido posibl e manejar la prim era, por ell o, en estos casos, y para que no ha ya lu ga r a confusiones, indicamo s entre parént esis el título de la edición original. Análisis y descripción de las novelas 117 5. NOVELA DE TEMA DE BOHEMIA Y en las ho ra s flo rid as d e sen ti men talismo , pu simos áureos su eños d e amo r sob re las plagas del Dolo r, la Miseria y la Mu erte, lo mis mo qu e un lep ro so po n e ro sas so b re sus llagas. Flor de Bohemia 5.1. Introducción Mucho se ha esc rito sobre la vida bohemi a de C arre re y el reflejo de la misma en sus numerosos ensa yos, poe mas y nov elas. Sin embar go, no se ha establecid o hasta ahora un verdade ro corpus de novelas en las que el autor tr ató el tema, ni se ha prac ti cado su lectur a con la verd ader a aten ción que éstas se me rec en , porque, de hab erlo he c ho, la crítica se habría dado cuenta de que este tema no repr ese nta ni un cua rto de tod a su producción novelí sti ca, y de que Carrer e en tales novelas sie mpre se mostró un tanto distante de este mundill o del que gustab a recre ar con m u cho hu mor sus anécdotas. Además, muchos se hubieran ahorr ado tambi én la decep ción que se llevaron al comprob ar qu e el autor no er a ?un ?erdadero bohemio? como aquellos que poblaban su literatura? ?ero ?es que hubo algun a vez verdad eros b ohemios fuera de las pági nas de una nov ela? No cab e duda de que la bohemi a ex ist ió como tema literario dando lu gar a una conc reta producción en Fr ancia y a una producción, un tanto particular, en España. Qué es la bohemi a y c ómo se ente ndió aquí son aspec tos que nos gustar í a abord ar antes de comentar el concepto qu e Carr ere tuvo sobre ell a y cómo lo trasladó a sus novelas. Sin embar go, no todas las novelas qu e se rán co mentadas en este capít ulo pueden s er clasificad as como Novelas de tema de bohemi a, por ell o, hemos incluido una subclasificaci?n, rescatando el término ?golfemia?, que usa ?arrere, para denominar todas aquell as qu e, aunqu e emparentad as con el tema de bohemi a, por nu estra particular maner a de conc ebirlo, nunca pod rán pert enec er a l a clásic a literatura de bohemi a . La crítica sitúa gen er alm ente el origen del con cepto vida de bohemia en la Fran cia románti ca del II Imp eri o hacia m ediados del si glo X IX, aunqu e ha y t a mbi én quien lo vincula a los movimientos revolucionarios de 183 0 1 . 1 Jaime Ál var ez Sá nchez , Emilio Carrere ¿Un bohemio? , Sevilla, Renac i mie nto , 20 0 7 , p. 24 . Análisis y descripción de las novelas 118 En la tr adición liter aria, parec e qu e la primera en usar el término ?bohemia? fue ?orge S and en su novela La dernière Aldini , publicada por entre gas entr e 1837 y 18 38 en la Revue des Deux Mondes donde encontraríamos la siguiente cita? ??al?emos ante todo nuestra libertad, go cemo s la vida a p esar de todo, y ??i?a la bohemia?? 2 . Sin embar go, pa ra refe rirnos al tema de bohemi a, tal y como ho y se enti end e en literat ura, es obligado remi ti rse a la obra Escenas de la vida de bohemia de Henr y M urger, publicad a prim eramente po r entr e gas en la revist a Le Corsaire entre 1846 y 184 9. En esta obr a Murger nos pr esenta un conjunt o de personajes (un pintor, un filósofo, un poet a y un músico) protot ípi cos del mundo de bohemi a qu e t ienen en común una ex istencia marcad a por el albedrío, el recha z o a las costum br es y a la estética bur gues a, el cult o al arte y al hedonismo, una forma de manutenci?n basada en el ?sabla?o? o el timo al pr?jimo, y una aparien cia cara cteriz ada por las melenas y el des arre glo en gene ral. Pero lo que no tenían estos bohemi os de Murge r, ni la ma yorí a de los personajes que inte gra n la literatura de bohemi a, son los elemen tos neces arios pa ra conv ertir su modo de vida en un movimi ento como tal. Es decir, no te nían unos pr esupuestos estéticos comunes o una base t eóric a y/o filosófica que die ra la suficiente coh eren cia a su modo de vida como para con vertirlo en una tenden cia artíst ica, que es lo qu e tradi cionalmente viene a ent enders e por boh emi a. Es por esto, que, críticos como Cansino s Assens, no ven en estos bohemi os de carne y hu eso otra c osa que… P ícar o s, ho lgaz anes y cí nico s, que co mete n tod a clase d e ind ig nid ad es par a po d er sentar se e n una me sa desn ud a y ser vir se un co n vite de laú d es. Ej er ce n el par asitis mo so cial en no mb r e de un a qui m ér ica ob r a mae str a que lle van i néd ita entr e sus mele nas. 3 García Martí n, desde un punto de vista quiz á más amable, refl ex iona sobre este aspecto de la vida errante de es tos bohemi os , y vincula dicho comportami ento con sus posibles orígen es pa ra lle ga r a co mprender el ori gen de l a segund a acepción de la pal abra ( ya que l a prim era se refie re a los habit antes de la ciud ad de Bohemi a): 2 Cita to mad a de Álvar ez Sá nc hez , Op. Cit, p . 26 . 3 ?ansinos ?ssens, ??a bohemia en la literatura?, Los temas literarios y su interpretación. Colección de ensayos críticos. Ma d r id , V .H Sanz Cal lej a, pp . 92 - 9 4 . Análisis y descripción de las novelas 119 J ó venes ar tis tas, o ap r end ice s de artista, que vuel ven la espald a a los imp er ati vo s bur gue ses de la vid a co tid iana y vi ve n er r antes, sin ho r ar io fij o , co mo los gitano s. Po rq ue eso eran ori ginar ia m ente los bo he mio s: los gita no s de Centr o eur o p a que pasab an po r las ciud ad es dej and o una e stela de ad mir ac ió n po r su vid a libr e y de rep ulsió n po r su sucied ad y sus reales o sup ue stas mala s ma ñas. 4 De hecho, si consultamos el diccionari o de la Real Academi a Español a en el que se recoge la ?o? por primera ?e?, encontramos las siguientes acepciones? ??ohemia? ?dj? Bohem i o (con el signifi cado de natural de Boh emi a)// Gitano// Capa corta que usab a la guardia de ?rcheros?5 . Cansino s - Assens qu e, au nque no nie ga la ex ist encia de l a bohemi a como movimi ento, también la percibe com o una acti tud ca ra cteríst ica de la etapa de juv en tud y la anali z a desde la distancia profun diz ando en nuestr a tradi ción literaria en busca de los orí gen es de este tema y el tipo de per sonaje que lo en ca rna, lle gando a emp arent arlo co n nuestro pícaro del siglo XVII, aunque un tanto trasformado po r la influencia qu e le imprim e la huell a románti ca: E l fenó meno bo he mio ha sid o , pues, en rea lid ad , una cr eació n del roma nticis mo , un ep ifenó meno del fenó meno ro mán tico , un insta nte de aq uella emb r ia guez , ego látr ica y lírica, que lo idea liza tod o , ha sta los a nd r aj o s. El sentid o de la bohe mia se vi ncula e n el no mb r e de Mur ger , co mo el del esnobismo en el de T hac ker ay, su satir izad o r . La falsa vista del ro man ticis mo , que tod o lo mirab a a tra vés d e un cristal be nig na me nte defo r mad o r , que hac ía cr iatur as ro sad as de las larvas má s espanto sas y ?co mo Hei ne dec ía de sí mi s mo - devo lvía su ino ce ncia a los pec ad or es más en negr ec id o s, po r la sa ntid ad de su tac to , pud o ún ica me nte fu nd ar un pri ncip ad o fast uo so so b r e esta trib u picar esca y co nver tir e n orifla mas li ter arias lo s gui ñap o s de los ha mp o nes. 6 P odemos apo yarnos en estas prim er as considera c iones para sostener nues tra intención de interpre t ar la boh emi a y a los bohemi os no como un movimi ento propiamente dic ho, sino como un tema literario. No obstante, no fue Cansino s el único en afrontarl a de este modo: 4 Cita to mad a de Álvar ez Sá nc hez , Op. Cit, p . 27 . 5 Diccionario de la Real Academia Española, Ma d r id , RAE, 18 9 9 , p. 14 6 . 6 Can sino s - Asse ns, Art. Cit, p . 14 4 . Análisis y descripción de las novelas 120 La ver d ad er a bo hemia ?ta n añ o r ad a en 189 0 co mo en 192 0 o en 199 0 - quizá no existió en n i ng u na par te, ni en Par ís, ni en Mad r id , ni en el roma nti cis mo ni en el si mb o lis mo , sino e n la s pág ina s de un libr o y sob r e un e sce nar io . Henr y Mur ger , co n su s Scènes de la vie bohème fue el crea d or del mito ; Pucc i ni, en una ó per a fa mo sa, quie n le puso mú s ica. 7 Un mito lit erario que ha sido confundido con la reali dad y de ahí que sea tomado como movimi ento, sobre todo a partir de la obra de Murger, autor a quien tantos seguidores tomarían como ejemplo e identificarían con el boh emio protot ípi co. Otra cuest ión interesante , es la de aquell a parte de la crítica que concibe l a bohemi a no solamente como una co rriente artíst ica, sino co mo todo un movimi ento con difer entes etapas de evolución en Franci a. Así por ejem plo, según Álvar ez Sánchez , la bohemi a franc esa se desarroll? en tres etapas? una primera ??rillante, dulce, rom?ntica, dorada, galante? en la que se situaría la obra de ?urger ya citada, una segunda que caracteri?a como ?refractaria? porque ??e re?ela contra el inconformismo e indiferencia de la bohemia murgeriana? con autores como ?ules ?all?s8 y se muestra más compr ometida con l a re?oluci?n del proletariado y la ?omuna de ?arís, y una tercera etapa, la ?simbolista?, que se deriv aría del des encan to ante el fracaso de la Comuna de París y se desa rroll ar ía du rant e el fin de siglo, de la ma no de poetas como Verl aine, Rim baud o Baudel aire que adoptan una actitud de ev asión y refu gio en los estupe faci entes. 9 No queremos discutir aquí la no ex istencia de tales estadios en el desarroll o de la bohemi a franc esa, sino poner en releva ncia que, aunque ex ist an, no por ello articulan la bohemi a como movimi ento artíst ico, sino que, a través de la literatu ra, los autores que trabajaron este t ema, lo usaron como forma de reacción ante una reali dad social, ante unos deter mi nados procesos hist óricos (mu y diferente s de los españoles), y dicha rea cción se hall aba gene ralm ente vi nculada a un deseo de cambi o, de innovació n constante, de trasgresión en cualqui er a de sus etapas. 7 ?arcía ?artín, ?? ?uis ?ed??, ??ntroducci?n? ?a ?erdadera bohemia? en ??me? ?arrillo, ?? En plena bohemia. Gij ó n, Llib r o s del Pexe, 19 9 9 , p. 7 . 8 Jules Vallès, pub licó nu mer o s o s ar tículo s relac io nad o s co n e ste te ma e n Le Figaro entre 18 5 7 y 186 5 . 9 Ál var ez Sánc hez , Op. Cit, p . 26 - 3 5 . Análisis y descripción de las novelas 121 En nuestra opinión la bohemi a no es tanto un movimi ento artíst ico , como un tema literario que ex presa un a etapa de la ex ist encia car acteriz ada po r la búsqueda de un a posición social, del reconocim iento o el presti gio gene ralm ente vinculad o al mundo del arte , o una form a de ex presión desde la que se co mbate el mundo burgu és y lo socialm ent e establecido, sirviéndose además de rebeld es pers onajes. F uer a del campo literario también puede interpr etarse como una etapa o una acti tud en la vida caract eriz ada igualm ent e por la búsqueda, el inconformi smo y la rea cció n ante lo establecido. Cansino s - Assens en sus reflex iones sobre el tema así lo percibe: Se ha to mad o po r bo he mia las co ngo j as y los azar es que an gu stiar o n lo s co mie nzo s de muchas se?eras ?ocaciones literarias ?…?? ?s indudable que la bohemia es un episodio fatal en la vid a de tod o escrito r pob r e; per o las sever as co nciencias ar tí sticas ab r evia n ese ep iso d io y lo olvid an co mo se olvid an los do lor es de la puer icia, cu yo rec uer d o no deb e co ntur b ar al homb r e ad ul to 10 . De hecho, en la obra de Murger, que inau gur a y funciona como hito, se encuentr a ya planteado el concepto de bohemia como una etapa en la ?ida de un artista? ??a bohemia es el noviciado de la vida artística; es el prefacio de la Academi a, del Hospital o del depósi to de cad??eres?1 1 . Y su biografía es también un cla ro ejemplo de ell o, ya que, proveniente de clase social baja, du ran te su juventud e iniciación practi có una acti tud bohemi a, de búsqueda de la vida y del éx it o en lo profesional, hasta que se consagró con la obra que venimos comentando. P or otra parte, tal com o pasó con Mur ger y con otros tantos escritore s, cuando se produce el reconocim ie nto del autor es, difí cil que perm anez can inde pendientes a los condicionantes que impone el me rcado literario, cerrando de este modo es e ciclo vital, esa acti tud cu yo senti do ve nía de la trasgr esión y el ataque a ese propi o mercado que previamente l es igno rab a y en el qu e, con esf uerz o, han conse guido ingres ar. A este respecto, es interes ante apuntar aquí las conclusi ones que Jaime Álvare z ex pone en su est udio: 10 Can sino s - ?ssens, ?? ??a bohemia en la literatura?, en J o sé Esteb an y A nt ho n y Zahar ea s , Los proletarios del arte. Una introducción a la bohemia, B ib lio teca de la bohe mia, Cele s te Ed s. 19 9 8 , p. 151 . 11 Henr y M ur ger ; Escenas de la vida de bohemia, Mo ntesino s, 20 0 1 , p. 12 Análisis y descripción de las novelas 122 Lo que tend r ía mo s que cuest i o nar no s es si esta bohe mia su r ge co mo un ataq ue fro ntal hac ia tod o el mer ca d o literar i o amp ar ad o po r el siste ma ca p italista o si por el co ntr ar io lo que pretend e es co nver tirse en líder de ese mer ca d o en sustit ució n de lo s gusto s burgueses ?…?? ?s incuestionable, en este punto, que el mercado aclam? su obra ?en r efer encia a la de M ur ger ) y que éste no se negó a acep tar este rec o no ci miento q ue se pro d ucía desd e dentr o del siste ma, lue go el car ác ter trasgr eso r par ec e qued ar s e única me nte e n el ap ar tad o lite r ar io , sin destacar , al meno s e n esta bohe mia i nicial, po r nin g ú n tipo de mil itanc ia activ a en lo vital. 12 Esta idea se encu entra reco gida en una de l as novelas de Carre re, La tristeza del epílogo , en la que Rubín, bohemi o q ue viene a Madrid en busca del éx it o, siente un profundo anh elo por la vida burguesa y, al fin al, es a lo qu e aspir a; a conquistar el éx it o para acc eder a ese modo de vida: P ensab a que su juvent ud , que er a tod o su tesor o , se estaba gastand o estéril me nte e n la s ásper as and anza s de busca r un miser ab le pu ñad o de cald er illa par a salir del día, y q ue en la calle, baj o los canalo nes , en los quicio s de las puer tas , er a imp o sib le hac er nad a bello , nad a que acr ed itase un no mb r e. Se si ntió i nvad id o po r una larga mel a nco lía bur gue sa. Él quer ía llegar pro nto , tener una casa tibia y có mo d a, llena de sol por la maña na, ad o r ad a bellame nte, co n mueb les rar o s, y ante tod o , so br e su mesa de trab ajo , quer ía tener sie mp r e un ra mo de vio letas. 13 Pero no solamente Car rere, rec re a esta situaci ón que, al pare cer, solí a darse con f recu encia entre los que buscaban el éx it o, hec ho que nos prueba una vez más que la bohemi a no se trató de un movi mi ento, sino de un estado o una acti tud: - T o d a alegr ía lleva detr ás un a tristeza . Celeb r a m o s e l triu nfo de un a mi go y es ta mo s asistiendo al entierro de un bohemio… Le ab uc hea r o n, per o siguió i mp er tér r ito - Chillad cua nto quer áis. El tiemp o me dar á la razó n, y tú co n él (dir igiénd o se al auto r ) . No lo notas, tod avía, pero estás e mp ez and o a ser ot r o . Mañana, cua nd o leas en los per ió d ico s los bo mb o s a tu dra ma, descub r ir ás talento a los crítico s que te par ec ían uno s co n gr io s. Cuand o per cib as el tri me str e, co mp r end er ás que la pro p ied ad es una 12 Ál var ez Sánc hez , Op. Cit, p. 32 . 13 ?milio ?arrere, ??a triste?a del epílogo?, La Novela Corta , nº 165 , 19 1 9 , p. 6. El sub r aya d o es nuestro . Análisis y descripción de las novelas 123 gr an i nsti tució n. En tu pró xi m a ob r a te afanar ás po r segui r e l gusto del púb lico y de las e mp r esas. T e cor tar ás el pelo , te vestir ás a la mod a y hasta pued e que te pongas mo nó cu lo par a asomb r ar a tu por ter a. Eres ho mb r e per d id o. A med id a que ava nza b a el dómine e n su per o r ata, ar r ec iab a la pro testa; le lla mab an en ?idioso, pedante, pero en su interior algunos oían una ?o? que decía? ?tiene ra??n??14 P or lo tanto, hasta en la concienci a de los propio s escritores qu e trataron y vivieron la bohemi a, ex ist e ese de seo de conquistar un rec onocim iento qu e les proporcionas e estabilidad y un hueco en el mundo artíst ico, acab ando así con l a mi seria, verdad era impulso ra de esta búsque da. Otro aspe cto, pur amente ex terno, a comentar rel acionado con esta actitud b ohemi a en el que incide l a crítica es el de la estétic a. Par ece que , en al gunas ocasion es, a falt a d e un aparato anal ít ico mejor, o para refo rz ar sus teorí a s, la crítica y los propios escritores de la época pone n énf asis en la estétic a para dema rca r al conjunt o de ?bohemios?? ?ierto es que en Fran cia esta acti tud vital tam bién se vinculó a una acti tud estética y que luego esta se ex portó a España. Pero no creemos qu e este det all e tan ane cdóti co mere z ca mucho más interés que el de afirm ar qu e no todos los qu e compa rtieron esa acti tud que venim os llamando bohemi a, llev aban ga b án y mel enas, ni todos los que lucieron este aspecto cre yeron en tal acti tud y mucho menos tenían vinculación con lo a rtíst ico. Y una vez dadas las co nsideraciones gene rales de lo que entendemos por bohemi a, queremos re feri rnos brev emente a la rec epción d e este tema en Esp aña. La boh emi a en España s iempre tiene como ref er ente a la fran cesa y trat a de emul arla, aunque aquí fu e un fenó meno más tardío y, po r ell o, buena part e de la crítica lo catalo ga como caduco. Uno de lo s prim eros en introducir este tema e n nuestr a literatura fu e Pérez Escrich con una obra tit ulada El frac azul: memorias de un joven flaco , publicada po r prim era vez en 1864, obra en la qu e se reún e n todas las car acte rísti cas de lo que se entender á por bohemi a en España y que pretenden hacers e eco de las f ran cesas. En ell a Es crich se sirv e de su prota gonist a, Elías Gómez , par a presenta rn os un mundo de bohemi a que pr etend e ser una alt ernati va a los gustos bur gueses de la época, y qu e termi na siendo un falso arqueti po, un refu gio artificioso en el que se escudan aquell os 14 ?? ??me? ?aquero ??ndrenio?, ??a muerte del bohemio?, en ?osé ?steban y ?nthony ?ahareas, Los proletarios del arte. Introducción a la bohemia, Celeste Eds. 199 9 , p p . 131 - 1 3 2 . Artículo pub licad o anter io r me nte en la rev ista Gignol, 192 9. Análisis y descripción de las novelas 124 literatos y pseudo artist as que han de buscarse su manutención y su porven ir. De este modo, Elías Gómez , que no escribe una sola línea, irá subsisti endo como un pícaro po r el entramado so cial. Como hemos dicho, en contram os en esta ob ra de Pér ez Escrich todos los tópicos desarroll ados pr eviamente en el mod elo fran cés qu e despu és se diseminarán en nuestra literatura de boh emi a: el viaje de escritores de provincias a la cap it al en busca de éx it o, la entrega a la literatura llev a al p rota go nist a a rech az ar empl eo s que consider a indignos, las tertul ias en los caf és, el encu entro con la hamponería, y una acti tud picar esc a ante la vida que le permit a subsi sti r y ser un p ar ásit o. Estas coorden adas s erán asim il adas después por muchos de nue stros escr it ores que las tomarán como un a fo rm a de vid a, y t ambi én co mo un tópico litera rio , ya sea en forma de novela, poema, ensa yo u ópera, dando lu gar a un considerable co rpus de tex tos. Sin embargo, tal es obras , que tendrían en comú n el ma yo r o meno r desarroll o de las cara cteríst icas antes ex puestas, tendrían, al i gual que en Francia, un a ausen cia total de base teórica que constit u ya este tema o acti tud en un movimiento y en una alt ernati va u oposición a otras corrie ntes del momento como el Modernism o o la Generación del 98. Este hecho es fácil mente constatable en la obra de Ernesto Ba rk 1 5 , uno de los autores más acti vos, refo rmist a de id eología republi c ana, en cu ya novel a La Santa Bohemia proclam a los intereses y objeti?os del ?mo?imiento? de la siguiente man era: ¡ Ar te, j usticia, acció n ! Es la sa gr ad a trinid ad del bohemio ?…? Rep r esenta la Sa nta Bo he mia la inte lige ncia, el sen ti mien t o y la fanta sía e n su vue lo sub li me hac ia el idea l, mien t r as que los direc to r es de la desgr ac iad a Hu manid ad , y Esp aña no está peo r desd e este punto de vista que los de má s países, só lo rep r esentan el estó ma go o los intest ino s per v er so s del ho mb r e fier a. 16 Es decir, como venios afirmando, toda su proclama se reduce a ex alt ar el ideal y la bell ez a del arte frente a una sociedad injusta y un mercado al servicio de los intereses burgu eses qu e no les abr e el paso, y que de hace rlo, les lleva a olvidar esa etap a vital de 15 Ernesto Bar k, Esto nia 18 5 8 Mad r id 192 4 , per tenec ió a lo que alg uno s cr ít ico s ha n lla m ad o primer co nato bo he mio , j unto co n otro s aut o r es co mo Sa wa, Ped r o Bar r antes, Ricar d o Fuente s, Jo aq uín Dice nta, Sil ver io La nza o Manuel Paso . 16 Ernesto Bar k, La Santa Bohemia , Mad r id , Ed s. Celeste, Bib lio teca de la Bohe mia, 19 9 9 , pp . 23 - 3 0 . Análisis y descripción de las novelas 125 trasgresión y protest a qu e ell os denomi nan movi mi ento bohemi o. J aim e Álvarez Sánche z observa un a contr adicci ón aún en estos propósi tos de tras gr esión y de protesta ante l a miseria: Nue va me nte la s co ntr ad iccio nes den tr o del movi mie nto vuelve n a a flo r ar , puesto que en su idea l de par tid a par ec en acep tar este aislamie nto so ci al co mo par te de la esencia trasgr eso r a y alternat iva de la bohemia ; per o una vez que per cib en ind icio s de inco mp r en sió n, de falta de éxito , de ause ncia de rec o no cimie nto y de e mo l u me nto s der ivad o s de su obr a y que c onsec ue nte me nte dese mb o ca n en situac io nes de pob r ez a, al?an las ?oces denunciando la situaci?n en que ?i?en? ?…? ?mpero el asunto alca nza r ía su punto ál gid o cua nd o se co nsta ta que la mi ser ia que teó r ica me nte se a su me es tan rea l co mo la vid a mis m a y es ento nce s c ua nd o se pro d uce n al g una s deser cio ne s dentr o de l mo vi mien to . 17 Ante esta situación, la cr ít ica literaria de la époc a se divide en dos acti tudes opuestas: aquell os que optan por defende r la bohemi a y afirmarla como movimi ento y los que, aunque no nie gan la boh emi a como movimi ento, se manifiestan como su s detractor es. Así pues, de la nómina de detractor es queremos resc atar al gunos nombres co mo Pío Baroja, Antonio Machado, Rami ro de Maez tu, Unamuno o Almagro San Martí n y también algunas de sus opiniones: No me hab le usted , quer id o lecto r , de la bohe mia ma d r ileña. En Mad r id no ha y bohe mia. De un lad o ha y mis er ia, paup er ismo , tub er cu lo sis , y del otro hay literat ur a, per o no so tr o s no he mo s sab id o aún, co mo los par isie nse s, fu sio nar es to s ele mento s y co nstit uir co n ello s una bohe m ia digna de tal no mb r e. 18 Mi gu el de Unamuno, al igual qu e Cansino s - As sens, pone la crítica en su falt a de intelectualis mo: Lo malo es cua nd o ap r o vec ha nd o cualq uier co sa de la calle quier en hac er sus pin ito s y dec ir : aq uí esta mo s, aq u í está la intelec t ualid ad . En to n ce s hab r á que co ger l es, 17 Ál var ez Sánc hez , Op. Cit., pp. 58 - 5 9 . 18 ?ulio ?amba, ??obre la bohemia?, en Sobre casi todo , Madr id Esp asa - Calp e, 19 7 1 , p. 22 . Análisis y descripción de las novelas 126 r ap arles las mele nas, meter le s en una pren sa y e nseñar al p úb lico que no dan más q ue un ded al de suer o; el resto , ma ter ia leño sa. 19 S in embar go, no fue su car encia de base uno de los hechos más criticados en el momento, sino el que vivieran del a rte de l sabl azo y del p arasit ismo sin escr ibir una línea: De aq uella bo he mia, lo que más me cho có sie mp r e er a la holgaz aner ía, so b r e tod o par a trab aj ar en co sas que, seg ún aq uello s bo he mio s, er an las que más le s gustab a n. Yo nunca ente nd ía esto bien. Co mp r e nd o la per ez a par a todo ; per o mo str ar per ez a par a lo que más gusta, eso no lo co mp r end o fác il me nte. Yo creo que si la ma yo r ía de aq uello s tipos de café hubieran encontrado un editor rico que les hubiera dicho? ??odo lo que escr ib a usted se lo to mo par a pub lica rlo y se lo pago inmediatamente?, les hubiera dado un dis g usto . 20 P ero también es curioso constatar qu e si encontr a ban al gún empl eo no relacionado con el campo artíst ico o literario, eran igu alm ente crit icados por no ser auténticos bohemi os, lo cual nos ll ev a a pens ar que en España, atendi en do a un vago ref erent e franc és, sólo se admi tí a como bohemi o o bohemi os a aquell os que si estaban vinculados a la miseria, pero sin perder la fe en el art e. Véas e a este respecto el artículo de Rami ro de Maez tu titul ado ???di?s ?ohemia?? en el que el autor e?oca ir?nicamente a todos aquellos que durante un ti empo fueron bohemi os por comparti r id énti cos ideales en contra de la sociedad y el mercado, y que despu és se dedicaron a otras acti vi dades que podían consid erars e den tro del marco del mundo bur gué s y gana rse así su superv ivencia. Carr ere, po r eje mpl o, fue mu y a menudo denostado por tener un cargo en el ?ribunal de ?uentas? ??on la escuela desperdi gad a y err ante de ese falso bohemi o, hij o bastardo de un influye nt e perso naj e, gr acias al cu al tiene un empl eo en el or ganism o oficial menos literario , el Tribunal de ?uentas??2 1 Todo esto nos llev a a conclui r que en España , en el ámbi to social, no ex ist ió un concepto verd ade rament e definido a cerca de la bohemi a o de ser bo hemi o, sino un conjunt o de opiniones valorati vas y una serie de prácti c as ex ist enciales, con más o menos 19 ?iguel de ?namuno, ??os melenudos?, Obras Completas to mo V: De esto y de aquello . Madr id, Afr o d isio Ag uad o , 19 58 , p. 831 . 20 ?ío ?aroja, ??ohemia y seudobohemia?, en ?osé ?steban y ?nthony ?ahareas, Op. Cit, p. 111 . 21 Can sino s - Asse ns, La novela de un literato, v o l. II , Ma d r id , Alia nza , 19 8 2 , p. 25 7 . Análisis y descripción de las novelas 127 fortuna, qu e intentab an emul ar al refer ente fran cés. Y basándos e en un a acti tud anar co aristocráti c a, re chaz aban todo aquello que oliese a burgu esía o a me rcanti li s mo. Ha y quien opina que, te niendo en cuenta la fech a en la que se desarroll ó el tema en Fran cia, y a pesa r de lo s pequeños con atos rom ánti cos, la bohemi a en España tuvo un surgim iento tardío, lo cu al es bastante lógi co si pensamos que gr an pa rte de los es critos sobre ell a, ya sean no v e las o ensa yos, pe rtene ce n al S iglo XX 2 2 , por tanto, como tema literario y acti tud estétic a, tal vez estaría un tan to trasnochado y limi tado a repr oducir, aunque con algunos rasgos de nuestra cult ura, el refer ente fran cés, lo que ex pli caría que gr an parte de la producci ón sea, en ocasiones, tan maniquea, y qu e no se pueda tomar como un movimi ento alt ernati vo al Modernism o o al 98. Por otra parte, la ex ce siva vinculación de este tema con la mise ria y la intrusión del mu n do del hampa en el mismo, borrando los lími tes de lo que podía llegar a conside rars e i ntelectual y artíst ico, ha contribuido a enturbiar la imagen o el concepto de la bohemi a en sí mismo, creando una subcate goría qu e se conoci? como ?poetambre?, ?hamponería? o ?golfemia? y que también dio lugar a mucha literatura. Todo el lo quedará ampl iamente r epresent ado en las novel as de Carr ere. Y llegados a este punto, en nuestra reflex ión sobre la bohemi a como te ma literario, resta an ali z ar el concepto que tenía Carr e r e de la misma y cómo lo recre a en sus novelas. Como ya se ha repeti do en más de una ocasión, la bohemi a es uno de lo s temas más trabajados por el autor, quien lo usó como materia en sus poemas, en sus artí culos y en sus novelas, aunque el núm ero de estas no sea tan significati vo como la crítica sostiene. Tambi én fu e la bohemi a una acti tud vital y estétic a de Carr er e dur ante su j uventud, porque, tal como se ex puso en el capít ulo de la bio gra fía, en su épo ca de m adurez , aunque la estética pervivies e, el aut o r se retra cta de ell a. Y es precisamente est e rech az o de la misma el que ha lle?ado a muchos a considerar que ?arrere no fue un ?auténtico bohemio?? Nosotros no vamos a ent rar en consider aciones de si lo fue o no, porque, como ya dijim os la bohemi a es un t ema literario y una etap a de la ex istencia, no un movimi ento. En cuanto a Carrer e, qu e en sus inicios como esc ritor se sintió identificado con este supuesto mundo, podemos decir que lo entendió como tal, es decir, como un movimi ento, y comp artíó 22 Iluminaciones en la sombra de Alej and r o Sa wa se pub licó en 191 0 , La Santa Bohemia de E. Bar k es del mis mo año , mie ntr as que Luces de Bohemia cono ció su primer a ed ició n en 192 0 . En cua nto a las obra s de Car r er e so b r e el tema, la pri mer a en ap ar ec er fue La tristeza del Epílogo en 1909 y la últ i ma Los Garduños de Madrid , en 1928 . Análisis y descripción de las novelas 128 amistad co n otros que también fueron consider ad os bohemi os en la época como Ernesto Bark, Alejandro Sa wa o Pedro Ba rrant es, a quien es dedica al gunos ensa yos que más tard e reco ge ría en Retablillo Grotesco y sentimental . ¿Qué entendía Emili o Carrer e por bohemi a? Afort unadam ente pa ra nosotros, son muchas las p á ginas y las declar aciones en las qu e el autor expuso sus consideracion es sobre este tema. En Retablillo grotesco y sentimental , encontr amos que el te x to que abre el volumen es una reflex ión sobre la bohemi a, a la que en muchas ocasiones personifica como su musa del arro yo, por lo tanto, ya desd e el principio, Carrere identifica la bohemi a con la pobre?a, pero también la acerca al mundo del hampa al ?incularla con la miseria? ??a bohemi a es la musa bell a y tr á gica d el ar ro yo, que ex ige el sa crificio de la juventud como ídolo sanguinario?2 3 . Y conti núa desgranando esta i dea: P o r esta palab r a, que es tod a una le yend a, ren uncia n a la vi d a ho lgad a, al lecho bland o y seg ur o , a la co n sid er ac ió n del cuer p o so cial ?se nad o de la vul gar id ad - y se la nza n a una avent ur a a cu yo re mate e stá l a rec tificac ió n o el dolo r anó ni mo del hosp ital. El triu n fo , nu nca . 24 En este párr afo qu e cons ti tu ye el inicio del tex to que cit amos, el autor en uncia tres de las car acteríst ic as básica s por la s que se enti ende bohemi a en Españ a: un ideal que lleva a la pobrez a, al aisl ami en to y al frac aso. No falt ará t ampoco otro tópico que es el de la adscripción de los bohemi os a ideologías de iz quierdas o anarquistas, po r ser considerad as estas como trasgres or as , aunque Carrer e, que nunca fue demasiado polí ti co, acusa al público de ser él el que reali z a tales asocia ciones : ?ara el ?ulgo, ser un bohemio es ser un hombre mal ?estido que pide dinero ?…?, un b o he mio es una a me naz a an ar q uista, un ani mal peligr o s o o, cuand o me no s, un hab itante de otro planeta que hab la un len g uaj e distinto 25 23 ?milio ?arrere, ??i?agaci?n a cerca de la se?orita bohemia?, en Retablillo grotesco y sentimental , Mad r id , Renac i mie nto , s . f , p. 7 . 24 Emilio Car r er e, Ídem, p. 7 . 25 Ídem, p .7 . Análisis y descripción de las novelas 129 Dadas estas prim er as afirmaciones, en las que podemos ver que no hay much a originalidad, pues se une a las dir ectric es ex ist entes en la époc a, Car rer e pasa a definir lo que es bohemi a pa ra él adscribi éndola siempre al plano artíst ico: La bo he mia, seg ú n mi opinió n, seg ú n mi pen sa mie nto , es una for ma espir it ual de aristo cr ac ia, de pro testa co ntr a la ramp lo ner ía inst itu id a. Es un a nhelo de ideal d e arte más al to , de una vid a mej o r . Al igual qu e en los dos párra fos ante riores, est a s considera ciones se ins criben en un contex to más gener al en el que se comprend e que la bohemi a es una fo rma de protesta contra las costum bres bu rgu esas, que aspir a a la mejora e independ encia del arte, a sí como del espírit u. Y a contin uación, tal y como habí an hecho otros autor es ya cit ados, pas a a denunciar a aqu ell os que no son bohemi os auténticos porque aband onan sus filas al encontrar un sueldo: E l ver d ad er o bo he mio no es tan frec uen te co mo par ec e. Se nec esita un al ma te mp lad a co ntr a la ma la vid a y co ntr a la inco mp r ensió n del med io . Casi tod o s los llamad o s bo he mio s dej an de ser lo y se c or tan la mele na en c uanto tie n en treinta d ur o s. 26 C onti núa Carrere con su definición de lo que es p ara él un v erdad e ro bohe mi o: E l bo hemio es un romá ntico ; su religió n es la Belleza, su quer id a, la Liter atur a; su patr ia allí dond e suene el ver s o ar mo nio so . Es, en suma, un espír itu de poeta que no se ad ap ta al amb ie nte med io cr e, y va ga po r las nub es e n una e nca ntad o r a i nco nscie ncia, y un día se cae de cab ez a desd e una e str ella mu y dista nte. Y le reco ge en su últi ma caíd a el lecho frío , de desastr e, de un hosp ital. 27 S e deriva de este t ex to que el boh emi o es un individuo que no se aco ge a ningún orden burgu és y qu e sólo v ive para su conc epto ideal e ideali z ado de arte, hasta que muere debido a la miseria en la que vive. Siendo este un conflicto que podría minim iz arse al de ?indi?iduo en busca de la reali?aci?n de un ideal que est? abocado al fracaso?, un t?pico 26 Emilio Car r er e, Op. Cit, p . 11 . 27 Ídem, p . 1 1 . Análisis y descripción de las novelas 130 literario d e larga tr adici ón que en esta époc a , y acompañado de otros rasgos adjetivos, y acordes a los tiempos que corrí an, tom a el ropaj e de bohemi a. ?n cuanto a la línea que cierra éste último p?rrafo? ?? le recoge en su última caída el lecho frío, de desastre, de un hospital?, queremos llamar la atenci?n a las cone?iones obvias, y previ amente ex puestas, con el con cepto de bohemi a de Mur ger que er a el mod elo a seguir? ??a bohemia es el no?iciado de la ?ida artística? es el prefacio de la ?cademia, del Hospit al o de l dep?sito de cad??eres??2 8 Concepto que Carrer e lle gar á a para frase ar en más de una ocasi?n? ??o creo que la bohemia es, para los artistas j??enes, una especie de puente, desde el an?nimo y la pobre?a, hasta el triunfo o el hospital?2 9 . Afirmación que nos s irve para proba r, una vez más, que también en la opinión de Carrere la bohemi a además de tema es una etapa en la vida de un individuo, sea artist a o no, y por ello se convierte con facil idad en un tema biográ fico, ad emás el hecho de que pu eda s er también t ema autobi ogr áfico lo hace aún más fácil y recurr ente en la liter atura. Mur ger así lo dejó ex puesto en su obra de la que no se desprende que la bohemi a ha ya de ser también un movimi ento artí sti co. Para conclui r, pod emos valorar el tex to como un compendio de una opinión gen erali z ada en la épo ca sobre lo que era la bohemi a, ya qu e estos ras go s enunciados por Carrer e nos remi ten al m odelo francés, y tien en s u corr esponden cia con lo s tex tos de otros autores contemporán eos. Lo que sí diferenci a a Carrer e de lo s otros aut ores que también trabajaron este tópico, es el hecho de que la bohemi a es un tema con el que el autor comen?? a consagrarse, recordemos el poema ??a musa del arroyo? de ????, y sobre el que volverá con asidui dad, con independencia del gé nero lit erario, modelánd olo para hace r de él un ensa yo, un poema, una novela y hasta una zarz uela, y durante un extenso periodo de tiempo, aún en 1928 seguía publicando novelas s obre ell a. Ad emás de las confer encias y ensa yos, con los qu e se ganó el apelativo de bohemi o, aunqu e, se gún testimonios fami li ares, era un homb r e de convicciones tr adici onales y costum bres un tanto bur guesas, ex cepto en lo de trasno c har, sobr e todo a partir del nacim iento de sus hi jos. Testi moni o vali oso porque prueba nuestra idea de que a u nque el tema fue, hasta cierto punto, 28 Henr y M ur ger , Op. Cit, p . 12 . 29 El Cab aller o Aud az , Lo que sé por mi. Confesiones de mi siglo , 4º ser ie, Ma d r id , V. H. de Sanz Callej a, p. 91 . Análisis y descripción de las novelas 131 recur rente en su literatur a, no siempr e se identific ó con él, manteniendo, principalmente en sus obras narr ati vas, una actitud bastante dist ancia da. Y una vez planteado lo que entendía Carre re por bohemi a y por bohem io s, pasamos a anali z ar el desa rrollo de estas ideas en sus nov ela s. Como ya ex pusi mos en el capít ulo biográfi co, Carrer e pr efier e la mes a del café al escritorio de su cas a a la hora de compone r sus obras, y, como el mismo asegu ra, su fuent e de inspiración es el mundo que le rodea? los cafés, la calle, el arroyo… espacios en los que encuentr a multi tud de personajes, vivencias, historias, incluso el lenguaje, que trasladar á a sus novelas, pero de ent re las clasific aciones qu e hemos creado par a ap rox im arnos a su no?elar, las de bohemia y su otra ?ertiente, de ?golfemia? ser?n las m?s cercanas a esta reali dad: Yo he co p iado el dolo r o la car icatur a que pasab an po r mi lad o . Nad a ha hab id o de inve nti va ni de crea ció n de car ac ter es. La vid a fue mi mae str a de hac e r peq ueñas no vela s; yo puse un poco de co r az ó n par a co mp r end er el dolor de mi s per so naj es. T od o s el lo s vivo s and an po r el mund o . Me quier en po co po rq ue he sac ad o su histo r ia a la ver g üenza . Ha sta los más miser ab les tiene n el pud o r de enseñar su al ma desn ud a . He pro cur ad o hac er la novela anec d ó tica, co n la risa y e l llanto co tid iano , co n las gente s que yo co no cía. So y, p ues, el titir iter o que mu e ve su s mu ñec o s vi vo s, po nie nd o una ro sa de poesía sob r e el dolo r de los bur d eles y una ilus ió n de glo r ia so b r e los so ñad o r es frac asad o s, los pob r es po lichinelas de la tragico med ia del arte y de las clásicas ha mb res li ter ar ias. 30 Este hecho lo conviert e , así mismo , en una esp ecie de antropólo go qu e observa los distint os tipos sociales en el medio en el qu e viv en, y po r ell o sus novel a s alcanz an un alt o valor testimonial. Pero no solamente porque nos hable de estos tipos, sus comportami entos y sus cambi os, sino tambi én porque personifi ca l a ciudad de Madrid y no s habla de i gual modo de sus pulsos, de su moderniz ación. Es en esta observación t an directa del medio , donde Carrer e adviert e que hay varios modos de practi c ar la vid a de bohemi a: 30 Monter o Pad illa, Emilio Carrere. Antología , Mad r id , Castal ia, 19 98 , p. 3 1 . Análisis y descripción de las novelas 132 Ha y var ias c lases de boh e mio s, ap ar te del bohe mio po r ar isto cr atis mo , po r ind ep end encia espir it ual, ex i ste el bohe mio pinto r esco , el b ohe mio tab er nar io y el bohe mio lúg ub r e. La bohe mia pinto r esca es la más dolo r o sa; es la tragico med ia co tid iana en q ue la Miseria le pone una casca b e ler a cap er uza de Arleq uín. Esto s piruetis ta s tro taca lles tiene n su s pun to s de picar d ía, y sab e n que los libr o s de viej o y los ca mar er o s de café son los m?s encarni?ados enemigos de la poesía lírica ?…?? Existe una tur b a multa de lla mad o s bo he mio s; de ha mp o ncillo s pse u d o liter ar io s, de frac asad o s, de mele n ud o s, que vive n desver go nza d a me nte del aco so a la gaveta del a mi go . Eso no es la bohe mia ; eso es el ha mp a. Y es co nvenie nte ad ver tirlo , po r q ue muc ho s mio pes co n fu nd en a mbas catego r ías . 31 Estos tres tipos de los que habla Carr ere la bohemi a aristocráti ca, la pint oresca, qu e el considera propia del ps eudoli terato o p seudoa r ti sta, y la falsa bohem ia, es decir, l a hampona y tabern aria, se rán llevados a sus novel as quedando fielm ent e represent ados por multi tud de personajes, algunos de los cuales fueron real es. Y tomando de base la distinción previa que nos da, hemos cla sific ado la s novelas que confo rman este capít ulo en dos cate gorías: - Novelas de tem a de bohemi a (que compre nderían la aristocráti c a y la pseudobohemi a): El dolor de llegar, Aventuras de Amber el luchador, Aventuras extraordinarias de Garcín de Tudela, El reino de Chundarata, El poema de Don Uriarte y El suicidio de Blas del Dueso. - Novelas de tema de go lfemi a (que compr ender ían la bohemi a hampon a): La cofradía de la pirueta, y La conquista de la Puerta del Sol. ?emos reunido bajo el epígrafe ?tema de ?ohemia? las novelas cit adas anteriormente, debido a que comp arten una serie d e ca ract erísti c as: 1. Transcur ren en el Mad rid de principios del si glo XX donde se desar rollaba este supu esto movimi ento de bohemi a (a ex cep ción de El reino de Chundarata cu ya ac ción se ubic a en una ciudad fictici a). 31 ?milio ?arrere, ??i?agaci?n a cerca de la se?orita ?ohemia?, Op. Cit. , pp . 9 y 10. Análisis y descripción de las novelas 133 2. El con flicto de los relatos refl eja la lucha por la vida y la búsqued a de la fama. Ésta puede termi nar en éx ito o en fra caso. De la lista que hemos pr opuesto, solamente El dolor de llegar (1909) termi na en éx it o para el es critor, qu e una vez consa gr ado se siente profundamente desen gañ ado ha cia la vida de bohemi a que te rminar á rech az ando como es n a tural en el pro ceso : ¡ La Glo r ia ! Par ec e que esa dio sa pro stituta y esqu iva, tiene prefer encia po r los cad??eres? ?…? Ya los fa r and uler o s ha n rep r esentad o tod as mis co med ias, tod o s los per ió d ico s so licitan mi co ncur so , mi no mb r e es casi ilustre y mi fir ma es un cheq ue de gran cr éd ito en el mercado intelectual? ?…? Y ya está co ns u mad o el sac r if icio . Co nfie so que el rec uer d o de tod a s mis mala nd anza s me insp ir a una espec ie de extr año y mela ncó lico a mo r , que lo más nob le y flo r id o de mi al ma se ha q ued ad o en jirones, c uand o pasab a po r las zahúr d as de la mala vid a, del braz o de la seño r ita Bo he mia. Esa pinto r esca le ye nd a del arro yo tie n e a su car go una larga lista de cad áver es. Mucho s loco s se han dej ad o mo r ir en los lecho s a nó ni mo s del hosp i tal; otro s, and an aú n po r el mund o , muer to s ta mb ié n, co n esa muer te inter io r que pro duce el frac aso del idea l de tod a nuestra vid a. Es prec iso destr uir la le yend a de la bohe mia. En la calle, bajo los canalo nes, en la taber na o en el ocio del café, no es po sib le hac er nad a bello , nad a defin iti vo . 32 En el resto de las novel a s mencionadas, los perso najes se cans an de la ma la vida y de no obtener el recon o cim iento que cr een que se merec en y deciden regre sar al pueblo del que vienen o ab andonar l a vida de artist a. Tal es como sucede en El poema de don Uriarte, Aventuras de Garcín de Tudela y La conquista de Madrid donde los personajes piensan que con el est óma go lleno se está mejor: Me lla mar ei s e go ísta, co b ar d e, per o co nfieso que e sto y fati g ad o de la bohemia y de no tener dinero? ?a ?ida no es bella con los cal?ones en harapos… ?ll?, en pro?incia, me aguar d a esa muc hac ha que no es inteli gen te ni se nti me nt a l, per o que es una b uena he mb r a de anc has cad er as, y, sob r e tod o, su pad r e es uno de los lab r ad o res más r ico s. Y esto y dec id id o , me mar cho es ta tard e y a ntes de un me s est ar é casad o . Cuand o vue lva 32 ?milio ?arrere, ?E l do lo r de llegar ?? ?ara este comentario hemos manejado la reedici?n titulada ?La tri steza del ep ílo go ?, La Novela Corta , nº 165 , 19 19 , pp . 23 y 24. Análisis y descripción de las novelas 134 tr ae r é diner o , y a unq ue frac as e co mo escul to r hab r é triu nfa d o del ha mb r e y de la mala vid a. 33 En El reino de Chundarata el prota gonist a aban dona la vida de boh emi a y artist a tr as un profundo desen ga ño, y en El suicidio de Blas del Dueso , los supuestos bohemi os se dedican a seguir viviendo puramente del tim o. 3. P or sus páginas desfilan personajes bohemi os o pseudobohemi os que intentan vivir de sus crea ciones (gen er alm ente literarias, pero ta mbi én pictóricas o filosóficas), al gunos de ellos acuden de provincias en busca de l a conquista de la capit al. P er o , so br e tod o , lo que más le sed ucía er a hallar un amb i ente pro p icio par a la lucha, par a la her o ica y tartar ine sca lucha po r el brillo del no mb r e y del aluc ina nte la ur el. Y una bue na ma ñana, mientr a s tod o s do r mía n en el figó n, Gar cín to mó el tren par a la co r te, aco mp añad o de una ma leta llena de libr o s, algunas c a mise tas y un vol u men de poesías inéditas que él pensaba titular ??ariposuelas? y que eran en único so sté n de su viv ir fut ur o y de su va nid ad . Resp ec to a la nutr ició n, no ha b ía pensad o nad a ser io , y as í fuer o n sus hue so s de mo lid o s de calle en plaz uela y de fi gó n e n zah úr d a po r los esqui naz o s do lo r o so s de la bohe mia co r tesana. 34 Estos personajes subsisten de traducciones y pu bli caciones de artículos en periódicos, aunque esto no suel e se r suficiente. En este ma rco , es bast ante frecuente l a queja de lo mal pagadas que están las col aboracion es li terarias. Y co mo la luc ha er a día por día, Rub ín iba sin tiend o el hon d o do lo r del frac aso y de la anulac ió n. La pob r ez a le atar az ab a cr uelmen te po r la gar ga nta y el ha mb r e so lía lla mar a su puer ta co n su mano lúg ub r e y espec t r al. En los per iód ico s acep taban co n alg una di ficu ltad su s artículos? no tenía firma… ?a colaboraci?n, para los que comien?an, suele ser un ca lvar io infr uct uo so y humil l ante. Co b r ar un artícu lo o uno s ver so s tie ne el aspec to ?ergon?oso de un sabla?o? ?…?? 33 ?milio ?arrere, ?Do n Ur iar te de Puj ana ?, Los Contemporáneos y los Maestros , nº 249 , 191 3 , p. 15 . 34 ?milio ?arrere, ?Ave ntur a s extr ao r d inarias d e Gar cín de T ud ela ?, La Novela Corta , nº 199 , 1 91 9 , p. 1 . Análisis y descripción de las novelas 135 La l ucha literar ia no existe, ti ene un aspec to só r d id o y degr ad ante, y par a llegar a vi vir de la plu ma má s que tale nto se nec esita un e stó ma go resiste n te. 35 Siendo, así mismo, rec urrente el tema del f racaso, que se ex presa mediante una conti nua queja po r la fal ta de inter és ha cia su ob ra, no siempr e diri gida a una instit ución concret a: ¡E r a tan hor r ib le ca mar ad a la Miseria! Y él sie mp r e la enc o ntr ab a, cer r ánd o le el paso del fut ur o , iró nica y bruta l co n su car átula si niestr a ta n ho s til al divi no retab lo de sus sue ño s. Rub í n no pod ía do r mir . Otra vez estaba allí entr e los ha mp o ne s y los frac asad o s; ya no tenía casa, ni amo r , ni ansia de glo r ia. Co mo e n co r tej o de pesad illa, fuer o n pasa nd o los triste s l uchad o r es del Arte y de la casualid ad , los que o fr ec en su s vid a s al a mo r de esa b elleza del arr o yo , pálid a, des mele nad a y mal ve stid a qu e besa y muer d e, blasfe ma y o ra. 36 Este frac aso les llevar á a hacers e las víctimas de una situación miserable, gen eralm e nt e vinculada a la vida de bo hemi a, de la que se har án portavoces, aunqu e en ocasiones, su voz pueda ser sustituida por l a del autor/na rrado r: Ro j as er a una vícti ma del enc anto de la bohe mia. Po r ese fa mo so enca nto ab and o nó un día la tierra gallega, do nd e tenía un hogar co n fo r tab le y co r az o nes fa miliar es q ue te mía n po r él en sus ab sur d as and anza s co r tesa nas. Po r ese espej is mo suic id a do r mía e n los sotillo s del Manza nar es y al mo r za b a ser ven tesio s, ¡así iba él de pulid o y med r ad o !, y solía e scr ib ir su s po e ma s a la luz de los rever b er o s púb lico s, y ha mp ó n do lie nte y dolo r ido , aún más pob r e y meng ua nd o (sic. ) que el viej o Villón, no tenía una ra mer a que fuese su ?rayo de lu?? con quien fundir su amor y sus gui?apos y su melancolía?37 4. Tienen po cas refe ren c ia s políti cas, y cuando estas se dan, se cir cunscri ben al hecho de que los personajes, cola boran con grupos anarq uist as que, por ser considerados los más 35 ?La tristeza del ep ílo go ?, p . 16 . 36 ??a triste?a del epílogo?, p . 23 . 37 ?Avent uras e xtr ao r d inarias d e Gar cín de T ud ela ?, p . 2 . Análisis y descripción de las novelas 136 trasgresor es en el pano ra ma políti co de la época, eran los más apropiados para repres entar los intereses de los boh e mi os. Las filiaciones a estos grupos se su ced en en red acciones de periódicos radic ales o ent re un ca fé con media tost ada en las te rtulias. No nvela se se ntó e n la mesa de red ac ció n y se disp uso a urd ir su pri mer a cr ó nica. La plu ma rasgab a las c uar tilla s; iba dep o sitand o en e llas su ha mb r e y su frac aso , sus esper anza s vac ilan tes y la an g ustia de la mala vid a. Res ultó su artíc ulo casi a nar q uista, caliente y juve nil, lleno de imágene s ingenio sas y vio le ntas co ntr a el ord en co nstituid o . Al día si g ui e nte den unciar o n el per ió d ico . 38 Tambi én, ex ist e al gún ca so de arranqu e revolucio nario por parte de los bo hemi os y en contra de las instit uciones, del que Carr ere s e dist ancia por medio d el hum or y la i ronía: - ¡Oh, c uand o ve n ga la Social! - dec la mó el co mp a ñer o T er r ano va. - ¡Qué gra n día cuand o ven ga la Social! - Rep itió el co mp a ñer o Quij ad a, el otro señor mele nud o . T err ano va se leva ntó so le mne men te, co n la co p a en la ma no : - ¡Sal ud , co mp a ñer o s! Brind e mo s po r el día en que se bor r en las fro nter as y no qued e ni el rab o de un xxxx 39 sob r e el mund o . Quij ad a le imitó , grita nd o como un ener gú me no : - ¡B r ind e mo s po r la pro nta re vo lució n so cial ! ¡La pro p ied ad es un rob o ! Vi va el a mo r libr e y la nitro glicer i na ! ¡A luchar co ntr a los tirano s y los bur g uese s! ¡A luchar co n tr a tod o lo constit uid o ! Al oír que se tratab a de luchar , Gar cí n se si ntió po seíd o de un gran ar d o r revo lucio nar io : - ¡Ah, co mp a ñer o s! ¡Yo ser é de los vuestro s cua nd o llegue l a hor a de la lucha! ¡Yo iré co n la tea e nce nd id a a que ma r los palac io s de los pod er o so s, a destru ir los te mp lo s y los Banco s, que so n las cáted r as d e la bur gue sía! Sus co me n sales estaba n un p oco per p lej o s, y el luchad o r co ntin uó , presa de la divina fieb r e de la elocuencia: - ¡Esta so cied ad está pod r id a! Ya aso ma e l hor izo n te de la a uro r a r o j a de la revo lució n ; los op r imid o s afila n su s pu ñ ales en la so mb r a y se prep ar an par a asaltar las tiend as co me stib les ! ¡Co mp añer o s, qu e no qued e ni una so la co g ulla ni un solo cetr o ! 38 ?La tristeza del ep ílo go ?, p . 17 . 39 El texto que manej a mo s per tenec e a los fond o s de la Bib lio teca Nacio nal y ap ar ec e mut ilad o en mucha s oca sio nes. Análisis y descripción de las novelas 137 - ¡Viva Gar cí n de T ud ela! Gritó el co mp añer o T er r ano va, su b iend o so b r e u na silla. - ¡Vi va el gran l uc had o r ! - a ulló Quij ad a, agitand o la ser ville ta . - ??osotros, los ?cratas, debemos cantar ??a ?nternacional? con ?iolines hechos de tripa d e bur gués ! ¡No so tr o s rea liza r e mo s las teo r ías de Bako unin e y Kro p o tkine ! ¡A luchar , co mp a ñer o s! ¿Q uer eis q ue va ya mo s a ho r a mis mo a as altar el Minister io de la Gob er nac ió n? Lo s do s ho mb r ec illo s terr ib les y bar b ud o s le obseq uiar o n co n una ovac ió n delir a nte. - ¿P er o qué le pasa esta no che al seño r Gar cín? - Pregu ntó , alar mad a, la galaic a j a mo na. Ro j a s, que hab ía acud id o a aq uella piro tecnia revo lucio nar ia, excla mó mu y co mp un gid o : - ¡Está mu y gra ve, muj er , está muy grave ! ¡Se le han ind i ges tad o las trad ucc io ne s de la Bib lio teca xxx x 40 5. Debido al hecho de que ser bohemi o impli ca una ex ist encia en la má s absoluta pobrez a, los límites entre el mundo del hampa y el de vida de bohemi a son mu y dif usos, por lo que las novelas de tema de bohemi a estar án pla gada s de vagabundos, prosti t utas, hampones, pícaros, aunqu e se rán po cos, por no decir nin gun o, los bohemi os que se encuentr en en l a no?ela de ?golfemia?? Cua nd o el bravo Gar cín de Tud ela, el luc had o r , ab r ió los oj o s, su co fr ad e de ab sur d as and anza s, Go nza lo de Roj as, el poeta hamp ó n y mor ib und o , ocup ab a su activid ad en poner suelas a sus zap ato s desvenc ij ad o s. Al ver le, Gar cín t uvo un arr anq ue de ind ig nac ió n. - ¿Q ué hac es, cr i mi nal? ¡Estas estrop ea nd o mi diccio nar io ! 41 En reali dad, lo que dif ere nciará a estos bohemi os de la gente del hamp a, es su concepto del arte como fe, que no como oficio. Finalmente, el móvil que impulsa a escribir a estos bohemi os pseudopoetas, que vienen a la corte en busc a de pos ición social, no es tanto el éx ito, como el hambre: - ??ah? ??o no creo en la gloria? ?o soy un fil?sofo… - Per o al me no s ha y que l uc har po r hac er se una fir ma. Ha y q ue co nq ui star la co mid a. 42 40 ?tro ejemplo de censura? ?milio ?arrere, ?Ave nt uras extr ao r d inarias d e Gar cín de T ud ela ?, p p . 16 y17 . 41 ?Avent uras e xtr ao r d inarias d e Gar cín de T ud ela ?, p. 1 . 42 ?La tristeza del ep ílo go ?, p . 4 . Análisis y descripción de las novelas 138 Y todos ell os termi nan apr endiendo el arte del timo. La enumer ación de sablaz os, junto con algún enr edo amoros o, son las aventuras por las que pasan los protago nist as y que dan gen eralm ent e cuerpo a las novelas. 6. Acorde con lo que se entendía como ideología bohemia en la época, s e da también en las novelas de Carre re un a li ge ra crítica diri gida a cie rtos sectores, tópicos, co mo por ejemplo la monarquía, la burguesía, el gobierno, la iglesia, la cultura… Gar cín pregu ntó a un guar d ia l a causa de aq uel ap ar ato . - Es que va a pasar la fa milia r ea l, que vuel ve de la jura de la band er a. E l luchad o r hizo un gesto d esd eño so y se alej ó pro nunci and o La Inter nac io nal q ue so nab a mu y bie n en sus oíd o s de dema go go . - Es ló gico que el pu eb lo ten g a inter és en ver a sus mo nar c as, po r q ue es el espec tác ulo que más car o le cue sta. 43 ?…? - Her ma no Oli ver io , cua nd o , co mo Mar ce lo , pued a mirar la vid a a travé s de una botella de buen vi no , yo pien so escrib ir un elo gio lírico de la med ia tostad a: ¡La med ia tostad a es tan literar ia! Ella es inse p ar ab le de nuestro s lasti mo s o s año s j uvenile s, la rubia co mp a ñer a de esta bohe mia si n Mi mí. Lo s b ur g uese s go r d o s y bovi no s no co no ce n su enca nto , per o quizás a ella de b en las letras patr ia s alg u nas de mis más int e nsa s pági nas ar tísticas. 44 ?…? Él no toca b a par a el púb lico , sino par a su s pro p ias orej as, y el púb lico no iba al café a oírle a él, sino atraíd o princip al me nte po r uno s biftec s a la rep ub licana, que tenía n la fa ma de ser lo más grand e s de Mad r id , que er an la espec ialid ad de la casa, co nsiste ntes en vei nte ce ntí metr o s c uad r ad o s de solo mi llo co n un pi m iento mo r r ó n e nci ma, que par ec ía un gor r o frigio . Esta fantasía po lítico c uli nar ia del c afeter o pued e co nsid er ar se co mo la pro p agand a más efi ca z del rep ub lica nista espa ño l y una sólid a prep ar ac ió n par a su actual ad ve ni mie nto . 45 ?…? 43 ???enturas e?trao r d inar ias de ?arcín de ?udela?, p . 1 7 . 44 ?La tristeza del ep ílo go ?t, p . 5 . 4 5 ?milio ?arrere, ??l suicidio de ?las del ?ueso?, La Novela de Hoy , nº 504 , 19 3 2 , p. 16 . Análisis y descripción de las novelas 139 - ¿P er o usted cr ee en Dios todavía, desd ichad o ? - aulló Pujo l - . ¿No sab e que no so tr o s he mo s descub ier to que no ha y Dios? - ¿Dó nd e? Excla mó Arga ma sil la mu y as u stad o . - En el Co mi té rep ub l icano de la Lati na. - P er o ¿q ué ha y ento nce s de tejas ar r ib a? - ??etafísica y gatos?- ar gu y ó do n Pío sentencio sa me nte - . Desengá ñese usted , a mi go Ar ga ma silla, lo que ha y que pro cur ar es pasar bien el rato ; usted tie ne un bue n tipo de gar añó n que se g ur a me nte p o nd r á mu y se nti me ntal a doña Luisa, nue str a patr o na. ?éjese usted querer y tendr? el ?piri? seguro… - ??l ?piri?? ??so es metafísica? - ?o, se?or? es ?cal?? del que ?chamullan? los ?manús? con ?pupila?? ?a metafísica ha fr ac asad o; lo aco r d amo s así uno s a mig o s j u gand o al julep e en el Colo nia l. 46 C rítica, que en ocasiones , no es más que un chist e o una injuria, frente a la que el autor se sitúa en una posició n de distan ciamiento qu e consi gue mediante do s recu rsos mu y usuales en su novelí sti ca : el humor y la ir onía. Sin embar go, estos coment arios levemente trasgresor es, que la ma yoría de las vec es, no pasan de lo anecdóti co, no son ex clusi vos de la novela de boh emi a o de los bohemi os, sino que los podemos encontr ar salpi cando, unas veces más ácidamente qu e otras , todos los tem as en los que Carr ere trab aja y en personaj es de variad a cat adura so cia l. Por tanto, aunque Carrer e ha ya sido visto como un bohemi o por sus contemporáneos y, aún ho y en día, su literatura ha ya sido anali z ada teniendo mu y en cuenta este tema , no es tanta la dedicación que le prestó pues el número de novelas que hemos contabili z ado se reduce a seis en total (ocho si tenemos en cuenta la novela de gol femi a). Cierto es que en otras novelas qu e no hemos clasificado bajo este epígraf e, también pod e mos contar con la presenci a de bohemi os, pero esta pr esen cia se reduce a un a mera función cor al; como un a nota de color ane cdóti ca y pintoresc a propia de lo s cafés. Tal es el caso de los bohemi os de La calavera de Atahualpa. S i comparamos los poemas y los ens a yos en lo s que el autor tr ata este tema con las novelas que tiene sobre el mismo, observaremos que en los dos prim eros adopta un punto de vista más gr ave, a vec es románti co, y qu e en lo s relatos donde el tono general su ele se r, 46 ?milio ?arrere, ??a conquista de ?adrid?, en La calavera de Atahualpa y otros relatos , Mad r id , Vald e mar , 20 0 4 , p. 258 . Análisis y descripción de las novelas 140 cuando menos, jocoso. E n los ensa yos su acti tud es más comprometida con este ?mo?imiento de bohemia?, ante el que todos le erigían como un ejemplo a seguir, y escribe a favor de la misma y en defensa, o en homenaje, de muchos personajes, algunos de ell os escritores o artist as de otros campos que resc ataba de l a vida real. En cambi o, en sus novelas lo que encontra mos es una cla ra inten ción de entr etener al le ctor, y par a ell o no s presenta un mundo de bo hemi a que no quiere ide a li z ar, puesto que siempre nos habla de la miseria y el fracaso inherentes a él ( y sólo en una de las nov elas se lo gra el éx it o), pero qu e tampoco es reali sta, puesto que la vida de estos personajes y su comportami ento está imbricada por las aventur as más inverosím il es. De este modo, los bohem ios que prota goniz an sus novelas estar án más preo cupados por obtener dine ro y hacer ruido que por defende r l os ideales de su supuest a bohemi a, más motivados a la hora de escribir por el hambre que por su propio recono cim iento y fama, más dispuestos a rob ar y reali z ar timos pa ra su su pervivencia que a tr abaja r y publica r sus escritos, más cer canos al mundo del hampa que al del arte por el que supue stamente vienen a Madrid e in gresan en l as filas de la bohemi a. No ha y, po r tanto, de parte de Carr ere un compromiso con este su pu esto ideal, sino distanciamiento por medio de mecanism os a los que ya nos hemos referido, como el humor, la ironía, lo grotesco… Pero todo esto que acab amos de apuntar, es perf ectamente compr ensibl e y se justifica por el hecho de que al no ex ist ir la bohem ia com o movimi ento, sino como acti tud y tem a literario, no podemos esp erar otro result ado qu e el que acabamos de anali z ar. Aunque dicho result ado pueda estar re vesti do unas veces mediante el humor y la burl a, o mediante la añoranz a y el des enc anto. Y así, ante la pr e gunta que se formul aba J aim e Álvarez en su tesis sob re s i Carrer e fu e bohemi o o se sirvió de la bohemi a para sus escritos, estamos de acuerdo con él en el hecho de que se vali ó de la bo hemi a, pues esto es evid ente, aunqu e no criticabl e como hici eron muchos de sus contemporáneos. Pero ante la ambigüed ad con la que él responde a si fue bohemi o o no, queremos apuntar que Carre re, co mo muchos escritores de su tiempo, tuvo una acti tud bohemi a de búsqueda del éx it o, acti tud que después le serviría para dar vida a muchos de sus personaj es, pero nada m ás. Hemos dejado para el fin al de est e capít ulo, el co mentario de dos novelas cu yo análi sis nos parec e bastante apro piado para comprobar lo que venimos diciendo. Análisis y descripción de las novelas 141 La primer a de ell as es El reino de Chundarata cuya primer a edición es de 1928, a car go de la col ección Los Nov eli stas. La hemos dejado aparte en nu estro com e ntario, por se r el único tex to en el que encontramos una verd ade ra crítica al panor ama cult ural de la époc a. Esta crítica se fo cali z a en el mund o de los espectáculos, y al contrario de lo que sucede en otras ocasiones, no se trata de un ataque circunst a ncial y ane cdóti co a este ámbi to, sino que se da de manera conti nuada a lo largo de toda la novela. Sin embar go, el procedim iento crítico ser á el mismo que le car acte riz a: el dista nciamiento. Carr ere tien e dos man eras de logra r este distanciamien to, aunque a veces puede n aparec er de form a combi nada: el humor y la ironía, como ya hemos apuntado, y la creació n de mundos o personaje s ficti cios 4 7 . En el caso de El reino de Chundarata , aunque enco ntramos cie rtos brotes de humor, emplea principalm ente el se gund o procedim iento mediante la creación de una repú bli ca ficti cia a la que llama ?urdania, caracteri?ada por ser una ?peque?a república aislada del resto del mundo, que aún tenía gloriosas tr adiciones, y vivía en un prese nte absoluto de embrutecimiento ?…?, ?a ?aja ?urdania no es precisamente un paisaje geogr?fico, para que el lector no se canse busc?ndolo en el mapa?4 8 . Sería, tal y como él dic e, un luga r dentr o de una gran ciudad, un espacio imagin ario del que se sirve par a refl ejar y criticar lo que en reali dad estaba ocurri en do en Madrid: los cambi os (que él consider a em pobrecim iento) y moderniz ación en el panorama cult ural. De este modo, crea va rios gr u pos sociales qu e encarn ar án el conflicto de la novel a: los Faran doli os: grupo de empr esarios, críticos de espectá culos, comedió gr afos y demás gente rela cionada con el mundill o del te atro y lo s nego cios, Los Chundarat a: compañía (o aso ciació n de compañías) de actor es enca r gad a de todas las repr esenta ciones que se hacen en Jurdania, la gente del cir c o: los bohemi os, únicos interesados po r el verdade ro arte, y el vu lgo. El prot a gonist a de esta novela será Lanz a rote, un jov en bohe mi o que lucha contr a los cambi os que se est án dan do en el mundo de los esp ectáculos, cam bios ante los que defien de nuestr as tradicion es, y lu cha también contra el embrute cim iento del público y el monopolio de los empresarios. Carrer e se sirv e de Lanz arote para vehicular su crítica sobr e este panorama y de tod os los aspectos relacionados con él. 47 Otra novela en la que se desar r o lla una fuer te cr ítica so cial y se e mp lea este mec a nis mo es El embajador de la Luna. 48 ?milio ?arrere, ??l reino de ?hundarata?, Los Novelistas , n.º 8, 1928 , p. 5 . Análisis y descripción de las novelas 142 Por otra parte, Carr ere que siempre ha tenido un a sensibi li dad espe cial par a dete ctar las transforma ciones que va ex perimentando la ciuda d o la sociedad en sí misma, en El reino de Chundarata nos advie rte, en primer lu gar, que nuevos espectáculos com o el charlestón o las variedad es van despl a z ando los nuestros: - ¡E sta mo s en un lod az al! Se ha per d ido el arte de rep r esentar co med ias. - ¿T e acuer d as de lo que lla m ab an el Gé ner o Ch ico ? Pues aho r a resu lta un géner o ta n grand e que a tod o s los far and o lio s les está a ncho . - T ienes r az ó n. Aho r a ya no ha y quie n ha ga La revoltosa , ni La verbena… - ¡P ues no has d icho nad a! - T o d o s los có mico s so n tarta m ud o s. - ¿E sta mo s e n la hora de La caraba ! - ¿Y del gé ner o grand e? ¿Quié n tiene ya lad o izq uier d o par a sentir el teatro ro mán tico ? - Ni aco r d ar se de eso. Aho r a lo que priva, a lo sumo , es el gé ner o de co med ia co mi ner a, dramat ur g ia de a ma de gob ier no y zap atillas de orillo . T o do mu y a ras de tierr a, par a la men talid ad de las ni ñas charlestón y de los pollo s chanchullo . 49 Y aún en un punto más elevado de cla rividen cia, Carre re les amen az a con otros cambios que lle guen a ser más determinantes: Y escuchad lo que os digo : dentr o de cinco año s no existir á el teatro. Esto ?q ue es el cine mató gr a fo - matar á a aq ue llo , que es el tablad illo de la far sa clásica. Con tr a el cine sólo tenéis la defe nsa de la pa lab r a y del pen sa mie nto cince l ad o s en arte y poesía. Per o ¿q ué ente ndéis vo so tr o s de es o ? ¡Reve ntar éi s co mo Arp avie j a! 50 P ero ce ntrándos e de nuevo en el mundo del teatro y, a raíz de estas transformaciones , Lanz a rote/C arr ere critica el gusto del vul go: La nza r o te, viend o aq uél púb l ico idio ta, rec or d ó el poema en pro sa de Baud elair e El perro callejero . Era un per r o astro so y vagab un d o a quien e l poeta acar iciab a y ofr ec ía manj ar es delica d o s, que el c an rec haz ó co n un gr uñ id o , par a irse a gul u s mea r co n sen sualid ad en un mon tó n de inmu nd icias. 49 ??l reino de ?hundarata?, p . 7. 50 ??l reino de ?hundarata?, p . 35 . Análisis y descripción de las novelas 143 - As í es el púb lico ?p ensó - . Lo más acer tad o par a que no s la ma los pie s es ofr ec er le un festí n de basur a. 51 En este caso, como pod emos ver, la crítica est á ex enta de humor. No obstante, no se trata de una crítica gratu it a, pues Car rer e, qu e no salvar á a nadie, culpa a los escritores de estos nuevos géneros d e l a falt a de cult ura del pu e blo: E s fue r te co sa y cla ma al cie lo que en es ta rep úb lica ha y an de hac er se rico s co n la plu ma prec isa me nte los a nal fab eto s. Po r nuestra c ulp a reb uzna y co ce a el pueb lo , po r q ue el tab lad o de la far ánd ula es la for ma li ter ar ia que más in fl u ye e n las co stu mb r e, y voso t r o s, co n vue str o inge nio de bur d el y la gro ser ía de vuestra s ma ñas, hab éis co nver tid o en letri na los esce n ar io s. 52 E introduciendo el posib le debate ex ist ente en los caf és de la époc a sobr e qué lu ga r debían ocupar los empres arios, da voz a este gr emi o: - ¡ Valie nte tab ló n ! - ?? la música es m?s larga que un día sin pan? ?l público quiere números alegres… - Y pegad izo s - gritó Lanza r o t e de Cha mb er í - ; me sé de me mo r ia tus tóp ico s Maese Amico ne sas. ¡Q ue el p úb lico quier e tal o cual co sa !. . . ¡P o b r e del artista que e scr ib e al dictad o de ese monstr uo de cien mil patas! No deb e mo s nu nca descend er ha sta la canalla, si no tener la magi a su ficie nte en nue str o ar te, par a co nseguir que la muc hed u mb r e ascie nd a has ta nue str a me nte o ha sta nuestro co r az ó n. - P er o el púb lico paga no que ?a con su dinerito… - Se le ed uca , que es la misió n trascend en tal de todo s los ar tistas. Ha y que elevar la sen sib ilid ad ar tística de los pueb lo s. - El e mp r esar io es un co mer cia nte y no un pro feso r de estética. - El e mp r esar io no tiene der ec ho a e nve ne nar el gusto de la ge nte. Esto eq ui vald r ía a auto r izar a un lec her o a vend e r leche agr ia y al carn icer o a vend er car ne po d r id a. 53 Vist os los pobres ar gum entos con los que se def iende el empresa rio, no es nec esario decir de qué lado está Carrer e. Estas inte nciones de cult uriz ar al pueblo me diante el teatro, 51 ??l reino de ?hundarata?, p . 30 . 52 ??l reino de ?hundarata?, p . 18 . 53 ??l reino de ?hundarata?, p . 32 - 3 3 . Análisis y descripción de las novelas 144 y la def ensa del art e qu e ex ponemos a conti nua ción, son los argumento s que podemos encontra r más afin es en estas seis novelas a los presupuestos de el evar el arte a un ide al aristocráti co que se defe ndían en los manifiestos bohemi os y de los que Lanz arote se hace car go: ??lo pens?is en cobrar? ?am?s se os oye decir? ??stoy escribiendo una obra en que pongo todas mis aspiraciones de arte?, sino que rumi?is? ??e est? saliendo una c sa que va a dar diner o a espuertas?? ?on?ertís todos los ?emplos del ?deal en pla?as de ab asto s, mer ca ch if les sin a l ma. Yo os desp r ec io y me voy por no resp ir ar más e sta at mó s fer a deleté r ea que ma na de vuestra s co ncie ncias. 54 Nos muestra también Car rere cómo la crític a está vendid a: - ?…? ??ué, ?amos al ?entiderillo? ?omaremos café y haré la crítica para el peri?dico? - ¿Y qué vas a dec ir ? - T o ma, lo mis mo que tú: que es una co sa alegr e y pega d iza. Lo s mi s mo s lugar es co mu nes d e tod o s los días. - Ver d ad er a mente - gru ñó Am ico nesas - . N ues tr o oficio es triste par a los que so mo s j ur d ano s. ¡T engo unas ga na s de pod er dec ir lo que siento ! 55 Lanz a rote, frente a toda esta or ganiz ación cor ru pta de comedió gra fos, empresarios y críticos, que tienen mon opoli z ado el mercado, ha rá todo un discurso a fa v or del art e, de l a educa ción del gusto del pueblo por medio del mismo y del despot ism o en l a ele cción de los espectá culos. Aunque finalm ente acab ará con un profundo desen gaño al ver que no puede erradi car el avan ce de los nuevos espect áculos. Si comparamo s esta no vela con las ot ras come ntadas y con la que an ali z aremos a conti nuación, podemos comprobar que ha y en ell a un discurso mu y di fer e nte en el qu e se aparc a un poco el humo r a favo r del compromis o con la socied ad y con un arte qu e se considera de cali d ad. El reino de Chundarata es una obra qu e, aunqu e pe rtenecient e a la bohemi a, porque el con f li cto sigue siendo el mismo que en las ot ras nov elas, se pr esenta más profunda que en los otros ejemplos, al defen der un ideal y ap arta rse de la picar esc a y 54 ??l reino de ?hundarata?, p . 19 . 55 ??l reino de ?hundarata?, p . 8 . Análisis y descripción de las novelas 145 del ch ist e fácil . Una de l as pocas en las que, aún usando tópicos comunes en su novelí sti ca, Carrer e refleja una reali dad ante l a que opon e y defiende su visión. Sin embar go, lo que result a verdad er amente contradictorio, si tenem os en cuenta los propósi tos bohem ios, es que Lanz arot e/C arr ere no aporta nuevas ideas para mejora r los espectác ulos, no propone una renovación construct iva, sino que adopta una posición conserv adora, casi reaccion aria, al aferr arse a las viejas tradiciones teatrales. Este ejemplo, muestra la confusión de Carrere ante los supuestos ideale s bohemi os, puede ha ce r se ex tensibl e a otros es cr it ores de la época y prob arnos la inad ecuad a asim il ación del modelo . Al mismo año, 1928, y a la misma colección, Los Noveli stas, aunque publi cada unos meses más tarde que El reino de Chundarata , pertenec e la novela Los garduños de Madrid , que conoce rá una se gun da edición en 1932 con el títul o de El suicidio de Blas del Dueso . El año de 1928 es un a fecha mu y ta rdía ya par a la apari ción de un a novela sobre este tema. Sin embar go, el tex to es mu y int eres ante porqu e Carre re retro ced e hasta 1912, año en el que, en su opinión y debido a los cambi os de Madrid, muere el verd a dero espírit u de la bohemi a, y el autor, par a distancia rse definiti vamente de este t ema y de es te mundo, nos presenta un grupo de bohemi os contra los que car ga, más qu e nunca, las tintas de su maquinaria crítica, y lo hará desd e el humor y la burla tomando escenas y personajes reales a los que sati riz a y ridic uli z a en todo momento. En Los garduños de Madrid nos presenta una rec re ación un t anto t orcida sobre cómo sería en Madrid la vida de los b ohemi os. Blas del Dueso ser á el cabecil la de un a co fradí a de bohemi os qu e no tienen oficio ni beneficio, aunqu e pare ce n seguir vinculados al ar te. Cuando esta cofradía de bohemi os, se entera de que el concurs o literario en el que han participado (organiz ado por el caf é que frecu entan) está amañ ado, reac cionan de l a sigui ente manera: Y la gre y de mele nas y chap e o s ab o llad o s quiso hac er un a cto de pro testa ro mp ie nd o los cr istales y volca nd o los rec ip ientes de la lec he y del café. Más de vei nte po etas lírico s invad ier o n el tup i de la Corr ed er a, pro fir iend o so nid o s inco her e ntes y gutur ale s. Lo s er ud ito s sup o ne n que est a fue la pri mer a man ife stació n de la poesía van g uar d ista en Esp aña. Asustad o el cafe ter o , ofr ec ió un café co n med ia vitalicio a los jefes del mo vi mie nto , y así pud o evitar se un día de luto y der r a ma mie nto de sust ancias ali me nticia s. Desde ento nce s el tup i de la Corr ed er a fue el Ho gar de la Bohe mia co n e l que soñab a Er nesto Análisis y descripción de las novelas 146 B ar k, aq uel po laco de melena de estop a tan pop ular en la literatur a and ante de aq uella ép o ca . 56 En esta novela son numerosas las ocasiones en l as que los poetas son vistos no sólo como parásit os, sino que son rebajados a la condición d e sabli stas y puest os al nivel de la gent e del hampa: Desd e que fuer o n des ter r ad os del cafetí n de la Corr ed er a, los piruetis tas a nd u vier o n disp er so s; só lo a las 2 de la mañana se reun ían e n la Puer ta del Sol, lonj a de sab listas y atala ya co ntr a la bolsa d el próji mo . - Esta mo s fuer a de nuestro ce ntr o - dec la mó Blas del D ueso - . Necesita mo s un ca fé que sea cuar tel de nuestra s op er ac io nes. - ?ero es que como cuando caemos en alguno se cierra antes de los treinta días… - Ya sé que se ha co r r id o esa patr aña sup er st i cio sa entr e el gre mio de los ca mar er o s. Sin e mb ar go , yo sé de uno dond e no se ne gar án a ser vir no s, po r q ue aú n no nos co no ce n. El ?ercantil…57 P ero este reb ajamiento puede lle ga r a ma yor es. En otra ocasión, cuando uno de estos bohemi os es convidado a una ce na de aristócr ata s para que sirva nota de color a tan serio evento, el asunto deriva a tal punto, que todos lo s comensales te rminan arrojando comi da por el balcón a su amigo Argamasil la, bohemi o veterano de otras novel as, quien le espera en la call e como u n per ro : Al mirar a la calle vio có m o Ar ga ma silla se li mp iab a el rostr o , po r do nd e co r r ían hilillo s de azúca r tos tad a y c ho r r eo nes de hue vo , co mo un c hico go lo so que hub iese hu nd id o el hocico en una fue n te de natillas. No ha y que dec ir que la cond ucta de l os tro taca lles fue mu y cen sur ad a po r el maître d´hôtel . Per o ello s no se dign ar o n a co ntestar le. Al ho me na j ea do le exp licar o n la triste situac ió n de Arga ma silla, y e l duq ue literato , tras de oírles, se dirigió al balcó n y le arroj ó do s dur o s. Mucho s co men s ales le imitar o n, y Arga masi lla, co nver tid o en Dá nae , rec ib ió aq uella lluvia de plata exhala nd o ag ud o s alar id o s de felicid ad . 58 56 Emilio Car r er e, Los garduños de Madrid . Refer enc ia tomada de su reedici?n de ???? ??l suicidio de ?las del ?ueso?, Los Novelistas , nº 33, 193 2 , p. 8 . 57 ??l suicidio de ?las del ?ueso?, p . 13 - 1 5 . 58 ??l suicidio de ?las del ?ueso?, p . 27 - 2 8 . Análisis y descripción de las novelas 147 En esta nov ela se evo car án ad emás numerosos luga res y episodios que so n tomados de la vida real, como por ej empl o el tupi 59 de la Corre dera, el café Mercanti l, el timo que Blas del Dueso le hac e a Pue yo al final de l a novela, qu e es una recre ación fi cti c ia, más o menos aprox im ada, de lo qu e ocurrió con La torre de los siete jorobados (lo co mentaremos más adelante), o el episodio en el que Pedro Luis de Gálvez se pasea con el cadáver de su hijo recién nacido en una caj a pidiendo dinero par a s u enti erro. Incluso harán su apa rición por estas páginas person ajes reales como Joaquín Dicenta, Feli pe Tri go o el edit or Pue yo, en cu ya librerí a siempre rob aban los bohemi os: E l libr er o y ed ito r Grego r io Pue yo te nía su co vac h uela en una rinco nad a de la calle de Meso ner o Ro ma no s. Cua nd o los bo he mio s entr ab a n en el chiscó n del ed ito r , cualq uier a que fue se el nego cio que les lle vase, al mar c har falt ab an i nd efec t ib le me nte var io s vo l ú me nes de la anaq ueler ía. El mod o mister i o so de hur tar llegó a ser un a rte y una maner a se g ur a de viv ir . 60 La novela, t ras hab er rel atado las dive rsas es cena s de la vida de bohemi a del grupo de personajes (a cu al más cruel) que l a prota goniz a n, y para quie nes la boh emi a ya no es un ideal sino una coart ada, t ermina con el fin gido sui cidi o de Du eso par a obte ner dinero, y la desapari ción de los bohemi os a causa de los cambi os sociales (pero no co mo consecuen cia de que cono ciera n nin gu na clase de éx ito o trabajo): B las de Dueso no mur ió . Vi v e la vid a co r p o r al po r esos and ur r iales de la mala vid a. Lo s de má s co mp i nche s ha n d esap ar ec id o . Se diría que su amb iente nat ur al, co mo es el agua par a los bes u go s y el ai re par a los vence j o s, er a la at mó s fer a enr ar ec id a de los viej o s cafés del bar r io de la univer sid ad . La pia no la de los bar es les puso en fuga, o a caso han na u fr agad o bajo los divane s y las cafeter a s ro tas en aq uello s estableci mie nto s que ha hec ho desap ar ec er la Gran Vía. De la bohe mia del año 12 sólo se ha salvad o la pinto r esca catad ur a de Blas d el Dueso el jer ifalte de la vid a co nte mp o r ánea . 61 59 El tupi era un tipo de cafeter ía peq ueña y ráp id a que se pus o mu y de mod a en el Mad r id de los año s vei nte, en el que los clie ntes to mab an el café se ntad o s alred ed o r de la bar r a. 60 ??l suicidio de ?las del ?ueso?, p . 48 . 61 ??l suicidio de ?las del ?ueso?, p . 62 . Análisis y descripción de las novelas 148 Indud ablemente, en el añ o 28 Carrere ya está can sado y por en cim a de est a le ye nda de bohemi a que le persi gue , de esta etapa de su vida que ya superó hac e largo tiempo, y de auspiciar a todos los supuestos poetas que siguen acudiendo a su casa en busca de su ayud a o le persi guen en los caf és, y decide sepa rars e de este mundo, cerr ar el tema esc ribiendo una últim a novela en la que logr a el ma yor dista nciamiento y rech az o del mismo. Aunque parec e que sus co ntemporáneos no lo entendi eron así. Estrechament e vinculada a este universo de boh e mi a y par alelament e a él, se desarroll a en España la novela de tema de golfemia . Ambas cate gorí as tienen vari os elementos en común: comparten tiemp o y espa cio: su acción sie mpre se ubica en el Madrid de principios del siglo XX y, lo que es más importante, el conflicto es bastante semejante: la lucha por la vida. Pero lo que en l a novela de t ema de bo hemi a va apa rejado a esta lucha por la subsistencia y la ubicaci ón de uno mismo, que es la conquista del éx it o, en la nov ela de tema de golfemi a, no se produce. Por lo tanto, lo que en contramos es la co nstrucción de un mundo semejante al de bohemi a, pero pobl ado p or gente del hampa qu e no tiene nin gún tipo de vinculación con el mundo del arte ni as piración al reconocim ien to, o, si los han tenido, fue en un pas ado con el que ya no cone cta n: A los ci nco año s de estar en Mad r id se hab ían desva nec id o sus sue ño s ar tí st ico s y sólo se ocupaba de ?i?ir? ?l poeta e?treme?o fue pronto un ?piruetista, un na?egante? del tur b io océ ano de la Puer ta del Sol, buzo de las clásicas d o s p esetas, a nd and o a la hus ma del café co n med ia, gran pes ca d o r de literato s amer icano s de los que en tod a épo ca circulan po r nue str as rúas, grand es pec es si n esca mas co n muc ha plata sob r e los riño nes y co n al g uno s libr o s de ver so s escri to s e n una nue va j er igo nza co mp ues ta de gabacho, de guatemalteco y de castellano ?…?? ?omo todo buen ?na?egante?, enc a minó su des med r ad a perso nilla hac ia la acer a del Oriental, en la Puer ta del Sol. ?ran las doce del día? ?a hora propicia para ?operar??62 El único medio de subsist encia de estos person ajes será el timo y el sablaz o a los adinerados, el relato de estas act uacion es construi rá el cu erpo de la novel a. Pero Carr ere es 62 ?milio ?arrere, ??a cofradía de la pirueta?, en La cofradía de la pirueta , Mad r id , Renac imie nto , sf , p. 20 - 2 1 . Análisis y descripción de las novelas 149 perfe ctamente cons ciente de que el mundo que está recr eando pe rtenec e a la falsa bohemi a, y así se lo h ace ver al le c tor: ?ay que di?idir la energía en buscar dinero, en ?operar?, en atacar a los transeú ntes, par a tener der ec ho a sentar se ante el ma ntel de un fi gó n, y desp ués del co nd u mio , co n la ener gía reser vad a, traz ar el artificio de una novela o dej ar ped ac ito s lumi no so s de co r az ó n entr e los renglo ne s de un soneto . Si no, de la bohemia litera r ia se desciend e a la gallo fa, y en vez de un cab aller o bo he mio , que lleva en sus ho mb r o s el penac ho de su idea l y el opti mis mo de su juve nt ud , se es sola men te un ha mp ó n vul gar o un sab lista mene ster o so . Ata ul fo hab ía per d id o la co stu mb r e de escrib ir ; lo q ue p ensab a y lo que se ntía no pod r ían j amás hal lar una fo r ma literar ia. Era el frac aso antes de emp ez ar . 63 Tambi én como vemos en este ejemplo, los lími tes entre el hampa y la bohemia apare cen difusos en l a novela de golfemi a. Por otra parte, este mundo est ará muchísimo más cerc ano a la prosti tución que al de la bohemi a. Por ejemplo en La cofradía de la pirueta , Ataulfo se alí a con Lola, prosti tut a de lujo a la que desea, para timar a un rico empresario, o en La conquista de Madrid , Argamasil la mantiene una relación con una prosti tut a que le abandona porque no tiene dinero. El mundo de la prosti tución con el que suele alt ern ar el hamp a, apare ce recre ado de una manera bastante reali sta, ya que nos habla de los tipos de prosti tut as, de las diferentes clas es que lo frecuent an y de los problemas que hay, pero apar ec erá des arroll ado con más prof undidad en las novel as de tema de la prosti tución. Otro ámbi to que Carre re refleja con bastante real ism o, más que en las novelas de tema de bohemi a, es la brutalidad en el t rato entre la gente del hampa, este trato se ex ti ende entre ami gos o en la fami li a, p ero en est as ocasiones no empl ea el distanciamient o: - Se ño r Mig uel: que aq uí e stá su chica de usted . Una ni ñita rub ia, co n las ro p as mu y hu mild es y muy vi ej as, co n las li vid ec es del ha mb r e en la cara, se acer có al jugad o r . - Dice mad r e, que a ver si baja usted , que no vaya a per d er tod o el jor nal, que ya sab e usted que las estamos pasando… 63 ??a cofradía de la pirueta?, p. 5 2 . Análisis y descripción de las novelas 150 E l j ugad o r se puso ro jo de ira y de ver g üenza de que los de más sup ier an su s an g ust ias ho gar eña s, y cre yó de muc ha ho mb r ía resp o nd er brutal me nt e a la inge nu id ad infa ntil : - ?ile al ?penco? de tu madre que haré lo que me dé la gana? ? tú no ?uel?as a subir porque te estrello… La niña se fue ca si llor and o , co n sus ves tid o s raíd o s, su s oj er as vio láce as y sus alpargatas destro?adas…64 Tambi én estas novelas reproduc en con bastan te fideli dad el len guaje del hampa, ofreci éndonos no solam e nte el variado léx ico de esta jerga, sino tambi én la viveza de sus diálogos: ?os compinches eran ?el ?abato?, ?el ?ante? y el que hacía de banquero? - ?ú no tienes m?s que apuntar a la descargada, pero no seas ansioso… ?un punto perrero? y nada m?s, no ?ayan a oler que ??as a la oreja? y adem?s no seas ?prima?era? y te ?ayas a colar por los entreses? Ata ul fo Ro ld án pro metió se gu ir el co nsej o al pie de la letra. 65 Al igual que ocur ría en las novelas de tem a de bohemi a, Carr ere s e distancia de los personajes que crea y la s situaciones en las que se involucran, mediant e el humor y la ironía: Desp ués de co mer , Ar ga ma s ill a se iba al Co nti nenta l, se fumab a un pur o , leía los per ió d ico s y pen sab a en q ue él hab ía venid o a co nq uistar Mad r id . Después dab a una vuel tecita, co nte mp la nd o a las muj er es bo nitas, aunq ue só lo se atrevía a galantear a las moza s de ser vicio , po r ser un va r ó n tí mid o y mod esto de as p ir ac io nes. - ¡C uid ad o , qué criad as más es tup end as ha y e n Mad r id ! - exc la mó un día y este fue uno de los má s trasce nd entale s des cub r i mie nto s de su vid a. Así pasar o n los tres pri mer o s mese s. El cated r ático so lía pr egu ntar le po r la ma r cha de sus po mp o so s pro yec to s, y Ar ga ma silla le resp o nd ía qu e mu y pro nto hallar ía el ver d ad er o cami no . Despué s t o mab a la send a del ca fé. Co mo vei s, Arga mas illa hab ía venid o de su pueb lo p ar a co nq uistar los di vane s del C onti ne ntal. 66 J osé Esteban y Anthon y Zahar eas reali z an un estudi o sociológico de la bohemi a en Fran cia y su paralelo en Españ a. Si apli c amos este estudi o no a la bohemi a como 64 ??a cofradía de la pirueta?, p . 56 . 65 ídem , p. 54 . 66 ??a conquista de ?adrid?, p . 261 . Análisis y descripción de las novelas 151 movimi ento porque, ya dij imos que no ex istió, sino a la bohemi a como t ema lit erario, quiz á podamos esclare cer de dónd e viene el hecho de que nuestra bohemi a litera ria ha ya sido en muchos casos tan mal comprendida que llegara a degener ar hasta sumirse en la decaden cia dando lugar a la no?ela de golfemia o, en palabras de ?arrere ?falsa bohemia?? En opinión de estos crític os, los protagonist as de la bohemi a del modelo francés se rían jóvenes ansios os de cu lt ura, inquietos e inad a ptados que fo rmarían un proletariado intelectual, es cépti co y revolucionario en el plan o artíst ico, mientr as que en nu estro caso encontra ríamos jóve nes inquietos, provenientes principalm ente de la peri f eria, melenudos, desver gonz ados y golfos cu ya lucha artíst ica resi diría en el insulto y la provocación. Esta vida de bohemi a que en Fran cia se des arroll arí a en núcleos urbanos, en lo s bulevares y en las tertul ias de los cafés , tendría sus espa cios en España en las call es, entendidas estas como ?centros de operaci?n?, la ?uerta del ?ol o las redacciones de los peri?dicos, lugares casi siempre maquill ados de pobrez a y miseria. Mientras que los boh emi os del modelo francés s e car acte riz arían por pon e r en tela de juicio la reli gión, la propiedad y el arte, su contra partida española lo haría por un maldecir contí nuo, el abuso de la chism ogr afía y la recurr e ncia al ane cdotario. Y en tanto que en lo refe rente la fun ción de esta bohemi a sería ac ab ar con la repr esión cult ural prop a gando nuevas ide as, en nuestro caso encontra ríamos la idea de mode rniz ar Espa ña, levant arla del desastre (en refer encia a la crisis del 98) y las inte nciones de cr ear un arte nuevo que, en la mayoría de los casos cristali?aron en ?sue?os ?anidosos de gloria?6 7 5.2. Descripción de las novelas LA TRISTEZA DEL EPÍLOGO, 1909 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: de ex tracción baja Conflicto: La lucha por la vida, la conquista del éx it o y des en gaño an te el amor y la bohemi a. 67 Véase en José Esteb an y Ant ho n y N. Za har ea s, Op. Cit. , el esque ma que inc l u ye n al final del volu men, pp . 23 4 - 2 3 5 . Análisis y descripción de las novelas 152 Argumento: La nov ela comi enz a con las andan z as de dos bohemi os por las call es de Madrid con la espe ranz a de vend er un libro s u yo. Una noche, Rubín 6 8 conoce a una prosti tut a, pero son deteni dos por la policía junto con otros hampones. Él y su amiga acab an en el mismo calaboz o y se enamor an. Se van a vivir juntos, Rubín comi enz a a trabajar en un periódico donde triunfa con sus artículos incendia rios, pero ell a es mu y caprichos a y él se obligad o a trabaj ar mu cho. Es enc arc elado nu evamen te a causa de un artículo su yo. Ameli a, s u novia, conoc e a un co merciante qu e pa ga sus caprichos y se va con él. Cuando Rubín sale de la cár cel va a vi sit arla pero no es recibi do. En el últim o capít ulo de la Novel a, se nos descubre que Ru bín finalm ente conquistó el éx it o como escritor, pero se siente pr ofundamente des en gañ ado ante la vida de boh emi a y el amor. EL POEMA DE DON URIARTE69, 1911 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Baj a, bohe mi os Conflicto: La luch a por l a vida y la conquista de l a fama. ?rgumento? ?on ?riarte es un fil?sofo e?céntrico y bohemio que intentaba componer ?el m?s e?celso poema?, adem?s de deshacer agra?ios y sal?ar damas? ?i?e di?ersas a?enturas y un a no ch e, intentando escapa r de la acusa ción de un robo, cono ce a Do n Alberto Sim ón, quien trataba de conquist ar la fama con sus dram as, pero es un fracaso. El autor se vuelve loco y mue re. Un dí a, el novio de Lu cil a, de quie n Uriarte está en amorado , decide que esta harto de la vida de bohemi a y regresa a su puebl o, donde no se hará artis ta, pero tendrá el estóm ago lleno. Don Uri arte se hace responsable de Lucil a. El hambre y la miseria en que 68 Par ec e que, a la hora de crea r este per so naj e, Car r er e se ins p ir ó en su pro p ia per so na y en sus e xp er iencia s so ciale s, po r ello se sentía pro fu nd a me nte iden tific ad o co n él. Seleccio na mo s alg u nas a fir mac io ne s que e l autor?narrador hace en la no?ela? ??ara agradar a ?ubín había que in?entar una nue?a fauna social? ?ara ma yo r tor me nto go za de una a br u mad o r a po p ular id ad . Él sab e que esta pop ular id ad se deb e má s a su pip a, a su c hali na y a las co sa s que de él se cuenta n que a su mérito literario? ?…? ?eía a sus hijos y había que b usca r la vid a co n e l ap r e mio de lo inap laza b le. Aho r a te nía que escrib ir co n o si n gana s, vencie nd o el ted io , el malestar, prescindiendo de los moti?os íntimos de la propia ?ida…? 69 Al par ec er el per so naj e de Don Uriar te esta basad o en una per so na rea l que so lía frec uenta r por esta épo ca el café ?ercantil, lugar donde lo conoci? ?arrere? ??i?ía con la continua preocupaci?n de escribir una gran obra que había de lle?ar por título ???ué es lo que le pasa a un hombre después de muerto??, sin duda estaba influenciado por una pe?a de espiritistas que allí también tenía su sede?, en ?eocadio ?ejías? E mi lio Car r er e el No vio de Mad r id , ??l ?uento ?emanal y la editorial de ?illa?icencio?, cap . XXIX , Madrid , 19 5 2. ?arrere le dedica otras composiciones como ??l poeta ?irlo? publicada en El dolor del la literatura. Análisis y descripción de las novelas 153 vive la mu chach a la en fe rman, y el po eta d ecide tr abajar par a s alvarl a, pero lo que consi gue no es suficiente y Lucil a muere. Tras esto, Uriart e la inspiración nec esari a para su poem a pero decid e no esc ribirlo. LA COFRADÍA DE LA PIRUETA, 1912 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: De ex tr ac ción baja Conflicto: La lucha po r la superviven cia lleva a los personajes a en gaña r conti nuamente a conocidos y descono cidos. Pero ellos tambi én serán engañados. Argumento: ???????????… Es una de las novelas más conocida y reedit a das del autor. En ell a n os pinta la ?ida de bohemia o, mejor, de la ?falsa bohemia? tal como declara el autor? Un grupo de cofr ades y pirueti stas del timo se dedican a en ga ñar a cono cidos su yos con ma yor poder adquisit ivo, e incluso a des conocido s mediante elabo rados y diverti dos timos. Un día aparec e una rubia (arqueti po de mujer fatal) por la que Ataulfo, el protagonist a, siente grand es des eos sex uales. Se hace dependi ente de ell a, comi enz an a tr abajar juntos. Él desea poseerla, y una no che la fu erz a, pe ro en el momento del acto , la est ran gula y muere. Ataulfo hu ye con todo lo ganado esa jorn ada, pe ro un ami go su yo lo en gaña, lo rob a y lo denuncia a l a policía por el asesinato. LA CONQUISTA DE LA PUERTA DEL SOL, 1913 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX C lase social: De ex trac ción m edia - baja Conflicto: El intento de conquistar la capit al pa ra l ogr ar la fama y su consi guiente fracaso. Argumento: Pedro Alonso de Ar gamasil la es un joven de Provincias de asc enden cia hidalga, aunque de poco dinero, que se t rasl ada a Madrid con l a intenció n de hac er fama. Los primeros meses per manece en su habit ación de alqui ler ju gando a los naipes con otros cofrad es, sus vecinos; un falso cu ra y un falso catedráti co. La mue rte de uno de sus amigos hace rea cciona r a Pedro y deci de l anz arse a la conquista de Madrid. Pri mero prueb a con variados inventos que result an ser un fracaso. Después decide ser dramatu rgo, aunqu e esto Análisis y descripción de las novelas 154 tampoco funciona. Un día se reencu entra con un antiguo paisano y su mujer. Le piden que les enseñe la ciudad. Lui sa, la mujer, se le insinúa conti nuamente, tienen varios encuentros amorosos y finalm ente s on descubiertos por su marido. Pedro, sin nada m ejor que hacer en Madrid y debido a su f ra caso en todo, de cide r e gr esar a su pu eblo. BIENAVENTURADOS LOS MANSOS, 1916 Espacio Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: De ex trac ción m edia ?onflicto? ?n hombre honrado acaba descendiendo ?al arroyo? debido a los maltratos de su muj er y a su propia cob ar día. Argumento: Claudio est á casado con Bla nc a y viven en la casa de sus suegros, pe ro son como dos descono cidos. Mientras Claudio se m ata a trabaj ar, su muje r y su suegr a se dedican al lujo, además ambas son infieles a sus maridos en su propia casa. Además los ex prim en y los tratan co n despre cio, Claudio y Palom o, su sue gro, deci den ab andonar la casa, llevándose al hijo pequeño. Pe ro a Claudio también le han ech ado del trabajo, por lo que finalmente los tres ac aban vivi endo como m iserables junto con otr a gente del hampa. AVENTURAS EXTRAORDINARIA S DE GARCÍN DE TUDELA, 1919 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: De ex trac ción baja Conflicto: El intento de conquistar la capit al pa ra obtener fama y su consi guiente fracaso. Argumento: Garcín de Tudela es un joven de provincias que quiere ser un poeta famoso y decide tr aslada rse a Mad rid par a conquista r la fama. Una vez all í, la po es ía no le flu ye y se sumerge en el mundo de una fals a bohemi a y el hampa hambri enta. Garcín , a tr avés de sus actos se va enc ami nando al fra caso y a la ?muerte en el arroyo?? ?nfermo por el hambre decide volv erse a su prov incia a trabaj ar en el rest aurante de su pad re y a ilusion arse por las noches, con el estóm a go lleno, en ser un poet a. Análisis y descripción de las novelas 155 LOS GARDUÑOS DE MADRID, 1928 Tiempo: Actualidad, año 1912 Espacio. Madrid Clase social: De ex trac ción baja, tipos de la bohemi a madril eña Conflicto: La luch a por l a vida. Argumento: Se trata de una novela sin una línea ar gumental clar a, con el la Carrer e quiere mostrarnos cómo sobr e viven los que han opt a do po r una vida de bo hemi a. Su hilo conductor es Blas del Dueso, cabe cil la de un grupo de bohemi os que vive de la caridad ajena. Al principio este grupo consi gue subsi stir p resionando al dueño de un ca fé - b ar al que han chantajeado, all í tienen lugar sus reunion es, cuando el dueño cierra el local se ven obligados a bus cars e la vida. Se suced en diversas peripe cias con las que el grupo de bohemi os consiguen al go de comi da pa ra su bsis ti r. Aparec e un per sonaje femenino, Fausti na, mu y avanz ada en el arte del en gaño, q u e conven ce a uno de ell os, Santaló, de qu e coloque una novela sin termi nar a Pue yo pa ra co brar el dinero. Este se la entre ga y despu és se entera de que la ha termi nado un corrector de tex tos quien, a su vez , tambi én ha timado a Pue yo con un tratado fal so sobre astronomí a que Santaló deb e termi na r 7 0 . Un día uno de ell os muere a causa de la miseria y la bebid a. Fausti na y Du eso de ciden asoci arse y reali z ar juntos sus timos. Primero roban libros para lu e go vend erlos y después consi guen un poco de estabilidad en su negocio escribien do letrillas para coloc arl as junto a cos as usadas que compr an en el rastro y las venden como reli quias en un anticuario. Al final, Blas fin ge suicid arse par a ganar un po co más de dinero y el timo les sale bien. EL REINO DE CHUNDARATA, 1928 Espacio: J ordania (repr es tación si mból ica de Madr id) Tiempo: Principios del Siglo XX Clase social: Media - a co modada y baja (repr esent ada por los bohemi os) Conflicto: La luch a por l a conquista del éx it o y por mejorar el panor ama t eatral esp añol 70 Quier o lla mar la ate nció n so b r e este aspec to ya q ue este ti m o co n no velas y tratad o s tie ne una base rea l e n lo ocur r id o co n La torre de los siete jorobados . Análisis y descripción de las novelas 156 Argum ento: En esta nov ela Car rer e desarroll a su visión crítica sob re el panorama teatr al español y denun cia que los nuevos espectáculos de variedad es que se le ofrecen al pueblo no son enriquec edores cu lt uralm ente, sino puramente comerci ales. Sit úa la acción en Jordan ia una pequeñ a repúbli ca, par a most rar una sit uaci ón de tr ánsito en la que gén eros tan tradici onales como la Zarz uela o el géne ro Chico están empez ando a ser desplaz ados por el ch arl estón y el teatro de vari edades. En la novela, m ediante diferentes personajes, p erten ecientes a dife rentes gremios, q ue él invent a pa ra no no mbrar a los r eales, Carrer e enfr enta dos puntos de vista: el arte como comercio y el art e co mo vehículo para enriquec er cult uralm ente al pueblo. El autor se sitúa a favor de último, defendiéndolo mediante su protagonist a Lanz arote, esc ritor de libretos para zarz uela s que no logra encontra r a ningún inve rsor que se los compre y vive casi en la miseria. Lanz arote se enamora de una tiplé que no ha conse guido entrar en una comp añía de te a tr o por no ced er a las ex igencias sex uales de su director. Ambos deciden irse a vivir juntos, pero ell a cae gr avemente enf erma. La nz arote se lanza a la bús queda desesper ada de alguien que compre sus obras pero no lo consigue. Finalment e, ell a muere de inan ición y de falt a de medicamentos, y Lanz arote enti er ra con su amada toda su produc ción, queriendo simboliz ar con ello que l a cult ura ha mu erto. Análisis y descripción de las novelas 157 6. NOVELA DE TEMA GALAN TE ¡Du lces rin co n es d el amo r de los cafés so li tario s! ¡Oh , Margarit a, la ru b ia, y la dra máti ca Amp aro , divin as rimas d e carn e de mi galante b reviario . Café Galante 6.1. Introducción La novel a gal ante, erótic a o sic alí pti ca, como la llamaban en su épo ca, es, al igu al qu e la de bohemi a, uno de los temas más tratados por Carrer e. P ero del mismo modo que ocurrirá con la novela de misterio, el erotism o como recurso esta rá pres en te en gran part e de sus relatos, aunqu e est os no sean de tema erótic o. Así pues, el tema galant e, con un total de dieciséis títul os, sin incluir los seis de la novela de burd el, mu y cercan a a ésta, se pone a la cabez a en canti dad ant e el resto de los temas que Carrer e desar rolla en su prosa, recor demos que su novela de bohemi a, más reconocid a que ésta, con sta de ocho títul os. Sin embar go, este dato no debe resul tarnos ex traño si tenemos en cu enta el gr an éx it o que tuvo el géne ro de la sicali p sis en su époc a, el propio Carre re ha ce alusión a ello en al gunas d e sus novelas: E r a aq uella una breve treg ua en sus and a nza s po r la co nq uista de S. M. El Dur o , nue str o tir ano de tod o s los días. Reb uscó en su bib lio te ca . T enía var ias no vela s sicalíp ticas. Eran libr o s de fác il venta : literatur a a la men t a pip er ita mu y ad ec uad a par a chico s de instit uto y se na d o res vitalicio s. 71 C arlos Fo rtun y, en su en sa yo La ola verde , nos h abla también del éx it o que alc anz aron estas novelas, atribu yend o la introducción del gén ero en Españ a, como cas i toda la crítica, a ?elipe ?rigo? ??elipe ?rigo fue el primero en abordar con ?alentía el tema del amor, estudi ado a la modern a, con una inteli g ente facil idad par a ser ofre cido a la cli entela ávida 71 ??lda?, La Novela Corta. nº 26 5 , Mad r id , 19 21 , p. 6 . Análisis y descripción de las novelas 158 de novelas de índole se?ual?7 2 . El mism o autor, no duda ni un momento en unirse al resto de la crítica liter aria cuando desc ali fica a estas novelas y a sus no veli stas por sus contenidos, consi derándo las como porno grá ficas e infranovelas: P o r tanto , tod a prod ucc ió n lit er ar ia en que se ab o r d e el te ma de la pro stitució n y e n que se defie nd an, e xp o nga n o analice n idea s co ntr arias a la mor al e stab lecid a y por la cual nos re gi mo s, y co nte n ga pasaj es ob sce no s, deb e ser co nsid er ad a po r no gr áfica, y su a uto r , po r nó gr afo , puesto que escrib e a cer ca de la pro stitució n y es au to r de obr as po r no gr áficas. ?…? ?o que no puede admitirse es que un autor reclame para sus producciones p o r no gr áficas las mi s mas co n sid er ac io nes de la crítica y el púb lico que si se tratara de obr as ho no r ab les. Por q ue una co r tesa na po d r á ser ad mi r ad a po r su bellez a; pero de eso a exigir ser esti mad a co mo una muj er ho nesta, ha y un ab is mo . El err o r de alguno s no ve lista s po r no gr áfico s españo le s, ob j e to de este libro de crítica pro fana, es prec isa me nte su desatinad a ob ce ca ció n en no ser catalo gad o s co mo tales… 73 Aunque Carr ere comi en z a a escribir nov elas ap r ox im adamente en 1910, no es hasta 1918 que se adentra en las posibil idades del erotism o con un p rimer títul o El embrujamiento de Pablo Reinol . Sin embar go, no ver emos las car acte rísti cas gene rales con las que el autor ex plot ará el tem a hasta 1922, año en el qu e publica un total de cuatro novelas erótic as inéditas. De hecho, en los años que van desd e esta fech a hasta 1927, que es cuando publica su últim o relato clasificable en este tema, casi todos los títul os inéditos que verán la luz son de tipo galante, esp ecialment e en 1925. Pero, como hemos dicho, esta profusión alcanz a todo su senti do si se la si túa en su contex to, ya que es precisament e en la década de los a?os ?einte cuando las colecciones de no?ela ?picante? tienen m?s é?ito y alcanz an el punto más alto en su desar rollo. 7 4 72 Car lo s For tu n y, La ola verde , Bar ce lo na, Jasó n, 193 1 , p. 10. El sub r a yad o es nuestro . 73 Car lo s For tu n y, Op. Cit., pp. 13 y 14. 74 Ponga mo s co mo ej e mp lo s co lecc io nes de gran t irad a co mo La No vela de Ho y (19 2 2 - 1 9 30 ) , La No vela de No che (1 9 2 4 - 1 9 2 6) , La No v ela Pasional (1 9 2 4 - 1 9 2 8) y otras de rep er cusió n meno r co mo Fru - Fr u, La No vela Picante, etc. Análisis y descripción de las novelas 159 Según Ser ge Salaün la voz sicalipsis ??rocede de ?arcelona donde un director de teatro ignor ante se confu ndió con apocalíptico a la hora de estrenar una obra picante?7 5 . ?unque se?ala que ??a confusi?n con epiléptico ?un esti lo mu y de moda entre las cantantes f ran cesas - sería m?s probable?? ?ily ?it?a?7 6 apunta que el adjeti vo sicalí pti co se populari?? en ???? a tra?és del anuncio de una re?ista ??as mujeres galantes? incluido en el diario m adril eño El Liberal. De esta forma, se cali ficab a ci erta literatur a que no lle gab a a pornográfic a o a algun a s mujeres que eran al go más que elegantes o atre vidas. Lo mismo podemos encontrar en el Diccionario Etimológico , donde se reco ge ad emás que a la confusi?n que caus? la palabra ?epiléptico? se le uni? la de ?sibarítico?7 7 . En nuestra opinión el adjetivo sic alí pti co hac e refe ren cia a pr odu ctos, ya sean literario s o de otro tipo, que se componen de un a dosis de humor y otra de erotism o, siendo la can ti dad de ambos ?ingredientes? ?ariable y al gusto del autor? ?l uso de esta palabra no se restringe únicamente al ámbi to no velesco, sino que tam bié n se ex tendió al gran nú mero de revist as de varied ades que invadi eron el merc ado por aqu ell a época con tex tos e imágenes un poco ?subidas de tono?, y a la producci?n teatral de la época, con producciones como La corte del faraón estrenada en 1910, u otr os espectá culos d e varied ades. La sicali psis , que comen z ó a introducirse en Esp aña en el fin de siglo, gozó de una gr an popularidad y cons umo a nivel literario, durante ap rox im adamente el prim er tercio del Siglo XX. Sin embar go, est e rep enti no interés no se produc e de mane ra fortui ta, sino que contribu yen a su gestación y difusión vari os factor es, entre ell os, señalar emos el avanc e científico y, en concreto, en estudi os sobre anatom ía human a, la pr ensa y el te atro. Los com entamos a conti nuación. El discu rso científico que durant e el Sigl o XIX había reali z ado notables descubrimi entos, a finale s del mismo, enfo ca su punto de vista en la sex uali dad y, dentro de esta, en la fisiolo gía de la mujer. Est as prim er a s investiga ciones dieron l uga r a un a gr an canti da d de tr atados, en l os que la fi gura femenin a apa rec e como fo co pri ncipal, pero qu e ho y en dí a han qued ado a ser conside rados como testimonio de una époc a, ya qu e el lastre 75 Serge ?ala?n, ??pogeo y decadencia de la sicalipsis?? Discurso erótico y discurso trasgresor en la literatura peninsular. Siglos XI -XX. (Myr ia m Díaz - Dio ca r et z co o r d. ) Ma dr id , T uer o , 19 92 , p. 13 9 . 76 Lil y Litva k, Erotismo fin de siglo , Bar ce lo na, Antho n y Bo s ch ed ito r , 19 95 . 77 Joan Co r o mi nas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Mad r id , Gred o s, 19 8 0 , p. 41 9 . Análisis y descripción de las novelas 160 de una moral ri gurosa, tr adicional y censur adora, sobre todo respecto a la mujer, lo s lleva a acusar una car encia m u y alt a de ri gor científico . De este modo, atendiendo a un esquema que combi naba los valores tradicionales con los avances ci entí ficos, el discurso sex ual del fin de siglo se or ganiz ó en torno a la mujer (lo que quedará refl eja do a nivel artístico y literario), pero también se ex tendió al matrimonio, llegando a adoptar en ambos igual tono morali sta 7 8 . Es obligado decir que el objetivo de estos tr atad os sex uales no er a tanto comprend er la conduct a sex ual del se r humano, como do mi narla. Según algunos estudi osos de la épo ca qu e tratamos, lo que se está produciendo realmente en la sociedad es una ?transici?n se?ual?7 9 en la que uno de l os factores que acti varon esta nu eva me ntalidad con respe cto a la sex uali dad es la crecie nte separ a ción del placer y la función genés ica que se atribuían al se xo. Este hecho conll eva que se ind a gue en el aspecto del deseo y del erotism o como tales, así como la búsqueda de formas alt ernati vas de reali z ar el amor. Por tanto, a principios del Sigl o XX, la s investiga ciones científicas en Europa también pusieron su interés en l as pr ácti ca s sex uales que se salí an del coit o normal y le gít im o del matrimon io y que comenz aban a manifestarse en el arte en gene ral pe ro particularmente en l a lite ratura, sob re todo a partir de las anterior es apo rtaci ones de algunos románti cos y dec adentes que conti nuaron por esta línea. La div ersidad sex ual fue contemplada como perve rsión. Es entonces cuand o se estudi an estas condu ctas y se cata logan como aber raciones sex uales por la ma yoría de los médi cos. Quiz á una de las raz ones principales qu e provocó su rech az o fue, además de la cu esti ón de la otredad, que no estaban desti nadas a la conce pción de los hijos, y a la sati sfacción del deseo mediante el puro placer sex ual y esto asust a ba a una moral tradicional que pugnab a para qu e tales prá cti cas no se prop a gas en, una moral hipócrit a que ad optaron muchos médicos par a refu giars e frente al adv enim iento de una nu eva s ex uali dad que combatiría poco a poco aquell as no r mas que la impedían ex p resars e. El tema de las perversiones o el 78 Sirvan co mo ej e mp lo par a es te tipo de estud io s, tít ulo s co mo : Ha velo ck E llis, El sexo en relación con la sociedad , Mad r id , Hij o s de Reus, 19 1 3 ; Juan Bar d ina, Tratado de higiene moderna , Mad r id , 19 12 ; César Juar r o s, El amor en España. Características masculinas , Mad r id , Páe z, 19 2 8 ; Án gel M o n me neu, La ciencia y el arte para vivir muchos años con salud y conservarse joven , Mad r id , T alleres p o ligr áfic o s, 19 27 . 79 Véanse a este re sp ec to los estud io s de Ant ho n y Gid d en s, La transformación de la intimidad: sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas , Mad r id , Cáted r a, 19 9 6 y Lil y Lit va k, Erotismo fin de siglo , Bar ce lo na, Ant ho n y Bo sch, 1 9 9 5 . Análisis y descripción de las novelas 161 ?erotismo refinado? como algunos dieron en llamar, fue también abordado por la psicología de la épo ca, siendo catal ogad as como co nductas pervers as prá cti cas como el masoquismo, el sadism o, el feti chism o, el onanism o y la necr ofil ia, todas ell as reco gidas y ex presad as por el arte d e la épo ca, es pecialmente la pintur a y la literatura europe as. Nuestra opinión dista un poco de afirm ar qu e aquí en Esp aña estuvi era pro duciéndose o dibujándose siquiera algún tipo de tran sición sex ual o de liberta d en las conciencias de la gent e de a pie, como ap o yo a esto, nos result an mu y si gnific ati vas las afirmaciones qu e hace Wenc eslao Fern ánd ez Flórez en su Relato inmoral: Lo s i nca uto s lecto r es de este géner o [se refier e a las nove l as gala ntes] no co mp r end e n que si se imp r i me n ta ntas nar r ac io nes de suce so s de esa índ o le es prec isa me nte po r q ue no ocur r en en tr e no so tr o s. Si algú n po eta sed uj ese a una mod istilla o le fuese re velad a la histo r ia auté ntica del desliz de una seño r a co n el s ec r etar io de su espo so ad ver tiría mu y pro nto q ue aq uello no valía la pena de ser refer id o en tresc ienta s pág ina s. En Esp aña se e scr ib en no vela s er ó ticas po r q ue el a mo r es aú n una ave nt ur a ina seq uib le; al meno s, infr ec uente. T o d a la li ter atur a que co n el a m o r se rel ac io na tie ne en este paí s el mis mo atrac tivo que car ac ter izab a a los libro s de viaj es en los tie mp o s en los que viaj ar er a te mer ar io y a pena s co no cí a cad a uno su pro p ia ciud ad 80 . Lo qu e sí es ci erto, es qu e tales temas qu edaron recogidos y ex pres ados por la literatura, digamos canoniz ada, en ejemplos tan ex celentes como La Regenta de Leo poldo Alas, pero también en la literatura popular, ya qu e funciona ron, a menudo de forma maniquea, como recurso de nuestros auto res par a ex presa r el eroti smo. Pero antes de ver cómo Carrer e da forma a estos tópicos en sus relatos, nos gustaría comentar los otros dos canales, adem ás de la novela, por los qu e se introdujo y desar rolló la sicali psis en España : la escen a y la prensa. La escen a des empeñó un papel privi le gi ado en los hábit os cult urales de ampl ios sectores de l a pobla ción, y a la vez supuso un a de las principales ví a s por las que el erotism o comenz ó a man ifestarse en l a vida coti diana española. De este modo, la sic ali psis teatral que ya se estab a desarroll a ndo en Europ a, y alc anz ando gran éx it o en Francia e Italia, quiso conquistar el territorio español. Segú n Serge Salaün, el teatro represe nta en la 80 Fernánd ez Flór ez , Relato inmoral , Zar ago za , Lib r er ía Gene r al, ree d . de 194 2 (1 ª ed. en 192 4 ) , pp . 7 y 8. Análisis y descripción de las novelas 162 época ??n consumo cultural, una gama de pr?cticas directas o indirectas que afectan a todo el país, de una m anera m asiva y, po r lo menos hasta 1911 - 12, con una dimensión interclasist a indiscuti ble. Za rz uela, géne ro chico , sainete, toda una mecánica eficaz del teatro por horas que ejerce, desde ????, casi un monopolio teatral?8 1 . Si al principio el gén ero de varie dad es en contró cie rta resis tencia en el te rrit orio español, fue debid a a la efica cia ideoló gica y cu lt ural que repr esentab a la zarz uela, pero una vez introducido, y paralelo al teatro, se desa rroll a este tipo de espectáculos que apuestan por la canción lig e ra y pi cante y se daban en los caf és - c antantes, cab ar ets o simples c afés y tab e rnas. Todos ell os también conformaron una tupida red de locales y ?profesionales? relacionados con el mundo del teatro? ??a ola de erotismo en ?spa?a utili?ar?, de manera priorit aria, estas instit uciones y estos tipos de consumo. Es lo que ex pli ca en gran pa rte su cará cter m asivo y en esto reside la originalidad del caso espa?ol?8 2 . El hito en la introdu cció n de elementos picantes en la repr esen tación, lo marca l a cantante alem an a Au gu sta Ber gès y su interpretaci?n del ?cuplé? La pulga en el teat ro Barbieri de Mad rid en 1893. En el espectá culo ell a apar ecí a con un suge rente vest ido de noche, diciendo que se le había colado una pulguit a en su interior. Así que, en su búsqueda se iba desprendiendo de la escasa ropa que la cub r ía. Este hecho, qu e en la actualidad podrí a result arnos ingenuo, marcó el nacim iento de la canción - espe ctáculo y de la sicali psis de mas as. La mujer es contemplada ahora como un espe ctáculo en sí misma y la at rac ción del cu e rpo femenino s e trasladar á a otros ámbitos de la vida social y cult ural española. La fórmul a tuvo tal éx ito que, a partir de la fech a, son muchas las que se suben al escenario en busca de sus pulguit as. 81 ?erge ?ala?n, ??pogeo y decadencia de la sicalipsis?, Op. Cit, p . 13 5 . 82 Serge Sala ün, ??pogeo y decadencia de la sicalipsis?, Op. Cit, p . 13 7 . Análisis y descripción de las novelas 163 Análisis y descripción de las novelas 164 Paralelamente, en los teatros conv en cionales de z arz uela y gén ero chico, la tentación de introducir en los tex tos escenas picant es y amenidades visuales se hiz o cada vez más incipiente. Este erotism o inmanente no constit uirá solo una moda, sino que también marc a una evolución en el cons um o teatral; el público s e dec anta po r las can cione s y las cocotas, aparc ando su interés po r la intriga dramática que tanta tradición tenía sobre la esc ena española. Emili o Carre re en su novela El reino de Chundarata refleja el cambi o mediante la frustración de un escritor de dram as, y denuncia esta situación: - De ac uer d o . Pued e usted fir mar co n mi go , si quier e, au nq ue co mo tod o el mund o sabe que no tiene usted ortografía… pues se ?an a reír de usted? ?e trata de una za r zuela en ver so . Co n una p ar titur a espa ño la. ¡No ha y ne gr o s ni char lesto nes ! Ya sab e usted que yo te ngo a mo r a ese gé ner o ar tístico po r q ue lo co nsid er o nue str o ar te lírico po p ular , de brillante histo r ia, do nd e dej aro n ver d ad er as j o yas los mú sico s grand es de estas tierr as. Lo s mú sico s y los poet as deb en unir se par a restaur ar los fastos de la c lásica zar zue la. Clar o está que a ntes ha y que echar a pun tap iés a tod o s estos jurdanios, que est?n en?ileciendo la multitud… Los al ud id o s mur mur ar o n: - ?so es muy largo… - ¿P o r qué no nos lo cuenta us ted en una car ta? - ¡And a, y co n la s que se vie n e Do n La nza r o te!. . . Inter v ino el e mp r esar io . ?iento mucho no poder escucharle… ?a sabr? usted que sin el consentimiento de la co fr ad ía de Chu nd ar ata no la pued o po ner en escena. - Per o si los de la co fr ad ía de Chu nd ar ata no sab en hac er más que baile s de cab ar et y lo mío tiene una aspiraci?n de arte…83 No obstante, donde más se notará el flujo del ero ti smo será en los cabaret s, pequeñas salas e incluso caf és y tabernas, que acudí an a él como modo de con quist a de éx it o s taquilleros. Es en este tip o de ambi entes en los que se empi ez a a propicia r la rela ción entre el espect?culo y la prostituci?n? ?uchas mujeres usaron su ?carrera artística? como encubrimi ento y, a la vez , sustento de esta profe sión. Este hecho puede vers e cl arament e ejempli ficado en el pers onaje de Rosaura Mimí , en La torre de los siete jorobados , una cocota que conoc e a Bas il io el detecti ve porque al igual que de él, también fue amante de 83 ??l reino de ?hundarata?, Los Novelistas , nº , 192 8 , pp . 17 y18 . Análisis y descripción de las novelas 165 Catafalco. Otr a novela en la que también refleja rá Carr ere estos a mbi ent es es en la ya cit ada El embrujamiento de Pablo Reinol : El teatr o estaba co mp leta men t e lleno , casi to d o de homb r es. Al g una s co co tas po nía n la nota lla mati va de sus to ca d o s luj o so s, extr ava ga ntes. Jun to a mí ha b ía un cap itán de mostac ho s fer o ce s, mu y fanfarr?n y muy antip?tico ?…? El púb lico ap laud ía sin e nten d er su arte. Le gustab a la he mb r a y rugía de luj ur ia. No hab ía en la sal a ese sile ncio pro fu nd o en que los a mo s sab o r ea n las sen sac io ne s e xq uisi tas y co mp r e nd en e l se nti d o extér ico de los diver s o s tie mp o s de la danza . Era un entusia s mo desb o r d ad o, una alegr ía al go canal la de juer ga. El cap itán gritab a co n stante m ente go lp ea nd o co n los pies: - ¡T an go ! ¡T ango ! 84 Todo esto ocasionó un consumo masivo en el que la pequeña y gr an burguesía era la prim er a que asis tí a y se beneficiab a de la frivol idad escéni ca. Pero el fenó meno sicalí pti co llegó a tod as las clases sociales. Así, al que no podía pagar una entr a da de teatro, le bastaba con asis ti r al cab aret, a los cafés o a tabernas y lupanares. Paral ela a la creci ente masificación de la sical ipsi s en las tablas, andu vo la crítica, qu e intent ó normali z ar y morali z ar la situación. Son muchos los ensa yos y artículos de prensa esc ritos al respecto 8 5 . Las autoridades t ambi é n intentaron frenar la propa ga ción de estas manifestaciones cerr ando locales y pro ce sando actric es. Pero tal normali z ación no se iniciaría hasta 1910 con la lle gada de Cana lejas al poder. En 1911 se cr ea la li ga anti por nogr áfic a y se endurec en además l as s anciones. De este mod o, hacia 1912, la mor a li z ación de los espectá culos par a devol verlos a su t radicional cauc e empi ez a a funcio n ar, y se inicia, precisament e, desde los teatros. No obstante, l a sicali psis no desapa re ció y conti nuó desarroll ándos e en la prensa periódic a, en la que ya tenía gr a n aco gida, y en las innumerables col eccion es de nov ela br eve er óti ca que habían emp e z ado a sur gir, comercializ ándose con gr an éx ito hasta finales de la décad a de los años v eint e. 84 Emilio Car r ér e, ?E l e mb r uj amie nto de Pab lo Reino l ???La Novela Corta , nº 132 , 19 1 8 , p. 16 . 85 Co mo ej e mp lo co ncr eto , pued en leer se los ar tícu lo s que escrib ió en 190 7 el escand aliza d o Miguel de Una mu no al resp ec to , y q ue es tán pub licad o s en Obras Completas , v o l. III . Análisis y descripción de las novelas 166 En cuanto al mundo de la prensa, a partir de 1850 ex perimentó un gr a n desar rollo. ?roliferan las re?istas de ?ida efímera ??ue se con?irtieron para el lector en una suerte de enciclopedia popular que suple su necesidad ideológi ca, cult ural y de actualidad, desplaz ando, como ex pectativa de lectur a al libro, en particular entr e los grupos de obreros?8 6 . Dentro de este desar rollo, el erotism o tiene una prim er a eta pa ha cia 1880 en la que se va insinuando en relatos mu y brev es (med ia pá gina ap rox im adamente), en po emas y en dibujos con sus comentarios en revist as y sobre todo en periódi cos de corte festi vo como por ej empl o La Avispa (1883), La Vida Alegre (1884), La Saeta ( 1886), o Demi- Monde (1888) , de un as cuatro pá ginas aprox im adamente, conformando, antes de que se empez asen a edit ar las colecciones que estudi amos, un nutrido corpus d e elementos tex tuales y par atex tuales. En estos tex tos, el erotism o literario se bas a fun damentalm ente en jue gos lingüísticos qu e conti enen gener alm ente un doble sen tido, o en descripciones subidas de tono. Pero, en ocasiones, también po demos advertir el t ratam iento de temas como el feti chism o, el sa dism o o el masoquismo, componentes que despué s se usarán para vehicular el erotismo en la novela gal ante. La se gunda etapa, qu e podemos situar a par ti r de 1900, con la aparición de principalm ente revist as como Vida Galante (1902), ¡Alegría! (1907), La Hoja de Parra (1911) o Frívola (1915) es en la que el erotism o se ex plicita y des ar rolla en revist as gal antes de 12 a 16 páginas, mediante relatos e imágen es (dibujos y fotogra fías) mu y suge rentes o ex plí cit as. La época dor ada de est a s publicaciones periódic as se dará sobr e todo en la segunda déc ada del Siglo XX, coin cidi endo con l as cole cci ones de nov ela breve, pe riodo en el que el público ya se ha aco modado al movimi ento sicalí pti co, lo ha visto desarroll arse en l a escen a, y aho ra que comi enz a a ser des arr ai gado de ell a, s e disponen a consumirlo en las revist as. Dichas revist as goz arán de gran dif usión hasta 1934 aprox im adamente, que es cuando comi enz a su decli ve. En ell as, puede percibi rse una ma yor rep resent ación de conductas como el feti c hism o, centrado sob re to do en prendas femeninas como las li gas , el cors é o los cami sone s, pero también en los zapatos. De i gu al modo, se dan otros tópicos como el lesbianism o, que a penas s e tratan en las colecciones a las que a ludi remos. En estas revist as ya colabor an, con brev es tex tos au tores, como un 86 Ánge les Eza ma Gil, El cuento de la prensa y otros cuentos. Aproximación al estudio del relato breve entre 1890 y 1900. Zar ago za , Uni ver sid ad de Zar ago za , 20 00 , p . 21 . Análisis y descripción de las novelas 167 joven Beld a, Carr ere, Octavio Picón o José Zah onero. Firm as que lue go veremos en El Cuento Semanal, etc. y que aportan los elementos , temas y ambi entes que se trabajar án en las c oleccion es de novel a breve cit ad as. Estos son, en nuestra opi nión, los principales me dios con los que cuenta l a sicali psis para llegar a las masas en el aspecto ?literario?? tanto en los temas como en su tratamiento? En estas revist as, el relat o galante v a cobrando identidad y autonomía, go z ando cada vez de un espacio ma yor par a su ex presión y de la conformación de un público lecto r, hast a que se independiz a al crears e pro gresivament e el formato de la novela breve. A ell o favore ce también su redu cido t amañ o y su precio asequibl e: ?ran parte de la literatura de fin de siglo se gesta en las re?istas? ?…? ?uiero decir, so b r e todo , que las revistas ?co n la difu sió n de texto s li ter ar io s españo les y e xtr anj er o s, co n sus va lo r ac io nes cr íti ca s, co n sus co me ntar io s de aspec to s ideo ló gico s, so cio ló gico s, estéticos, etc. - so n esplé nd id o s instr u me nto s par a la for mac ió n de la sen sib ilid ad del pueb lo y de los pro p io s artistas. Las rev istas ant icip an, cr ea nd o el a mb iente ad ec uad o , el gusto , al que desp ués vend r án a resp o nd er cr ea cio nes señer a s. 87 R especto al ámbi to literario, según la opinión gen erali z ada de la crítica, la entrada de la sicali psis en nuestra novela se la debemos a Feli pe Trigo , quien par a muchos qued a encuadrado dentro del ?erotismo liberador? dada su oposición al sist ema burgués, al que cali fica de hipócrit a y represivo. Enalt e cido por sus ideas, aunque a men udo criticado por su prosa, Tri go cre yó en la idea de l a redención de la muje r mediant e su educación y en la libertad del individuo a través de su cue rpo, buscó un mundo mejor sin falsas trabas sociales ni tabúes, según ?uan ?gnacio ?errereas? ??u lema m?s repetido podría resumirse así: afirmación de la vi da y de la bell ez a del amor. Es decir, vitali smo no ex ento de utopismo, de ideali smo casi platón ico?8 8 . Para él el amor y la educa ción forman la base de sus ideas renovado ras, para al gunos , regen era ci onist as. Y así, de form a más direct a o indirecta, intenta most rarlo en sus novelas. Otro de los pione ros en la novela galante del que habl a la crítica fu e Eduardo ?amacois a quien ?se le considera como el introductor del género en ?spa?a, capa? de 87 María Pilar Celma Va ler o , La pluma ante el espejo , Salama nca , Acta Sala matice nsia, 19 8 9 , p. 16 8 . 88 Juan Ig nac io Ferr er as, La novela en el Siglo XX (hasta 1939), Mad r id , T aur us, 19 8 8 , p. 60. Análisis y descripción de las novelas 168 dotarlo al margen de ob scenidades y truculen cia s, de cie rto interés so ciol ógico, y de una técnica artística?8 9 . Sin embar go, tal y como a firma Fer rer as: La no vel a españo la de los primer o s vein te a ño s del siglo , e stu vo do mi nad a po r lo que se ha lla mad o no vela er ó tica o novela gala nte; y so n prec isa men te esos cal if icativo s los que i mp id en co mp r end er que lo que se pro d ucía, tenía y no tenía que ver co n el pansex uali s mo nar r ativo . 90 Lo cierto, es qu e en real idad no se dio un a verda dera cr eación del género erótico en nuestra novela, sino más bien una conti nuación de un naturali smo ya inic iado en el Siglo XIX, con un pr edomi nio del tema sex ual o, mejor dicho, qu e toma el sex o como le y ex pli cati va. Tema o medio que, por otra parte, ya había sido tratado con anterioridad por López Ba go, J osé Zaho nero o Bl asco Ib áñez . Por tanto, no nos enco ntramos con el surgim iento de un géne ro erótico propiame nte dic ho, sino ante un tipo de novela natur ali sta que hace del erotism o o del sex o la ex plicación, la causa de lo que ocur re. Después, desde los comi enz os de la segunda décad a del Siglo XX, este tipo de novela se comercializ ó y difundió de forma masi va en las coleccion es de revist as ya cit adas, pa sando a ser una literatura de me rc ado qu e a fuerz a de repeti r tópi cos y situa ciones se vuel ve maniquea. Al convertirse en una mod a, la cult ivaron tambié n autores que habit ual mente se habían dedicado a otr as facetas literarias y que vie ron es te tipo de literatura com o una forma más de increm entar sus in gr esos, lo que agil iz ó posibl emente su cor rupción , ya que, salvo contadas ex cep ciones, estas novelas no su ele n distinguirse por su valor estético o ideológico. Al gun as novelas galantes lle ga ron a alcanz ar por aquell a épo ca ma yor venta que las de otras figur a s tan representativas co mo Unamuno, Baroja o Azorín. Según ?ranjel ??u é?ito se debi?, en gran parte, a que ofrecían relatos en los que se combin? casi siempre, en propo rciona das dosis, la fid eli dad descriptiv a impuesta por el reali smo y el ingredi ente atr acti vo de ar gumentos y situa cione s, de lo galant e, de lo que en la épo ca se hi?o habitualmente designar como sicalíptico?9 1 . De este modo, durante los años que van de 1915 ó 1918 a 1930 aprox im adamente, estas obras y sus autores captar on la atención del público y de la crítica y sus cit aron ai radas polémicas que coincidían en cali fica rlas de 89 Ped r az a, Felipe B. y Rod r íg uez , Milagr o s, Manual de literatura española: Novecentismo y Vanguardia. Introducción, prosistas y dramaturgos, T o mo X, Navar r a, Cenlit E d s. 20 0 2 , p. 49 . 90 Ferrer as, Op. Cit, p. 53 . 91 Luis S. Granj el, Eduardo Zamacois y la novela corta , Salamanca , U ni ver sid ad de Sala manca , 19 8 0 . p. 50 Análisis y descripción de las novelas 169 pornográfic as y a sus autores de pornógrafos 9 2 . Pero en justicia, debería decirse que la supuesta pornograf ía de estos relatos reside más en las situaciones que en las descripciones llenas, a menudo, de gastadas metáfo ras y elusi on es más que alusi ones. La crítica coincide en señalar los años treint a como fecha de ces e de estas coleccion es, no sólo po r que el gén ero, agotado e incapaz de renovars e, había in gres ado en su ma yor decad encia uno s años antes, sino también porque las preo cupacio nes políti cas del momento ex igían una literatura más comprometi da y comi enz a a gestars e la novela social. Y una vez comentados l os medios en los que el erotism o se gesta y desa rroll a, o bien como tal o llamándose sicali psis , y pasa a ex presarse en nuestr a literatur a, pasar emos a comentar las novel as que forman este capít ulo, y los elementos de los qu e se sirve Carr ere para ha ce r de estos relato s novelas de tema galante . Estas novelas tienen co mo elemento común un a cara cteríst ica que puede result ar bastante obvia: el tom ar las rel aciones sex uales que m anti enen uno s determi nados personajes, como núcl eo en torno al cual se or ganiz a l a trama. Por tanto, el sex o como desencad enante de l a acc ión: o bien porque los personajes ne cesit an s ati sfa cer sus deseos y/ o senti r la unión con el amante ( El embrujamiento de Pablo Reinol, La mala pasión, La Amazona, Cornejo, Pedraza y compañía, La cortesana de las cruces, La dama del crisantemo, Las tres queridas, La Campanera y La novela de un libertino ) o bien porque el sex o es usado como medio para conse guir ot ros fines ( El destino payaso, Un arreglo decoroso, El último capricho de Montiel y La desconocida de todas las noches ). Sin embar go, aunqu e los pas ajes eróticos s ean fre cue ntes en estos relatos, en algunos de ell os en ma yor es dosis que otros, no debe tomarse la novela galante de Emili o Carrere como una sucesión de episodio s eróticos unidos por u n débil hilo argumental co mo ocurre en las novelas de Artemio Pr ec ioso, Andrés Gilmain, et c. Incluso si nos fijamos en el conflicto que ex presan estos tex tos, algunos de ellos tienen en común una morali na: l as perv ersiones sex uales entrañan malas consecuen cias como en el caso de La Cortesana de las Cruces o El último capricho de Montiel , mientras que ot ras, más cerc anas quiz ás a los principios que sostienen los autores contemporáneos a C arre re, ex alt an la alegría de vivir, y la 92 Véase a este respec to la obr a ya citad a de Car lo s For tun y La ola verde , do nd e se descr ib e, no si n descalificac io nes, este pano r ama y dond e se co menta n alg una s ob r as de sus auto r es má s afa mad o s, entr e ello s Car r er e. Análisis y descripción de las novelas 170 sociedad en la que se desarro ll a la acción pa rec e estar libre de condicionami entos morales, o al menos si estos se trasgreden, pu ede comp rar se el silencio, tal y como ocurre en Un arreglo decoroso . Aunque la novela de te ma galante ten ga aspe ctos comunes con la de bu rdel, como la prese nci a de prosti tut as o el erotism o ex presado mediante los mismos tópicos, no deben confundirse, pues ha y claras difer encias. En primer lugar, las prosti tut a s de la novela gal ante trabajan con cli e ntes de una clase social acomodada, cu ando no, adinerad a. Los personajes, por lo gen er al, pertene cen a la bur guesía y al gunos a la ari stocracia, y se mueven en ambi entes ga lantes como casinos , restaurantes lujosos o clubes famoso s; gente selecta par a ambi entes se lectos que viven de sus rentas o que tienen profesione s liberales. De todo esto se deriva que en estas novelas los conflictos coti dianos que afectan a los personajes no son los mismos que en la novela de burdel, cu ya prim e ra pre ocupación ser á la de obtener al gún di nero pa ra pod er com er . En la novela de te ma g alante, la preocupa ción de sus prot agonist as s erá la d e satisf acer sus p asiones u obses iones. Sin embargo, aunque par ez ca que la novela que aquí se describe pueda discurrir ajen a a la reali dad, nada más lejos, pues Carrer e inc orpora a su discurso los elem entos que necesit a de lo que está ocurriendo en su tiempo para crea r arqu eti pos y tópicos mediante los cuales ex presar el tras unto eróti co. No obstante, antes de señalar en estas novel as las prácti cas que por aq uell a época fueron catalo gadas como erotism o refinado, abe rr aciones o perversiones s ex uales, y que funcionan como recurso en la nov ela erótica, nos detendr emos en anali z ar los arqu eti pos femeninos que son protagonist as en estas nov el as. De este modo, cu an do hablamos de erotism o o sicali psis en la no vela brev e, no deb e mos considerarlo como un tema único, sino como un gran núcleo formado por muchos elementos que se combi nan entre sí, haciéndolo compl ejo en ma yor o menor medida y lo gr ando un recurso te mático mu y rico en formas y motivos. A conti nuación an ali z aremos con ejemplos los elementos a los que nos ref e rimos: 1. Como veremos ejempli ficado en las novelas de Carrer e, la moral de la época clasificó a las mujer es en dos cate gorías apa re ntemente opuestas e ir re concil iables: las honradas y las frívolas o prosti tut as. Esta división, heren cia del Siglo XIX, condi cionó durante mucho tiempo los comportami entos sex uales de l as mujeres y tambi én de los Análisis y descripción de las novelas 1 71 hombres. Esto se debí a a que las señoritas honradas recibí an una ed ucación qu e las enseñaba a ser rec atada s y sumisas ante el hombre, por lo cual se encontraban reprim idas e ignorant es. A esto había que sumar la influencia de la iglesia y del discurso científico, pues ambos pr escribían que una bu ena hi gien e se x ual llevaba a un a buen a higien e mental, y la mujer debí a reunir la s dos. El result ado era el de unas señoritas que nada sabían sobr e las prácti c as sex uales y que mucho menos disfruta ban de ell as. Fr ente a estas, aquell as qu e sí disfrutaban del sex o eran considerad as, incl uso por los médicos, como histéric as, libidi nosas o mujeres de la vida. Esto se tradu jo en el mundo literario (y artíst ico en gen eral) en dos modelos femeninos: la mujer án ge l y la mujer fatal. Respecto a la muje r án gel, tenemos en estas nov elas una visión gene rali z ada que la circunscrib e al espa cio del hoga r, y que le at ribu ye las funciones del matrimonio y la maternidad. Un conc epto de mujer como criatur a débil y frá gil . Más o menos tonta, de acti tud sumisa y pasiv a, cu ya virtud es gu ardad a gen eralm ent e por su marido o fami li ares. Estas c ar acteríst ic as se tr aducen también en su fis onomí a, de este modo, el ángel del ho ga r será una fémi na rubia, páli da y de asp ecto lán guido y deli c ado. No son muchos los ejemplos de este arqu eti po en la novel a galant e de Carr ere, aunque sí ap arec er á en la de otros temas: Ma r gar ita vi no algu na vez , co mo una cele ste her ma na de car id ad ; le hab ló co n palab r as claras y luminosas, le ley? las re?istas científicas ?…?? ?omen?? por ser un puro amor d e la inteli ge ncia, a mo r que po d ía ser imp er ec ed er o po r ser de esenci a de al ma, de fue go mister io so del espír it u , inac ce sib le a la suc ia trist ez a de la sens ualid ad . Se co mp r e nd ían plena me nte, con una dulce sumi sió n ad mir ati va po r par te de la muc hac ha, que a é l le hala gab a inge nua me nte, po r q ue los ho mb r es exce p cio na les exig e n a la muj er tanta ad mir a ció n co mo car iño . 93 En cuanto a la muje r fatal, si el fin de si glo había recupe rado a las despiadadas princesas y cortes anas, estas siguieron recre ándos e con pro fusión en est e primer tercio del Siglo XX, tanto en la lit eratur a co mo en el arte en gener al. Son numero sas las mujeres fatales que se identifican o toman el nombre de Lil it h, Cleopatra, o, la favorita, Salom é. No obstante, debemos aclara r que el modelo es fruto de una evolución que empi ez a a 93 ??a mala pasi?n?, en La mala pasión , Madr id , Mund o Latin o , 192 2 , p. 17. Análisis y descripción de las novelas 172 diseñarse mucho antes: fueron los prim eros ro mánticos, quienes en su búsqueda de la ex alt ación de la bell ez a en el m al, comenz a ron a modelar los ras gos de este cli ché en el mundo moderno 9 4 . Pero fu e a partir de Salammbó de Fl aubert, cuando el modelo comi enz a a asim il arse más al gusto es tético de la épo ca y se rodear á de elementos ex óti cos que har án de ell a un ídolo insacia ble y cruel. Sin embar go, será ne cesa ria una novela como La Esfinge de Osca r Wil de, para que tambi én reún a los ras gos que la haga n medio mujer - medio anim al y ex ac erb en aún m ás su car ácter maligno. Estos ras gos pueden obse rvars e en las novelas de Emili o Carrer e: Una no che, al ver la co mo un a llama viva, trenza nd o los más ard ientes rit mo s de la locur a de amo r co mo una po seíd a bíb lica, vi en su cuer p o desnud o , fraga nte y v icio so la e nca r nac ió n de Salo mé. Mi Salo mé er a rub ia , co mo la q ue pintó el T iziano , y su danza e xtr a ña de amo r , de vesa nia y de crueld ad deb ía de tener aq uello s mi s mo s co nto r ci mie nto s, aq uellas ond ulacio ne s del vientr e y de los muslo s blanco s, la mis ma inq uiet ud ar d o r o sa que car ac ter izab a los bo to nes de los seno s mar mó r eo s. 95 Era bella sup r e ma me nte, per o par ec ía enig mática y per v er sa. La nar iz no b le y bor bó nica e mu lab a el per fil de Cleo p atr a. La frente er a pur a y rec ta, fre nte de Miner va, ni mb ad a de me lad o s cab ello s, que caían en casca d a so b r e la nuca de palid ez de nar d o . Dab a la sensac ió n de la he mb r a fuer te: alt a y gallar d a, desb o r d ante de ener gía, llena de una vol up tuo sid ad po d er o sa. En la mano der ec ha lle vab a un latiguillo . 96 Otra variant e de la mu jer fa tal mu y popular en estas novelas, es la que apar ec e materiali z ada en las coc otas, bail arinas o actric e s, gen er alm ente relacion adas con turbi as historias amorosas: P er o la vid a del cab ar et le sub yu gab a. Fue una no che a ce nar co n var io s co mp añer o s del banco ? ?espués jugaron una ??aquita?? ?u?o suerte y gan? bastante? ?lgunas muc hac has mu y bie n ve stid a s, mu y per fu mad as, se le ac er ca r o n muc ho , hab lá nd o le 94 Par a una evo lució n má s detal lad a del mod elo de muj er fata l, v éase el capítulo ??a belle dame sans merc?? d e Mar io Pratz, El diablo, la carne y la muerte en el Romanticismo, Venez uela, Mo nte Ávi la Ed s. 19 69 . 95 ??l embrujamiento de ?ablo ?einol?, La Novela Corta, nº 13 2 , 19 18 . Sin paginar . 96 ??a ?ma?ona?, p . 12 . Análisis y descripción de las novelas 173 cariciosamente… ?l pobre empleadillo se qued? deslumbrado? ?e parecía estar en la Co sta Az ul, en un a mb ient e de gran mund o . El oro que co r r e, muj er es fác ile s y elegantes, músicas frí?olas, ligere?a, ?oluptuosidad, a?entura…97 Sin embar go, frente a es tos dos modelos, Carre re siempre at ento a los cambi os de su época, nos introduc e ta mbi én en su novela de tema gal ante, una mujer joven, coqueta, dinámica e independi ente. Un tipo de mujer más mod erna que ha ce su yos comportami entos que antes habían pertene cido con ex clusi vidad al mundo masculi no, como por ejemplo, fumar o conducir. Lil y Lit va k llamó a este tipo la Nu e?a ??a? ??os curiosos epít etos que l a definían conjur aban un a i magen compuesta de no c iones diversas y contradictorias: as ex uada pero libidi nosa, infanti l pero precoz , independiente pero democráti c a, económi ca y socialm ente superflua; un embl ema de los tie mpos modernos y, a la ?e?, una recreaci?n de ??a?9 8 . Su descripción física suele ser la de un a mujer delgada, e sbelta, con el pelo cort a do a lo garçone , y en ocasiones, par a enfati z ar s u entrad a en los espacios mas culi nos, lo ex presa llevando pr en das de hom b re, lo qu e lleva a al gunos autores, entr e ell os Car re re, a cali fic arla de andr ó gina Según Lit vak , este modelo apar ece en el es cena rio europ eo de finales de la Prime ra Guerr a Mundial, y está vinculado a la entrada de la mujer en l a vida pública, en la lab o ra l y en los depo rtes. J unto a ella se puso una muj er esbelta, mu y del gad a, vest id a co n un tailleur muy ceñid o ; unas espesa s patillas negr a s, co mo alar d es de band o ler o de pand er eta, dab an una guap ez a de muc hac ho a su car a trig ue ña. Llevab a un gra n cuel l o wa ló n de enca j es y una larga co r b ata roj a de tor er o . Era una fi gur il la mu y grác il, mu y desenv uelta, de un artíst ico an d r o ginis mo , dec o r ativo e inq ui etante. Decían que er a una gitana ser via, e mp uj ad a a Mad r id por la guer r a. 99 2. Otro de los clichés que en contramos en las páginas de la novela galante, es el gusto por las prá cti cas s ádicas y masoquistas. Se gún M ario Pratz , el descub rimi ento del horro r y del dolor como fu ente de bell ez a y pl ace r, lo debemos a lo románti cos, quienes 97 ??or ?nés de la ?uleta?, La Novela Corta, nº 344 , 19 22 , p. 2 . 98 Lil y Lit vak, Antología de la novela erótica española de entreguerras, 1918-1936 , Madr id , T aur us, 19 9 3, p. 3 1 . 99 ??a mala pasi?n?, p . 47 . Análisis y descripción de las novelas 174 imprim ieron un nuevo rumbo a los conceptos estéticos imperantes en el momento, culti?ando así una sensibilidad m?s per?ersa y refinada? ??os rom?nticos legaron al fin de siglo la simbiosi s entr e crueldad y deseo; entre pl acer y dolor 1 0 0 ?? ?l interés por estudiar estas formas de ex pres ión de los senti mi entos creció y, en los alb ores del si glo, encontramos t ambi én su s frutos en campos como la medi cina y la psico logía, dond e s e desarroll a ron al gunos t rabajos en mono gr áficos y en revist as de difusión. Entre ell os son conocidos los trabajos de Havelock Ellis quien investi gó sobre el dolor y el placer, siendo traducidos al gunos de su s estudi os al esp añol co mo Amor y dolor en 19 06 y Psicología sexual en 1917 1 0 1 . Tambi én es importante la obra de Josef Ratner Psicología y Psicopatología de la vida amorosa. En España encontramos trabajos que se basan en las teorías de Fr eud al r eded or de los años veint e, pero hab rá que espe rar m ás tiempo para encontra r nuestros propi os estudi os sobre el tema. Una ap rox im ación a ell o, serían los cuadernos de Martí n de Luc ena y en la Biblioteca de Temas Sexuales , en l os años treint a, pero, aunqu e intentan s er un estudi o abierto y cie ntí fico sobre la sex uali dad y sus diversas prácti cas, en reali dad es tán llenos de afirmacion es apresur adas y de teorías con escaso rigor cie ntí fico. No obst ante, los térmi nos de sa dism o y masoqui smo ya habían quedado definidos previamente en los trabajos de Krafft - Ebing en 1886 1 0 2 . Según el autor, el sadism o toma su nombre en honor al Marqués de Sade, y qued a definido como la emoción sex ual asoc iada con el deseo de causa r dolor y usar violencia. Mi entra s que acuñó el térmi no masoquismo en honor al Conde Leopold von Sacher - Maso ch, qu ien investigó y publicó algunas nov elas sobre el tema como por ejemplo Historias de amor y sangre o La Venus de las pieles. P ara Kra fft - Ebin g, masoqu ism o sería el deseo de ser tratado con durez a y de ser humill a do. Ambas prá cti cas se correspond en de t al modo, que vienen a justificar la palabra ?sadomasoquismo? o algolagnia? ?omo ya dijimos, este gusto triunf? en las rep resenta ciones artíst icas de la época que estudi amos, y la novela breve también aco gió esta estética cult ivando en sus historias los refinami entos de la voluptuosi dad, 100 Mario Pratz, La carne, la muerte y el diablo en la literatura Romántica, Ed icio nes El Aca n tilad o , 199 9 , p. 12 5 . 101 Havelo ck Ell is, Amor y dolor: estudio sobre sadismo y masoquismo , Mad r id , Vd a. de Rod r íguez Serr a, 19 0 6 , otro estud io inter esa nte ad e más del ya citad o es La relación sexual en el hombre , Mad r id , Hij o s de Reu s, 19 1 3 . 102 Krafft - E b i ng, Psichopatologia Sexualis, 188 6 . Citad o por Lil y Litva k en Erotismo fin de siglo, Op. Cit, p. 12 7 . Análisis y descripción de las novelas 175 entre gando a sus person ajes a la prácti ca del do lor, a la sumisión ante el mismo y a la c onquista del éx tasis que podían obten er de ell o. Emili o Carrere incorpo ra estos temas en casi todas sus novelas de tema galante, y también como veremos, en sus novelas de tema de burdel. Gr ac io sa me nte, co n la liger ez a de una domad o r a, descar gó var io s lati gaz o s so b r e los fla nco s del pinto r . Este ex hal ó un au llid o de dolor y qui s o inco r p o r ar se co n rab ia ho micid a, per o la fur ia le cruzó el rostr o y sig uió fla gelá n d o le hasta que estalló la san gr e. Al fr ed o Mo nta nar si ntió de pro nto que algo mu y e sp eso , mu y t ur b io , ascend ía del fo nd o de su co nciencia. Se qued ó co mo par aliza d o , y a cada latigaz o su car ne sentía un vivo do lo r , mez clad o co n una i nter na y vio le nta sen sac ió n de place r que se agud izab a a cad a go lp e co n te mb lo r espas mó d ico , hasta que lanza nd o un aullid o de fau no victo r io so se ab alanzó so b r e Susana, la der r ib ó sob r e el lecho y la hizo suya e n una fre nética car r er a de sen s ac io nes, mo r d ié nd o la en la boca hasta que bro tó la san gr e. 103 En aq uel insta nte co menzó l a boga y la fortu na de la Cortesana de las Cruc e s ¡Dir íase q ue tod o s los ho mb r es que la rod ea b an tenían una sed diab ó lica de su san gr e! E ntr e los j ó venes del Mad r id que se divier te se prop agó una ep id e mia algo fí lica er ó tica, y acud ía n a ella, que era la única e n nue str a ép o ca dec ad ente, tan llena de dr o gas d e la botica satir iástica, que sab ía e nar d ec er la pasión co n su her mo so cuer p o , ar a palp itante y pr o p ia par a los vesán ico s sa ce r d o tes de las luj ur ias ano r males. 104 C omo puede observarse en este ejemplo, Carre re se une al discurso científico de la époc a en su juicio sobre estas prácti c as sex uales. 3. Otro recurso para ex pr esar el erotism o, común en los autores de novela breve y, por tanto en Carr ere tambié n, es el feti chism o. En el avanc e de la moderni dad, los objetos fabric ados comi enz an a adquirir un nuevo valor. El objeto ya no es sólo aqu ell o que se usa porque nos es útil, porq ue aporta comodi dad en nuestra vida coti diana, si no que también 103 ??a ?ma?ona?, p . 28 . 104 ??a ?ortesana de las ?ruces?, La Novela de Noche , nº 26, 192 5 , p. 28 . Análisis y descripción de las novelas 176 puede ser al go que se contempla , que se embellece. De ahí el éx it o que obtuvo en esta décad a el esti lo modernist a y el Art Decó que apo staban por jo yas, elem en tos decorati vos, muebles y constru ccion es en las que dominaba n las fo rmas sinuosas y compl ejas, los motivos vegetales entre otros. Según Lil y Lit vak , en el sistema simbóli co de la sociedad burgu esa del fin de si glo, el feti chism o se convier te en un medio de traduc ir la reali dad y simboliz ar el mundo a través de sus objetos. Las novelas cortas de Emili o Carrer e también reflejan estos gustos , y, como el resto de sus conte mporáneos, les añ ade un valor sex ual. Co mo las lágr i mas er an su fe ti chis mo er ó tico , Sand o val la hizo suya co n el ard o r que se reno vab a tod o s los días, mez clánd o se los celo s y las cari cias, los j ur a mento s y las rec r iminac io nes. El sab o r del llanto er a co mo un breb aj e bruj o , mister io so alcalo id e, mo r fi na i ne fab le, op io i magi n ad o r de par aíso s, hasc hid que gal vanizab a un insta nte su men te en fer ma de raras se n sac io nes. 105 4. Otra asocia ción, meno s propia del mundo sicalí pti co, que también se da en la novela gal ante de Car rer e, aunq ue no de forma mu y fr e cuente, es la del erotism o y la mue rte. ?sociaci?n que hoy en día se denomina en algunos estudios de crítica literaria ?eros negro?? Su al ma de tor b ellino trans mi tía a su car ne aq uella eno r me fieb r e ultra física po r la que el place r llegab a a vec es al l í mite de la se nsac ió n y le dab a al espas mo cr ue ntas ago nía s de muer te. Era co mo si la Luj ur ia le ec hase al c uello un nud o co r r ed izo y ap r etase hasta ese orgas mo co n que entr an los a ho r ca d o s en el gran sue ño de ultra t u mb a. 106 S e trata de un tópico que, como los anteriores, también fue redescubie rto por los autores del Romanticism o, cu ya estética bus caba este tipo de uniones par a ex presarse. El en campo de la novela co rta, en los relatos en los que se trata el tema, suel e apar ece r unido al arqueti po de mujer f a tal, en la que se dan ras gos físicos que la vincul an a la muerte, como por ejemplo, una blancur a cadav éric a en su piel, o porque en ca rnan ref erentes literarios que son icon os de estas pr ácti cas, aunque, en ocasiones, ta mbi én acuden al 105 ??l bebedor de l?grimas?, La Novela de Hoy , nº 111 , 19 24 , p. 17 . 106 ??a mala pasi?n?, p . 66 . Análisis y descripción de las novelas 177 recurso fácil del v ampi rismo. En El embrujamiento de Pablo Reinol , s u esposa Elisa encarn ar á la fi gura de Salom é, princesa cruel que pidió la vida de San Juan Bauti sta, mientras que su amant e es compar ada en rep eti das ocasiones con un vampi ro: ??armela me absorbe toda la vid a. Es un vampi ro qu e dev ora todas mi s en er gías, mi tiempo y mi inteli gencia ?107 . S in embargo, la novela en la que mejor lleva el t ema a la prácti ca , hasta llega r a la necro filia, es La cortesana de las cruces , donde el gusto po r la uni ón de l erotism o y la mu erte, s e rá pr acti cado po r un ho mbre . En este relato, Carrer e trab aja el tema de una forma magist ral, aunque por el desenlace que le da, parece esta r condenándolo pues el pr otagonist a mue re víctim a de su perve rsión. Al co ntacto de las ma no s de Sara, frías y sed eña s, la terr ib le ob sesió n exa ltó má s su triste cer eb r o , co mo si aca r iciase unas mano s di f unta s. - ¡Ya sie mp r e ser ás su mi sa a mis beso s; Ya sie mp r e me da r ás la rosa de tu bellez a co mo una e sp o sa ar d iente! ?…? ?l rostro y las manos de los simuladores del ep italamio nec r o fíl ico , veían se mo r t uo r ia me nte a mar illo s. Sa r a, estre mec id a de espanto s i nd ec ib les, se creía en los li mb o s an g ust io so s de una pesad illa. ¡S i hub ier a po d id o gritar cua nd o caían so b r e ella las flo r es, dánd o le la sens ac ió n de que la estaban inh u mand o viva ! ¡Y la so mb r a negr a de aq uel ho mb r e mac er á nd o la los lab io s le par ec ía un asquer o so va mp ir o ! 108 5. Y para termi nar, otro recurso del que también gusta Carrer e, es la profan ación de los espacios sa cros po r las prácti c as eróticas. Co mo los tópi cos anterior es, también fu e ex plot ado por el arte del fin de siglo, especial mente en pintura, aunq ue también hay bastantes ant eced entes li terarios españoles, com o por ejemplo Clarín en La Regenta o Vall e - In clán con sus Sonatas . En las nov elas de Carr ere, a unque ha y var ios ejemplos de esta forma de tras gr esión, el relato en el que se lleva el tema al lími te, rozando en algun a ocasión lo que se consid eraba como po rno grá fic o en la épo ca, pero car gado de humor e ironía es en El diablo de los ojos verdes . Un a no vela de pin celad as m odernistas, bien escrita y bien desar rollad a, que por sus alt os conte nidos de erotism o, destac a junto con La Cortesana de las Cruces, sobre las demás. V eamos un ejemplo: 107 Emilio Car r er e, El embrujamiento de Pablo Reinol, p. 9 . 108 ??a ?ortesana de las ?ruces?, p p . 12 0 - 1 2 1 . Análisis y descripción de las novelas 178 - En una de mi s vi sitas no ctu r nas, la her ma na Mar ce la des p er tó . H ac ía un rato que me e mb r iagab a en la co nte mp lació n de su divi na desn u d ez . La dulce co r d er a se azo r ó al ver me, y acaso iba a gritar , cuand o yo la cub r í los lab io s co n una lluvia de beso s ap asio nad o s. ¡Oh, qué inefab le mo me nto , Mo nse ñ o r ! ¡Sent í una au sencia delicio sa de tod o s mis se ntid o s, un dulce frene sí en el que me lle gab a la muer te ! ¿Qué dulz ur a, qué fue go , qu é lico r emb r uj ad o fluía de los lab io s de la her ma na Mar ce la? Co n un ard o r pag ano , co n una ela sticid ad fa une sca , op r i mí hasta la mac er ac ió n el bello cuer p o t ib io y núb il y los rub íe s de la vio lació n ti ñer o n los lienzo s de su lec ho vir gi nal. 109 En cuanto al corpus de tex tos que hemos descrito, son muchos más los ejemplos a los que nos gusta ría aludi r para ilustrar los tópicos señalados, pe ro que se nos quedan en el tintero por falt a de espacio. Por otra parte, no debe pensa rse qu e todas es tas novelas han sido escritas bajo el mis mo patrón, pues en su qu ehac er pu ede obs erva rse cierta evolución. De este modo, en todas las novelas qu e inte gr an este corpus e x ist e un uso de los recursos de los que hemos hablad o para vehicul ar el erotism o, y que justific a que sit uemos dichos tex tos aquí. Sin embargo , en las prim eras novelas no se recr ean las forma s de vida ni los espacios galantes a los que Carr er e com enz ará a refe rirse a partir de 192 2, fruto de una evolución social, en novelas como Sor Inés de la Ruleta , y qu e desar rol lará a partir de 1925, comparti endo las c aract erísti cas del gén ero con sus contemporán eos. Por otra parte, no deb e pensarse qu e lo s elemento s qu e usa Carre re en este tipo de novela (mujer án gel/ fat al, feti c hism o, etc.) son ex clusivos de la misma, ya que como se ha indicado, también apa rec en, aunque en menor me dida, en la novela de te ma de burdel, en la de misterio, et c. y hac en que, en muchas ocas i ones, la clasifi cación ent re unos y otros temas esté separad a por u na del gada líne a. Además de lo ya comen tado, que se trata de un corpus de tex tos mu y rico que no sólo se compone de cli chés eróticos, sino que tambi én incorpora element os propios de la rea li dad, que nos muestr an cómo l a ciud ad y la sociedad en sí misma va cambi ando. Por desgraci a, comentar tales aspectos nos ll evarí a a desarroll ar otro estudi o. 109 ??l diablo de los ojos ?erdes?, Antología de la novela corta erótica española de entreguerras (1918- 1936), ed ició n, pró lo go y nota s de Lil y Litva k, Mad r id , T aurus, 19 9 3 , p. 122 . Análisis y descripción de las novelas 179 6.2. Descripción de las novelas EL EMBRUJAMIENTO DE PABLO REINOL, 1918 Espacio: Provincias y Mad rid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Media y baj a Conflicto: La prácti c a de las magias oscuras y las perversiones sex uale s ocasionan el casti go al que las r eali z a. Argumento: Pablo Reinol es un escritor de operas que tras fracas ar su prim er matrimonio decide regr esar a Madri d. Allí conoc e a La Ros a del Albaicín, una bail arina qu e qued a compl etamente enamor a da de él. Con ell a manti ene relacion es sex uales marcad as por las practi cas pe rvers as y ref inadas (igu al que hicier a con su mujer ), pero no puede amarla compl etamente. La Rosa del Albai cín al no vers e corr espondi da con la misma intensidad, recur re al embrujo de su amado mediante un pacto de sangre. No obstant e, Pablo parece haber sido embrujado ant eriormente por su esposa , quien le domina psicológic amente y no le permite amar a otra m ujer. Esto le vuelve loco hasta el punto de estr an gular y mat ar a Rosa. Este relato form a parte de las m emorias que Pablo escribe desd e la cá rcel. EL DIABLO DE LOS OJOS VERDES, 1922 Espacio: Madrid, u n con vento de Ursulinas Tiempo: Siglo X IX (Ma r ía Luisa d e Parma ) Clase social: Noblez a, ari stocracia e iglesia Conflicto: La reali z ació n ilícita de actos carna les en un convento y su consiguiente casti go, no obstant e, ha y salvación. Argumento: Luis Valenz u ela, un joven y atr acti v o cur a, arde en deseos s ex uales cuando cae la noch e; el demoni o entra en su cue rpo y él se dedica a pos eer a las monjas del convento. El su ceso lle ga a oídos de la Inquisición y un tribunal de la Santa Sede se dispone a juz gar a Lui s. Llaman a decla rar a dos monjas que rivali z an en protagoniz ar las ma yor es atrocidad es sex uales para tener a Luis en ex clusi va. Son acusadas de tener el diablo dentro. El Inquisidor y el cardenal l as poseen pa ra ex orciz arla s, pero cuando Análisis y descripción de las novelas 180 vuelven a decla r ar ante el tribunal, son domina das por los diablos Pria pón y Leviatán respecti vam ente. Las to rturan nu evamente en su decla ración. Luis es condenado a la hogue ra, pe ro esa mism a noche, es invitado a participar en aquela rre er óti co organiz ado por la aristocr a cia. Allí posee y sati sfac e plename nte a una alt a dama qu e permane ce en el anonim ato. A la mañ ana siguiente, lo apres an, lo torturan y lo encie rran ha sta el momento de su sacri ficio, sin emb ar go, esa misma noche, la dama a la que tanto sati sfiz o, y que re sult a ser la reina Ma ría Luisa de Parma, utili z a su influencia para liber ar lo. En su lugar, arde en l a ho guer a un pel ele. LA MALA PASIÓN, La Novela Semanal, 1922 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Bur gu esía y clase s ocial b aja (chulos y prosti tut as) Conflicto: Los celos oc as ionan la muerte de uno d e los amantes. Argumento: J aim e es un joven matemático y filó sofo con un turbio pas a do sex ual. Vive con Margarita a la que conoció por sus atenciones durante una larga conva lecen cia. Ambos comparten la mi sma afición por el tr abaj o de Jaim e. Margarita s e encu entra con Augusta, un a anti gua ami ga, casada con un pil oto que pasa largas tem poradas fu era del país. Comi enz an a sali r los tres juntos. Augusta y Jaim e se enamoran. J aim e duda, pero s e entre ga. Vuelve el ma ri do de Au gusta, pas an dos semanas y se m arch a sin sospech as. Augusta comi enz a a falt ar a sus citas con Jaim e, él sospe cha, la busc a, una herm ana de Augusta l e rev ela su pr omi scuidad. Una noch e la persi gue hasta un caf é cantant e, all í averi gua qu e tiene rela ci ones con otr a mujer. Por causa de los celos se pel ea con l as dos y Augusta lo asesina. SOR INÉS DE LA RULETA, 1922 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad; principios del siglo XX Clase social: Bur gu esía y clase baja (pr osti tut as y chulos de postín) Conflicto: El vicio por el juego y su relación co n una prosti tut a arr astra n a un hombre honrado a la mue rte Análisis y descripción de las novelas 181 Argumento: Fabiano Ro bledo es un hombr e hon rado y casado qu e tr abaj a en un banco. Una noche acud e con sus compañeros al Casino, all í siente una ex traña pasión por el juego que pronto se conve rtirá en vicio. Desde entonc es acudir á todas las noches cometiendo pequeños hurtos en la caja para pod er s e guir ju gando. Conoce a timado res y ju gadores presti giosos e intim a con una prosti tut a a la que mantiene e intenta sac ar de su profesión. Comi enz a a tener proble mas en el banco y con su mujer. Finalmente ab an dona el banco y arruinado decide apost arlo todo a su cart a habit ual, los cuatro cab all os, pensando suicidarse si no gana. Tr as un momento de gr an tensión su número sale gan ador pe ro el sufre un derr ame cereb ra l y mu ere. El dinero que ha ganado nunc a llega a Inés, su querida, ni a su mujer. EL DESTINO PAYASO, 1923 Espacio: Madrid Tiempo: principios del si glo XX Clase social: Ba j a y media - alt a Conflicto: Los deseos de deja r la vida de prosti tución llevan a una mujer a comet er un asesinato. Argumento: Eva es una prosti tut a de alt o cop ete a la que admi r an y desean todos los hombres. Ella vive, junto con otras ami gas que se dedican a lo mismo. Sin embargo, no tiene aqu ell o que m ás desea: su anti guo novio, al que ell a ab andonó po r el lujo en el que vive. Eva está compl etamente arrep enti da y pr ete nde recupe rarlo. Una ta r de se decide, sale en su busca y vuelv e a seducirlo, pero él sólo acce de a volve r con ell a si se van a Améric a o a al gún lu ga r donde nadie la conoz ca. Eva se propone reunir todo es e dinero, y decide engañar a Martel, el du eño rico de un casino que está loco por ell a, pero a quien ha humill ado en repeti das ocasiones. Eva va a su cas ino y pasan la no che junt os. A la mañana siguiente, Mart el apar ece muerto en su habit ación. Esa noche Eva regres a al mismo casino y empi ez a a ju garse al mismo número grand es canti dades de din ero, cu ando ya sólo la queda un billete, su número sal e en el mismo instante en el que es detenid a por la policía: ell a es la que ha matado a Martel. Análisis y descripción de las novelas 182 LA AMAZONA 110 , 1923 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del XX Clase social: Alta bur gue sía Conflicto: El amor de una mujer salva a un artista de ser c ond enado por un crimen pasional Argumento: Alfredo M ontanar es un conocido artist a cu ya especialid ad es el retrato femenino. Su últim o cuadro, La Amazona, posee una particularidad; no usó modelo, lo pintó desde su imagin aci ón. Un día recibe una carta de u na muje r que se hace llama r La Amaz ona y qu e ase gur a ser igual a la mujer del cuadro. Se conocen, Alfre do reconoce que es idéntica a la muje r de su obra, y adem ás lleva el mismo vesti do (inclui da una fusta). Se enamoran, ell a s e tr aslad a a su estudi o, dond e ta mbi én vive Ma ría, un a j oven a la qu e el pintor reco gió de la call e y que le sirv e como mo delo y criada. Alfredo, que ala rdeab a de ser un colec cioni sta de mujeres, abandon a est a condición a favor de su amant e. Al principio sus relaciones son buenas, per o pronto ell a comi enz a a mostrar su car ácter dominante y esto les llevará a la prácti c a de una acti tud sadomaso quist a física y psicológica cada vez más violenta. Cuando ell a se decide a abandona rlo y le confiesa que le es infiel, el la asesina. Sin embargo , cuando llega la policía, María declara se r la culpable del c rimen y sal va al arti st a. UN ARREGLO DECOROSO, 1923 Espacio: No se esp ecific a Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Bur gu eses a comodados (aunqu e en apuros) Conflicto: El uso la pro sti tución clandesti na par a cob rar una her encia. La pérdida del honor que ello caus a, ya no se limpi a con san gre sino con dinero. Argumento: La fami li a de Juli a recibe una carta de su tío, un rico banqu ero, anunci ando que va a morir y qu e dej ará toda su fortuna a su sobrina a condición de que esta ten ga un 110 Según Leo ca d io Mej ías, en la bio gr afía no vele sca que pu b lica so b r e el auto r , la novela fue den u nciad a como pornogr?fica y ?arrere fue procesado por ello? ??na gran ofe nsi va co ntr a la por no gr afía hizo caer por ento nce s a mucho s escrito r es en las mallas de la justic ia. N o sola me nte se pro ce sab a po r tales mo tivo s a los auto r es y ed ito r es de las no velas y re vist illas ob sce nas, sino ta mb ié n a tod o s los qu e tratab an el t e ma a mo r o so o el de baj o s fo nd os con alguna desen?oltura?? Me j ías, Emi lio Car r er e, el novi o de Mad r id , ??a ama?ona?, cap . LXI X, en el di ar io Madrid , 19 5 2 . Análisis y descripción de las novelas 183 hijo? ?a familia casa a ?ulia con su no?io, apodado ??ololo?? ?e trasladan a la casa pero, pasa el tiempo, y Juli a no entra en esta do. La fami li a, preocup ada, co mprueba que el problema está en Polol o . Ante la inquietud del padre, un rufián del Cas ino, Huertas, le aconseja que llev e a su hija al salón de té de una rica mad ame en el que se hacen reuniones ?poco lícitas?? ? escondidas del marido, lle?an allí a ?ulita que pronto se hace popular? Queda emb araz ad a. Mie ntras tanto, Huertas ch an tajea al padre y también se instala en l a casa, cobr?ndose con creces el ?fa?or? hecho? ?l ni?o nace, el tío muere y la familia, que casi estab a en la ruina, cobra una gran suma. Huertas abandon a la casa un a vez ase gu ra da su parte de la herencia. Una noche que Polol o visi ta el Casino se encue ntra con Lasarte que pone en duda el ho nor de su mujer, y le en vía a hablar con Huertas a quien Pololo, finalm ente, pa ga por sab er la verdad. Polol o quiere lavar el honor de su mujer , reta a duelo a Lasart e, pero lle gado el momento, l e paga par a que reti re lo dicho y olvid e el suceso. EL BEBEDOR DE LÁGRIMAS, 1924 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Bur gu eses de profesiones li be rales Conflicto: B úsqueda y unión del amor ideal con el amor carn al Argumento: J uli o Sandoval es un conquistador de mujeres que adole ce de una perv ersión sex ual: beber sus lágrim as. De este modo, gusta de colec cionar mujer es de las que ex traer sus lágrimas en cad a cit a . Par a ell o puede in cluso llega r al dolor físico. Un día, conoce a Julia Godo y, una joven estudi ante que se resis te. Abandona a sus amant es para conquistar a esta cu ya inteli gencia y espirit uali dad l e fas cinan. J uli a busca la reali z a ción de un amor espirit ual, ideal, mientr a s que Juli o busca sati sf a cer el amo r carnal. J uli o se en amora de Julia que significa su curación y su transform a ción en un hombre cap az de senti r el ?erdadero amor ?el amor sensible?? ?inalmente, ambos se confiesan enamorados y deciden unirse en la búsqueda de l amor espirit ual de sus almas aunque a vec es deb an entre garse a la pasión t erren al, en r eal idad son dos car as de una misma moneda. Análisis y descripción de las novelas 184 CORNEJO, PEDRAZA Y COMPAÑÍA, 1925 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, se gunda déc ada del si glo X X Clas e social: Bur gu esía Conflicto: El intercambio de parej as y sus malas c onsecuenci as. Argumento: Cornejo, un tími do oficinis ta, es aban donado por su muje r. Conoce a Pedraz a, un temerario conductor que también ha sido abandonado por su mujer. Ambos se cuentan su drama con yu gal y se hacen ami gos. Esa noche, embria gados, deciden ir en busca de sus esposas a cas a de los amantes. El matrimonio Pedraz a se traslad a a casa de los Cornejo. Sus respecti vas mujeres también se hacen ami gas. Ocurr e el cambi o de cón yu ges, propiciado por ell as, no obstante, deciden mant e ner en se creto sus nu eva s relaciones. Sin embar go, un día coin ciden los cuatro en los reser vados de un rest aurante. Aunque los dos ami gos saben lo ocurrido , ninguno comenta nada. Mientras tanto, las esposas c ansadas de ocult arse, proponen a su s amantes fuga rse. Ellos no se deciden, y, final mente, ell as se cansan de esper ar y vu elven a ab andonarles por otros amantes nuevos. LA CORTESANA DE LAS CRUCES, 1925 Espacio: Provincias; Ávil a Tiempo: Actualidad, prin cip ios del si glo XX Clase social: Bur gu esía y clase social b aja (prosti t utas) Conflicto: La reali z ación de prácti cas sex uales perversas lleva al casti go con la muerte a quien las practi c a. ?rgumento? ?n un burdel de las afueras de ??ila llamado ??a ?strella? tra baja Sara, antes conocida como La cortesana de las cruces , con otras jóvenes instit utrices. Un día llega al pueblo un joven médico especialist a en trastor nos mentales y con un pasado un tanto escabroso. Mientr as está en el bar del burdel escu cha a las cama rer as cont ar la historia de Sara, prosti tut a que se especializ ó en perv ersion es sex uales, consi guió hacers e ri ca y lo perdió todo en el casino. Cuando Alberto, el mé d ico, la conoc e su person a le recue rda a una anti gu a novia su ya que murió y de la cual sól o pudo obtener un beso una vez muerta, hecho que le caus a un tr auma. Alberto necesit a poseer a Sara y sati sface r los deseos que no pudo con su anti gua novia. Alberto le revela sus gustos perv ersos a la prosti tut a y le Análisis y descripción de las novelas 185 propone acostarse juntos una noche. Se recono ce casi loco. Ella, aunqu e te merosa, acced e a compl ac erle, y cu ando se disponen a reali z ar el acto, Alberto muere por el shock que ell o le provoca. LA DAMA DEL CRISANTEMO, 1925 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad; principios del siglo XX Clase s ocial: Bur gu esía y aristocra cia. Conflicto: La reali z ación de amores ex tracon yu ga les lleva a la espos a infiel a la muerte. Argumento: J orge Pered a, un afamado poeta, se reencu entra en un cab aret con un antiguo amor; la cantante Rosaur a Mimí . El quiere reto m ar estos amores, pero Rosaura perten ece ya a otro hombre. Sin embargo, ell a organiz a una cit a clandesti na y cu an do comi enz an su escar ceo le echa rep enti namente ale gando no enco ntrarse bien. Rosau ra le revela que llev a una doble vida: canz on eti sta y esposa de un ri co aristoc ráti co qu e gus ta de pr ácti c as sex uales pervers as, com o indicati vo de ell as ha y en la casa un a sala deco r ada con objetos mortuorios y ella lleva siempre prendida al cuell o una jo ya morada con forma de crisantemo. Rosaura no pued e evit arl o y vuelv e a verse a esc ondidas con su antiguo amante, pero en una terc era cit a el ma rido les descubr e y ell a hu ye . J or ge no vu elve a saber de ell a hasta que una noche se la enc uentra en una fiesta de carnaval. Ella, misteriosa y en silencio, le conduce has ta un ex trañ o lugar: un depósi to de cadáv eres en el que Jorge en cuentra su cuerpo y des cubre que ha sido asesinada. LAS TRES QUERIDAS, 1925 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Media y alt a bur guesía Conflicto: El que es mu y prolí fico en relaciones s ex uales al final paga por ell o quedándose sin ninguna. Argumento: Fe rnando Valorio es un cons a gra do dramatur go cu ya que rida es Aurea: una mujer madura y solte ra capaz de una ar reb atado ra pasión, pero dominad a por los celos, Análisis y descripción de las novelas 186 motivo por el cual discute todas las noches con su amante. Un día Fern ando pasea con Rosarit o, una actriz de l a compañía pero empi ez a a llover torr encialment e, por lo que se refu gian en una casa y salen, despu és de la tormenta, como amantes. Se cit an todas l as noches. Una de ell as, al sali r del hotel son vistos por el viejo Sanab ria, que gusta de espia r a los amantes pa ra lue go delatarlos a su respe c ti vo cón yu ge, de est a forma ven ga su orgull o, ya qu e su esposa, contra quien no pued e nada, le es infi el en s u propia casa. Una noch e en el Casino, Fern ando cono ce a otra mujer, una rubi a que es el sueño de todos los hombres, y que viv e mantenida por el Arc hiduque de Austria. Co nvienen en se r amantes. En este mome nto de plenitud, Sanabri a descub re la verd ad a Á urea (la únic a a quien ama Fernando) y a Rosel (el querido de Rosarit o) que le reta a duelo. Áurea le abandona par a irse a Tánge r y Rosa rito lo aban dona por Rosel. Tambi é n la joven del Casino decide dejarle porque teme que el duqu e se enter e y viv e de él . De esta fo rma Fern ando qued a compl et amente solo y herido en el pecho, aunqu e después se recup era. EL ÚLTIMO CAPRICHO DE MONTIEL , 1925 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Baj a y arist ocraci a Conflicto: La vida lic enc i osa de un hombre le llev ará a la ruina y a su muer te. Argumento: El duque de Montiel 1 1 1 es un señorito venido a menos porqu e ha gastado toda su fortuna en mantener una vida licenciosa. Una noche se cruza co n una prosti tut a conocida cono la Oj eros a que le res ulta ?e?tra?amente interesante?? ?ecide conquistarla para sati sf ace r su curiosi dad sex ual, puesto que la s mujeres normales ya no le gustan. Ella le rechaz a al e gando que ya lo conoció ant es y que desde entonc es su vida es una ruina. Montiel no la recuerda y este misterio enardec e aú n más su deseo. Le of rec e riquez as. Ella vuelve a rechaz arlo, le avisa que sería mu y pel igroso para él y de qu e está con otro. Montiel insiste, ell a cede. Se cit an en un carnaval, el duque empeña todas sus pertenencias ese día. En el carnav al se siente rodeado por la sociedad madril eña de más baja estofa. Ha y dos oscuros enm asc arados que le persi guen. Cuando ell a llega, aband onan el lugar en 111 Según Leo ca d io Mej ías, Car rer e retr ató al Marq ués de Ho yo s y Vi nent e n este per so naj e. Mej ías, Emi l io Car r er e, el novio de Mad r id , ???rdoba, ?artagena y ?on ?enén?, ca p . LX X en el diar io Madrid , 195 2 . Análisis y descripción de las novelas 187 busca de una cas a de cit as. Entran en un oscuro hotel y allí es robado y asesinado fríament e por l a prostituta, su chulo y un ami go. LA CAMPANERA, 1926 Espacio: Provincias (Vill ar de los Escudos) Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Bur gu esía y clase social b aja Conflicto: La mujer qu e se ent re ga a un a vida l icenciosa es ca sti gada con la muert e a manos de su marido. Argumento: J uli o Tavares llega a la aldea de Vi ll ar de los Escudos con la pretensión de pasar unos días. Se insta la en una de l as celd as de la cat edral góti ca par a disfrutar de la espirit uali dad y el reco gim iento del lugar, y decide qued arse más ti empo. Además comi enz a a recuper arse de su vida de galante ría en Madrid. En su celd a instala además su taller y pasa el tiempo dedicado a la pintura. Un día conoce al campan ero y a su esposa, que le pide que le haga un r elat o. Mercedes, la campane ra, es una herm osa mujer y Juli o, desde el principio, siente un fuerte deseo por ell a. Se hacen amantes. Una noche de sábado, en la que su marido está fuera, la campan era invita a Juli o a visitar los barrios bajos: un her videro d e prostíbul os, donde la gente de pocos recu rsos acude a solaz arse. En es e ambi ent e, que a Julio le pare ce hosti l y lujurioso, Merced es se siente feli z porque es des ead a por to dos los hombres que les rodean. Cuando ambos deciden entr ar en una habit ación son acosados violentamente. En la refrie ga, Merced es qu eda casi des nuda y Juli o mata a un hombre de un dispa ro. En ese momento, entra al loc al el Marido d e Merc edes con dos gu ar diacivi les. A la mañan a sigui ente, Merced es ap are ce colgad a por las co rvas d el bad ajo de la campana; ha sido asesinada por su marido qui en, cans ado de no poder re gener arla, s e venga de ell a. LA NOVELA DE UN LIBERTINO, 1927 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Arist ocra cia y bur gu esía Análisis y descripción de las novelas 188 Conflicto: Un h ombre qu e detest a la moral bu r gue sa en las rela ciones amo r osas ac aba por someterse compl etam ente a ell a. Argumento: J ulio es un hombre acomodado que se define como un liberti no; no cree en las normas de conducta s ex ual por las qu e se ri ge l a bur guesía trad icional (las considera un atraso), pa ra él el sex o debe ser natu ral y libre, y no ha y qu e escond er el goce y la infideli dad con la hipocresía. Conoce a Merc ed es, una mujer acomodada esposa de un banquero, se hac en aman tes. J uli o no se preocupa por ocult ar su relación y al poco tiempo se sabe en todas partes , intenta hace rle compr ender a Merc edes el ar te de amar sin preocupa ciones. Cuando el marido se enter a, visita a Juli o con la intención de matarlo, pero ac epta sus limi taciones y se decla ra un ho mbre sens ato; par a él la var la honra con sangre es una costum bre el medioevo. Se hacen ami gos. Cuando M erc ed es abandon a a Julio por un nuevo ama nte, éste llev ado por los celos, decide reta rlo a duelo olvidando conscientemente su part icular filosofía moral y sex ual. Al final, el marido, al verse suplantado por el amante en un duelo que debería ser su yo, decid e ocupa r su lugar. Sale herido y sin comprende r por qué a causa d e su cab ez a rota su honor aho ra está lim pio. LA DESCONOCIDA DE TODAS LAS NOCHES, 1927 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Bur gu esa Conflicto: Las relacio nes sex uales con un a descono cida traen consecu encias desa grad ables. Argumento: El protago nist a, autor de esta no vela, se confies a un hombre tími do y solitario, en ocasiones perturbado, al que su imagi nación le lleva a pensar en toda clase de escenas eróticas. Un a no che se en cuentra a una jo ven misteriosa bail ando en una plaza. La conoce, le con fiesa que la desea y ell a le lleva a su casa. Es la esposa de un prest igioso médico. Mientras hac en el amor, él descubr e que ha y un hombr e en la habit ación mirándoles. Ella le cuent a que er a su amante y qu e le ha as esinado esa no c he por celos. Le pide que le a yude a desh acers e del cadáve r. J untos bajan al muerto y lo ab andon an en un taxi con la dirección de u na cocota qu e er a la am ante del difunto. Análisis y descripción de las novelas 189 Análisis y descripción de las novelas 190 7. NOVELA DE TEMA DE MISTERIO Ten go mied o . P arece qu e hay alg u ien qu e me esp era, in visib le, en la somb ra; vagas fo r mas astrales aso man a mi paso sus ro stros irreales. En cad a pu erta h ay un fan tas ma; en cad a pu erta me ataraz a un a man o esq u elética y yerta En memoria 7.1. Introducción Es el misterio un elemento esencial en la pros a de Emili o Carrere y tam bién en su poesía, ya sea como rec urso o como tema en torno al que se desarroll a la trama. Como tema, ha dado lugar a un buen número de artículo s, que después utili z aría para des arroll ar y, en ocasiones, ?refritar? en sus no?elas? ?uchos de estos te?tos bre?es fueron recogidos y publicados en un volumen titul ado Almas, brujas y espectros grotescos 1 1 2 . Debido a que el número de novelas a las que ha dado luga r el tema ha sido significati vo , hemos creído conveniente dedicarl e un apartado p ropio. No podía escapárs ele a Carre re, buen ob servador e imit ador de los subgéneros novelescos de su épo ca, las posibil idades que podía brindarle la nov ela de misterio, y practi có el tema, a su ma n era, en sus dos vías : la góti ca y la policía ca. Ad emás de ell o, se sirve de los in gredient es que us a para crear el misterio y el hor ror, y los disemina en muchas otras novelas, ya sean estas gal antes, de amor, etc. ?especto a la ?ertiente que habremos de llamar ?g?tica? en seguim iento de la crítica 1 1 3 , que se refiere al anglosajón Gothic Tale , y bajo la cual se reco gen los títul os Los ojos de la diablesa, La leyenda de San Plácido, La conversión de Florestán, La mujer sin cara y La casa de la cruz , hemos de acl ara r, ya desde el principio, un asp ecto cl ave, y es que, aunque críticos y editores se empeñ en en clasificar los títul os anteriores c omo ?no?ela g?tica? o afirmen que La torre de los siete jorobados sea una nov ela de terror con tintes detect ivescos, no son tales. P ara poder co mprender esto, debemos tener en cuenta 112 Mad r id , Viud a e Hijos de Sanz Callej a, sf. 113 Véase el pró lo go de Jesús Palacio s a su ed ició n de La casa de la cruz y otras historias góticas , Mad r id , Va ld e mar , 20 0 1 . Análisis y descripción de las novelas 191 dos cosas; la prim era de ell as es que Emili o Carrere es un autor que trad uce a su quehacer, al gusto de su público y a las condiciones bajo la s que public a su nov ela (ex tensión, grado de compl eji dad, etc.), algunas de las cor rientes de la époc a. No debe entenders e que estamos quitando mérit o a Carrer e, pues el hecho de trabajar dive rsos subgéneros ya tiene mucho, pero sí queremo s matiz ar afirmaciones como las siguientes hech as, por ejemplo, para desc ribir La leyenda de San Plácido? ?sabia combinaci?n de fantasía hist?rica, costum brism o madril eño y relato de misterio, en gran med ida nos hall amos ante un ejemplo arquetí pico de relato góti co, en es a tradición que plantea un misterio aparentemente de car?cter sobrenatural y fant?stico… que se e?plica, sin embargo, finalmente por medio de la ra??n?1 1 4 . Más adelante entrar emos en la defi nic ión de lo que es el cuento g?tico? ? ?La casa de la cruz es una jo ya del cu ento esp a ñol, que rez uma auténtica inspiración fantaterrorífi ca y qu e podría haber en contrado un hueco en cualquiera de los pulps cl?sicos?1 1 5 . No queremos decir que Carrer e no cul ti ve o no consiga, crea r un cuento de misterio porqu e, de hecho, lo consi gue, en su aspecto racion al con un tipo de des enlac e que, en ocasiones, ap ela a lo racional, al esti lo de Radcli f fe, irracional, en uno de los casos al esti lo de H. P. Lovec raft, e in cluso pol iciaco, pero no puede de cirse, y esta es la segund a de las causas , que constru ya relatos arquetí picos del Gothic Tale, o que lo gre su estru ctura, ya qu e este sur ge y se desa rroll a en un as condiciones mu y especi ales fuer a de nuestr as fronteras y qu e nunca se han desar rollado aquí. Veamos l as a firmaciones que al resp ecto ha c e J uan Igna cio F er r eras: E ntie nd o po r no vela de terro r , o Gothic Tale , la nac id a o mej o r pro d ucid a en la Inglater r a de finale s del siglo XVI I ; no vela de origen ar ist o cr ático ?inc luso culti vad a po r los ar istó cr atas - que se op o ne al rac io nalis mo tri un fa nte y bur g ué s, y e xalta a nte él la sinra??n, la muerte, las fuer?as oscuras y misteriosas, etc? ?…? ?? en ?spa?a? ?n E sp aña, par a emp ez ar , que yo sep a, el gr up o ar isto cr ático o la nob leza , que se encue ntr a en el origen de esta novela, no sufr ió nin g una dec ad encia, no nec esitó pues, pur gar se co n ar tís tica catar sis de una revo l ució n bur gue sa que le arr eb atab a el univer so ?…?? ?i la no?ela negra es de origen aristocr?tico, como supongo, la no vela ne gr a no puede florecer en ?spa?a? ? de hecho no ha florecido ?…?? ?ien mirado, el editor, el tr ad ucto r y has ta el lecto r españo l de esta ép o ca no pued e identi ficar se co n la nove la de 114 Jesús Palac io s, pró lo go a su ed ició n La casa de la cruz…, p. 14 . 115 Ídem , p. 21 . Análisis y descripción de las novelas 192 ter r o r , no pued e co mp r end er - co mp ar tir su pro b lemática , au nq ue p ued e, eso sí, sentirse atraíd o por la noved ad de sus te mas. 116 ¿Qué es lo que hace entonces Ca rre re en las novelas que aquí llamam os de tema de misterio? Pues, como ya hemos ad elantado, nuestro autor imit a estos lenguajes adaptándolos a su saber hac er, a su esti lo y a su público, y lo hace mu y sabiamente. Conocedor de los relatos de E. A. Poe, de quien tr adujo sus tex tos 1 1 7 , es capa z de imit arlo en el hecho de cono cer que l a novel a de misterio requier e ci ertos el e mentos como: escena rios oscuros y ten e b rosos, crímenes, o la int ervención de ser es sobrenaturales cu ya aparición pu ede tener una ex pli cación racional o no. En reali dad, Carr e re es capaz de imit ar un lenguaje pero no una estructura novele sca. De este modo, cuan do leemos sus novelas , todas tienen la misma estructura (la her edada o conti nuada del costum brism o) y el mismo estilo, lo que ?arían son los personajes ?bohemios, prostitutas, asalariados…? y los recursos ?er?ticos, fant?sticos, de misterio…? Además de Poe, ot ros autores que pudie ro n influenciar en el aspe cto literario a Carrer e y qu e er an trad ucidos y, por tanto, co nocidos en su época fu eron: Mauricio Maeterli nck, Hoffm an, C onan Do yle, Madam e Blavatsk y, G. de Nerv al y su ami go Mario ?oso de ?una, autor de la ??iblioteca teos?fica de las mara?illas?1 1 8 y editor de la colecci?n ??iblioteca ?la?atsquiana?? ?utores que, sin duda, ?arrere conoci? porque son cit ados di recta o indir ect amente en sus r elatos. No obstante, no todas las fuentes que empl e a Carre re en est e tipo de novela so n de cará cter liter ario. En sus novelas de tema de mis terio, además introduc e elementos más propios del mundo del ocult ism o, del espirit ism o, de la ni groman cia o del más all á. El acc eso al cono cim iento de estos temas no fue ex clusi vamente libresco, aunque le yó a autores como Lombros o o Quintín López , quien escribió un libro qu e se guram ente Carrer e man ejó titul ado Estudios de Metapsiquismo: la mediumnidad y sus misterios119 . 116 Juan Ig nac io Ferr er as, Los orígenes de la novela decimonónica , Mad r id , T aur us, 19 7 3 , pp . 24 5 - 2 4 6. 117 Edgar Ala n Po e, Historias extraordinarias , Mad r id , Mateu e d it. s.a. Pró lo go , ed ició n y trad ucc ió n de E milio Car r er e. 118 Serie pub licad a en Mad r id , I m p . Helénica, a par tir de 192 1 . Se encuentr a e n la BN E per o no está co mp leta. Al g uno s de sus tít ulo s: I. Hacia la gno si s: Cie ncia y T eo so fía; II. En el umb r al del mi st er io . ?iencia y ?eosofía? ????? ?imbología arcaica? ?omentarios a ??a doctrina secreta? de ?, p. Blavats k y Fund ad o r a de la Socied ad T eosó fica. 119 Bar ce lo na, Maucc i, 19 1 9. Análisis y descripción de las novelas 193 Si no que, a lo largo de su vida, Carrere sintió una gran inquietud por todo lo relac ionado con el ocult ism o, la mediumnidad y demás, y ell o le llevó a conocer a Mario Roso de Luna y a est ablec er otr os contactos e incluso a asisti r a reuniones. A este respe cto, Leo cadio Mejí as nos apunta las siguientes anécdot as: Hab ía una so la co sa cap az de desp laza r a Car r er e de su nue vo bar r io , y esa era la cur io sid ad hac ia los te mas de l otro mu nd o , que ya he mo s ap untad o ante s. En casa de Ricar d o Co r r al, el co mp o sito r , que vi vía en la cal le del espír itu Sa nto , se organ izab an co n frec ue ncia sesione s de e spiritismo ?…?? ?arrere como buen poeta, creía en la in mo r tal id ad del al ma, y e n su presencia so b r e lugar e s que l e fuer an a mad o s. Y e n ca sa de Cor r al se pasab an las no ches en blanco , en co n tin uas vel adas d e espir itis mo . 120 ?…? En su afá n de co no ce r gente s extr aña s, Car r er e inició una e str ec ha relac ió n co n Mar io Ro so de Luna, astró no mo , t eó so fo , espir itista, extr e me ñ o y ho mb r e de fab ulo sa s inq uiet ud es. Ro so de Luna, co r p ulento , co n el pelo rap ado y la cab ez a y la cara de co lo r remo lac ha, vivía en la c alle del buen suce so , pró ximo a Rosales, y te nía ins talad o su obser vato r io en una azo tea, do nd e pasab a las ho r as miran d o a las estrellas. 121 Así pues, Emilio Carre re se inspira tambié n en estas viven cias de las que ex trae algunos asp ectos pa ra crea r el mist erio en sus novelas o ras gos de personaje s. De este modo, y concretando lo ex puesto hasta ahor a, en sus nov elas de misterio encontramos los si gui entes elementos: 1. Desc ripciones de ambi entes os curos, call es teneb rosas y arquite ct ura s góti cas que van enmar cando la acción a lo lar go de todo el r el ato: Mie ntr as mi bue na suer te me ponía cer ca de estos dos inge nio s, se g uí, picad o po r la cur io sid ad y por mi a mo r a lo mar a villo so , frec ue nta nd o la viej a calle y detenié nd o me 120 Mej í as, ?milio ?arrere, el no?io de ?adrid, ??tros tipos de la época?, ca p . XXXV, en el diar io Madrid . 19 5 2 . 121 Mej ías, Emi lio Car r er e, el no vio de Mad r id , ??l propugn?culo de la bohemia?, ca p . XXXVI , Madrid . 19 5 2 . Análisis y descripción de las novelas 194 co mo un bob o ant e los mur o s inq uieta ntes, o vie nd o cómo la alta y ne gr a cr uz se reflej ab a en el claro de luna . 122 El relo j de la Univer sid ad dio una ho r a, co n su bro nce censad o . Me par ec ió que al co nj ur o de la camp ana se iba a pob lar de espec tr o s la viej a plaza . Una gran l u na manc had a, co mo el eno r me r o str o de un lep r o so , ver tía un ful go r de sangr e so b r e los ca mp anar io s. La fuen te púb li ca hilab a su cri stal y ca ntar i nea b a co n un son metálico , co mo llor and o la pena de la noche, de la pob r ez a y de la soled ad . Las casas an tig ua s y desco nchad as par ec ían car át ul as gi gan tes, co n el ge sto de estup o r de las boca za s negr as de sus por to nes. 123 2. Apelación di re cta al mist erio para provo car más mi sterio: E r es un va nid o so de tu ciencia terr ena: no sab es que hay un infi nito mi ste r io so y uno s hilo s i nv isib les q ue dirige n la s vid as co mo a la s mar io neta s de un guiño l. T en cuid ad o , que tal vez acier te esa voz profética que te a nu ncia la des gr ac ia. ?…? Cua nd o el relo j mar ca b a las diez y diez e nce nd ía un ci gar r o y me b ur lab a de mí mi s mo … hasta el vein te del mes ve nid e r o . Co n estos ar til ugio s i no ce ntes q uer ía b ur lar el fallo de lo Misterio so . 124 A este respe cto, Car rere también suel e incluir le ye ndas sobre algún lu ga r u objeto con el fin de cr ea r un conte x to que dote de ma yor oscur idad y misterio a la acción. Como introducir ejemplos tex tuales ala r garí a mucho es ta introducción, dir emos que el autor usa este recurso en El espadín del caballero guardia, El misterio de la casa de los gatos, La leyenda de San Plácido y La conversión de Florestán. 3. In corpor ación de elementos s upersticiosos propios del folclore: Lla mé a mi s criad o s, traj er o n cand elab r o s y, co n la e sp ad a desnud a, rec o r r í la ca sa. T o do fue e n va no , las puer tas esta b an cer r ad as, los po stigo s ta mb ién; ni ng ú n fá mu lo le vio entr ar . Per o el bruj o hab ía dejad o po r su ca mi no un olo r a azufr e y tod o s aspir a mo s e sa fraga ncia del aver no . ¡Mi casa está end e mo niad a! 125 122 ??a casa de la cru??, en La casa de la cruz y…, ?adrid, ?aldemar, ????, p. 2 5 8 . 123 ??a mujer sin cara?, La Novela Corta , nº 39 4 , 19 23 , Madr id , Prensa Po p ular . 124 ??n crimen in?erosímil?, en La casa de la cruz y… ?adrid, ?aldemar, ????, p. 203. 125 ??a leyenda de ?an ?l?cido?, en La casa de la cruz y… Op. Cit, p. 4 6 . Análisis y descripción de las novelas 195 En la plaza arca ica y pro vin ciana la voz so nab a co mo un eco de los viej o s siglo s de sup er stició n, de hec hicer í a y de auto s de fe. Flor están es tab a preo cup ad o . - ?caso tenga usted ra??n… ??ué sabemos del misterio de esos ambientes i n visib les que no s ro d ea n? - La clar i vid encia es una e xp iació n, es un tor me nto . Lo s vis io nar io s ve n mo nstr uo s inco nce b ib les, casca r o ne s er r ático s, va mp ir o s que e xte núa n a los ser es vi vo s. En muc ha s sep ult uras se han e nco ntr ad o manc ha s de san gr e fresca. 126 4. Presencia elemen tos o personajes sobren at urales y fant asma góricos: Lo s espír it us gusta n de reun ir se en las ma nsio nes mu y a nt i gua s. Po r eso, el fantas ma de muj er ag uar d ab a aq uella no ch e en el ve ntan uco la lle gad a del guar d ia co nq u istad o r . 127 Yo viv ía sie mp r e ater r o r izad o en el e no r me palac io so litar io , do nd e los mueb les te nía n de noche largo s cr uj id o s y hab ía espej o s antiguo s en cu yo cr istal amar il lento veía rostr o s de nieb la, ho r r ib le me nte bur lo ne s co mo gár golas d e cr istal. 128 Basilio siente e xtr año s e str e mec i mie nto s a lo largo de la espina do r sal. T o d a la estancia está lle na de un polvillo plate ad o y lumi no so . En el e sp ej o brill an do s pu ntito s do r ad o s co mo do s luciér naga s, y el va p o r fo sfo r escente ond ula, se a masa, se rec o r ta, se aluen ga y lenta men te va for ma nd o una fi gur a hu ma na. 129 5. Actos de bruje ría y rituales s atánicos: - Efec ti va men te. Va a asistir a la Misa del Di ab lo . Dentr o de uno s insta ntes ser á usted un hermano m?s de la ?rden ?odopoderosa de los ?enebrarios ?…? El mae str o de cer emo nias le hizo una peq ueña co r tad ur a en el braz o , de la que cayer o n una s go tita s de san gr e so b r e la co p a que el clér igo so stenía de h ino j o s. Después se irg uió . - Has mezclad o tu san gr e co n la negr a sa ngr e del Macho No ctur no . ¡El p a cto está fir mad o ! 126 ??a con?ersi?n de ?lorest?n?, en La casa de la cruz… ?p. Cit, p . 14 7 . 127 ??a casa de la cru??, en ??????????????????… Op. Cit, p. 25 4 128 ??as inquietudes de ?lanca ?aría?, en ??????????????????… Op. Cit, p. 330 . 129 ??n crimen in?erosímil?, en ??????????????????… Op. Cit, p. 199 . Análisis y descripción de las novelas 196 Y alzand o la co p a aulló , co n gesto ho r r ib le, en una tran sfi g ur ac ió n trág ica de su rostr o de lumia. - ¡ P er Ad o nai Elo im, Ao nai Jeho vá, Ad o na i Sab ae th, Metr ato n Ou Agla, Ad o nai Mat ho n, ver b u m p ytho nic u m, mister i u m sala ma nd r ae , co nvent u m sylp ho r u m, antr a gno mo r u m, dae mo nia co eli, Gad , Al m ausi n, Gib o r , Jeho sua, E va n, Zar ia tnat mi k, veni, ve ni, veni !. . . 130 Tod o lo veo aho r a co n la sup r ema luc id ez del m?s all?…?n el altar había un crucifijo inver t id o , y al e nce nd er se la s luminar ia s vi, co n e sp anto i na ud ito , que so b r e la fig ur a del Salvad o r hab ía un mon str uo . Era el Bap ho met de los te mp lar io s, el mac ho cab r ío , co n una luz e ntr e los cuer no s, co n cuer p o d e var ó n y pec ho s de muj er . Ante aq uella si niestr a alego r ía no caí exáni me po r que me soste nía, co n una ene r gía extr ah u mana, la terr ib le mirad a de Exili. T enía que ob ed ec er , co ntr a las potencia s de mi al ma, y co me ncé la misa. 131 Este aspecto su ele apa re ce r rel acionado co n el siguient e in gredient e que, a pesa r de que Carr ere par ecía ser un aficion ado al mis mo, es en ocasiones tr atado con cierto distanciamiento mediante el que provo ca la comi cidad : 6 . Introduc ción de elementos y person ajes rel ac ionados con el mundo del oculti smo, el espirit ismo, la magia ne gra, el más allá, etc.: Flo r están e stab a en exce le n tes relac io ne s co n tod o s lo s espir itis tas, car to má ntico s, quir o mán tico s, sal ud ad o r es, y mag neti stas d e tod o Mad r id . A el lo s ac ud ió par a penet r ar el eni g ma de la mister io sa pian ista. Se re unía n los sáb ad o s ? el día de Origial - e n casa del docto r Satur no , un a str ó lo go que se an u nciab a en los per ió d ico s y cu ya e sp ec ialid ad co nsistía en hac er el hor ó sco p o de las co sas que ya hab ía n suce d id o . To d o s a q uello s pro fund o s pro feso res q ued ar o n un poco per p lej o s. 132 - Hab lo mu y en ser io . Ha y magia blanca y mag ia negr a. Pues bien; la ne gr a hac e de un hombre un diablo poderoso que puede trastornar las leyes físicas… al menos en ap ar iencia. Aho r a, quer id o Basili o , le anunc io so le mne me nt e que tiene usted el hono r de estar hab land o co n un mago negr o . 130 ??a con?ersi?n de ?lorest?n?, en La casa??????????… Op. Cit, p. 157 . 131 ??a casa de la cru??, en ??????????????????… Op. Cit, p . 295. 132 ?? con?ersi?n de ?lorest?n?, en ??????????????????… Op. Cit, p. 1 17 . Análisis y descripción de las novelas 197 Y Sab atino hizo una rever e nci a bur lesca. 133 7 . Descripción del horror materi ali z ado en la introducción de sangre y vísceras: Hund í mis ma no s entr e las mad ej as rub ias y hallé el bord e fino de algo que fui desp r end iend o po co a poco . ¡Aq uel bello ro str o se iba arr anca nd o lenta mente ; me dab a la imp r esió n de que se des mo r o n ab a entr e mi s mano s y e n un vio lento tiró n qued ó entr e mi s ded o s una bella ma sca r illa de mar fil , co n los oj o s huec o s, e mana nd o un hed o r ácid o y penetrante, ?…?? ?a boca era un enorme epitelioma sobre la dentadura re?erberante? ?a muj er sin car a se reía co n su risa terr ib le de carr ac a en la tard e de las tinieb las. Lep r a acaso… una enorme llaga, negra y pestilente, er a su faz vi o láce a, de la que ema nab a el hed o r co mp licad o co n la inte n sid ad de sus per fu me s. 134 8 . Introdu cción de crímenes rela cionados con la acción princip al, algunos de los cuales son desen caden a ntes de la misma, como por ejemplo en Un crimen inverosímil (tambi én en La torre…? y Los bajos fondos del amor, novela en la que Carrere retom a personajes tan conocidos de La torre… como Basi lio el detecti ve y el Duen de de la Corte : En tod o el bar r io de la Latina rar o er a el día que no de sap ar ec ier a algu na do nce lla. Lo s pad r es, deshec ho s en lla nto , acud ían a la justicia que, tor p e o ind ifer ente, no sab ía hallar a las vícti ma s ni la huella de los cri mi nales. En tod o el me s de ma yo desap ar ec ier o n cer ca de veinte muc hac has, la ma yo r de quince año s. 135 El cad áver de Mar ía Lui sa hab ía ap ar ec id o desp oj ad o de tod as las sor tij as y de los mag ní fico s brilla ntes q ue l ucí an en sus orejas entr e el oro del pelo . La policía sup u so raz o nab lemen te que se tratab a de un rob o rea lizad o po r un a mate mis ter io so , cu yo idilio inco nf esab le iban a ocultar en aq uella yac ij a hó r r id a, mu y lej o s de la socied ad hab itual de los espo so s Velasco . 136 133 ??n crimen in?erosímil?, en ??????????????????… Op. Cit, p . 2 2 2. 134 ??a mujer sin cara?, p . 1 7 . 135 ??a casa de la cru??, en ??????????????????… Op. Cit, p . 287. 136 ??os bajos fondos del amor?, La Novela Corta , Nº 407 , 1923 . Análisis y descripción de las novelas 198 9. Introdu ce s uc esos fantásti co s y/o apar ente mente inex pli cables de los que Carre re se sirve par a ir creando la at mósfera de misterio que rodea la acción, salvo en dos de los casos El espadín y El beso monstruoso, quedarán ex pli cados o justi ficados al final del relato: Se ab r ió la puer ta del ald abó n de bro nce antiguo , entr ase po r ella co n gran prisa, llegó al saló n y se que d ó inmó vil d e as o mb r o . La cá mar a er a la mi s ma de dond e él hab ía salid o mo me nt o s antes, el mis mo balcó n al frente y la alco b a al otro co stad o . Per o los filigr anad o s tap ices, las dor ad as co r nuco p ias, la mesa ad a mascad a del fe stí n, tod o hab ía desap ar ec id o y e l suelo y las par ed es co nser vab a n el polvo de muc ho s l ustr o s y sob r e el mad er a me n del balcó n las arañas tej ían su s espesa s urd i mb r es grises. 137 - ¿Veis? ?d ij e al cap ellán - . Ya está toca nd o el instr u me n to a cab allo en su ch i me nea . Pro nto hab r á duelo que lame n tar . La música si g uió so nand o y, ¡oíd me, se ño r a!, cad a vez so nab a más cer ca de mi ap o sento . Primer o par ec ía so nar en la calle, desp ués en la escalera y, la últi ma vez , detr ás de los tap ices de mi alco b a. El cur a estaba pálid o y se mo str ab a tan espa ntad o c o mo yo . 138 Todo ello ap are cer á rodeado de otros aspe ctos que vien en siendo constantes en la prosa de Carre re, como por ejemplo, des crip ciones que están entr e lo románti co y costum brist a, buenas dos is de erotism o y humor, o la presenci a de person ajes que quieren ser bohemi os. Respecto a lo que se enti ende po r novela de misterio o el Gothic Tale en sus orígenes se construy? como aquella que ?se opone al racionalismo triunfante y burgués, y e?alta ante él la sinraz ón, la muerte, las fu erz as oscu ras y misteriosas, etc? ?…?, aquella que de ninguna m aner a es redu cti ble a térmi nos de raz ón; y por esto nos en co ntramos ante el triunfo de la irreductibilidad, que tendremos que llamar irracionalidad?1 3 9 . Siendo sus prim eros autor es Horaci o Walpol e que publ icó en 1764 su novela El cast il lo de Otronto o Willi am Beckford con su History of the Caliph Vathek de 1781. Des pués, entr e sus conti nuadores podemos encontra r a Clara Reeve, Sophia Lee, Mathew G. Lewis, auntor de The Monk 1796, Mar y Shell e y, E. A. Poe o H . P. Love cra ft. Sin embargo , ex ist e también 137 ??l espadín del caballero guardia?, La cofradía de la pirueta , Mad r id , Renac i mien to , s.a , p. 243 . 138 ??a leyenda de ?an ?l?cido?, en ??????????????????… Op. Cit, p. 46. 139 Ferrer as, Los orígenes…, p . 24 3 . Análisis y descripción de las novelas 199 otra vertiente en la que todo lo que es, en prin cipi o, irracion al, y de lo que se ori gina el terror y lo apar entemen te inex pli cable, es ex pli cado racionalmente al final del rel ato quedando únicamente como algo mi sterioso. Es máxima ex ponente de este tipo Ann Radcli ffe con ob ras com o The Mysteries of Udolpho . Carrer e en su queh acer, comprende qu e ex ist en dos maneras de abordar lo que la crítica ha dado en llamar novela góti ca, y así lo hace en sus rel atos. Por tanto, en La mujer sin cara los sucesos d e horror y misterio qu edar án sin ser ex pli cados al final de la narra ción que es donde, precisam e nte, ese hor ror al canz a s u clí max . Mientras que en el resto de las novelas, aquell o que es tomado como irracio nal q ueda ci rcunsc rito al mundo de lo sobrenatural. El resto de los sucesos irán siendo ex pli cados a lo largo de l a novela o al final de la misma, o qued arán justificados como actos diabólicos o de bruje ría. Es por ello, qu e en estas nov elas el art e de Carre re, qu e no es poco, consiste princ ipalmente en ir presentando como ir raci onal al go qu e solament e es misterioso, aunque el esti lo de las descripciones de ambi entes, de los personajes y ot ro tipo de ingred ientes como la perpetr ación de crímen e s y demás sean tom ados de la novela góti c a. Es decir, el esti lo, aunque entrem ez clado con rasgos propios de la pluma de Carrere, es tomado del cuento de horror, pe ro la estru ctura del relato viene a ser la misma que en el resto de temas que aquí se comentan. 7.2. La Torre de los siete jorobados. La cuestión de la autoría La torre de los siete jorobados merece una mención aparte en nuestro análi sis por varios motivos. El prim e ro de ell os, por ser la úni ca nov ela ex tensa public ada po r Car rer e, y el se gundo, no menos i mportante, por tratarse de una novela con una doble autoría, siendo su segundo autor Jesús de Aragón 1 4 0 . 140 Sego via, 18 - 3 - 1 8 9 3 ? Mad r id , 19 - 4 - 1 9 7 3 . Escr ib ió co lumnas per io d ística s de div ul gac i ó n geo gr áfica y cientí fica, cue nto s y no velas fantást icas y de avent ur as. Sus primer a s ob r as Viaje al fondo del océano (192 1 ) y ???????????????????????????????????????????????????????? (192 1 ) , pub licad as po r V. H. de Sanz Callej a, se utili?aron también para inaugurar la ??iblioteca de ??enturas y ?iajes?? ??os m?s tarde, entra en co ntacto co n la ed ito r ial Juventud que pub lica tod as sus ob r as. Entr e las má s co no cid as figur a n: La sombra blanca de Casarás ( B ar celo na, Juvent ud , 19 3 9 ) , De noche sobre la ciudad prohibida (Bar ce lo na, Juven tud , 19 3 1) y las dos citad as anter io r me nte. Dur a nte un tie mp o fir m ? con los pseud?nimos de ??apit?n ?irius? y ??esús de ?ogara? ?anagrama de ?rag?n?? ?ue conocido como ??l ?ulio ?erne ?spa?ol?? ?esgraciadamente, d ur ante y desp ués de la Gue r r a Civil no vol vió a pub lic ar no velas, a unq ue trab aj ó en oca sio ne s co mo trad ucto r y co n tab le. Análisis y descripción de las novelas 200 La Torre de los siete jorobados en vida de su aut or principal, conoció cin co ediciones en libro 1 4 1 : dos en 1920, una en 1925, un a en 1927, y una en 1932. A demás de una adaptación cin emato grá fica llevada a cabo por Ed ga r Nevil le el 23 de novi embre de 1944. La torre... fue reedit ada póstumamente la prim er a vez , hacia 1950 en Ediciones Dólar 1 4 2 , no volviendo a public arse hasta 1998 y 2004, gracias a Jesús Palacio s, responsable de ambas edi ciones. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que ésta ha sido una de las novelas de Emili o Carrere con ma yor recep ción y difusión, tanto en su época como en la nuestra. Y es que el humor de Carr ere, lleno de ironía y sar casm o, y las deli rantes aventuras qu e componen este relato, son a ctuales en cualqui er épo ca. Una cuesti ón mu y distint a es la de la autoría. Cuesti ón sobre la que se escribió en su época y en la actualidad. El prim er dato sobre est a doble autoría nos lo en trega Cansino s Assens en su autobio gra f ía La Novela de un literato , tomo II, donde ex pli ca en el capít ulo titulado ??n editor furioso? c?mo ?arrere entrega al editor ?alomeque el ?olumen, cobrándolo por ad elanta do, pero después, cu an do Palom eque se dispone a pu bli carlo, descubre que se trata de un ejemplar incompleto relleno con un caos de hojas ?en blanco?, según Cansinos. - ?…? aquí le traigo este manuscrito de una no?ela, por si quiere leerla… - ?a acepto, desde luego… ?amos a ?er c?mo se titula ?descubre la primera hoja y lee…? La torre ??????????????????????… - ?s una no?ela fant?stica, de misterio y a?enturas con un fondo teos?fico… algo abracadabrante… ? …? - ?e e?tendemos el recibo, lo firma el no?elista y le entregamos las pesetas ?…? ?ien…, pasan unas se mana s y lle ga el mo mento de da r el original a la imp r enta. Mano lito me trae el paq uete, lo desata mo s y nos enco ntr amo s co n un pri mer cap ítu lo en letra de molde, un refrito…, seguimos ojeando y ?emos con estupor que todo lo que sigue est? en blanco… ?l seño r Car r er e me ha vend id o oner o sa mente uno s plie go s de papel…?143 141 Par ec e ser que, previame nte a las citad as, existió una ed ic ió n po r entr egas que se co me nzó a pub licar a mod o de folletí n en La Nación en 191 8 y que qued ó inter r u mp id a po r q ue el per iód ico cerr ó uno s me ses más tard e. 142 Vide catálo go nº 11. 143 Ca n sino s As sen s, La novela de un literato , to mo II (19 1 4 - 1 9 2 3) , Mad r id , Alianza Ed ito r ial, 19 8 5 , pp . 13 - 1 4 . Análisis y descripción de las novelas 201 El edit or envía a su encar gado pa ra pedirle a Car re re que la termi ne, pero es te se niega. Afortunadam ente, s obre este a sunto también contamos con el testimonio de Jesús de Ara gón en un a cart a autobi ográ fica escrita para su editor J osé Zendr er a hacia 1933, para que figu rase como nota biográ fica en la edición de sus obras. Ara gón no s ex pli ca cómo llegó a sus manos un texto de Carrere, autor al que admi raba pero no con ocía, y por qué fue par a é l tan important e el hecho d e publi carlo: Un a uto r ad mir ad o po r los púb lico s le hab ía ve nd id o la pro p ied ad de uno de sus originale s; al exa mi nar lo el edito r se enco ntr ó co n la desagr ad ab le so r p r esa de que el menc io nad o origi nal se ha llab a si n ter minar y e l ed ito r no p od ía dar lo a la pub licid ad po r esta cau sa. Req uer id o el aut o r par a que lo terminar a se negó a hac er lo . ¿Usted se co mp r o me te a termi nar lo sin que se eche de ver? , me dij o mo str ánd o me la co nf u sa pro d ucc ió n co mp ues ta e n su ma yo r par te de un ver d ad er o cao s de cuar ti llas mez clad as entr e fo lleti ne s de per ió d ico y otro s escrito s sin relac ió n al g u na co n la no vela. Era tentad o r a la pro p o sició n; de aq uel trab aj o dep end ía mi fut ur a car r er a literar ia. Co ns id er é que er a la mej o r pied r a de toq ue que se me pre sentab a par a pro b ar mis aptitudes y acepté sin ?acilar la oferta ?…?? ?edí la colecci?n completa de sus obras y durante tres meses me dediqué con ?erdadero ahínco al estudio de su precioso estilo… 144 Finalmente, Palom eque quedó tan sati sfecho con el trabaj o de Gutiérrez Ara gón, que acc edió a publicarle sus dos novelas y, tiempo de spués, alc anz ó tal fama, que se le conoció con el apelati?o de ??l ?ulio ?erne ?spa?ol?? ?o obstante, tal y como demuestran Alberto Sánchez Álvarez - Insú a y Juli a Labrado r Ben en un se gundo artículo sob re la autoría de La torre de los siete jorobados , las afirmaciones de C ansino s Assens, que nunca simpati z ó con Carrer e, no son del todo ciertas: E n este caso se trata de un pur o inve nto po r var ias raz o nes, la pri mer a po r q ue co ntr ad ic e el testi mo nio de Aragó n que ob via me nte es fid ed ig no y la seg und a po r q ue er a i mp o sib le que el prop io Cansino s i gno r ar a que Car r er e hab ía pub licad o la primer a par te de su novela e n e l per ió d ico La Nación , del cual Ca n sino s er a un co lab o r ad o r hab itual e n su 144 Rep r o d uci mo s la car ta que Jesús Palac io s i ncl u ye en el Pro lo go de su ed ició n de La Torre… en Vald e mar , 19 8 8 , pp . 20 - 2 1 . Esta car ta ha sid o previa me n te ano tad a y pub licad a po r Anto nio Lej ár r aga e n su ree d ició n de la Novela de Aragó n La sombra blanca de Casarás . Bar ce lo na, Juvent ud , 199 5 . Análisis y descripción de las novelas 202 secci?n ??n cuento cada día?? ?ubiera sido absurdo que disponiendo de te?tos m?s que so b r ad o s Car r er e hub ier a llevad o a su ed ito r un co nj unto de hojas en blanco . 145 P arece se r, por tanto, que lo que Carrere entre gó a Palom eque fue un caos de tex tos relacio nados con o prov enientes del relato embr ionario El señor Catafalco y la prim era edición inacabada de ????????… Cuartill as que aún así, no daban lu gar a una nov ela. No obstante, Carrer e, lejos de verse perjudic ado por el desorden de pape les que entre gó, cor ri gió las galer adas previas a la publica ción, dis frutó de los ben eficios de la nov ela pu es, como sabemos se le concedi? la autoría completa, y retom? esta ?pirueta? libresca a?os más tarde para liter aturiz arlo, car gado de humor, como era su uso, en El suicidio de Blas del Dueso : Aq uella no che, Fa usti na y el noveli sta no co ntab an co n má s alo j amien to que el banco de pied r a que ha y deb aj o de la estatua de Do ña Urr ac a. Faus tina er a mu y li sta, co mo ed uca d a en la cáted r a de artilugio s de la Necesid ad , y ataj ó al ed ito r . - El se ño r Palo meq ue tie ne ra zó n. Co mo só lo te falta n do s cap ítulo s, si te pones a trab aj ar co n ent usia s mo es ta mi s ma no che pued e s en tr egar la no vela ter mi nad a. - ?ero… - b alb uce ó Santaló si n co mp r end er . - Y el se ño r Palo meq ue te dar á los sesenta d ur o s que resta n al rec ib ir la obr a co mp leta. ¿No es así? - Efec t iva me nte ?mur mur ó el ed ito r . Cua nd o estuvier o n e n la calle Faus tina se echó a reír . - Ahí tie nes med ia no ve la, ¿ver d ad ? Pues par a co mp letar el total de las cuar tillas que pued e tener la obr a a gr egas es a trad ucc ió n que está s hac ie nd o par a Pueyo . Santaló , que er a de una ingeni a ho nr ad ez , se escand alizó . - Per o , ¿estás loca , muj er ? ¡Si lo que esto y trad ucie nd o es un T ratad o acer ca del mag neti s mo a ni mal ! - Y eso ¿q ué imp o r ta? . . . Palomeq ue no se va a entr etener en leer se tod a la novela. T ú fir ma s al fi nal; él ve tod o el montó n de cuar tilla s, se qued a satis fec ho y te da los cuar to s. 146 145 Julia Lab r ad o r Ben y Alb er to Sánc hez Ál var ez - ?nsúa? ??ue?as pruebas documentales acerca de la autoría d e La tor r e de los siete jorobados de ?milio ?arrere?, Anales del Instituto de estudios Madrileños, Tomo XLI V, Mad r id , CSIC, 200 4 , pp . 929 - 9 3 4 . 146 ?milio ?arrere, ??l suicidio de ?las del ?ueso?, La Novela de Hoy, nº 50 4 , 19 3 2 , Madrid , Atlá ntid a, pp . 39 - 4 0 . Análisis y descripción de las novelas 203 En cuanto a sus publica c iones, la prim er a edición fech ada qu e ten emos es la de 1925 en Madrid a car go de la Vda. e Hi jos de Sanz Call eja, sin embar go, no es esa l a edi ción original . Se gún un escl a recedo r artículo publicad o por Juli a Mª Labr ador Ben y Alberto Sánchez Álvarez - Insúa 1 4 7 , l a prim era edición termi nada de La Torre… perte nece al tomo VIII de la Colección Obras Com pletas de Emi li o Carrere, que esta ba publicando la edit orial Mundo Lati no en 1920 . Edición a la que sigue en el mismo año la reali z ada por Sanz Call eja. Para justificar este dato, los auto res del cit ado artículo , se remi ten a la Bibliografía Española nº 17 - 18 de se pti embre al 21 - 22 de 1920 , y a dos reseñ as encontrad as en los periódicos el Heraldo de Madrid (10 - 12 - 1920, p. 3) y La Libertad (27 - 12 - 1920, p.5) . Por lo ta nto, la fecha de la prim era edición compl eta qu eda aclar ada. Si comparamos est as dos prim er as edi ciones con las siguientes, no se observa nin guna diferen cia tex tual significati va, sin embar go, si incidimos en la fecha es po rque la cuesti ón de la reedición de sus propias obras, esto es, el refrit o, tiene un pap el muy importante en esta novela a l a hora de establecer qu é part e perte nece a cad a esc ritor. Así pues, una vez resuel to que la obra perten ec e a dos autores, tanto Jesús Palacios, como Labr ador Ben y Álvar ez - Insúa, i ntenta n determi na r en su in vesti ga ción qué capít ulos escribió Carrer e y cu ál es perten ecen a Ara gón, con result ados mu y desi guales. La dif er encia básic a que se plantea entr e uno y ot ro estudi o, es que Jesús Palacios sitúa la prim era edición en 1924, mientras que los otros dos críticos la precisa n en 1920. Este detalle tiene una gr a n importancia, ya que, como hemos dicho, Carrere sol ía copiarse a sí mismo y ????????… no es una ex cepción. Esta dif erenci a de fecha para l a prim era edición es la que ha dado lugar a las dos opiniones disti ntas, que venim os comenta ndo, acer ca del gén esis d e la novel a. Una rápida compara ción entre La torre de los siete jorobados , y el resto de los tex tos que hemos llamado ?de misterio?, nos permite comprobar que algunos de los capítulos que componen esta novela lar ga, ya fueron edit ados p r eviamente en 1916 e n formato de novel a corta con el títul o de El señor Catafalco1 4 8 . Novela que sería reedit ad a al año siguiente, 147 Julia Mª Lab r ad o r Ben y Al b er to Sánchez Ál var ez - ?nsúa, ??énesis y autoría de La torre de los siete jorobados de ?milio ?arrere?, Revista Literaria , nº 128 , 20 02 , pp . 4 7 5 - 5 03 . 148 ?milio ?arrere, ??l se?or ?atafalco?, Los Contemporáneos , nº 406 , 19 1 6. Vide Catálo go nº 33 . Análisis y descripción de las novelas 204 junto con otras, en un vo lum en titul ado La Rosa del Albaicín. Novelas co n el títul o de El mal de ojo , vuelt a a reed it ar, incluso despu és de l a apa rición de ????????…, en 1922 con el nombre de Un crimen inverosímil , y en 1923 pasando a llamarse Un asesinato a distancia . Este prim er relato, que t an variados títulos disfrutó, aportó el principi o y el final y verteb ró la trama principal de la narr ación larga. Tanto J esús Palacios como Lab rador Ben y Álvarez - Insúa, coinciden en afi rmar qu e los capít u los 1, 2, 3, 4, 5, 11, 14, la mitad del 15 y los dos últim os 28 y 29, pertene cen indiscuti ble mente a este prim er rela to y son obra de Carrer e. En lo que disie nten, es en determi na r quién se ocupó ex actamen te del desarroll o de la novela y cuál es fueron los orígenes de uno de sus personajes, Sindul fo del Arco, que apare ce rá también en ot ros tex tos. Como sabemos, a lo largo de s u vida, Carrer e publicó numerosís im o s cuentos y artículos en revist as com o Nuevo Mundo, La Esfera, Flirt..., algunos de los cuales después coleccionó y publicó en volúmenes como La copa de Verlaine o Retablillo grotesco y sentimental . Tales artícu los suelen result ar inter esantes, no sólo por el contenido, sino también porque en ell os encontr amos esboz ado s personajes, situacione s o tramas que después ser án des arroll a dos en al gunos de sus rel atos. De est e modo, entr e estos artículos hay dos qu e también pu eden servir como antec e dentes menores a la nov ela, (qu e no al relato) ya que apar ec erá un personaj e que de spu és ser á retom ado en ell a : el aventur ero ?indulfo del ?rco? ?os te?tos a los que nos referimos son ??ascarillas pintorescas? ?indulfo ?rque?logo y ca?ador de ?lima?as?1 4 9 y ?etablillo grotesco y senti mental. El amigo ?andul?1 5 0 . Estos artículos contribuirán al desarroll o ar gumental y al alar gami ento de la novela. En nuestra opinión, y coincidiendo con el análi sis desarroll a do en el artículo cit ado sobre ????????…1 5 1 , Carre re dio al edit or el nue vo títul o, cu alqui er a de las dos versiones del relato breve ante riores a 1920, y viendo que no era sufi ciente pa ra un a novela larga, introdujo otros tex tos su yos, proba blemente prov enientes de la public ación por entre gas de la prim e ra parte de la novela, j u nto a otros artículos ya publicados, entre los que figurarían esto s dos tex tos, y que fu eron reprodu cidos con algunos ligeros 149 Nuevo Mundo , 10 - 5 - 1 9 1 8 , p. 5 y e n La Nación , 13 - 1 1 - ???? con el título de ??etablillo grotesco y sentimental? ?a cala?era de ?tahualpa?, p . 2. 150 Nuevo Mundo , 26 - 1 1 - 1 9 19 , p. 2 9 . 151 Julia Mª Lab r ad o r Ben y Al b er to Sánchez Ál var ez - ?nsúa, ??énesis y autoría de La torre de los siete jorobados de ?milio ?arrere?, Revista Literaria , nº 128 , 20 02 , pp . 4 7 5 - 5 03 . Análisis y descripción de las novelas 205 cambi os. Este proced er volverá a repeti rlo de man era simil ar, en El reino de la calderilla años más ta rde. De este modo, el vital personaj e de Sindul fo del Arco, ya había sido creado con anterioridad, aunque esta es la prim er a vez que aparec erá en una novela. Y es aquí donde difieren los críticos de la obra. Mientras que Labrado r Ben y Sánchez Álvarez - Insú a sostienen que Carr ere/Ar a gón reuti li z aron los cuentos breves publicados en 1918 y 1919 en Nuevo Mundo para el alar gami ento de la novela, tex tos que después serán retom ados en la red acció n de La calavera de Atahualpa de 1922, Jesús Palacios sostiene que Ara gón tomó tal material de la novel a cor ta La calavera de Atahualpa . Aunque nosotros creemos que es más ex acta la prim er a tesis por raz ones feh acie ntes, la idea de Palacios result a compl eta mente ló gica y verosímil, si partimos del hecho de que él f echa la prim era edi ción de la nov el a en 1924, y de qu e des conoce la ex ist encia de los artí culos. Atendiendo a lo ya ex puesto, J esús Palacios atribu ye a Ara gón l a autoría de los siguientes capít ulos: 6, 7, 8, 9, 10, 11, 14, 15 desd e la mitad, 16, 17, 18, 19 , 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26 y 27 ( la obra termi na en el 29). Mientras que Labr ador Ben y Sánchez Álvarez - Insú a le otorgan, aunque con reserv as, los siguient es: 17, 18 glosando a Car rere, 19, 20, 21 y al gunos añ adidos en los restantes capít ulos, ex cepto en los dos últimos que, como ya dijim os, pertenecen ínt e gramente a C arr ere. Se gún ambos autores: Ar a gó n escrib ió segur a me nte texto s ad icio nales en alg ú n cap ítulo , hilva nó otro s, y añad ió , par a co nseg uir un vol u me n co n un númer o de pági nas ed ito r ial me nte acep tab le, algú n cap ítu lo enter o de un a calid ad literar ia infer io r a la de los salid o s de la plu ma del auto r princip al. 152 Los auto res fund amenta n su teoría en raz ones esti lí sti cas (los párrafos de Ara gón son mucho más largos ) y co nceptuales (el manejo de Ara gón de los temas es otéricos es, se g ún ell os, pobre e inex istente, además de que no hace ref eren cias jocosas al mundo real), y concluyen en lo siguiente? ??u aportaci?n ?la de ?rag?n? al nudo del relato se limita al secuestro del pariente de ?obins?n de ?antua?1 5 3 . En nuestra opinión, y casi en acuerdo con Lab ra dor Ben y Sánch ez Álvarez - Insúa, es más q ue posible que, entre las cuartill as que Carre re entr e gó a Palom eque, figur ase no 152 Lab r ad o r Ben y Sá nchez Ál v ar ez - I ns úa, Op. Cit, p. 48 6 . 153 Ídem , p. 496 . Análisis y descripción de las novelas 206 solamente el tex to ínte gro de Un crimen inverosímil , los dos tex tos breves publicados anteriormente, al gunas nota s de Car rer e con el fi n de en grosar l a novela, y al gunos folios pertene cientes a la publi cación po r entr e gas. Sin em bar go, creemos que en el mencion ado artículo se desprove e, en cierto modo, a Jesús de Ara gón del m érito que sin duda se merec e. En prim er lu gar, porque al compar arlo con Carrer e, se le regalan apelativos tales como ?escritor biso?o? o ?pobre indocumentado? y después porque limitan la participaci?n de Ara gón a al go casi anecdóti co, al go así com o un ensamblador de te x tos previamente escritos, lo cu al , en nues tra opinión, pres enta un a visión, quiz á no del tod o justa, de un a reducida aporta ción ? ?egún los autores a los que nos referimos ?su aportaci?n al nudo del relato se limita al secuestro del pariente de ?obins?n de ?antua?1 5 4 , lo cierto, es que la trama ar gument al planteada por Carre re inici alm ente estructur a un relato bastante coherent e y bien cer rado , un tex to difícil de alarga r ar gument alm ente y sali r airoso en el intento, tal y como lo hace Aragón. Por tanto, res pecto a su contribución a la P rimera Parte de la no?ela, según ?esús ?alacios, se inicia en el capítulo ? ??na pared que anda?, mi entras que Labr ador Ben y Álvarez - Insúa, apo yándos e en raz ones de peso, sitúan su prim era interv ención en el 17, justo do nde se inicia la Segu nda P arte. Est e hecho es indiscuti ble, no obstante, disentimos con los autores del mencionado artículo en sus afirmacion es en torno al personaje de Sindul fo del Arco. Tal y como ell os demuestran, Sindul fo es un personaje creado po r Carr ere con anterioridad a la nov ela e n los artículos ya cit ados, sin embar go, no se puede afi rmar por ell o, tal y como se desprende en dicho análi sis , que todos los capít ulos en los que apa rez ca el personaje perten ec e n a la pluma de Carrer e. Le son capít ulos clarament e atribuibles el 18 y el 22 de la Segun da Parte, ya qu e en ell os encont ramos es boz ado el relato corto ya mencionado que da or igen al person aje del viajero infati gable, al ex trava gante ex plora dor Sindul fo, pero no creemos que el capitulo ?? ??a lucha en el plano astral? pro?enga de l a pluma de Car rer e , así como otr as ocasiones en las que interviene el personaje. En primer luga r, porque en es te capít ulo, y en los otros en los que apar ece, po r los que Labr ado r Ben y Álvarez - Insúa pasan de puntill as en su artículo, y que son el 17, 23 , 25 y el 26, el personaje reún e todos los rasgos que le cara cteriz an en las págin as preced entes y qu e ser án desarroll ados despu és en La calavera de Atahualpa, pero car e ce de la chispa y del humor vibrante que lo hac en tan singul ar en 154 Lab r ad o r Ben y Sá nchez Ál v ar ez - I ns úa, Op. Cit, p. 49 4 . Análisis y descripción de las novelas 207 La calavera. Por otra par te, el relato de la lucha en el plano astral antes ref erido y la mue rte de tan qu erido p ersonaje a manos d el oscuro Erb edo, ti enen un esti lo y un final que apuntan más al autor de La sombra de Casarás que a Carre re quien, por otra parte, no suele matar a este tipo de personaj es y retom arlos después. Es así que, según nuest ro análi sis , todos los capít ulos relacionados con la increíbl e ciudad subterrán ea que, además, son los mismos que en los que se produce el res cate de Robinsón de Mantua por Basil io y e l Duende de la Corte, deben atribuirse a la imagina ción de Jesús de Ara gó n y no a la de Car rer e, por la sencil la raz ón de que si, tal como afi rman Lab rador Ben y San che z Álvarez - Insú a, el rapto del de Mantua es el único objeto que Ara gón añad e a la trama d el relato, es ló gico pen sar que los capít ulos que se refie ren a su rescat e también se an he chos por el mismo auto r. De modo qu e la cos a quedaría de la siguiente man era: Lab rador Ben y Álvarez - Insú a atribu yen a Aragón la autoría de los siguient es capít ulos: 17, 18 (con al gunas glosas a Carre re) 19, 20 y 21. Pero si tomamos también los capít ulos en los que se rel ata el rescate de Mantua y la acción se d esar rolla en la ciudad subterr ánea, qu ed aría del si guiente modo: 17, 18 (con glos as a Carr ere), 19, 20, 21, 2 2 (con glosas a Carre re), 23, 24, 25, 26 (capít ulo en el que se produce l a lucha en el plano astral) y mu y posiblemente el 27. Además de lo ex puesto hasta aho ra, ha y qu e rec onocerle a Ara gón el mé rito de haber contribuido a la mejora del tex to al dotarle n o sólo de mas argumento, sino también de nuevos elementos que apo yan y justifican la at mósfera de misterio con la que Carrer e intenta dar al relato original, y enriqu ece rle co n un ma yor número de aventur as que justifican aspectos que en el tex to original q uedaban mu y pr ecipi tados, y que lo hacen aú n más entretenido, adem ás de convertir dicho relat o en la única novela ex tensa firmad a por Carrer e. Análisis y descripción de las novelas 208 7.3. Descripción de las novelas LOS OJOS DE LA DIABLESA, 1913 Espacio: Madrid Tiempo: Siglo XV III Clase soc ial: Arist ocráti c a Conflicto: Un suceso mi sterioso alerta a un hom bre sobr e que el intenso goz o sex ual trae malas consecu encias y este se arr epiente de sus act os. Argumento: (Basado en una le yend a madril eñ a) Alfonso de Echenique es un caball ero que form a pa rte de la Guardia Re al. Su cará cter donjuanesco le ha llevad o a disf rutar de toda clase de mujer es, in cluso a matar a un ami go para conquistar a su esposa indígena, sin embar go, se ha fijado en una mujer que siempre se le escapa de fo rma misteriosa. Una noche la encuentra asomada a un balc?n de una ?ieja casa sobre la que e?iste ?la leyenda de los gatos?? ?lla le in?ita a subir? ?n su interior todo es lujo, pasan la noche juntos? ? la mañana si guiente ell a le despierta tarde y el corr e a ocupa r su puesto en l a gu ardia, pero cuando lle ga, descubr e que ha olvidado su espadín en la al coba dond e pasó la noch e. Regr esa, consigu e que le abran la puerta de l a cas a, pero todo está vacío, viejo y abandonado… no obstante, encuentra su espadín donde lo dej?? ?orrori?ado, Alfonso recap acit a sobre su vida amorosa, y decide con vertirse al cristi anism o. Estos hechos le fueron predichos unos dí as antes po r una git anil la con la qu e el gu ardia t a mbi én mantenía relaciones. LA LEYENDA DE SAN PLÁCIDO, La Novela Corta, 1916 Es pacio: Madrid Tiempo: Siglo XV II, tiempo de Feli pe IV . Clase social: Noblez a y aristocracia Conflicto: La persecu ción sex ual de las jóvenes por el re y Feli pe IV consi gue ser burlad a por una de ell as. Argumento: (basado en una anti gu a le yend a mad rileña) El re y Feli pe IV se ha enamor ado de la joven Margarita, una joven provincian a, que vive con su tía tras haberse qu edado huérfan a de niña. El re y lo intentará todo p ara sed ucirla, pero la tía par a pr otegerla de él, l a envía a un conv ento. De spués de al gún tiem po, Feli pe l a en cuentr a, y es tablece un trato Análisis y descripción de las novelas 209 con un viejo ocult ist a, Maese Blas a quien tod os toman por brujo, per o que en reali dad sólo se sirve de t rucos y audaci as, par a que l e a yude a entra r en el convento por un pasadiz o secreto. Fin alm ente, es delat ado e intenta el cortejo por la fuer z a. La ab adesa hace pas ar a Mar ga rita por muerta y disuade al rey. Un año después el Du que de Olivares descubre l a trampa, p ero Feli pe IV se da por der ro tado. LA CONVERSIÓN DE FLORESTÁN, La Novela Semanal, 1921 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Bur gu esía Conflicto: Un hombre intenta hechiz ar a una mu jer para que sea su ya se x ualm ente y es casti gado por ell o. Argumento: Florestán es un joven galante es crito r de novelas. Una noch e, mi entras pasea, le seduce la músic a de un piano que proviene de una cas a ab andonada. Llev ado por el misterio, vuelve a la noche siguient e y des cubre a una hermosa joven aso mada al balcón. Florestán ard e en des eos de conoce rla y resolve r el misterio que ha y e n torno a la casa abandonad a en la que t odas las noches entr an dos ex traños hombres. Regr esa al lu gar, habla con l a mujer y ell a le adviert e que corr e un grave peli gro si se qu ed a all í o trata de averi guar al go. Pero Flor están no desiste. Consi gu e varias c it as con la jove n y en la última, van a visitar Ávila. Por la noche Florestán, llevado por el deseo, intenta poseerla, ell a furiosa, le jura que nunca más la volverá a ver. Loco de amor, visita a una ami go su yo especialist a en casos imposi bles que, mediant e un ritual má gico, consigue que ambos queden ligados para sie mpre. La cas a ex plot a y los periódicos revelan que los inquili nos eran terro ristas, se en cue ntran los cadáv eres pe ro entre ell os no está el de la mujer. A los seis meses del suc eso, Florestán se en cuentra en un casino a una mujer idéntica a Miss Angéli ca, la joven de la que sigu e en amorado. P asa la no che con ell a y después del acto sex ual, la joven se convierte en el cad áver putr efa cto de An géli c a. LAS INQUIETUDES DE BLANCA MARÍA, 1922 Espacio : provincias; S ep úlveda. La acción se d esa rroll a en una m ansión - co nvento. Tiempo: Siglo X IX (ti em po de María Luisa d e Parma, ¿? ? ? ) Análisis y descripción de las novelas 210 Clase social: Arist ocráti c a Conflicto: La reali z ación ilícita de actos ca rnales y el casti go por los mismos . Argumento: Hist oria est á na rrad a por un niño al que la cond esa de Sepúlveda, su tía, aco ge en su casa, sin em bar go, le humill a consta ntemente por ell o. El niñ o tiene un sex to senti do que le permite ver los fantasmas de aquell os que habit aron la casa. La condesa tiene un a hermos a hija que va a prof esar par a ser monja; Blan ca Marí a. La mansión necesit a un capell án y lle ga de Madrid Leo nardo, un joven atr acti vo, de espírit u aristocráti co e independi ente, con un pasado un tanto escabroso, cu ya pro fesión no era la de ser cu ra. Conoce a Bl anca M aría y en se guida se enamor an. El pueblo entero murmur a sobre la relación qu e ma nti enen. La joven comie nz a a tener accesos volu ptuos os por las noches. La situación lle ga a oídos de l a cond es a, ha y quien le ase gu ra haber visto a un homb re entrar por el balcón de la joven. La condesa llevada por las sospechas y murmuraciones de los vecinos ex pulsa a Leon ar do de la casa, sin embargo Blan ca Marí a conti núa con sus acc esos. Hay cierta ambi güed ad sobre quién puede ser el galán, el autor introd uce el misterio y plantea dos posibil idades; el cura y el ex traño ma yordomo. Un a noche pra cti can el aborto a la joven y ella mue re. El niño, ante tanto horror y atormentado por sus visiones, se esc a pa de l a mansión, pero al poco tiempo es captu rad o y lo ll evan de nue?o a la casa para utili?ar su ?poder? en la pr?ctica de un ritual en el que la tía quiere vengarse de la mue rte de su hija. El niño es conducido a una sal a en la que ha y un recipi ente con agu a en cu yo fondo se reflej ará el culpable, él debe rá m at arlo dando un a puñalada. Al c abo del tiempo se nos descubre qu e la víctima es el padr e Le onardo. LA MUJER SIN CARA, 1923 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Un bur gués y una mujer que pertene ció a la aristocr acia C onflicto: Sati sfacer las perversiones s ex uales con una ex traña tra e malas consecuen cias Argumento: El protagon ist a, que se declara ser un perverso sex ual, gusta recorr er en solitario y por las noch e s las call es del bar rio latino. Lleva varias no ches encont rándos e con una buscon a de as pecto aristoc ráti co aunq ue ana crónico. Una no c he se decide a hablarla? ?lla le in?ita a su casa porque cree que es el único capa? de amarla ?sin espanto?? Análisis y descripción de las novelas 211 A él le atr ae de ell a su misterio y la posibil idad de que matara a sus a nteriores amantes. Desde el principio ell a se confiesa una mujer sin edad, insaciable, y qu e otros tiempos goz aba como devor ador a de hombres. Por el cami no se cruzan con un loco que les persigu e y gust a de espiar en los bu rdeles. En la casa, la mujer le dr o ga con un licor y unos ex óti cos cigar rillos . Cuando termi nan un brutal acto sex ual, ell a ca e dormida y el protagonist a no pu ede ev it ar besarla en los labios, ya qu e durante el acto no ha podido. Sin embar go, la empr esa no es fácil , ya que se lo difi cult a su atuendo, el pelo y un velo que le cubre el rostro. Tras lev antar varias cap as de tel a, acced e a una másca ra , se la quita y descubre que es un cadáv er. En el momento de sali r hu yendo entra en la habit ación el loco vo ye rista. LA CASA DE LA CRUZ , 1924 Tie mpo? ?arlos ?? ??l ?echi?ado? Espacio: Madrid Clase Social: Noblez a, ar ist ocracia y clero Conflicto: El uso de las ma gias os curas se vu el ve contr a el actante, no obstante, ha y salvación par a un cur a. Argumento: La historia es contada por un cur a a un poe ta que siente una gran curiosi dad por la le ye nda qu e ha y en torno a un a casa con una gran cruz 1 5 5 : Don Álvar o se en cuentr a con su amigo Ex il i que, después de hab er servido en el ejér cit o de Carlos II, ha venido a España hu yendo de la ju sti cia franc esa. Ex il i le pide que le acoja y a cambi o, logr ará para él aquell o que desee med iante su dominio de la magi a ne gra: Don Álvaro le aco ge, Ex il i le habla de sus contactos con la nobleza y vati cina la muerte de la reina de Fran cia. Sus predicciones s e cumpl en y adem á s consi gue a Don Álvaro la dama que desea, a la qu e practi ca las ma yo res vej aciones s ex uales. Los poderes de Ex il i se hac en famoso s en la corte esp añola. Acuden a la casa en se creto dos personas de la nobl ez a (puede intuirse que se trata de la rein a y de su hijo ?el ?echi?ado??? ?lla le pide au?ilio para curar a su hijo, pero el ritual es costos o y llev a tiempo encont rar los elementos nec esarios. Mientras tanto, 155 La casa exi stía en tie m p o s de Car r er e, estaba situad a en la calle del Sacrame nto . El poeta sentía una gra n inq uiet ud hac ia ella y la usó co mo esce nar io en e sta no vel a, en El espadín del caballero guardia y ta mb ié n aparecería en algunas de sus composiciones poéticas? ??a calle del Sacr a me nto / duer me en un encantamiento? de leyenda, y a la lu?? de la luna nos inquieta? la medrosa silueta? de la casa de la cru?? Análisis y descripción de las novelas 212 los dos amigos d edican sus noches a perp etrar crímenes sex uales. Todo el mundo sospecha de ell o s porque ca da no c he desap are ce un a niña. Lle ga la fech a del ritual, acude la reina con su hijo. Para reali z arlo traen a un cura, el narrador, que sacri fica a un niño cortándole la cabez a. Sin emb ar go, un ra yo lo fulmina y el ri tual no se termi na. Ex il i no puede salv ar al príncipe. En es e momento, los vecinos, furios os por los horribl es sucesos, invaden la casa. Ex il i hu ye por los tejados y linchan a Don Álvaro que muere. La cr uz que ha y sobr e la casa, l a colocó el sant o Oficio par a ahu ye ntar a los espíritu s malignos. Cuando el cur a termi na la historia salva su alm a, pues contar el suceso er a la condición necesa ria pa ra ell o. 7.4. Novelas policíacas Inclui mos la novela policíaca en est e capít ul o por tratarse de una no vela de misterio en la que se pl antea un enigma criminal, gene ral mente un asesinato, investigado por una o más personas. El fund a dor de esta estructura fue Ed ga r Alan Poe con relatos como El crimen de la calle Morge . Podría deci rse, con ciertas reserv as, que la novela policíac a comi enz a a ensa ya rse en España a finales del XIX , como imit ación de las que se hacían en In glat err a y Fran cia y que er an aquí tr aducidas, a su éx it o contribu ye r on también las crónicas periodíst icas de suc esos. En esta líne a se insc riben dos de nu estros prim eros rel atos policíacos El clavo (1853) y La gota de sangre (1889) de Pardo Baz án. Tanto estos prim eros ejemplos, como las aportacion es d e Car r ere se in clu y e n en el modelo racionalis ta de las novelas de mister io. De los títul os que aq uí señalamos, tal vez Rata de hotel, un relato cuyo protagonista es un ladr?n al m?s puro estilo de los de ?guante blanco?, sea el que más lejos esté del esquema prim i genio po r no tratars e de un crimen, sino de un robo, lo que desen cade na la acción, aunque el des arroll o de la misma sí se produ ce al estilo de lo que se enti ende en Españ a por novela policía ca. 7.5. Descripción de las novelas UN CRÍMEN INVEROSÍMIL, 1916 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Bur gu esía Análisis y descripción de las novelas 213 Conflicto: Búsqueda de la verdad sob r e a un ases inato y casti go de aquell os que usan las magias n e gras. Argumento: Basil io es un joven supersti cioso qu e se rod ea de elementos que neutrali c en su mala suerte, no obstan te, siempre le persi gue un tuerto a quien nadie m ás ve. Basil io lo detesta p orque los tuerto s atraen la mal a suerte, pero una noch e éste lo hace ri co en el casino. Basil io quiere agradec érselo, el tuerto lo cit a en una casa pero no apar ece. Por la noche se l e revela en su eños su nombre, Cat afal co, y le cuenta qu e ha sido asesinado y que lo ha ele gido a él para av eri guar qui én lo hiz o. Basil io, el prota gonist a, se trans forma en detecti ve y comi enz a sus investigaciones. Conoce a un médico itali an o, Sabati no, tan supersti cioso como él, a los hermanos de la víctima y entabla relacione s am orosas con una canz oneti sta, reún e datos y des cubre que el médico tuvo un a hi ja que mu rió misteriosamente y a quie n cu yo doctor, Cat afalco, no pudo salvar. Diri ge l a investigación por este cami no. Una noche, Basil io llevado por sus investiga ciones entr a en casa de Sabati no, llega hasta su laboratorio, y lo en cuen tra all í intentando asesin ar, mediant e un ritual de magia negr a, a los hermanos de Catafalco. Le des cubren pe ro consigue esc apar. Su ayudante, mientras ta nto, ha avisado a la policía que acude a la casa. Resuelve el caso y Sabati no muere, gr acias a su intervención, cuand o la figura de cera que l o representa se derrit e en un fuego sat ánico. Nota: esta descripción ta mbi én es váli da para La torre de los siete jorobados pues, como hemos dicho, sigue el mismo esquema ar gument ati vo y de acción princi pal, sólo que la versión larga inclu ye m ás aventu ras como el secuestro de Robinsón de Mantua y el descubrimi ento de una ciudad subterr ánea bajo Madrid, donde Basil io y sus a yud antes conocen al aventu rero Si ndulfo del Arco y donde encuentr an también las prim eras pistas sobre los siete jorobados y la ex ist encia de la tor re . Este detalle hace qu e el relato adquie ra ma yor cohe renci a, ya qu e en la novel a corta qu ed a un poco forz ado el desenlace. LOS BAJOS FONDOS DEL AMOR, La Novela Corta, 1923 Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Espacio: Madrid Personajes: Un matrimo n io burgués y gente perten eciente al mundo del ha mpa. Análisis y descripción de las novelas 214 Conflicto: La pr ácti ca de las perversion es sex uales conduce al casti go. Argumento: Mar ía Luisa Gar cés, una mujer distinguida, apa rec e as esinada en una cas a de citas? ?asilio y ?el ?uende de la ?orte? quieren a?eriguar el caso? ?uentan con suposi ciones de poco peso y con el relato del suceso en un periódico. Visitan el lugar del crimen, all í se encuentran al ??édico del ?gua? y a?eriguan que el desaparecido marido de Maria Luisa se en cue ntra herido en la pensió n. El doctor les dice que ha firmado su defunción amenaz ado po r dos hombres. Los periodist as interrogan a la dueña de la casa quien b usca a uno de l os responsables del dob le asesinato. Uno de ell os acude, y tr as ase gura rle qu e no le del atarán cuent a lo suc edid o. Al par ec er, el reputa do matrimonio gustaba de las perve rsiones sex uales y contrató a uno de los criminales para reali z ar sus f antasías. En su primera cit a, este se fija en las joya s que lleva l a mujer y en la segunda, esconde a su amigo en la habit ación para robarles tras el acto. Pero en el momento de cometer el robo, es desc ubierto por el marido, entonces, el ladrón, dominado p or ?algo in?isible? mata a la mujer, hiere al marido y huye? ?egún su testimonio esa fuer?a in?isible que le hiz o cometer el crimen fu e gen erad a por la perv ersión a la que se entre gaba el matrimonio. RATA DE HOTEL, 1924 Espacio: provincias Tiempo: Actuali dad, prin cipios del si glo XX Personajes: Perten ecient es a la bu r guesía acomo dada, aunque el prot a go nist a es de clas e social baja. Conflicto: el intento de apresar a un ladrón d e jo yas Argumento: El señor Bermejo es el directo del hotel Adajá - O céano. Está m u y nervioso porque el famoso Sim ón Dávil a 1 5 6 , un español que hiz o fortuna en Lati noamérica, ha regres ado y se hospeda rá en su hotel. Además ha traído una jo ya que donar á a la virgen de la provincia y que ha dejado bajo su custodia en el hotel. El director so specha que el 156 Emilio Car r er e traslad ó a la ficció n un per so naj e rea l co n o cid o co mo Ed d y Arco s y lo co nvir tió e n el afa mad o lad r ó n de esta no?ela? ?e él recuerda ?eocadio ?ejías ??l ?arela y al ?ercantil también iba con fr ec ue ncia Ed d y Arco s - E d uar d o er a su no mb r e españo l - , una ?rata? de hotel conceptuado, por su extr ao r d inar ia hab ilid ad en el ej er cicio de su peligr o sa pro fesió n, co mo el rey de los lad ro nes de su ép o ca, mu y co no cid o de la p olicía internacional?? Me j ías, E milio Car r er e, el no vio de Mad r id , ??os reyes bien e?tra?os?, ca p . XLII en el dia r io Madrid 1 95 2 . Análisis y descripción de las novelas 215 intrépido ladrón Maurici o Terol se aloj ará all í para robar la jo ya. Par a reso lver el caso, han enviado desde Madrid al famoso inspector Ma rtínez Sirio. En el hotel hay un ex travagante portugués que despierta el rec elo en todos y qu e coquete a con un a dama . Sim ón Dávil a acude a una cena en su honor. Bermejo, pe rdidamente nervioso, hará gu ard ia esa noch e en la rec epción pa ra custodi ar la jo ya. Sin embar go, a pesa r de todo se comete rá el robo ; en ef ecto Terol se hosp eda en el hotel, pero ha tendid o una t rampa a todos. Se hace pa sar por Sim ón Dávil a y consigue que el director del hotel y el in spector pon gan toda su atención en el co fre que conti ene la jo ya, que sólo tiene un viejo reloj , y de ese modo, obti ene libertad para comete r sus robos. Su cóm pli ce será su novia, la joven con la qu e coquet ea el portu gués. Análisis y descripción de las novelas 216 Análisis y descripción de las novelas 217 8. NOVELA DE TEMA AMOROSO Astro del cielo galan te, lo ca, en can tad a y ligera, qu e eres como la fra gran te ?rima?era… Fornarina 8.1. Introducción El amor, como t ema universal que e s, está presente en casi todas las novelas de Carrer e, aunqu e en gr an parte de ell as se des arroll a como temáti ca s ecund a ria. Sólo en los títul os que seleccionamos aquí, y en al gunos del capít ulo que conforma la novela gal ante, es el amor el tema que i mpul s a la trama. Respecto al co rpus de tex tos que se describen en este capít ulo, podem os diferen ciarlo en tres bloqu es: novelas cu yo final es la feli z unión de los amant es; novel as en las que se gen era una crisis de pare ja; y reesc ritura de tema tradicion ales, nos referi mos al cono cido tópico del Don Juan. En nuestro análi sis nos dete ndremos en el se gundo grupo por ser el más interesante, ya qu e Carrer e reco ge y sinteti z a en él la ideolo gía mor a l de la épo ca, y por tratars e con seis títul os ( Más que amor, Los fantasmas, Jerónimo Expósito, Charito la más juncal, Más hombre que cura, y La emperatriz del Rastro ) de l conjunt o más repres entativo. En cuanto a la nov ela de amor entendida como la feli z unión de la pareja, sólo encontramos un títul o: El divino amor humano , que también refleja la idea moral imperante de la épo ca. En este relato el arqueti po femenino es el de muje r án gel; un se r sumiso, encarnado en est e caso por una monja, que colgará los hábit os pa ra reencontra rse con un anti guo amor, de este m odo, deja rá de se r la sierva de Dios par a se rvir a su futuro esposo. Si leemos este tex to relacionándolo con el resto de los que conforman la novela de tema amoroso, ente nderemos que Carre re, al igual que sus contemporáneos, está describiendo una reali da d social harto conocida: la de que la mujer a prin cipi os del siglo XX en España tenía bás icamente dos cami nos en su independencia del hoga r fami li ar y para su subsistencia: cas arse, ya sea con Dios o con un hombre, o tratar de mantenerse a sí Análisis y descripción de las novelas 218 misma, la ma y oría de las veces ejerci endo co mo meretriz . En nuestra opinión, en el momento en que se publ ican estas colec ciones de novelas, este hecho esta ba tan asumi do socialm ente, que los escritores lo ex presan con reincidencia en sus obras porque lo toman de la re ali dad, pero son sólo unos pocos, como Feli pe Tri go, los que denuncian estos convencionalis mos. Respecto al terc er gr upo, el que recr ea el tóp ico del don Juan, está formado por dos relatos titul ados La estela de Don Juan y El airón de Don Juan , y pub l icados con una distancia entr e sí de quin ce años. La trama en am bas novelas es la misma: un conquistador de mujeres, conocido co mo Don Juan, que se en c uentra en el ocaso de su vida y se plantea reti rars e, pe ro que en el últim o momento abandona esta id ea p or una nu e va amante. Como es de supon er, el tex to de 1924 tiene pasaj es más picantes qu e el de 1939, en el que encontramos un modelo de personaje que es un recuerdo descolorido y un tanto apocado del Marqués de Br adomí n de las Sonatas de Vall e - Incl án. El e squema nar rati vo de ambas es mu y simil ar, siendo el caráct er de ambos don juanes el mismo: un hombre de acti tud libertina, cole ccioni sta de conquistas amorosas, para el que el amor es una pasión efíme ra que ha y qu e sati sfa cer con el goc e ca rnal. Carr er e no se plantea el con ce pto de redención final que tantas veces ha apare cido unido a las aventuras del personaje porq ue no cree que sea culpable, dejando a sus personajes donjuanescos en un libre albedrío que no parece tener fin al, ale gr e s y sin remordim ientos . Se mu eve, en fin, en el campo anecdóti co sin profundiz ar ni aportar no vedad al guna al tema. En cuanto al análi si s de las novelas del se gundo grupo, se despren de una serie de cara cteríst icas qu e, com o ya hemos adel antado, nos están rev elando una ide ología y un a morali dad, la de su tiem po, ante la que se posici onarán en la crític a auto res como el ya cit ado Trigo, Lóp ez Bago u Octavio Picón, mientras que la ma yo r parte de los colaborado res de revist as como La Novela Corta , adoptarán una acti tud ambi gua : casti gando al gunos co mportami entos, pero ju z gando con dobl e raser o otros, incluso invitando a salt arse las convenciones socialm ente establecidas pa ra dar lu gar a situaciones, quiz ás, más cómi cas o entretenid as. Tal y como afirma Mo gin - Ma rtín en much as oc asiones se e?presa ??na moral del amor, de la felicidad?1 5 7 . En el caso de Carrere, esta 157 Rosel yne Mo gi n - Ma r tí n, La Novela Corta , Co lecc ió n Liter atur a breve 4, Mad r id , CSIC, 200 0 , p. 10 9 . Análisis y descripción de las novelas 219 premi sa gener alm ente no suele cumpl irse, lo anali z aremos más adelante. Lo que sí sigue nuestro autor es un esquema narr ativo común a sus contemporáneos: 1. S it uación inicia l: un hombre y una mujer qu e ya constit u yen una pare ja de novios, amantes o esposo s. 2. Factor de crisis: la inter vención de una tercer a persona, un a infid eli dad o un problema de difícil soluc ión. 3. Desenlac e: continuación o ruptura de la rela ción i nicial. Todos los tex tos que componen este grupo se ajust an a este esque ma: en Más que amor encontr amos una pareja de amantes en la que él est á casado con otr a mujer con la que tiene un hijo que está enf ermo. La comp asión que siente Alda por el niño y la interve nción de su mad r e la decidi rán a romper la par eja. En Más hombre que cura , la pareja de amantes la con sti tu yen una mujer y un cura. El embar az o indeseado de ésta y la presión social llevar án al hombre al suicidio. En el resto de los relatos, Los fantasmas, Jerónimo Expósito, Charito, la más juncal y La emperatriz de rastro , encontr amos siempre un matrimonio por conveni encia en el qu e el factor de crisis es la infideli dad de l a mujer que ocasion a la rui na de la pareja. Ha y otra const ante en este grupo de novel as, y es que todas tienen como protagonist a a una mujer (ex cepto en Más hombre que cura ), en torno a la cual se des arroll a un tipo de problemáti ca derivad a de una reali dad social, y es que para el hombr e, cas arse es más una elección s enti mental pue s suele ser indep end iente, mientras qu e pa ra la muje r el matrimonio es una fo rm a de ex ist ir y, a vec es, de subsisti r, así es como le suced e a la protagonist a de Jerónimo Expósito : - Yo hub ier a hec ho lo que él hub ier a quer id o po r las mil p esetas que nos ha regalad o . ¡La vid a es a sí ! La miser ia de estos días pasad o s só lo tenía do s so lucio ne s: echar me a la calle a ser una perdida, o tener el ?alor para acabar de una ?e?… ?sto era muy duro a mi ed ad , ad e más q ue mi deb er es sacar al niño ad elan te. Co n o zc o a ese ho mb r e, ha sid o mi so mb r a dur a nte muc ho s dí as. Me ha vi sto entr ar en las prend er ías, en las casas de préstamos… ?o me gusta su tipo? sé que no seré feli? con él? pero si se lo propone, ser é su muj er . 158 158 ??er?nimo ??p?sito?, Los Fantasmas y otros cuentos. Ma dr id , s. a. Diana Arte s Gráfica s , p. 8 . Análisis y descripción de las novelas 220 Este hecho lleva vi nculado la siguiente car acter íst ica de las novelas que venim os comentando, y es que el matrimonio no se concibe como una unión amorosa, sino como un acuerdo económi co: No . él era un ho mb r e ser io y no pod ía estar co n esas frivo li d ad es de lechug ui no . Si se quer ía casar co n la hij a, lo cor r ec to er a hab lar co n la ma d r e. ¿Eh? La buena seño r a, med r o sica ante la pob r ez a que tan ráp id a mente le s entr ab a po r las puer tas, acce d ió . - Es un ho mb r e bueno y for mal. Será co mo un pad r e para ti - aco nsej ó a Isab el; que aco gió al mad ur o galán res ig nad a, acaso co n una lá gr i ma de renunciac ió n par a su s sue ño s de ad o lescente. 159 Carrer e también intro duce casos en los que lo s padres vend en literalm ente a sus hijas, como por ejemplo en el de Charito la más juncal, que es vendid a a causa de la mise ria en la que viven sus padres, o el del que hablan las vecinas en la novel a Más que amor . Estos acuerdos t endrán como c onsecuenci a la infidelidad de la mujer y un trági co desenlac e. Del análi sis de este conjunt o de novelas también podemos ex traer otra gener a li dad: como hemos visto, la mujer siempre es la parte infiel a la pareja, l o cual es mu y significati vo, y nos lleva a dos raz onami entos: has ta cierto punto, es coher e nte que sea ell a quien ten ga rel aciones ex tracon yu gales, pues no se ha casado por amor sin o por necesid ad, lo que la lleva a bus car l a feli cidad con otra perso na. Sin embar go, result a más interesante comprobar cómo ex ist e una doble moral social que, mientras hac e la vi sta gord a con el hombre, no perdon a y casti ga los desli ces qu e tien e la mujer . - Esa es mi muj er - ru gió el mar id o - . Me he casao co n ella y la le y me da tod o s los derechos… ? como me ha deshonrao y lo estoy ?iendo con mis propios ojos la ?oy a cortar el cuello ?por golfa?, como debe hacer un hombre que tié dignidad…160 A este respecto, es determi nante el papel que juega la sociedad, cu ya voz , siempre enjui ciadora lle ga a const it uirse como un personaj e más en el r elato: 159 ??os fantasmas?, Los Fantasmas y otros cuentos. Ma d r id, s. a. Diana Artes Gr á ficas , p. 6 . 160 ??harito la m?s juncal?, La Novela de Hoy, Nº 195 , 19 2 6 , p. 57 . Análisis y descripción de las novelas 221 La no c he er a ab r u mad o r a y cálid a. Gran noche, dec isiva par a el destino de los ena mo r ad o s. Era el punto tre m end o en que la niña iba a arr oj ar su rep utació n, su virgi nid ad , todas su s virt ud es so ciale s, co mo car naz a, a la bestia de la mur mur ac ió n. 161 Aunque esta presión social está presente en todas las novelas, es en Más hombre que cura , el relato en el qu e mejor se condensa todo su ejer cicio, pues lo que l a opinión social le pide al cura es que, precisament e, para tap ar el escándalo siga ejer ci endo como tal, renuncie a su parte de hombre, a su futuro hijo y haga de la mujer qu e desea como su esposa, la espos a de otr o y su bar ra gana, lo qu e le lleva al suicidio. Carre re ap rove cha también el relato pa ra cri ti car la co rrupción de l a iglesia: P o br e cur a ro mántico , q ue no quier es ser hip ó cr ita, a quie n rep ugna ma nc har t us ro p as sac er d o tales en ad ulter io s ver go nzo so s, en bar r aga nas i nd i gna s, que ren uncia s a tod as las li so nj as de una vid a po d er o sa y re sp etad a, po r el a mo r de una muj er . T us der ec ho s de ho mb r e se estra ng ula n baj o tu ne gr a so ta na. Serás sie mp r e el par ia del senti mie nto ? p o b r e clér igo , fo r za do de la hip o cr esía y la me ntira - , que ha s matad o a Dios en tu al ma po r q ue has toca d o el cuer p o de una muj er co n la s mis mas mano s co n la s que ele vas a diario la ?ucaristía ?…?? ??oy demasiado hombre para ser cura? ?l que no tenga la d ivina locur a del mi stici s mo , ma nc illa la s veste s sac er d o tales. El cur a caza d o r y tresillis ta; el cur a camp ec hano , que j uega a los bolo s, se emb r iaga y goza de la car ne de la he mb r a; el cur a a mb icio so , ap ó sto l de una tur b a mo r al j esuítica, que vio la la esencia de las co sas co n tap uj o y co n ap ar iencias de virtud - ¡Oh, si niestr a po lítica ! - , que cap ta con la lla?e de la fe la ga?eta de los creyentes ricos, ese cura es un bandido…, y ese cur a no so y yo. 162 Es necesa rio apuntar que la murmuración sobr e comportami entos ilícitos , sean del ti po que sean, a fe ctan tanto al hombre como a la muje r a partes i gual es. Y volviendo al tema del adult erio, result a indicati vo el hecho de que se a la infideli dad femenina l a que provoq ue la ruptura de la par e ja, mientras qu e la mas culi na no, como puede vers e en Más que amor , novela en l a que las rela ciones qu e mantiene el protagonist a con Alda no influ yen fin alm ente en su matrimonio. Lo cual fu nciona también 161 ??lda?, también publicada con el título ???s que amor?, La Novela Corta. nº 265 , 19 2 1 , p. 19 . 162 ???s hombre que cura?, La Novela de Hoy, nº 1 65 , 19 2 5 , pp . 60 - 6 1 . Análisis y descripción de las novelas 222 como refl ejo de es a dobl e moral, de la que ya hemos hablado, que pu ede transigir con el ad ult erio masculino mi entras que con el femenino no. Carrer e también hac e eco en sus nov elas de la absurda idea, pero aú n vigent e en la época, de qu e el hombre injuriado debe lavar su honor, y la repr esenta en su novela Los fantasmas llevada al ex trem o, y con un tono hilar ante, que nos hace enten der que, para él eso ya es un valor cadu c o: T od a la gente le dar ía la raz ó n a don Ciro . Era el espo so civil y ca nó nico ?p o d ía presentar la co p ia del acta ma tr i mo nia l, med iante el pago de los der ec ho s del Regis tr o Civ il - . Aq uello er a una maz a que caer ía so b r e la cab ez a de los culp ab les. La Policía, la Cur ia, las vec i nd o nas, los tran seú ntes y los per io d istas ?la Mo r al, la Op inió n, el Ord en y el Derec ho - ser ía n su s có mp lices en el caso de que don Ciro tuviese a bi en dego llar a los ad últer o s. Le bastar ía co n rep etir una frase e st úp id a, que vie ne ob tenie nd o mucho éxito , desd e hac e var io s si glo s ; - ¡Aca b o de lavar mi ho no r ! ?…? ? don ?iro tenía que quedar bien ante la opini?n de la gente, factor que llega a su stit uir a la voz pro p ia de la conciencia e n ciertas p sico lo gía s rud i me ntar ias 163 . ¿Y cuál es la opinión de Carre re ante esta reali dad que tan bi en sab e traslada r a sus novelas? Adoptar una acti tud ambi gua, e n la que en al gunas de sus págin as ex pone y critica la situación de l a mujer y la injusti cia con l a que es tr atada: Aq uella po b r e muj er , que mur ió en una ca ma de la Casa de Mater nid ad , sin tern ur as de nad ie, al par ir un hij o que no hab ía en gend r ad o el a mo r , sino el cap r icho del a mo o quién sab e qué otro s cap r icho s fo r tuito s, le e mo cio nab a hasta las lágri mas. T o d a su vid a le rez ab a inge nua me nte antes de dor mir se. Sab ía que hab ía sid o una po b r e muj er zafia, que vino a ser vir desd e un pueb lo astur iano . Sab ía que no hab ía sid o bella, que no hab ía sid o intelige nte, sin o una po b r e sier va de la cru el, mez q ui na y humilla nte esclavi tud do més tica, bar r agana del a mo c uand o este q uiso , que acaso , co mo dec ía el co r d eler o, se hub ier a re fo cilad o puer ca me nte co n otro s ho mb r e s, y ta l vez a lg ú n día hub ie se caíd o en la horr ib le pro stitució n callej er a, co mo tanta s otras des ve nt ur ad as inconscientes… 164 163 ??os fantasmas?, p . 5 . 164 ??harito la m?s juncal?, p p . 23 y 2 5 . Análisis y descripción de las novelas 223 Recre a (empl e ando l a ex agera ción y el dista nciamiento) la mentali da d machist a que justifica estas conduct as: - ¿P ar a qué te has ve nd id o , sino par a hac er la rea l ga na de tu c o mp r ad o r ? Nad a de lágr i mas ni re mi lgo s, h er mo s a; a hac er lo que te ma nd e ; aho r a te quier o po see r , sin co ntar que tú ten gas e l dese o de ser poseíd a; luego me volver é de espald as par a descansar , ha sta que otra vez quier a ej er ce r mis der ec ho s de mar id o . La so cied ad y el cur a me a uto r izan a tod o . Ver d ad es que co mo el c ur a hab l a en latí n, no esto y se gur o de lo que ha dicho ; per o mi s bueno s di ner o s me han sac ad o en la vicar ía. Y me fig ur o que hab r ía de ser par a e so . Por q ue si no, ¿p ar a qué quier e un ho mb r e a una muj er si no par a que rea lice todo s sus cap r icho s? El mar id o es el amo , y la muj er , la sier va, a pesar de lo que dicen que dijo San Pablo . 165 Pero lue go pare ce cl audicar con el ord en im perante, al hace r qu e se a ell a siempr e la infiel y al dotarla de un a psicología provenient e de los folleti nes, o que se refu gia en ell os para ev adirse de su situac ión: Su i ma gi nac ió n q uiso dis tr ae r la mela nco lía de su pob r ez a co n el folletí n de los grand es príncip es que lle gan e n las horas de ang ustia s de cier tas vid as d e muj er . T od as las que ven a diar io la car átula de la Necesid ad tienen un nab ab par a que les enca nte sus sue ño s, tro vad o r bien en vuel t o en un ab r igo de pieles, que canta la canc ió n del oro , mo d er no Lo hen gr in q ue viene de la isla de la Qui mer a e n un mag ní fi co Ro ll y tira nd o los billetes de banco… 166 No encontr amos en sus novelas de t ema am oroso personaj es femeninos que no se salgan de los arqueti pos ya vistos anteriormente de mujer ángel (o ángel del hogar ) o mujer fatal, mucho meno s frecu ente en este t ipo de novelas, ni heroínas qu e luchen de un modo u otro por sus derechos, ex pongan lo injusto del mundo en el que viven con voz propia, o traten de hacer algo para, si no mejorar s u situación, al menos, cambi arla. Lo que tenemos en estas historias son jóv enes que se lam entan, pero s e resi gnan ante su situación: 165 ??harito la m?s juncal?, p . 44 . 166 ??os fantasmas?, p . 7 . Análisis y descripción de las novelas 224 Ald a, pen só e n cer r ar los oj o s, tap ar se los oíd o s y cie ga y so r d a a aq uella traged ia len ta y lacer an te, huir , huir a ref ugiar se e n los braz o s del poeta, que la a guar d ab a co n mo r ta les a n gu stias del co r az ó n. ¡Aq uel er a su a mo r , el gran d e y único a mo r de su vid a! ¿I b a a sac r ificar se po r un imp ulso de co mp asió n? El amo r y la bond ad del sac r ificio . ??ué espantoso dilema? ?…?? - ¡P o b r e amo r nue str o ! Y luego , irguié nd o se, fana tizad a, fanta s ma l, do lo r o same nte bella. ¡Yo siento más que a mo r ! ¡Yo siento la sup r e ma y des gar r ad o r a felicid ad del sac r ificio ! 167 ¡U n mar id o que es co mo un pad r e! Ning uno co mp r end ió la dolor a más que Isab el. No viazgo sin il usió n, ni mad r igales en la rej a, ep italamio si n pasión ni luna de miel, y desp ués de la vid a mo nó to na de ser vid u mb r e co n yu gal, so ñand o , acaso , co n el amo r que no hab ía ven id o y q ue si, por una sar cá stica cr ueld ad , ll egab a aú n, lle gar ía ves tid o de infa mia y de pec ad o y hab r ía de entr ár sele po r los po stigo s má s oculto s . 168 Son mujeres cu ya acti tud pasiva las lleva a aceptar lo socialm ente establecido: el matrimonio, la iglesia o la prosti tución. Incluso Asunción, la prota gonist a de Más hombre que cura , quien par ece te ner iniciativa, no cede a los deseos de cas arse de su amante, pero no por ell a misma, sino por ceñirse a los imperati v os sociales, a lo ya est ablecido. Otra refl ex ión a la que nos llevan las rupturas de pareja qu e nos relata Carre re y el desenlac e que est as toman, es la que se des prende de qu e lo que realm ente está condenando el auto r no es tanto el hecho de la in fideli dad, que t ambi én, co mo el de qu e el matrimonio sea tomado como un contrato económi co, pues ninguna de las historias que aquí se cuenta, y qu e se i niciaron como un a cuerdo, termi na bi en. Por tanto, es cierto que aunque Ca rre re reflej a estas diferenci as social es y las critica, aunque se hac e eco de la situación de la mujer y de la doble moral imperante, no hay una profundiz ación de peso en sus relatos, ante lo que quiz á esté actua ndo com o condicionante la propia naturalez a de l as cole cciones en las qu e publica, pero esto no lo sitúa como un escritor aisl ado en el panorama litera rio de la novela amorosa de su tie mpo, sino que el resto de sus contemporáneos hacen lo mismo, muchos de ell os sin ex poner si quiera la vida real o sin tener en cuenta en sus historias, que no en la reali dad, la moral social 167 ??lda?, p . 20 . 168 ??os fantasmas?, p. 6 . Análisis y descripción de las novelas 225 establecida. Se gún Rose l yn Mo gin - Martí n 1 6 9 ? ??a moral social que se desprende de las hist orias de amor en nu estras nov elas es harto difere nte de la mor al s ocial al uso, y bastante más pro gresis ta que la mor al judeo - cristi ana tradicion al. Es una moral del amor, de la feli cidad. Poco im porta que los prota gonist as no respeten l as normas sociales si así son felices?? ?aturalmente, aunque esta es una conclusi ón que la autora saca tras leer las novelas de se publicaro n en La Novel a Corta, no es una teoría ex portable a todos los autores ni a todas las nov elas, aunque sí podría s ervir como aprox im ación generali z ador a. 8.2. Descripción de las novelas MÁS QUE AMOR, 1910 Espacio: Madrid Tiempo: Principios del siglo XX Personajes: C lase social baja Conflicto: La lucha po r l a vida y la di gnifica ción de una mu chach a a caus a de su sacrificio amoroso. Argumento: En el hostal de doña Brauli o viven el poeta Montero, con su mujer y su hijo enfermo, Ma rtín, el filósofo, y dos matrimonios recién lle gados: Luc reci a, Adela y Alda, las dos prim eras con sus respectivos maridos y la madre de éstas. Junto a ell as se incorpor a también a la casa de huéspedes Gar cín, un escult or amante de Adela. Allí todos viven en pobrez a y con a pen as nada que comer. Desde el prim er momento, Ald a y el poet a se conocen y qu edan profu ndamente en amorados. El poeta siente que el amor de ambos es tan noble, que deb erían huir a otro lugar me jor y emp ez ar juntos una vida nueva. Ald a tiene sus dudas y siente una gran culpabili dad. Mientras tanto, la mad re de la joven, qu e ha descubierto a la par eja, decide mandar a su hija a provincias con un tío cura. En el mismo día que Alda debe marchar a su pueblo, Montero encuentr a l a posibil idad que ambos necesit an: ser cor respons al en el ex tranjero. Los amantes se cit an en la estación para sali r esa misma noch e, pero el hijo de Montero está a punto de morir. La hora fijada lle ga. Alda duda, y, finalm ent e, de cide sa crifica r su amor y sacri ficars e a ell a misma e irse a provincias; el poeta d ebe permane cer con su mujer y su hijo y asumir su vida. 169 Mogin - Ma r tí n, Op. Cit , p. 107 . Análisis y descripción de las novelas 226 EL DIVINO AMOR HUMANO, El Cuento Semanal, 1911 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase s ocial: De ex trac ción baja Conflicto: La luch a por l a vida y el reencu entro d e un anti guo amor. Argumento: Sor Ángela vive en un convento con funciones de hospital en el que entra después de profesa r sus votos. Un día se reencuentra con Ernesto Luna que tra baja all í como organist a. Ambos rememoran su anti guo am or, cuando eran jóven es y tenían ilusión en el futuro. Sin embar go, la vida no les ha deparado nada especi al: ell a cuida a los enfermos y él vive con su hija y toc a en los café s nocturnos. La niña enf e rma y Ern esto debe trabaja r más tiempo para obtener los medica mentos. Sor Águeda, Ter esa, se presta a ir a su cas a y cuida rla mi entras él no esté. Cuando la niña se repone, ell os se han vuelt o a enamorar. Ter esa de cide no volver al convento y vivir con Ern esto. LOS FANTASMAS, 1924 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Conflicto: El amor consigue triun far sob re las con venciones social es. Argumento: Don Cirio P érez de los Godos es un hombre mu y tradi cional en cuanto a los conceptos del honor y la mujer. Vive en un pequ eño barrio y está casado con Is abel, una jovencit a hermosa y coq ueta. Él es anti cu ario, en su tienda trabaj a un jov en restau rador. Una noche se ve obligado a ausentars e por un trámi te comercial, Is abel y Gonza lo entablan ami stad y se en amoran. Is abel consi gue que su marido la permita sali r una vez a la semana y se cit a con Gonzalo. Un día son des cubiertos por un vecino. Éste se lo cuenta todo al marido, Don Ciro que siempre habí a sido un hombre de pel eas, y que jura constantemente que si fuera ne ces ario lavarí a s u honor con san gr e, co mprende que ell a ama al joven y que no le ha sido completamente infiel. Reflex iona y se sui cida par a dejar libertad a los amantes. Análisis y descripción de las novelas 227 JERÓNIMO EXPÓSITO, 1924 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Clase social baja y media bur gu esía Conflicto: El triunfo de las convencion es sociales sobre un idilio amoroso. Argumento: Carmen, su hijo, fruto de un a av e ntura juvenil, y su mad re, viven en la miseria tr as l a muerte de su padr e. Han agotado los pocos recursos qu e te nían. Un día, al borde de la des esper aci ón, Carmen recibe una carta con dine ro y una proposi ción de matrimonio. El desconocido que la escribe, result a ser un librero feo y cu arentón, aunqu e mu y gener oso. Carmen acc ede a cas ase dada su situación económi ca. Se trasladan a la casa del libre ro, pe ro al poco tiempo de esta r all í , ninguno salvo su hijo, es feli z porqu e falt a el amor. Carm en se enamora de un po eta boh emio que también vive en la cas a a costa del librero. Ambos se dejan llevar por su romanticism o, aunque sin pasar de ahí. Pero un día su idili o es descubierto por un empleado de la tienda que se lo revela al marido, quien decide echar al bohemio de la cas a y seguir como si nada hubiera pasa do. LA ESTELA DE DON JUAN, La novela Semanal, 1924 Espacio: Antañón de las Cuatro Torres (provincia s) Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Arist ocra cia Conflicto: Un viejo donj uán que se resiste a reti ra rse de sus conquistas Argume nto: Lorenz o Al menar lle ga a Antañón, su ciudad nat al, en bus c a de sosie go. Le recibe Don Nicéfo ro Sal ido, admi nist rador de su tía, a quien va a visitar . Don Nicéfo ro desconfía, le cree el dia blo y decide vela r por la moral de la fami li a. Lor enz o rememora sus amores juveniles y, en especial, los qu e tuvo con su tía. Se encu entran, Lor enz o decide reconquis tarla. No obsta nte, la no che en qu e se ci tan, el cuarto está vi gil ad o por Ni céfo ro, en el jardín tropiez a con la hija ma yor de su tía. Comi enz a a tener rel ac iones con ell a. Mientras tanto, Su tía consigue zafa rse de Nicé fo ro y se esc apan dos días a la montaña. A su regreso la joven celosa les da la noticia de estar embaraz ada de Lor enz o. Ante el drama, la duquesa no qui ere s er rival de su propia hija y le da la op ción a Lo re nz o de quedars e Análisis y descripción de las novelas 228 con su hija o marcha rse. Elige marchars e, per o en el tr en de regr eso a la capit al se reencu entra con una anti gua amante y se deciden irse juntos a París. MÁS HOMBRE QUE CURA, 1925 Espacio: Provincias, Puebla del Alamín Ti empo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Eclesiásti ca y bur gu esía media Conflicto: La presión de la hipocresía social por gua rdar las ap arienci as es tan fuerte que provoca la crisis en un h ombre y su sui cidi o. Argumento: Puebla del Alamí n es un lugar en el que, aparentement e, rei nan la austeridad y las buen as costum br es morales, vi gil adas po r el gran número de cléri gos que habit an en el pueblo. Sin embargo, parece qu e todos ell os disfrutan de sus barra ganas. El padre Lab a y, es la joven promes a del pueblo; todos creen que lle gar á a obispo. Está enamor ado de Asunción, a quien rondan dos moz os. Un día Asunción va a visitarle a la iglesia y le declar a sus deseos. Se hacen amantes. Asunció n queda embar az ada del cura y ést e le propone colgar los háb it os y casars e. La joven se niega porque ell a no est á enamorad a del hombre sino del cura, qu e es quien verdad er amen te ex cit a a todas las mujeres. Si deja la iglesia, ell a lo dejará a él. Por otro lado, los compañeros de Lab a y s e enteran de la situación. Él les pide ayu da, en reali dad dese a cas arse y ten er el hijo. Le dicen que sería un escándalo par a l a i glesia y par a su prometedor fut uro. Le proponen casar a la joven con su pretendiente más tonto, para que acepte el hijo, y seguir teniendo relacione s con A sunción a escondidas. En reali da d lo que importa son las aparien cias. Laba y no puede ne gar al hombre que vive en él, y ante la presión d e la jove n y de la sociedad s e suic ida. CHARITO LA MÁS JUNCAL, 1926 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del siglo XX Clase social: Media y baj a Conflicto: El matrimonio como acuerdo económi c o tiene un mal final. En este caso muere el marido. Análisis y descripción de las novelas 229 Argumento: Charito es una joven y guap a casa dera dese ada po r todos los hombres del barrio. Tomás un tender o viejo que ha r eunido una pequeña fortun a, de cide casa rse con ell a y soborn a a los padr es (matrimo nio como acuerdo económi co). Cha ri to siento cómo va a perd er su juventud. Tomás vive también con un joven; Jesús, posiblemente hijo su yo, al que maltr ata y despre c ia. En la bod a Charito y Jesús se conocen y se en amoran. Cha rito despreci a a su marido. Los dos jóvenes urden un plan para es capa r de Esp aña con la mitad de la fortuna del tender o, pero el día de su reali z ación se entreti enen en el amor y son sorprendidos por Tomá s, quien decide ven ga r su honra matándolos . Tomás y Jesús forcej ean, y al final Jesús mata a su padre. La pareja, ate rrad a, ve el fi nal de su idili o amoroso en la cár cel, cu ando un borracho, enem igo ac érrim o del viejo, declar a ser él el asesino y salva a los jóve nes. LA EMPERATRÍZ DEL RASTRO , 1927 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Baj a Conflicto: El matrimonio como acue rdo económi co acab a mal, en este cas o, la mujer y el amante son casti gados por ello, pero despu és el marido también sufrirá casti go. Argumento: Luz , una mujer madurade ro aún gua pa, está casada con Tom ás, un huraño y rico tendero. Ambos viven con Adolfo, herma no de Tomás, quien de joven fue un bohemi o aventure ro que gastó su pequ eña heren cia viajando e in tentando vivir de su arte, pero que volvió adult o en la más absoluta miseri a. Ahora tr abaja par a el hermano quien, a cambi o, le da techo y co mi da. Una noche, Adolfo , embria gado por la ale gr ía y la verbena, confiesa a Luz que ell a ha sido el amor de toda su vida, y que se marchó porque no podía verla casa rse con el her mano. En es e momento se hacen amantes. Al poco tiempo, un vecino los descubr e y se lo cu enta al m arido. Tomás los descubr e y los encie rra en el lugar en el que se cit ab an, all í los mata. Al c ab o del tiempo, los vecino s pre guntan po r ellos, el marido inventa e x cusas pero se descub re l a verdad, y es juz gado por ell o. Análisis y descripción de las novelas 230 EL AIRÓN DE DON JUAN, 1939 Espacio: Madrid Tiempo: Desde la gue rra de Independ encia h asta l as gu err as carlist as Clase social: A ristocra cia y gent e del pueblo Conflicto: Un viejo donj uán que se resiste a reti ra rse de sus conquistas Argumento: Don Juan de Villarre al ha te rminado su servicio como coronel en el ejér cit o y se dedic a a rondar un viejo palacio con el fin de reali z ar otra conquista amorosa. Sus conocidos se burlan de él porque ya es ma yor de edad para estas prá cti ca s. Don Juan, al rondar el pal acio, remem ora su pasado. Allí vivía hace veint e años una jov en de la qu e se enamora y qu e si gnifica ba la red ención de su vida libe rtina. El padr e se niega a casa rla, mantienen rela ciones cl a ndesti nas hasta que les descubren y Don Juan mata al hermano de su amad a. Hu ye y pierde sus mé ritos mili tares, sigu e pa rticipando en las guer ras y rehac e su carr era. A su regreso, a los 30 años, pasa por delante del pala ci o y descubr e a una bell a dama que toca al piano la misma can ción que tocab a su amada. El la galante a, pero ell a no responde, l a ronda cada noche. Un dí a, pese al consejo de sus amigos, intenta entrar en el pala cio. El dueño le de scubre y rev ela que la dama a quien busca es su mujer. Le reta pero no es acep tado. Una noche recibe una invitación para visitar el palacio, y cuando se reún en des cub re que l a mujer a quien galantea es la hija qu e tuv o con su am ada. El matrimonio le ofrec e reti rars e de su libe rtinaje y vivir con ell os, pe ro él rehúsa y esa misma noche conquista a otra dama. Análisis y descripción de las novelas 231 Análisis y descripción de las novelas 232 9. LA NOVELA DE TEMA DE BURDEL Nu estros amigos eran los clásicos b u scon es, Los tristes vag ab u n do s, los po etas hamp o n es, Las ra meras q u e lle van la risa y el beso en la bo ca Flor de Bohemia 9.1. Introducción En 1913 Emili o Carrer e publicó un volumen titul ado La tristeza del burdel, que contenía dos no?elas? ??acia otra ?ida?, ??na a?entura de amor? y otros te?tos de car?cter hetero gén eo. Unos años más tarde, en 1920, sacó a la luz otro volumen relacionado nuevamente con el tema de la prosti tución, que tituló Rosas de meretricio , y que contení a las no?elas de ??l hijo de nadie? ?reedici?n de ??acia otra ?ida??, ??na a?entura de amor? y ??n hombre terrible?, adem?s de otras narraciones cortas? En reali dad, aunqu e las novelas cit adas ant eriorme nte, fuera n publicadas en volúmenes con títulos tan significati?os, solamente tres de ellas tratan la tem?tica de burdel? ??na a?entura de amor?, ??acia otra ?ida? y ??l hijo de nadie?? ?o obstante, los pasajes eróticos o las meretri ces son frecu entes en la no velí sti ca de Carr ere, ind ependientemente del tema qu e des arroll e. Sin embar go, a pesar de la recu rren cia con qu e apar ec en estos personajes, el corpus de l os tex tos en los que trata el tema de manera ex clusi va, se limi ta a cinco no?elas? las tres ya enunciadas y dos nue?as? ??l?ira la ?spiritual? y ??a casa de la ?rini?? ?os dem?s títulos que aparecen en el cat?logo y que se refieren al tema, son reedicion es d e los ya cit a dos. In clui mos también en esta clasifica ción, aunq ue con res ervas, La novela de un libertino , por pertenecer sus personajes (a ex cepci ón del protagonist a) y su conflicto a este entramado social. En nu estra opinión, Ca rre re, en esta nov ela , un tanto truculenta, quie re denunciar la hipo cresía del mundo burgu és; que es capaz de cond enar l a pr osti tución, pero de ocult ar y pra cti car, al mismo tiempo, la pederasti a. Lo que viene a dec ir su mensaje en este texto, es que los que integr an las clas es altas, no por tener apar entemente más recu rsos económi cos y dignid ad, s e libran de ten er perversi ones sex uales. Análisis y descripción de las novelas 233 ?a no?ela de tema de burdel comparte características con la de tema de ?golfemia?, y la de tema galant e, pero t ambi én mantiene otros rasgos p ropios que nos han llevado a abrir una nueva clasifica ción. ?sí pues, la no?ela de burdel sería afín a la de ?golfemia? en el aspecto de que todos los personajes pert enec en a un a cl ase so cial baj a y cerc ana al mundo d el hampa, por lo que se ven abo cados a una conti nua lucha po r la vida, que les llev ará a cometer robos y engaños. Respe cto a la narrati va de t ema gal ante, estos tex tos comparti ría n el in gredi ente erótico, ex presado a través de tópicos propios de esta literatura, mu y re current es en su novelí sti ca en gen eral, como por ejemplo el sadismo , el masoquismo o el feti chism o ya vistos . En compara ción con la narrati va de burd el, la galant e se dif eren c iaría en qu e est á encarn ada po r pe rsonaje s de ex tracción so cial m edia o alt a y se desar rolla en ambi ent es más selectos como los casinos o cabar ets. Espa cios que estuvi eron de mo da en la Esp aña de los años veint e, déc ad a en la que el autor esc ribió todas sus novelas sobre ésta temáti c a, en las que introduciría t ales novedosos ambientes con todo lujo de detalles . De este modo, los tex tos que confo rman la cate goría de bu rdel co mparten las siguientes c ara cteríst icas: 1. Personajes de clase social baj a o media entre los que fi guran prosti tut as, rodrigon as 1 7 0 , chulos, etc. caract eriz ados gene ralm en te por el uso del len guaj e del hampa. 2. La acción se desarrol la en los burdeles y en las casas de lenocini o, l uga res que Carrer e des cribe medi a nte pinceladas, con las que nos va dejando i mpresiones mu y precisas: Hab ía allí un vaho inte nso y luj ur io so de car ne de muj er y per f umes baratos? ?…? ?ra un ca r nal hac i na mien to de desco tes do nd e los seno s fuese n ro sas te mb lo r o sas de pec ad o sur giend o del e nca j e de las ca mi sas co q ueto nas. Lo s a mi go s i nter p o lab an mister io s o s escar ce o s po r lugar es sab r o so s, en los incid ente s del juego , y l os rizo s rub io s, castañ o s, negr o s , r o za b an la car a de los cliente s co n picante y co sq uill o sa insi ste ncia 171 . La vid a pro stib ular ia dur ante el día era densa, ab r umad o r a. Lo s ro str o s desp intad o s tenían una mo nstr uo sid ad gro tesca baj o las greñas oliente s a sud o r y a per f u mes bar at o s. 170 ?on el apelati?o de ?rodrigonas? ?arrere se refiere en sus no?elas a las mujeres que tercian o median entr e un cli e nte y una pro stit ut a. 171 Emilio Car r er e, ????????????????????????Ma d r id , Renac i mie n to , s.a , p. 10 . Análisis y descripción de las novelas 234 T umb ad as, co n un mutis mo de bestias cansi nas, cant ur r ea nd o alguna co p la canalla y dolo r id a, co mo esa s que oí mo s en la s esq ui nas co n infi nita ang us tia a la alta noc he, cua n d o las estrellas e stá n má s so litar ia s 172 . 3. Los pasajes erót icos se ex presan mediante la alusi ón a lo conocido en la época como prácticas perversas , es decir; el sadism o, masoquismo, feti chism o, a las que añade la zoofilia o la pederasti a, prácti cas que qu edaron ex pli cadas en la novela gal ante, pero de las que quer emos ex poner algún ej emplo propio de la novela de burd el: E nto nce s co menzó el glo sar i o de las escenas de alco b a, de las que eran pro tago nista s los rar o s. Desfilar o n tod as las ab er r ac io nes de Sacher Maso c h y tod as las esqui sita s cr ueld ad es del Mar q ués d e S ad e. El a migo de An gelita er a de los más eq uil ib r ad o s. Otro s sólo ob tenían la e mo ció n gené si ca cuand o rec ib ían en pleno ro str o las defec cio nes fisio ló gica s de la he mb r a. Lo s hab ía que se rego d ea b an besand o los lind o s zap atito s rec ién quitad o s o hund ie nd o e l rostr o en las enag uas a ún calie nte s. Esto s cap r icho so s er an los más toler a b les. Mo lestab an po co . Algu n o s exig ían q ue se le s golp ea se, r egañá nd o les co mo a niño s peq ueño s. T a mb ién e xist ía el ti p o que a yud ab a a su place r co n liger ísi ma s co r tad ur as e n los br az o s. Lo peo r er a que algu nas vec es quer ía n ver la san gr e de las muj er es. Ento nce s dab an aullid o s de loco y se reto r cían en espas mo s i nd escr ip tib les. Lo s mej o r es par r oq uiano s, dentr o de la espec ie de los rar o s, er an los co ntemp lati vo s, espec tad o res silenci o so s ca si s ie mp r e oculto s de los desgar r a d o s ep iso d io s del bur d el 173 . S in embar go, aunqu e estos temas que se han cit ado le sirva n para vehicular el erotism o, sí suele mantenerse una del gad a difer e ncia en su tratamiento entre una y otra cate goría, y es que e n la novela galant e ha y una ma yor recr eación en las escenas erótic as, mientras que en la novela de tema de burdel también se dan, pero en menor medida, o son narrad as por las mujeres . En cualqui er caso, ésta s suponen un compl emento a la acción principal, m ientras que en la galante, suelen ocasi onar una ralentiz ación. No obstante, ha y que puntualiz ar que esto no se cumpl e siempre. 172 Emilio Car r er e, ??acia otra ?ida? ?o?ela inédita?, La Novela Corta, nº 31 2 , 19 20 , p. 7 . 173 ??acia otra ?ida?, p . 6 . Análisis y descripción de las novelas 235 4. Para dar más reali smo a las vidas con las que va constru yendo este mundo de la prosti tución, introducirá los conflictos y ardi des propios del oficio en la época, como por ejemplo, los fingim ientos de la virgini dad, las disputas entre chulos y prosti tut as, a menudo causad as por los celos, los abusos l le gand o incluso hasta la viol encia o las redad as policiales: Gr an ad er ez ad o r a d e virginid ad es malp ar ad as, co n hab ilid o sas sut ur as, sab ía fi n gir has ta tres ro sas de un mis mo ro sal, para ceb o de galanes cap r icho so s y de viej o s ver d es de rolliza bo lsa. Per o en aq uel ho stal e n que se hallab a a la sazó n nunca p ud o lucir sus mar a villo sas a rtes de revo co , po r q ue las damas de aq uel palac io , de pur o desco sid as y vuelta s a z ur cir , a penas ten ían de dónd e prend er la aguj a mila gr o sa 174 . Un día, a la Estr ellita la gol p eó de tal guisa que, desd e ento nce s, co nser va aq uél hip o gro tesco y lúg ub r e. La h und ió la tab la del pec ho . Y eso que era la prefer id a de su co r az ó n 175 . Otra forma de dar verismo, será la de hablarnos so bre las diferentes cate gor ías que hay en el mundo de la prosti t ución y situarnos ant e lo s problemas de estas muj eres: emb araz os no desea dos, dep endenci a del lu ga r dond e eje rce n , o las causas que ex pli can su inicia ción en la profesión. Caus a s que, por otra parte, suelen result ar bastante tópicas, pues gen eralm ent e son dos: la madre obli ga a prostit uirse a su hija para conse guir dinero, o el caso de la joven descar riada, gene ralm ente por la influencia de un mal amante. Tambi én nos habla mu y a menudo del dominio que ejerc en sus chulos: P er o el ad mi nis tr ad o r de tan lind o ap o sento , el guar d ián de la gr uta, el lla ver o del arca e ra Julián, el Chu lo del pañue lo , y las mo ned as de los inq uili n o s transe ú ntes pa sab an ráp id as a su bolsillo avar o y co mo o fr en d a al mér ito de su per so na. Al salir de la s jub ilo sas batall as de a mo r , en e l co med o r la esper ab a Julián, y rec la mab a su censo de guap ez a y de ch ule r í a o bien la acec hab a po r las esqui nas par a evitar el fraud e e n su hac iend a 176 . 174 ??l?ira la espiritual?, p . 1 6 . 175 Ídem , p. 1 7 . 176 ??l?ira la espiritual?, p . 2 9 . Análisis y descripción de las novelas 236 Es interesante también cuando nos refier e las diferenci as entre la cli entel a, p are ce que el autor tiene un espe cial interés en refl ejar qu e por los lechos de los bu rd eles, pasa n tod as las clases so ciales y esta mentos, incluidos los cur as, ya qu e deja constan cia de ell o en más de una ocasión, de hech o, el pederast a asesino de El crimen del sátiro, pertene ce a la aristocra cia. ?…? ?a fama de ?l?ira la espiritual se corri? de caféen café y de calle a plazuela, e ntr e otr o s per egr ino s no ctur no s que ar r imab an a aq uel mesó n ho sp ital ar io , dicen que hub o var o nes de alcur nia, rec to s mag istr ad o s, senad o r es y sac er d o tes, par r o quiano s éstos últi mo s cap ac es de acr ed itar cualq uier co mer cio , p o r ser sib ar itas y muy ati nad o s catad o r es y a mi go s del buen géner o . Así pod emo s dec ir que Elvir a, en un par de sema nas, ac o gió ?en el peo r sentid o de la palab r a - a tod o el cuer po so cial, en sus más rij o sas r ep r esent ac io nes 177 . 5. Por otra parte, el autor pa rec e desentend erse de los prejui cios burgue ses, pues en ningún momento enjui ci a a las prota gonist as y a su oficio, ni a los chulos aunque se an presentados como cruele s, sino que contempla este mundo y nos lo entr e ga desde un a óptica distanciada; distancia que le deja nar rar con toda la objetividad que permite la novela de cort e popular, hasta el punto de conced er la red ención a dos pro sti tut as, y de no condenar al pederasta d e El crimen del sátiro, al que deja vivir gua rdando su secreto. Para cerr ar este c apít ulo, proced eremos a comen tar La casa de la Trini , una de las novelas mejor esc ritas por Carre re y que ej empl ifica mu y bien las car ac teríst icas de la novela de burdel. Es ta mbi én esta novela la últim a que escribe sobre el tema y en ell a, como buen croni sta qu e es, comi enz a describiend o las moderniz acion es que ex perimentan las chicas del ofi cio: So b r e la cama ag uar d ab a el man tó n de Manila e xtend id o , par a envo lver se co n él y sal tar llena de gozo las escaler as cu and o so nase la bocina del a ut o . Por q ue aho r a lo más ca stiz o es ir en auto mó vi l a las fiestas po p ular es. El viej o co che Simó n ya es un rec uer d o del siglo 177 Ídem , p. 28 . Análisis y descripción de las novelas 237 XI X. La c hu ler ía lee y es re fin ad a y pro gr esiva. De ntr o de poco las chu las po sti ner as irá n en aer o p lano a la fiesta de San Antó n 178 . No obstante, es tas trans f ormaciones no par ec en a fectar mucho a la Trini, quien apa rec e descrita como un a autént ica chula mad rileña: T r ini, la de las sortij as, la emp er atr iz del Mad r id castizo , la chula má s co r r id a de la chule r ía galan te, una gac hí de band er a, que hab ía ga nad o los billetes a tonelad as, co n el gar b o de su cuer p o mo r eno ?p er fec ta esta tua de á mb ar y de éb ano - , c u yo a mo r hab ía co stad o muc ha san gr e y muc ho oro , co mo un ido lillo lascivo y crue l 179 . Trini es uno de los pers onajes mejor cara cteriz a dos en estas nov el as. El resto de las protagonist as de la nov el a de burd el, son de carác ter vari ado; al gunas podr ían clasifica rse en el tradicional binomio de mujer ángel/ muj er fatal del siglo XIX, mie ntras que otras, como Trini, pertene cen al arquetipo que Car rer e nos d escribe como la ?chula madrile?a?? Pero de i gual modo, apa r ecer án también caract eri z ados otro tipo de person ajes por los que se empi ez a a tomar interés artíst ica y litera riamente desde el cambi o de siglo, tipos vinculados a las prácti ca s perversas que enun ciá bamos antes, y qu e Carr ere retr atar á en sus novelas para dar un poco de color a su tablado de prota gonist a s. Entre ell os, travestidos, l esbianas o s ádicos: Sab ían que aq uello er a un zo co de homb r es y muj er es. La D alia de Cór do b a ?q ue er a un seño r de ba r b a rub ia, aunq u e no s par ez ca incr eíb le - paseab a por ella a la busca de sus difíciles a ven tur as. M ucho s per so naj es eq uívo co s ?ho mb r es y muj er es - . ¡O h, aq uella céleb r e duq uesa de Ber nar d a! Más bur lad o r a que Do n Juan, y más peligr o sa par a las clar isas de qui nce a ño s q ue el cab aller o Lo velac e ! - Per o el má s ab sur d o , el más inq uieto , el de mor al id ad sexua l má s ind e fi ni b le er a Ho r ac io Med ina. ?as chicas de la casa de la ?rini le ?eían llegar con ?erdadero p?nico? ??ra el ?ampiro? ?…? El va mp ir o las de vo r ab a; er a un p ulp o sád ico que po r los ca mi no s del place r llegab a al mar tirio 180 . 178 ?milio ?arrere, ??a casa de la ?rini?, La Novela de Noche, nº 3, 1924 , p. 6 . 179 ??a casa de la ?rini?, p . 4 . 180 Ídem , pp . 20 - 2 1 . Análisis y descripción de las novelas 238 Otro cliché que no enco ntramos en estas novelas , y que también se popul ariz ó en ésta época de renovación de l os modelos y que ap are c erá en la literatur a sicalí pti ca de los años veint e, el andró gino: La mo nj a tenía un enca nto a nd r ó gino : delgad a y ser p enti na, co n los pec ho s peq ueñi t o s, co mo do s dalia s, y los fla nco s ap enas i niciad o s. Frág il, de un sua ve co lo r mie l; el cab e llo co r tad o en me lena, y el rostr o casi infa ntil, vicio so y cínico , de gor r ió n de arr oyo mad r ileño 181 . Este tipo de personaje, considerado po r la époc a como desviado , se dará con más frecu encia en la novela galante. La casa de la Trini recoge y sublim a todas las cara cteríst icas que ex poníamos al presentar la nov ela de bu rdel, ya qu e Car rer e nos las entre ga en un ento rno compl etamente real y cr eíbl e, en el que las prosti tut as son cara cteriz adas de una maner a natur al en su contex t o, mediante unos diálogos mu y vivos en l os que nos hablan de los gustos sex uales de sus cliente s, la ma yor ía de ell os cali ficados como perversos. No obstante, quisiéramos ofrec er dos ejemplos, uno de feti chism o y otro de zoofilia, que no s pare cen mu y repres entativos : La Monja , que er a una de las her o ínas d e aq uel ep iso d io , tomó la palab r a: - P ues ve rás: se prese nta co n do s picho nes vi vo s, dentr o de una cesta. - P ar ec er á a Mano lito , el bailarín , cuand o va a la co mp r a. - No tie ne nad a de sarasa . Es un ch ico guap o , un tipaz o de ho mb r e; per o que tiene esa chalaúra . Fuer a de eso es la mar de si mp át ico . Entr a m o s co n él la Acacia y yo, nos desnudamos y empe?amos a besarnos… - Y él, ¿q ué hac e? . . . - Él, co mo si fuer a de palo , al princip io . Al cab o de un rato , cuand o no so tr as esta mo s co n l as ago nía s, sac a una fac a y le s co r ta el cuello a los picho nes. Ento nce s ¡ha y que ver la car a que pone? ?o creo que cuando ?e la sangre de los bichos es cuando go?a él…182 ?…? 181 Ídem , p. 43 . 182 Ídem , p. 50 . Análisis y descripción de las novelas 239 Desp ués, Do n Ad o l fito se detenía larga me nte en los zap a to s, de rod illas ante la he mb r a se mid es n ud a. Aq ué l er a su place r inco nfe sab le, su deleite tur b io . R ec o r r ía co n su len güe ta senil lo s bo r d es del zap ato, hu nd ía su roj a nar iz de co vac huel ista, gul uz mea b a co mo a nte una golo si na. M u y pro nto , un a fuer te excitac ió n le sac ud ía, se tor nab a ro j izo su se mb la nte y se le torcía la boca. En segu id a, mu y hu mild e, mu y azo r ad ito , la dab a cinco dur o s a la Cord o b esa y huía e sca leras ab aj o . 183 P ero, de igual modo, se servirá de tales diálo gos para pres entarnos otras reali dades y problemas vinculados a l a profesión, como por eje mplo, la corrupción de m enores La T rini co men tab a co n gran d es aspaviento s una extr a ña visi ta que hab ían tenid o aq uella tard e. - Os digo que es un arr ap iezo que a ún no ha c ump lid o los ca t o r ce . Es una cha valil la esmirriá, med io muer ta de ha mb r e, que vive ahí, e n el vei ntid ó s. Pues, nad a, que a la criat u r a le tira la vid a alegr e y q ue quer ía q ue yo la ad mitier a aq uí. No , rica ?la dij e yo - , q ue no quie r o busca r me un marrón por co rr up ció n de me no r es, y la puse e n la calle 184 . O los beneficios econó mi cos y la libertad del oficio, abordando el te ma desde una óptica más posit iva: Yo vine de mi pueb lo a ser vir , ¿sab es tu? , y aún me pone loca pensar en los dos año s que pasé junto al fogó n, co miend o de las sob r as, sin tener qué po ner me y a gua nta nd o los mal o s humos de la se?ora… ??a madre que la ech?, chiquillo, qué tía más per r a! Hasta que me salió un novio , y me fui co n él , y lue go co n otro s, y unas a migas me llevar o n a una juer ga, y aq uí me tie nes, q ue no me arr ep iento . Vivo mej o r , so y libr e, esto y bie n fardá y le saco un riñón , si se dej a, al primer cabrito que me e nc uentr o , po r q ue a los tíos no los pued o ver ni en pintur a. C arrer e reúne en esta narración los distint os tipos de prosti tución ex ist entes, desde la tobill era a la co cota, per o en nin gún momento ex presa al gún juicio de val or, sino que más bien lo per cibe como un a vía de as censo so cial, si se lle ga a se r prosti tu ta de lujo o la mantenida de al gún cli ente adinerado: 183 Ídem , p. 47 . 184 Ídem , p. 8 5 . Análisis y descripción de las novelas 240 Ha y otra clase má s elevad a, de camar er as, tan g uista s y co co tas, que sur ge de los talleres y de los infier no s de dolo r y de pob r ez a de la m esocracia? ?…?? ??s inteligentes, m?s sen sib les, muc has pued e n reh ac er su vid a, sac ad as a la sup er ficie so cial po r el a mo r de un ho mb r e, y otras, po r su suer te o por su bellez a, rec or r en triun fal me nte la cu mb r e de la vid a fác il, sun tuo sa y ale gr e. 185 Tambi é n nos present a otro tipo de prosti tución, tal vez más encubie rto por las reper cusion es social es, pero, al pare cer, fre cuente entre las muje res de la baja bur guesí a, pues no es él el único en referirs e a ell o, que querían apa rentar más, y para conse gui rlo n ecesitaban ?hacer se?ores? o ?torear?, según las e?presiones con que se designaba esta actividad en aqu el momento: Las hab ía par a tod o s lo s gus t o s. Estas go l fas ver go nza ntes y tra nse ún tes mirab an a las del hostal co n alt ivez , quer ie nd o establece r catego r í as. Ellas no eran una s ra mer as pregonadas ; ellas tenía n su s pad r es o sus a ma nte s, y al gu nas, sus espo so s. Hacían señores par a ayudarse… 186 De igu al modo, respondi endo a su esti lo, no falt a n en la novela los pas aje s hechos con humor e ironía, en los qu e apr ove cha para atac ar los prejui cios bu r gueses: - ¡T ú er es mi he mb r a, la única que yo quier o ! - gritó en un ala r id o triunfal de luj ur ia. La mor al bur g uesa aco n sej a al noveli sta que deb e detener se en este instan te y poner uno s elo cuente s pu nto s susp e nsi vo s; p er o ¡el espec táculo de la pasión es tan atra yen te!. . . 187 Tampoco están aus ente s los momentos picantes que hac en de esta novela una narra ción eróti c a: Fo r mab an un qui mér ico centaur o , en que jinete y cab algad ur a se tro ca b an, segú n l o s e mp uj o nes del deseo . Era bor d ar el tema co n tod a la sab id ur ía del mae str o en a mo r y la docilid ad ard iente y co mp la cid a de la neó fita. Lo s rito s más obsce no s y delir a ntes se cu mp lier o n: hab ía n revi vid o los sec r eto s de la Antig üed ad . 188 185 Ídem , pp . 86 - 8 7 . 186 Ídem , p. 81 . 187 Ídem , p. 69 . 188 Ídem, p .7 1 . Análisis y descripción de las novelas 241 C laro, que no podemos esperar que las form as d e ex presión de ese erotism o coincidan con las actuales, pu es la óptica y la sensibi li dad ante las mismas ha cambi ado mucho desde entonc es. La casa de la Trini se destaca por ser un a de la s mejores nov elas del autor no sólo dentro de su clasifica ción, sino del catálogo en general. En ell a ent remez cla Carre re dosis de humor, erotismo, reali dad y verismo en las canti dades apropiad as para conse guir el entretenimi ento del le ct or, y aún servir de vali oso documento en l a actualidad sobre el mundo de la prostitució n de las prim eras d éc adas d el si glo XX. En conclusi ón, Carre re pretende tr atar el tem a de la prosti tución sin tapujos y sin enjuiciar a las mujeres que participan en el oficio, y para ell o, habla con libertad, aunque sin profundiz ar, de los problemas, de l os supuestos beneficios que en cuen tran las jóvenes al entra r en la profesión , de la vari edad en la cl ientela, de la opinión burgu esa, de las prácti cas eróticas, etc. Sin embargo, siempre hay una distancia entre el autor y sus personajes, y entr e él y el un iverso cr eado, y hay también bast ante de el emento tópico o popular en las diversas maneras en las que trata de abordar el tema. Por tanto, ell o hace que aunque la prosa de C arre re t en ga aspectos en común con la novela de corte naturali sta al esti lo de Lópe z Ba go , como por ejemplo las prosti tut as, los ambi entes sórdidos, las enferm edades o el erotism o, éstos no determi nan el caráct er de sus perso najes, sino que tales aspectos son trata dos por Carrer e de un a maner a superfi cial, ad ya cente, como vehículo de ent ret enim iento más que de protesta o lucha ante un a reali dad . Por ell o, estas novelas no pued en se r clasificad as dentro de l a cor riente naturali sta de tema erótico, aunque ten gan los ingre dientes, junto a la producción de autores como López Ba go o Trigo. A c onti nuación incluimos una breve descripció n del ar gumento de cad a una de las novelas que fo rman esta cate goría. Análisis y descripción de las novelas 242 9.2. Descripción de las novelas ???????????????????????????? Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: De e x trac ción baja (prosti tut as y chu los) Conflicto: Un chulo y un a prostituta consi gu en redim irse y vivir en la hon r adez . Argumento: Elvira es un a joven hon rada que trab aja en un taller de costur a, se enamor a de Julián, un chulo que la engañ a y la vend e al bu rd el de la Señora Eustaqui a. Pronto ell a se convierte en la prefe rida y tr abaja con todas las clases social es, sin emba rgo, todo lo qu e gan a debe entre gárselo a su chulo. Se queda embaraz ada, cono ce a Alej andro, un joven buscavidas. Se en amora n, Alejandro y Juli án se pelean por ell a. Alejandr o le asesta unas cuchilladas a ?uli?n y lo encarcelan? ?uando sale, él y ?l?ira que se ha transformado en ?la ?spiritual? se fugan de la ciudad en busca de una forma de ?ida honrada con la que poder mantener al b ebé. UNA AVENTURA DE AMOR, El Cuento Galante, 1913 Espacio: Iti n erario por tierras castellan as Tiempo: Últim a década del siglo X IX, en la juvent ud del autor Clase social: De ex trac ción baja (gente d e la farán dula) Conflicto: Los escarc eos amorosos de un joven do njuán. Argumento: Relato en pr im era person a cu yo narr a dor y prota gonist a es un joven dedicado a la vida de la far ándula itinerante. Su siguiente pa rada en el cami no la reali z a la compañía en una posada ?parda, hosca y miserable?? ?llí conoce a dos j??enes hermanas, una hermosa y otra fea, qu e trabajan en la posada. Después de cena r, s e reti ran a sus habit aciones. Sin emb ar go, el prota gonist a, ex cit ado por el olor a hembr a de unos vesti dos que ha y en su cuarto y po seído por su espíritu donjuanesco, sal e en b usc a de una de las dos hermanas y se encu entra con la otra. Con un vago pretex to, entra en su habit ación y all í las poseerá a las dos. Análisis y descripción de las novelas 243 HACIA OTRA VIDA, 1913 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: De ex trac ción baja (m undo del ham pa y la prostit ución). Conflicto: La luch a por l a vida y la red ención de una prostit uta. Argumento: An geli ta es una joven de aspecto angeli cal a la que su madre obli ga a prosti tui rse par a que los manten ga a ell a y a su hombre. Ella se siente de sgraci ada, no quiere trabaj ar en ell o y, en ocasiones, rech az a cli entes por sus gustos extrava gantes. La prosti tución supone un sacrificio a su espíritu románti co y su eña con una vida digna y con tener un hijo. Ella queda embaraz ada y decide dejar la prost it ución, pero s u madre no se lo permite. Int entan obliga rla a abortar, pe ro ell a se resis te. El niño nace y un a noche , mientras duerme, su mad re se lo quita para asesin arlo. Ello lo impide y hu ye en busca de una vida mejor. AMOR DE GOLFA, La Novela Corta, 1923 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: De ex trac ción baja (prosti tut as y chu los). Conflicto: La li ger ez a de las mujeres que deb en ser honradas es casti gad a con su muerte. ?rgumento? ??a coja? es rodrigona y ama de un burdel madril eño. En él h a bit an y trabaj an varias prosti tut as y una joven, Lucil a, sobrin a de la dueña del burdel, quie n la aco ge en su casa y pretende casarla ?con un hombre de bien?? ?or esta ra??n, la mantiene apartada en una habit ación l len a de mot ivos reli giosos. Sin e mbargo, Lucil a si ente un a fue rte inqui etud se?ual y, aunque tiene muchos pretendientes, se enamora de ?epe ?el ??lido?, el chulo de la Lola. La Lola es una prosti tut a mu y ap asionad a y celosa. Una tard e, Lucil a se rinde a los gal anteos del galán y lo cita en su cu arto, aunq ue Pepe no pued e acudir porque la Lola, cuando termi na de trab ajar, lo quiere en ex clusi va. Una noche, las prosti tut as que trabajan en la call e son detenidas por la policía y enc arc ela das por unas hor as. Cuan do Lola r egr esa por la mañana al burdel, comprueba que Pepe no está en su cama. Lo busca furiosa y lo encuentr a fin alm ente en el cua rto de Lucil a. Lola degü ell a a Lu cil a mientr as duerm en, y a la mañana si guiente, todo s culpan a Pepe. Análisis y descripción de las novelas 244 LA CASA DE LA TRINI, La Novela de Noche, 1924 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: De ex trac ción baja (mundo del hamp a y la prostit ución) Conflicto: Los celos de una prosti tut a llevan a se gundos impli cado s a comete r un asesinato. Argumento: Trini , la de las sortijas, es una chula que en otros tiempos fue una coti z ada prosti tut a, y qu e actualmente regenta su propio burdel. Ella, que siempre había presumi do de no enamorarse, queda prendada del rufi?n ?m?s pinturero de ?adrid?? ?afael ?el ?arquesito?, que es co mo se llama, vive a costa de ell a en el burdel. Una noche, Rafael conoce a una rubia, se encaprich a de ell a y la co nquis ta. Cuando Trini se entera le hac e pasar por violentas esc e nas de celos. Trini se informa de que la rubia est á casad a con un trab ajador hon rado y qu e tiene un hijo. Trini , loca de celos, manda conti nuos anónim os al marido hasta que este decide se guir a su muje r. Cuando descubr e la verda d, intenta matar al rufián, pero al dispara r su mujer se interpon e y muere. Finalmente, el suceso sólo sirve para que ?el ?arquesito? se ?anaglorie de su fama de conquistador y tenga amantes de mejor ran go social. Pasa do el tiempo, Trini , su protectora, todavía le admi ra como un gran conquistador. EL CRÍMEN DEL SÁTIRO, 1925 Espacio: Madrid Tiempo: Act uali dad, prin cipios del si glo XX Clase social: Bur gu esía y clase social b aja (prosti t utas y ch ulos) Conflicto: La lujuria de un viejo le lleva a asesin ar inconscientem ente a una niña, pero no recibe casti go por ell o. Argumento: La novel a comi enz a relatando la muerte de un conocido arist ócrata as esinado en un barrio propio del hampa y la prosti tución. Aparec e Charlot, un chulo, que pide prestadas las llav es de su apartamento a una de las prosti tut as que había en la call e comentando el caso, con la ex cusa de que iba a llevar a una joven. Charl ot le entre ga la lla?e e a un ?iejo adinerado? ?uando ?la ?amelga? llega a su casa descubre las huellas del asesinato y lo denun cia a la policía, acus ando también a Charlot como el asesino del Análisis y descripción de las novelas 245 aristócrata. Cuando s ale de la comisaría se en cue ntra con una madre que va a denuncia r la desapari ción de su hija. La niñ a iba vesti da con l as prendas que se encont raron en casa de la prosti tut a. A conti nuación se relata una escen a en la que encontramos a Charlot, una vieja alcahu eta , y al vie jo adinerado que result a ser el asesino de la ni ña, aunque dic e haberla m atado inconsci entemente llevado por la lujuria. Intentan escon der el cadáv er. Finalmente, resuelven enterrarlo en el pati o int erior de la casa de la vieja. Esto y el silenci o de sus testigos, le cuesta al viejo una fo rtuna. No obstante, no le descubren y é l sigue ocult ando su acti tud pederast a tras una vid a acomodada y monótona. Análisis y descripción de las novelas 246 10. NOVELA DE TEMA MISCELÁNEO ¡Dan z a can all a, beso ven d ido , ho nra en jiro n es, caud al perd ido cru za las al mas co mo un a ola de llan to y san gre ¡ru ed e la bo la! Balada del Cabaret 10.1. Introducción Introdu cim os en est e ap artado todas aquell as no velas que, po r sus cara cteríst icas, no encajan en las cate gorías anteriores y no forman núm ero suficiente como para crear otro grupo. Ésta últim a clasif icación nos confirma qu e Carr ere cult ivó gran pa rte de los temas de la novela españo la qu e se dieron du rante el p rimer tercio d el siglo XX. A ex cepción de dos casos, que podríamos catalogar como novela de tema de gue rra, en los demás tex tos que componen este grupo se produce un a mezcla de t ópicos que van desde las av enturas, pas ando por la bohemi a, a lo histórico e incluso la cien cia ficción . El prim er títul o , El arte de fumar en pipa , de 1911, e s una novela que el autor reedit arí a después en var ias ocasiones, en una de ell as con distint o ar gum ento 1 8 9 . En ella encontramos a unos pers onajes, que corr esponde n al esquema normal car reriano, y varias posibles tramas ar gum entales, aunqu e nin gun a compl etam ente des ar rollada, lo qu e imposi bil ita su clasific aci ón. P or lo dem ás, se ha yan elementos m u y propios de las novelas de Carr ere, como por ejemplo el tema erótico - amoroso, la pres encia de l médium, la ex ist encia en el más all á, o el des eo del prota goni sta de es cribir un a obr a t rascend ental. Al final, tras varios avata res pare ce que l a obra se resuelve a favor d e este último ar gumento y el personaje lo gr a es cribir su libro, aunque va riando la trama inicial. Un hombre terrible , es una publica ción posterior, de 1915, que perten ece a una é poc a en la que el autor es ya reconocido po eta y tambi én famoso en el gr emi o bohemi o, y en la que escribe casi todas sus novelas sobre este tema. Según la bio gra fía de Leocadio Mejías, por estos años nos en con tramos también a un Car r ere combativo, que en l as páginas de los periódicos publica todo aquell o que le par ec e injusto socialm ente , especi alm ente a nivel instit ucional . C ríticas que también traslad ará a al gunas de sus novel as, co mo, por ejemplo, 189 Véase en el Catá lo go de nove las, nº 17. Análisis y descripción de las novelas 247 la que aquí comentamos . En Un hombre terrible, Carrer e nos muestra su simpatí a, aunque con distanciamiento, por ???aro ?rnal al que califica de ?anarquista sentimental?, y del que se sirve para describir algunos aspe ctos de la corrupción pol ít ica y social de su tiempo. El prim ero de ta les comportami entos corruptos se da en el mismo seno de una cúpula anarquista en Madrid: uno de los inte gran t es del grupo, el filósofo, denuncia a sus compañeros a cambi o de dinero y de un a posición social más aco modada. Como consecuen cia, gr an pa rte de lo s an arquistas so n enca rcel ados. Otro de los abusos que denuncia el autor en esta novela, y en otras como Hacia otra vida, es la prosti tución a la que empuj an las madres a sus hijas para obtener dinero: Conchit a, la novia de Láz aro, es obligada por su fami l ia a prosti tui rse para comp rar medicinas a su herm ano enfermo. A través de su persona je, al que convertirá en un fall ido héroe reden tor, Carrere vehicula su crít ica contra la iglesia, la injusti ci a so cial y el capit ali smo: ???esús, dulce ?abí de ?alilea? tú que ar r oj aste a los mer ca d er es del temp lo , po sa tu divina mirad a en es ta viej a so cied ad far isea , que invo ca tu di vi no no mb r e par a sus co ntr ato s miser ab les. En esta s ciud ad es po d r id as de co r azó n, do nd e los Banco s so n ver d ad er as Basílicas, do nd e el diner o es la divinid ad , en cu y a ar a se sac r ifica n tod o s los idea les hu ma no s. Mir a tu te m p lo lleno de mer ca d er es co mo ento nce s, si n que ha ya un látigo ful m í neo que los ar r o j e. ¿P ar a qué ver tiste los divi no s rub íes de tu sa n gr e, po bre visio nar io ? Lo s ho mb r es so n t an idio tas, tan co b ar d es y tan vanid o so s co mo la c hu s ma que te crucif icó 190 Y describe la miseri a en la que viven los que no tienen nada: ??ll?, al cabo de la manolesca call e de los Irlandeses, s e alz aba una casuc a de la vecind ad ?mont ón de andrajos, de li end res y de hambres a diario, pal en que de borrach eras los sábados y rincón del infierno de por ?ida?1 9 1 . Sin embargo, Carr ere prefier e no comprometer se políti camente dando un térmi no ridículo a las aventur as d e Láz aro , y disculpándos e al final de su r elato ant e la bur guesía: A mí me cue nta n tod as e stas t risteza s de su co r az ó n y tod o s su s pro yec to s descab ellad o s. A mí me el ige n sie mp r e par a hac er me co n fid encia s los ho mb r es má s ab sur d o s que 190 Emilio Car r er e, ?U n ho mb r e terr ib le ?, Los Contemporáneos, nº 32 6 , 19 15 , p. 18 . 191 ??n hombre terrible?, p . 7 . Análisis y descripción de las novelas 248 cir culan po r la villa, y yo los e scuc ho y me di vier to , y a vece s me e mo cio no . Po r q ue, en el fond o de estas vid as pinto r esc as y deso r b itad as, existe a vec es el enca nto agr id u lce de una dolo r a. Lo s de má s per file s y car ica tu r as que mueq uea n e n los a nte r io r es cap ítulo s so n só lo ob r a de la ima gi nac ió n q ue los traz ó par a que sir va n de e ntr ete ni mien to al bue n bur g ués, qu e es par a quien escrib i mo s, au n q ue a vec es finj a mo s desd eñar le 192 . Por tanto, aunque el protagonist a de esta novel a sea de filiación ana rq uist a y se inmole intentando provocar un atentado, al final queda compl etame nte rid iculiz ado, por lo que no podemos decir que esta sea un a novel a de ideolo gía, ya que no se desa rroll a ni defiende ningun a teorí a, sino que se d enuncian ciertos aspectos d e la injusti cia social, d e la miseria en la que se viv ía y de la cor rupción, ta m bién descritos en otras novelas, pero desde un punto de vista dist anciado. El sexto sentido de 1921 es una nov ela que pres e nta car acte rísti cas propia s del relato de ciencia ficción de la época. En ell a encontram os elementos propios del géne ro como el viaje . En este caso, el desplaz ami ento estará prota goniz ado por Raqu el, hija del científico, quien se trasladar? por medio del ??ibrador uni?ersal? a regiones inaccesibles por el conocimiento humano, p ara las cuales tend rá que conse guir abrir su terc er ojo. Así mismo, encontramos en la novela detalladas descripciones científi cas que co necta n con las preocup aciones sobre dicho ámbito del momento , como por ejemplo, l as refe renci as a la glándul a pineal (con cebida co mo motor de nuestros senti mi entos y reac ciones) , c u ya fun ció n principal, la de las descripciones ci entí ficas, es la de conse guir la verosimi li tud de lo fantásti co, es decir, ha c er que t ales hechos fan tásticos tengan aparien cia de verd ad. Otro rasgo qu e comparte esta novela de Carre re con las de los cult i vadores de la cienci a ficción de su tiempo , es la conex ión en todo momento con la reli gión. No obstante, mientras que otros aut ores acuden a lo mágico reli gioso, al esoterism o o al ocult ism o como oposición al positi vism o, y para dar consuelo o ex pli cación a aqu ell as parcel as que la ciencia no ex pli ca o no lo hace en modo sati sfactorio par a ell os. Carrer e usa estas refer e ncias reli giosas de form a eclécti c a, pues 192 Ídem , p. 20 . Análisis y descripción de las novelas 249 alude a conceptos de l a filosofía budista, de l a reli gión cristi ana y de la judía, pa ra cara cteri z ar las regiones por las que viaja Raqu el. Al final, y nuevam ente como ocurre con sus cont emporáneos, se desp rend e del relato una finali dad didácti ca, una enseñanz a moral al conecta r con el tópico de larga tradi ción en nuestr a literatu ra , de que el ansia d e cono cim iento destru ye al hombr e. Y tal pare ce ser la enseñanz a que nos tr a n smi te, pues Raquel irá penetrando en dichas regiones sin poder huir jamás de ell as. De esta forma, la nov ela de Carre re se une al discurso de otros noveli stas de la époc a, para l os cual es la ci encia, lejos de se r un valor, inspira desconfianz a. Y los ex perimentos de este tipo serán con denados po r la ma yorí a de los escri tores que public an en las coleccion es de novela corta 1 9 3 . Según Rosel yn e Mogin - ?artin, ??os científicos, lejos de ser los nuevos héroes de la humani dad, son locos peli grosos, aprendic es de brujos incap aces de controla r las fu erz as que han desencadenado??1 9 4 Por la tram a y las cara c teríst icas de la nov ela, t al vez podría afirm arse que Carr er e conocier a el relato La esfera prodigiosa de Luis Valera, public ado en 1903 en Visto y soñado , ya que en él tam bién se des arroll a un vi aje a la región de las ide as puras mediante el uso de un objeto mági co. Así mismo, en esta narra ción conviven la teos ofía, la filosofía el ocultismo y el budismo. En 1922, y a tenor de l os acontecim ientos de l a guerr a de España con Marrue cos (1909 - 1926), Carr er e publica El sacrificio, y la subtitula ??o?ela de guerra?? ?e trata de un relato en el que el aut or describe un episodio del conflicto: una batal la entre español es y marroquíes, y la pér di da de la misma por los prim eros . En sus págin as podemos encontrar que el autor em plea un enc endido tono patriótico para dar vida a sus personajes: E l teniente Mo li na tenía co r az ó n de sold ado , una vi sió n rad iante de la Histo r ia y una fe co mp leta me nte reli gio sa e n el glo r io so renac i mie nto de Esp aña, que a ún te nía q ue cu mp lir e n los desti no s del fut ur o . 195 193 Véanse a este respec to las novelas El aborto o Los ojos claros , a mb as de Her nánd ez Catá, pub licad as en La No vela Co r ta, nº 327 y 333 resp ec tiva me nte. 194 Rosel yne Mo gi n - Ma r ti n, La Novela Corta , Co lecc ió n Liter atur a B reve IV, Mad r id , CSIC, 2000 , p. 131 . 195 Emilio Car r er e, El sacrificio. Novela de guerra , en La mala pasión . Madr id , Mund o Latin o , 192 2 , p. 167 . Análisis y descripción de las novelas 250 O ye nd o esa mús ica no s se nti mo s mo r ir , y la vid a no es nad a; ha y que o fr ec er la so nr ie nd o po r el amo r inmo r tal de l a Patr ia, po r el hono r de la band er a. Al jur ar la, yo besé co n lágr i mas ?las única s de mi vid a - la sa ngr e y el oro de la insig nia españo la. 196 Gener alm ente, las des cri pciones de ambos bando s se hacen desde un pun to de vista duali sta y maniqueo: así los españ oles son gen er osos y resp etan a sus rehenes, mientr as que los marroquíes son m?s sanguinarios? ?Lo s moros, avari ciosos , querían mucho s billetes por su resc ate. Ell os sólo reunían unos veint e duros y al gun as monedas hassani. Cada día pasab an a cuchi llo a va rios prisi oneros .?197 Su héroe, el teniente Mol ina, enca rna el p rototipo del sol dado español: T od as las virtud es de acció n de la raza españo la estaban enca r nad as en él. Pod ía ser el hér o e de una oca sió n pro p icia, po r temp er a men to , co no cía el escalo fr ío del mied o . Inalter ab le en los peligr o s más graves, er a el clásico cap itán de las her oicas ges tas. 198 Se trata, por tanto, de una novela en la que encon tramos repres entados los estereoti pos y valores de la Españ a más conserv adora, quiz á utili z ados por el autor para dibuja r en pocos traz os la psicolo gía de los hombres del Tercio. Aunque estos valores no se ex ti enden únicamente a los ideales de grandez a de Españ a, sino también a su con cepto de la filosofía, de las ciencias y de la reli gión. Co nceptos que se resume n mu y bien en la siguiente afirmaci?n, hecha también por el ?eniente ?olina? ??a ciencia sin fe es la glorificaci?n del infierno?1 9 9 . Sin embargo, y a pesar de tan nobles ideales, el Tercio pierde la batalla suf riendo unas terribles pé rdidas. En referen cia a ell o, cab e des tacar que al final de l a novela, Car rer e inclu ye un últim o episodio en el que con una fina ironía ex pone el desinterés del pueblo por dicha tra gedia na cion al, juz gar est e comporta mi ento es tarea del lector : ¡Do min go de ver ano ! La calle de A lcalá her vía de ge nte; tr áfico de veh ículo s, bo cinaz o s de los auto mó viles; los tran ví as iban co ngest io nad o s de me nestra le s en traj e de fiesta. En 196 Ídem , p. 169 197 Ídem , p. 199 . 198 Ídem , p. 168 . 199 Ídem , p. 182 . Análisis y descripción de las novelas 251 las terr az as de lo s ca fés, e n las de los ca si no s, se co me nta b a co n pro fu nd a e mo ció n la traged ia nac io nal. ¡Aq u el la no che hab ía muer to Graner o , el últi mo gran lidiad o r ! La afició n a ún e stab a de luto , seg ún dij er o n los per ió d ico s. 200 De esta misma fecha es también la novela de aventuras titul ada La calavera de Atahualpa , en la que enc ontramos a un personaje, Sindul f o del Arco, ya ap arecido en otr as novelas como en La torre de los siete jorobados . Este simpáti co y parlan chín viajero dice haber venido a Madrid para ha ce rse académi co de las Ciencias Tradicion ales y Anticuarias, y, t ras v arios pe rc ances y aventur as cons e guirá el puesto. S e trat a de un rel ato con b astantes dosis de entretenimi ento, en el que además, medi ante los recursos de la ir onía y el humor, Carrer e va des granand o su crítica contr a la vac uidad de estas pr esti gio sas instit uciones, pedantes y ofi ciosas, que malgastan los fondos públicos, y cont ra la vagan cia y la incultura de los acad émi cos que tr abajan en ell as: Se leva ntó a hab lar el direc to r de Bellas Ar tes. Este car go tan dec o r ativo lo suele dese mp e ñar un per so naj e de estóma go resisten te. T iene que a sis tir a tod o s los banq uet es y di ger ir tod a clase de mar i sco s atrasad o s. Po r lo demás no es i mp o r tante q ue prefier a el desnud o de la Cha na al de la Venu s de Gnid o . 201 C arrer e da vida a una ser ie de académi cos respon sables de todo tipo de investi ga ciones inú ti les, y cu yos discur sos suelen esta r hen chid os de absu rda verbor rea que provo can, cua ndo menos, la sonrisa al lecto r, al mismo tiempo que ex pone en su novela cómo est as instit uciones académi cas reducen la cult ura a un marco puram ente refer en cial, un amas ij o de fech as, huesos y rest os arqueoló gicos, ex entos de todo interés y mani pulados, para su propio provecho, por una burocra cia co rrupta. J esús Palacios, en su prólogo a la edición de la novela en Valdema r, aú n a su opinión con la de quien es opinan que la fi gura de Sindul f o del Ar c o podrí a evo car a Vall e - In clán o a su trasnochado Don J uan el Marqués d e Bradomí n: 200 Ídem , p. 223 . 201 Emilio Car r er e, La calavera de Atahualpa , Pró lo go , ed ició n y nota s po r Jesús Palacio s. Mad r id , Vald e mar , 20 0 4 , p. 5 0 . Análisis y descripción de las novelas 252 ( E ste per so naj e) no es sino un trasunto , entr e par ó d ico y car iño so , del genial Valle - I nc lán o, por mej o r dec ir , del Mar qués de Brad o mín. No se eq u i vo ca n, de cier to , quiene s han quer id o ver en esta Sind ul fo exager ad o y exac er b ad o , vestid o de exp lo r ad or , co n su so mb r er o de ala ancha y amenaz ad o r a esco p eta al homb r o , car gad a sie mp r e co n exab r up to s ver b ales antes que co n plo mo , una car icatur a del genial vate gallego y bohe mio mad r ile ño po r exce lencia. 202 En la novela también se haya n repres entado s otro tipo de personajes, mu y propios de la narrati va del autor, como por ejemplo un co ro de bohemi os eclécti cos que da vida a la tertul ia de un caf é y que tambi én ?ehiculan la crítica a las ?cademias? ??quellos j??enes melenudos no creían en Sindul fo y menos aún en la Acad emi a de las Ciencias ?radicionales y ?nticuarias?2 0 3 ? ?tro grupo formado por médium especialistas en el ?m?s all?? y en la nigromancia que conduc irán a Sindul fo en su ma yor aventura: su descubrimi ento de toda una ciudad bajo las call es de Mad rid. Escena rio que también ser á retom ado de La torre de los siete jorobados . Otro de los recursos de l os que se sirv e el autor, es la introduc ción de per sonaj es reales y actuales par a dota r de ma yor reali smo a su historia. Así en sus págin as Sindul fo comparti rá espacios con Eugenio Noel, Belm onte, Chelito o Alcalá Zamora . La calavera de Atahualpa es, sin duda, una de sus novelas más ex tensas, y también una de l as más lo grad as, ya que Carr ere, en fo rmato de novela corta, consigu e urdir una gran trama fo rmada po r dive rs as y variadas aventur as, protagoniz adas por un deli rante person aje que siempre consi gue arranc ar una son risa al l ector, y un narr ador qu e trans form a en amables, y as equibl es para el público , el sar c as mo y las críticas que se diseminan en la novela. En La última noche del capitán Martín de Ávila , Carrer e ensa ya por pri mera, y única vez , el relato de tema his tórico y es co ge pa ra ell o la conquista del I mp erio In ca por Piz arro. La alusi ón al pasado glo rioso de Españ a de los Siglos XV I y XVII, es un tema mu y del gusto de los noveli stas contemporáneos a l autor. E s un hecho comprob ado , que las novelas de tema histórico publica das en estas cole cciones suelen or ganiz arse en do s gr andes ár eas: 202 Emilio Car r er e, Ídem. , Mad r id , Vald emar , 20 0 4 , pp. 14 - 1 5 . 203 ??a cala?era de ?tahualpa?, p . 46 . Análisis y descripción de las novelas 253 un pasado lejano (si glos XV I y XVII) y un pas ado ce rcano con el que el lector pu eda senti rse identificado (m e diados y fin ales del Siglo XIX). 2 0 4 De este modo, y remi ti éndose a un tiemp o lejano, también podemos apreciar en es ta novela la alabanz a y recr eación del pasado glorios o de España. En un intento de dar ma yor verismo a los hechos que relata, el autor cit a en varias ocasiones las fuen tes de donde los toma como por ejemplo Prescott , y se ajust a así al discurso histórico d e la novela de folletí n, gene ralm ente, ll eno de inex acti tudes, al que añade algunos toques costum brist as en las descri pciones d e la vi da de los incas. Además de la conquista del Perú, se desar rolla otra trama en la qu e se nos cuenta la historia del capit á n Ma rtín de Ávila y sus amore s con Isabel de Ferr ara. Amores que no pueden reali z arse, ya que el capit án muere en la hogue ra. La aparici ón, en el últim o capít ulo, de elementos mágicos que anun cian a la dama esta trágica m uerte , dota a esta segund a trama d e un air e de le yenda románti co m u y propio d e las Leyendas de Bécquer. E r a un punto en el que la luz de lo sob r enatur al alu mb r ó los sig no s del mi ster io . Cua nd o pro nunc ió el no mb r e del galán, la s do s co r tinas de museli na de su lec ho se ab r ier o n, cual si una ma no invi sib le y gala nte las desco r r iese al pasar su esplénd id a bellez a. Co mp r end ió que el cap itán hab ía cu mp lid o su o fr ec i mie nt o , y, ex hala nd o un grito que reso nó en las nobles galerías d el palac io , cayó si n se ntid o so b r e la alfo mb r a. 205 En La jaula de los locos de 1924, Emili o Carrere que ha recr eado la mise ria y la vida del hampa en los barrios bajos y las call es de Mad rid, y que nos ha pr esent ado la galería de personajes qu e pueblan estos lugar es, ex ti ende ah ora su visión al interior de un pen al, par a de scribirnos los horror es y los malt ratos qu e suf re n los dementes y demás presos. Tal vez , como ase gur a Leocadio M ejí as, Car rer e se inspiró par a escribir esta novela en sus visitas a la cár cel a Alfonso Vidal y Plan as, y por ello consi gue compo ner unas escen as tan realistas del lu ga r: 204 Mogin - Ma r ti n, La Novela Corta , Mad r id , CSIC, 200 0, p. 131 . 205 Ídem , p. 251 . Análisis y descripción de las novelas 254 ( Las celd as) mu y a n go stas y sin vent ilació n, co n idén tico jergó n de paj a pod r id o po r el orín; un cub o par a las deyec c io nes que e mp o nzo ñab a n el aire espeso del calab o zo ; una man ta raíd a y un ne gr o cab ez al a ras de tierr a . 206 A l a hora de retrata rnos al director de la cár cel, Carrer e lo des cribe com o un hombre cruel y sin remordim ien tos, no obstante, tampoc o se pone de part e de lo s presos, de los cuales, la ma yoría está ence rrad a por comete r aber rantes crímenes s ex uales, alguno ll egando a la necrofil ia. La jaula de los locos se publica en 1 924, épo ca en la que el autor desar ro ll a la ma yor parte de sus relatos gal a ntes, y el recurso a los elementos eróticos también apare ce rá en esta narra ción, enc arn ad os en la hija del capit á n, c uya hermosura ?le?antaría grandes ?ientos de deseo por donde pasase?2 0 7 , y que des crib e con toda c lase de elementos comunes propios de sus novelas de tema erótico . En resumen, La jaula de los locos es una novel a mu y cruda que , por cu yos pasaj es descriptiv os, tanto del luga r como del comportami ento de los personajes que apar ecen , podría adscribi rs e , aunqu e con res ervas, a la tend e ncia naturali sta. Mucho más inter esante result a El embajador de la Luna de 1925, novel a de cien cia - ficción en la qu e el aut or cr ea un a so ciedad ut ópica, ubicad a en la Lu na, en l a que la organiz ación social está basada en la libert ad, el derecho individual y un sistema de gobierno coh erente y acorde con los tiempos mo dernos. De este mundo proviene Selenito, su Minist ro del Inte rior, q ue en Esp aña result a ser un compl et o ex traterrestre , principalm ente por su aspecto físi co, en el que se combi na el crist al con ras gos de anim ales , y cono ce a Ma rcos. La pareja prota goniz a div ersas av enturas, en las que Carre re los conduce por vari ados ámbi tos sociales para desplegar así su crítica, en boca de Selenito, hacia dichos ámbi tos. El ex traterrestre va comp a rando su sociedad con l a española, y la nuestra es, a sus ojos, un mundo caduco, opuesto al pro greso y tot alm ente incomprensibl e en su proc ede r. Una de l as instit uciones más den ostadas en la novela es l a de la academi as y comités científicos, cuyos integrantes son la personificaci?n del ?anto ?ficio? ??ducan a nuestros hijos, censuran los libros ? … ?, marcan la norma de nuestra ?ida moral y nos 206 Emilio Car r er e, ?La j aula de lo s loco s ?, La Novela de Hoy, nº 122 , 19 2 4 , p. 3 3 . 207 Ídem, p . 24 . Análisis y descripción de las novelas 255 hacen lle?ar una ?ela en las procesiones?2 0 8 . El Comi té de Sabios Científicos al que son conducidos, obliga a Sel enit o a decla rars e catól ic o sólo para empez ar a es cucharl e, aunque finalm ente le toman po r la personifica ción de S atanás. De este modo, Carrer e consigu e encauz ar su crítica hacia dichas instit uciones a las que ve como un sector caduco, co rrupto y rea ccionario, qu e se ref ugia en el catol icism o pa ra combatir cualqui er tipo de modernidad y avanz a. Por lo demás este discurso suele ser normal en él al referirse a ta les instit uciones, pero en est a novela se declara mucho m ás directo e incisivo. ?ambién se critica a la opulencia de la iglesia? ??quí ?ios tiene soberbias mansiones, y sus grandes sac ristanes van vesti dos con lujos de sátrapas, pero en los q uic ios de la cas a de ?ios se mueren de frío los ni?os mendicantes?2 0 9 . Tambi én m u y del gusto de Carr er e es la ex posi ción y crítica de la degenera ción de nuestro teatro, qu e sólo sirve par a hac er reír, mientras que en el mundo de Selenito es ??spejo de las costumbres y de lo moral de las criaturas adere?adas por el ingenio?2 1 0 . Allá las prostitutas go?an de buena reputaci?n y ??l ejercicio del amor es libre?2 1 1 , e impe ra un sistema de gobierno tipo comunista, en el que no e?iste el dinero porque ??os alimentamos c on el producto de la naturalez a, y cada uno lo toma donde lo haya porque nada es propiedad de nadie?2 1 2 . A trav és del humor, Carr ere , que a menudo se dir ige abie rtamente al le cto r, se muestra plenamente consciente de la natural ez a ficti cia de su personaje co n quie n identifica sus ideas pero distancia su persona, aunque no por el lo suaviza su denuncia de la miseria y la injusti cia en la que viven las clases bajas: No cr eo que nad ie me acu se d e arb itra r ied ad po r q ue mi per s o naj e tuvier a la sa ngr e ver d e. Co n me n o s fund a me nto nues t r a ar isto cr ac ia presu me de tener la azul, par a difer enciar se de los parias q ue la tienen neg r a, de tan que mad a po r la inj usticia so cial y la pob r ez a 213 208 Emilio Car r er e, ?El e mb aj ad o r de la Luna ?, La Novela de Hoy, nº 18 3 , 192 5 , p. 53 . 209 Ídem , p. 35 . 210 Ídem , p. 48 . 211 Ídem , p. 32 . 212 Ídem . 213 Ídem , p. 15 . Análisis y descripción de las novelas 256 El embajador de la Luna es un a de las novelas en las qu e el autor desc ar ga con m ás ir onía y sa rc asmo su crítica contra el sistema políti co español, la iglesi a, la educ ación y el mundo de los espectácul os. Además de los malos hábit os de la gente. No obstante, al igual que sucede rá en otra de sus novelas en la que también hace crític a soc ial , El reino de Chundarata , el autor no se compromete o resp alda esta crítica, ya que en ambos casos se produce mediante un vehículo ficti cio: un extraterrestr e, en el caso de El embajador de la Luna , o un reino ficti cio con unas clases social es inventadas, en el cas o de El reino de Chundarata . No obstante, como ya in dicamos al principio de su descripción, se tr ata de una novela de cien cia fic ción ya que en ell a encontr amos al gunos t ópicos definito rios del género, como es el hecho del viaje de un mundo a otro , u otra cara cteríst ica, quiz á men os ex plot ada en nuestra literatur a popular de este gén ero, como es la humanización de los animales, en este caso de un ex traterr estre, con el objetivo d e demo strar así sus vicios y las mezquindades del hombre. Discurso del que se desprend e la con siguiente ens eñanz a o ilustración moral, aunque en este caso no condensada en una moral eja, que ca ract eriz a al gén ero. El siguiente títul o de este apart ado , Los muertos huelen mal , es un relato tardío en la traye ctori a de Emili o Ca rrer e como noveli sta (el últim o que escribirá ante s de la guer ra), y también par a la tradició n de la novela co rta esp añola de esta époc a. Es c rito en 1933, fue publicado en la cole cción Los 13, fundada y diri gi da por el derechist a J osé María Car rete ro, cuan do el género estaba abocado a su des apari ción y lo qu e triunfab a era l a n ovela so cial. No obstante, s e tr ata de una narr ación humoríst ica, con al gún in gr edien te picante, que cumpl e mu y bien con su función d e entr etene r y evadir al lector en unos tiempos d ifíciles. Mu y di fer ente es el caso de La ciudad de los siete puñales , escrita tras el fin de la Guerr a Civi l, y publicad a en Noviembr e de 193 9 en la cole cción La Novela del sábado. Colección que empi ez a a ser edit ada por la Fala nge Sevil lana en enero de 19 39, con un prim er número qu e const aba de El diario de una bandera , de Fran co. Uno s meses después pasó a ediciones Esp añol as. Mónica y Pablo Carvajo sa en La corte literaria de José Antonio , hablan de un amplio grupo de nov elas public a das en esta décad a, que tienen en común el servi r de testimonio de Análisis y descripción de las novelas 257 los hechos acaecidos en el ??adrid rojo?2 1 4 . La ciudad de los siete puñales, por sus cara cteríst icas, encaj a pe rfect amente en este grup o. La novela arran ca unos días antes del lev antamien to, con un su ceso real, el asesinato de Calvo Sotelo, y nos cue nta los perc anc es por lo s que pasa una pareja de Nacionalis tas al intentar huir de Madrid. La narr ación intenta recrea r el ambi ente béli co de confusión y locura del momento, y está salpi cada de person aje s y acontecim ient os r eales, algunos de los cuales son autobi ogr áfic os, como por ej empl o, el personaje de Vélez que está basado en la figur a del bohemi o Pedr o Luis de Gálvez , de quien ya dijim os en el capít ulo biogr áfico 2 1 5 que avisó a Carre re de que lo estaban buscando. Aunq ue en el rel ato se le muestra como un gran poet a venido a menos por el alcohol se r á también un personaje , afiliado a los anarquistas, que a yuda a los personajes. Llam a la atención el paralelism o de este pasaje con las ex periencias r eales del escritor: Co n ti go se ha por tad o bien; co nfo r me s. Has toca d o su fib r a de gran po eta. Y con algu no s más lo sé. Per o ¿y el ind ef in ib le ho r r o r que ver tía a su paso , tan ciego e inco nscie nte co mo una ro ca desgaj ad a de su cu mb r e ? su tale nto de poeta - y desp eñad a po r un prec ip icio ?su vid a diar ia de aviació n alco hó lica - . Él dice que ha matad o a todo s los po b r es que cad a día apar ec en en las calles ¡Va na glo r ia de la monstr uo sid ad ! No lo creo… 216 Además de Gálv ez , en la novela apa rec en otros personajes verídicos co mo Vidal y Plan as, que también a yud ará a los prot a gonist as. En este relato , C arr er e hilvana todo un rosario de crític as contr a el gobierno republi cano y sus diri gen tes, entre los cuales, uno de los peores parados ser á su presidente Manuel Azaña, también personaje, a qui en califica de ?orate luciferino?2 1 7 y acusa de acab ar con las tr adiciones españolas: 214 Mónica Car vaj o sa y Pab lo Car vaj o sa, La corte literaria de José Antonio, B ar ce lo na, C ritica, 20 03 , p. 149 . 215 Véase Cap ít ulo II . 216 Emilio Car r er e, La ciudad de los siete puñales , en La mala pasión , Madr id , Mund o Latin o , 192 2 , p. 60. 217 Ídem , p. 18 . Análisis y descripción de las novelas 258 Y mie ntr as, i mp a sib le en la cúsp id e del Pod er , co mo un bud a nefr ítico , el descato lizad o r de Esp aña, el monstr uo destru cto r de cruce s y de espad as, la pollina loca que piso tea las trad icio nes y la s ciencia s de es ta patr ia nuestra . 218 Al igual que Azaña, sus minist ros también serán objeto de críticas y ridic uli z aciones a lo largo de la novela, m ediante las cu ales, Carr e re se afirma en el lado de los vencedo res. Veamos el sigui ente eje mpl o en el que se alude a Casares Quiro ga y, de paso, a Azaña nuevamente y a la mason ería: - ?…? ?asares ?uiroga es un tuberculoso que odia a la humanidad - ¡El seño r ito a ntr o p ó fago ! - Aulló Velar d e - . El Rob esp ier r e de la Coru ña, ¿Q ué tie ne q ue rei ?indicar el ??i?o del ?ill?n? contra la sociedad burguesa???? ?, por otra parte, ??ué culp a tiene nad ie de que él tenga bac ilo s de Ko ch en los pul mo nes? ¿No de que Aza ña tenga el hí gad o putr efac to ? Pero los enfer mo s inc ur ab les se co nvier te n e n jor o b ado s de l espíritu… y todo jorobado odia al ?polo de ?elbedere? ??o os parece que el ?rente P o p ular es algo así co mo un a maso ner ía de jor o b ad o s? No sab en a mar , ni e sp er ar , ni confiar… ??spa?a es una ?epública ?agria y triste? de rencorosos de todas las clases?219 C arrer e mostrar á su anti patí a por los republi canos, perten ez can al gobierno o no, dotándoles gene ralm ent e de un a condu cta cr uel y deshum aniz ada, además de una aparien cia físi ca grotesc a : Catad ur as inver o sí mile s co mo fi gur i nes, de un sa str e ves ánico , mo no s az ules, bo inas, gorras ??haelmann?, ?epis ??urruti?? ?oda una guardarropía de aquelarre? ?l paraíso de lo s delincue nte s y ?lo có mico en lo hor r ib le - la ap o teo sis de los fab r icante s de boinas. 220 En comparación, los que pertenec en al bando fas cist a serán ide ali z ados, y su fanati smo será visto como una cua li dad positi va. La des cri pción de Juli a, prota goni sta de la nov ela, como ejemplo del ideal ario de bell ez a, lo confir ma: ??bri? la puerta una muchacha alta y rubia, con los ojos azul es ful gur antes de reflej os metáli cos, cl aros esp ejos de su alm a apasionada y en ér gic a de fan ati smos ?? 2 2 1 A su lad o, Merch e, la republi c an a que l a delat a, 218 Ídem , p. 19 . 219 Ídem , p. 13 . 220 Ídem , p. 29 . 221 Ídem , p. 11 . Análisis y descripción de las novelas 259 apare ce anim ali z ada, e influid a por senti mi entos de envidi a ha cia la otra prota gonist a : ??staba guapa? ?n poquito p?lida, acaso? S e pintó de rojo el ho ciqui to; un poco de rimel en los ojos y se frot? los p?rpados con una toalla húmeda? ?o soy m?s guapa que ella??2 2 2 Como ya hemos adelant a do en el capít ulo de la Bi ogr afía, no es esta la primera vez que Carrer e es cribe contra la Repúbl ica y, en concr eto contra el gobierno de Azaña, ya antes del estalli do de la guerr a, había publicado en el diario Informaciones al gunos artículos incendiarios cont ra el gobierno. Sin embar go, en esta ocasión, y dad a la fech a y la colección en la que se pub li ca la novela, Car rer e car ga de renco r sus tintas, dando lu gar a un relato condens ado de i deología polít ica qu e vie ne a confi rmar su afec ción al Régim en. ?in embargo, a diferencia de lo que opina ?lejandro ?iera en su tesis ??deología y te?to en la obra de ?milio ?arrere?2 2 3 , no creemos que su declar ación a favor de una políti ca de derech as en esta novela, ven ga a confirma r el viraje ideoló gico de un Emili o Carrere de iz quierdas en su juventud a un Emili o Carrere de derech as en su madurez . Cierto es que en su etapa de juventud y de bohemi a, Carr er e publicó al gunos artícu los a favo r del sociali smo, y de los de re chos de la mujer 2 2 4 : E l so cialis mo pued e eq uilib r ar y ar mo nizar la vid a. To d o s los ho mb r es co nscie ntes deb en po ner se a su ser vicio , no co mo el fin, si n o co mo la base de una vid a más lógica, má s pro d ucto r a y má s sab ia. 225 Tambi én es verdad qu e el autor en más de un a ocasión y en m ás de un a novela, se ha declar ado ir contra co r riente 2 2 6 . Sin embargo, s i ponemos estos tex tos de cará cter reivi ndicati vo en rela ci ón con el resto de su obra, a lo la r go de toda su tr a yectori a, podremos comprob ar qu e no se trat an más que de hechos aisl ados, debid os a la influenci a 222 Ídem , p. 57 . 223 Alej and r o Rier a G ig net, Ideología y texto en la obra de Emilio Carrere , U ni ver sid ad de Bar ce lo na, 20 0 5. 224 Entre 19 1 0 y 191 2 , Car r er e pub lica una ser ie de artíc ulo s e n Vida Socialista en los que se mue str a a fa vo r de la educa ció n de las muj er es, se dec lar a po eta de la miser ia y pro p o ne el socialismo co mo vía par a so lucio nar e ste es tad o de co sas. ?éase como ejemplo ??ipos sociales? ?a se?orita?, Vida Socialista , 12 de mar zo de 191 0 , p. ?? ??l poeta de la miseria?, Vida Socialista , 19 de mar zo de 191 1, p. ?? ??l pecado ab o mi nab le?, Vida Socialista , 24 de dic. De 191 1 , pp . 3 - 4 225 ?milio ?arrere, ??l pecado abominable?, Vida Socialista , 24 de Dic. De 191 1 , pp . 3 - 4 . 226 ??ubín no se entiende con nadie? ?ste es el terrible destino de ?ubín? ?ubín habla un lenguaje d esco no cid o , tiene se nt i mient o s estrafalar io s, es el a ntíp o d a de tod a la gente que se mue ve en este baj o fo nd o de la ?ida literaria?? ?eacuérdese que habíamos dicho con anterioridad que ?ubín era lo m?s apro?imado al d o b le literar io de Car r er e. ??l dolor de llegar?? El Cuento semanal, nº 127 , 19 0 9 , Mad r id , p. 4 Análisis y descripción de las novelas 260 de al guna persona, como por ejemplo su amistad con Joaquín Dicenta por aquell a épo ca 2 2 7 , o por algun a sit ua ción qu e el autor consider ase inj usta. Lo qu e constit u ye un hecho notable y, fácil mente comproba ble, es que a Carr ere le ha gustado critic ar y burlarse en su s novelas, artículos, relato s y demás, de cie rtas ins ti tuciones como las acad emi as, el gr emi o de libreros y edit ores, el mundo de los espectác ulos y sus inversores, pero esa crítica, a veces am able y otras hiri ente, la ha llevado a cab o siempre 2 2 8 , o siempre que ha podido, y no lo adsc ribe a nin guna ideología. En nuestr a opi nión, a pes ar de sus impu lsos de reforma, que en reali dad se queda ron más bien en críticas, pues nunca vemos qu e el autor plant eas e una alt ernati va al proble ma, Carrer e fue siempre un hombre de principios conservador es, tranquil o y gen eroso, que se interesó por la políti ca en un momen to en el que casi todos los escritores lo estab an, pu es par ecía obligatorio ad herirse a un bando u otr o y demost ra rlo. Fuer a de este momento, vinculado a los hechos anteriores y posterior es a la Guerra C ivi l, la pluma de Car rer e ha descrito la pobr ez a y h a hecho de l as person as de l a clase baja sus protagonist as, qu e no sus héroes, principalm ente en su etapa de bohemi a, ya que después seleccionó otro tipo de cl ases y ambi entes par a su s novelas, pero eso no lo convierte en un autor de luch a y denunci a de u n a reali dad, sino más bien en un espe ctador de la misma que con un esti lo, a veces costum brist a a vec es modernist a, la recr ea. Su novela Un hombre terrible publicada en 1915 puede servir para confirmar esta idea, ya que aunque su personaje es un anarqui sta , Carre re s e distanci a de ell os usando su ir onía contra los revolucionarios: - Yo le agrad ec er ía muc ho que me ins tr u yese a cer ca de los deb er es del per io d ista revo lucio nar io . Creo que po seo la primer a mater ia: una ínti ma co mu nicac ió n co n el dolo r so cial, una gran protesta contra todas las injusticias instituidas, un amor a lo bello… - Verá usted - e xcla mó e l caud illo - ?sted sue?a un poco, e?alta los conceptos… ?l p er io d ista rad ical tiene q ue ha b lar mal del gob ier no y de los cur as. Yo le daré a usted una lis ta de t?picos que le ayudar?n mucho en su tarea? ?e aquí unos cuantos? ??l cura es un 227 Entre los año s 19 1 0 y 191 2 , Car r er e frec uen ta el café Esp a ña do nd e co no ce a Joaq uín Di ce nta. 228 ?obre esta faceta de ?arrere, ?eocadio ?ejías apunta lo siguiente? ??erdaderamente, este hombre de tan d elica d a fo r mac ió n e sp ir it ual, j amá s se rec ató de e xter io r izar sus se ntire s en la más cr ud a fo r ma. Y es ta cr ud ez a a mar ga, ro d ea d a siemp r e de un hálito de au tént i ca y co n mo ved o r a po esía, dab a co mo res ulta nte aq uella su per so nalid ad de entr añab le y ro má ntico mo sq uet er o . Un Do n Quij o te go r d o de cap a y chal ina, palad ín de cualq uier bella causa, co n un sos iego ap ar ente y un fue go inter io r , presto a entr ar en danza si n miramientos, ante cualquier injusticia de cualquier tipo?? E milio Car r er e, el novio de Mad r id , ??a dan?a de lo s ap a ches?, ca p . XLI X, en el diar io Madrid , 19 5 2 . Análisis y descripción de las novelas 261 sanguijuela que chupa la sangre del obrero?, ??errer es el cristo de la libertad?? ??os ministros se fuman la bre?a del poder?? ??odos los clérigos est?n gordos y se acues tan con las amas?? ??i?a la blusa libre y la alpargata con honra?? ? … ? - Eso es ?excla mó Láz ar o co n entu sias mo - . Ha y q ue destrui r esos mo nstr uo s de ego ís mo , esos modernos negreros sin entra?as… - ?anto como destruirlos, no digo? a ??l ?ne?orable? le basta co n sac ar les el an u ncio par a la cuar ta plana. Ar nal baj o los ojo s aver go nz ad o . Ind ud ab leme nte él no co mp r e nd ía bien los deb er es de un per io d ista revo l ucio nar io . 229 10.2. Descripción de las novelas EL ARTE DE FUMAR EN PIPA, 1913 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX C lase social: Baj a bur guesía y cl ase baj a (gente d el hampa) C onflicto: La vivenci a de ex periencias a yud a a un hombre a com poner una obr a trascend ental. Argumento: Don Luli o es un hombre de 55 años, que trabaja como bibl iot ecario, esc ribe un libro trasc endental desde ha ce años. Es ex traordinariam ente metódic o. Una no che, conoce a Purit a, una joven de 17 años. Se enamora de su coquetería. Se cit an, pero cuando la pide el matrimonio, ell a lo abandon a. En reali dad, ell a se p rostit u ye. Don Luli o profundamente desen gañ ado, se abandona a sí mismo. Parece cae r en desgraci a. En la bibliot eca le dan una ex cedencia tras hab erle visto borracho y dando viva s a la Repúbli ca. Después se recompone, parec e un hombr e joven y dispuesto al a mor. Cambi a de café. En el nuevo lu ga r cono ce a un padr e y a su hija qu e result an s er médium. Le invitan a un a sesión, all í conectan co n su difunta herm ana quien le acons eja dejarse de amor es. Esa noche tiene pesadillas. A la mañan a si guiente el d octor, qu e t ambi én estuvo en la s esión, le dice que lo qu e ha visto es su desti no y que en un futuro m atará a al guie n. Don Luli o s e 229 ?milio ?arrere, ??n hombre terrible?, Los Contemporáneos , nº 326 , Mad r id , 19 15 , p. 5 . Análisis y descripción de las novelas 262 obsesiona tanto, que intenta matar a su jefe. Tam bién lo intenta con un anciano pobre y, desesper ado, intenta tirar a un desconocido, que result a ser el doctor, al río. Don Lulio es finalm ente ingresado en un sanatorio. Ha termi nado su libro, en él, la búsqueda de lo trascend ental, se resu elve en que lo verdad eram ente importante en la vida son las cosas coti dianas. UN HOMBRE TERRIBLE, 1915 Espacio: Madrid Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Baj a Conflicto: La luch a fall id a contra la injusti cia y la vilez a humanas Argumento: Láz aro Ar nal es un pobre jorobado que vive en la miseria, an arquista senti mental que lloraba por la injusti cia social y amante de lo bell o. Un día en un café, conoce a Rojo, un anarq uist a que trabaja en el periódico El Inexorable. Le present a a sus compañeros revoluciona rios y le hace redacto r en el periódico. Conoce también al Caudil lo, director del pe riódico. En las oficinas s e está fraguando un inte nto de atentado contra Don Zoil o de la Pantera, el dict a dor. Un día mientras están reunidos clandesti namente, son descubiertos po r la polic ía y en car celados, al guien ha dado un soplo, Láz aro consi gue s alvarse. Más ad elante av erigu a que los delató el señor Olmedo, filósofo nihili sta que por mil pesetas se hace moná rquico y a vivir del lujo. Láz a ro vive en una pensión regentada por Doña Beli sa, quien pr osti tu ye a Conchit a, su hija, para salvar a su famé li co hermano. Lá z aro está en amorado de Conchit a, consigu e a yud arla y salvarla de su madre por al gún tiempo, se hac en novios. El hermano de l a joven emp eora y ell a debe prosti tui rse para conse gu ir el dinero, Láz aro inten to evit arlo trab ajando má s horas, pe r o no es suficiente. Su novia se va a la sierr a con su fami li a pa ra s alvar a su hermano, all í seguir á trabaj ando de su cuerpo. Láz aro qued a totalm ente hundido. Entra en una igl esia, no puede soportar l a miseria y la injusti cia soci al. Decide inmolars e par a que su san gr e sirva de red ención a la humanidad. El día del desfile del ejé rcit o en Madrid, tira una bomba contra el dictado r, el intento es fall ido, no daña a nadie, pero el result a muerto a tiros por los gua rdias. Análisis y descripción de las novelas 263 EL SEXTO SENTIDO, 1921 Espacio: Améric a Tiempo: Principios del siglo XX Clase social: Bur gu esía media Conflicto: El adentrami e nto en region es del cono cim iento y pl anos inacce sibl es conll eva la pérdida de l a consci en cia de ser humano. Argumento: Un científic o consa grado ha dedic ad o toda su vida al estudi o de las pasiones humanas. Y ha diseñado una máquina para ac cede r a un nivel sup erior en el que viven los dioses que cont rolan dic has pasiones sin estar sujetos a ellas. El científi co vive con un discípulo y su hija, que participar á en el ex perime nto, ya que la ha ado ctrinado desde la niñez para que no sienta dichas pasiones. El maestro ex pli ca a su discípulo el funcionamiento de la má quina y su capacid ad par a ex plorar otros planos del universo; all í donde habit an los dioses y las criatur as demoní aca s. El investigador prueba su invento con el discípulo y después con un jardinero, investiga en sus pasiones, pero ninguno está capa cit ado par a lle ga r a otros planos, ex cepto su hija. Comi enz a el ex perimento con ell a, quiere que despierte su ?se?to sentido?, un tercer ojo capa? de ?islumbrar la capacidad del ser par a acced er a cate gorías superior es. Raquel es cap az de accede r a otras regiones el conocim iento, y se va adentrando y elev ando en ell as hast a que lle gada a un punto, no regres a jamás. EL SACRIFICIO, NOVELA DE GUERRA, 1922 Espacio: Desierto afric an o Tiempo: Guerra de Espa ña contra M arru ecos, 192 2 Clase social: Variad a (mi li tares del tercio form ado por difer entes clas e s sociales y po r descendientes d el ejér cit o) Conflicto: Un episodio de la guer ra de Esp aña co ntra Marru ecos Argumento: En esta nov ela ha y un esc aso desa rr oll o argument al. De entr e los hombres que forman el ejér cit o, Carre re destaca t res como estereoti po del resto: el teniente Molina, protot ipo de héroe nacio nal, cu yo ídolo es Napo león y su gran amor la patria; Leiva y Víctor, el prim ero un tr abajador normal y el se gundo un recién licenci a do en m edicina, ambos están en el te rcio por reclut ami ento y no por voca ción, pero su co mportami ento, al Análisis y descripción de las novelas 264 igual que el del resto del ejércit o es heroic o. En la batalla contr a los moro s, al principio, esta sec ción del tercio se mantiene firme y con vi ctorias, después la situaci ón se compl ica: se encu entran ce rc ados, sin agu a ni comi da y si n refu erz os. Cada vez tienen más bajas. Los moros intentan ne gociar su rendición pero se nie gan. La situa ción es cad a vez más difícil , pierden las bat all as. Víctor muere trági ca mente y Molina muere como un héro e. Al final, cuando sólo queda n unos pocos supervivi entes y mucho heridos a los que Leiva trata de a yud ar lle gan los refu erz os. La nov ela se cierr a con un canto en honor a los soldados y a sus sufridas madr es. LA CALAVERA DE ATAHUALPA, 1922 Espacio: Madrid y El Esc orial Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: Baja (repr esentada por los bohem ios) y media - alt a (rep re sentada por los acad émi cos) Conflicto: Aventuras de un pseudocientífico pa ra gan ar posición social Argumento: Sindul fo de l Arco lle ga una noch e al café de Lu cern a y se present a como aventure ro caz ador de fieras y hombr e viajero de gran cul tura, los bohemi os se ríen de él. El objeto de su llegad a es hacers e ac adémi c o y para ell o aport ará la calavera del legendario Atahu alpa. Nadie lo cree en el café. Bolarín, un académi co que trabaja como librero, le apo ya en su candidatura frente al otro co ncursant e, el prof esor Reóforo, que se dedicar á a sabotea rlo todo el tiempo. Durante su estancia en Madrid, Sindul fo acudirá a banquetes en los emiti rá discursos car entes de toda lógic a y vivirá aventur as que le dará n fama. Finalmente es elegido Académi co de la s Ciencias Tr adicionale s y Anticuarias. Conti núa en Madrid y all í vive otra insólit a aventura; puesto que ha oído la le ye nda de qu e en Madrid ex ist ió una ci udad subter ráne a llena de misterios, de cide crear una comi ti va e internarse en las pro fund idade s de la ciudad. El miedo de sus compañero s le dejará solo. Sindul fo logra des cubrir en l a oscu ridad las rui nas de la ciudad. Sal e al día si guiente victorioso ante las ratas y con su fam a consolida da. Es invitado a dar un discurso en El Escorial donde vive otr a aventura con un oso de circo. Re gres a a Mad rid, comprueba qu e todo está en ord en en la Academi a (es de cir, nadie trab aja), y se despide de los bohemi os Análisis y descripción de las novelas 265 del café, que ahor a le res petan, porque ha de empr ender un viaje para prov e er al zoológico de Madri d de nu evas fie r as. Entre sus ami gos no le falt ar án a compañantes. LA ÚLTIMA NOCHE DEL CAPITÁN MARTÍN DE ÁVILA, 1923 Espacio: Perú, Imperio Inca Tiempo: 1533 Clase social: Noblez a e hidalguía p eruan a y cast ell ana Conflicto: La conquista del imperio inca po r l as tropas esp añolas y el desenlac e de un amor imposi ble Argumento: Se trata de una historia de amor con toques de le yend a del Siglo XIX , enmarc ada en la conquista del Imp erio Inc a por las tropas de Piz arro. Ma rtín de Ávila es un segundón de una fami li a hidalga qu e quiere co ntraer mat rimoni o con la princesa Isabel de Ferra ra, pe ro como no tiene nada que ofre c erle, de cide lanzarse a la conquista de Eldorado y se une a las tropas de Hern ando del S oto, bajo el mando de Piz arro. Una vez all í, tienden una embo sc ada al re y Inc a en la qu e consigu en hac erle preso y matar a gr an parte de su cort e. Mientr as tanto, Martí n de Ávila, que ha sido conducido a un templo por la princes a In ca par a de volver un teso ro rob ado, es despos ado con ell a por un sa cerdot e que ha vist o en él al suc esor del emper ador, el capit án perm anec e, por ta nto, ajeno a esta batalla. Tr as pasar la no c he con su esposa, escuch a las llamad as de l as tro mpetas españolas y decide ir con sus hermanos, pero la princ esa y herede ra del trono, le av isa de que si la abandona, se rá capturado y eje cutado, mientras qu e, si se queda, ser á re y. Martí n de Ávila intenta huir, pero es apre sado y enc arc elado. Por otra parte, el Re y In ca tr ata de persu adir a Piz arro ofreciéndole una habit ación repleta de oro. Al final, a ntes de morir, el Rey se abraz a al cristi anism o, y es cond enado al gar r ote. Esa misma noch e, Martí n también morirá en la ho gue ra, e Isabel de Ferr ara ve cum pli da la promesa que el caball ero le hace antes de partir: si muere su espírit u la visitará en su es tancia, y desco rre rá l as corti nas y las gav etas de su esc ritorio. Is abel decide enc err arse en un convento. La nov el a acaba con una alabanz a a los conquistad ores. Análisis y descripción de las novelas 266 LA JAULA DE LOS LOCOS230 , 1924 Espacio: Indete rminado Tiempo: Actualidad, prin cipios del si glo XX Clase social: De ex trac ción baja (pr esos provenie ntes del mundo del hampa). Conflicto: La inflex ibi li dad y crueldad del directo r de una cárc el ocasiona la insurrec ción y ven ganz a de los presos. Argumento: El señor Siniestro, director de un penal, es co nocido dentr o y fuer a de la cárc el por su reputa ción de hombr e cruel e infle x ibl e. Vive con su hija en las estancias superiores de la cárc el. Esta está llen a de pr esos provenientes del hampa y de dementes. Un día, debido a las malas condiciones, los pr eso s deciden amot ina rse. El señor siniestro consigue controla r la revuelt a, ha y al gunos fus il ami entos. Salvador, el único que ha intentado mediar y a quien le queda una semana par a sali r, es también condenado a muerte. Salvador consi gue esc apars e, y ven ga la s injusti cias cometidas llevado a la joven hija a ?la jaula de los locos? y encerr?ndola con ellos para que se sacien se?ualmente en ell a. EL EMBAJADOR DE LA LUNA, 1925 Espacio: Vill acapu ana (l ugar de fi cción) Tiempo: Actualidad Clase social: De ex trac ción baja y media Conflicto: Ex posi ción y juicio de la políti ca y cos tum bres españolas a trav és de la llegada de un ser prov eniente de otro planeta (un mundo u tópi co). Argumento: Un día ate r riz a en Villacapuan a un a ex traña nave con un personaje más ex traño toda vía: un ser erguido que en lugar de ex tremi dades tiene patas con garr as y en lugar de nariz , un la r go pico. Todo su cu erpo es de un duro cristal. Sel enit o, tal es su nombre, proviene de la Luna y ha venido a la tierra pa ra informa r a los terrestr es de las reformas municip ales qu e han he cho en su país, ya qu e all í acud en los humanos después 230 Par ec e ser que Car r er e se sirvió de las vi sitas que hac ía e n la cárce l a Vidal y Pla nas par a a mb ie ntar esta novela: E n u no de los patio s grand es de la cárce l Mo d elo hab ía un pab elló n co n alta s ver j as en for ma de jaula, do nd e se ence r r ab a a los rec luso s loco s. Al poeta se le anto j ab a aq uello dantesc o ; le imp r esio nó la visió n y to mó la jaula co mo l ugar de acció n par a desar r o l lar su nove la co n per so naj es más o meno s rea les. Leo ca d io Mej ías, Emil io Car r er e el novio de Mad r id , ??e poeta a poeta?, cap . LXV, Madrid, 1 9 5 2. Análisis y descripción de las novelas 267 de morir. Pero su inicial desconocim iento del len guaj e y las costum bres humanas, le hac en cometer una serie de errores que le llev arán a la cárcel. Allí cono c e a Marcos, un remendón de zapatos borracho, al que le revel a su verdade ra identidad y que es el único que le cr ee. Selenito, que en su mundo ocupa r ía un car go equivalent e a Minist ro del Inte rior, le nombra su secreta rio y guía. Mientr as tanto, fuer a de la cár cel , su fama cr ece debido a los errores anteriores. Cuando les pon en en libertad Marcos le ex pli ca algunas cosas de la vida te rrícola , que él compar a con las de su planeta. Él no lle ga a compr ender nuestro sistema gub ernat ivo y otros asp ectos de nuestra vida coti d iana. Tambi én visitan una función teatr al y un burdel. A los pocos días es llamado a compar ec er ante los sabios de la Academi a Inf ali ble , se trata de un tribunal con aire inquisit orial, que tras hacerle un interro gatorio, le declara como un fars ante envia d o por Satan ás. Selenito, horroriz ado po r nuestras costum br es y porque ha co gido un a infección en el burd el, deci de regresa r a su país antes de que l e suceda al go peor. LOS MUERTOS HUELEN MAL, 1933 Espacio: Vill atorcida (P r ovincias) Tiempo: Principios d el siglo XX Clase social: Bur gu esía Conflicto: Un hombre se finge estar mu erto dur a nte un tiempo y cuando vuelve no pu ede recupe rar su anti gu a forma de vida. Argumento: La nov ela comi enz a en el fun er al de Garduño, un banqu ero de Villatorcida al que todos c reen muerto, pero qu e sólo ha suf rido un ataque de catalepsia del que despierta cuando el gua rda del ce menterio le intenta ex traer las muelas de oro. Paga el silencio del sepulturero y decide irse a ?adrid a ?echar una cana al aire?? ?u mujer y su socio, P alom eque, le lloran doc e meses, pero un día ella le dice que ha visto a su marido y que le ha dicho que se cas en y que inviertan en un a tab acale ra. Ella utili z ará est e proc edim iento para man ejarle. Se casan y se en riquec en. En el pueblo se da una epidemi a de espirit ism o y todos cr een ve r a Gard uño en todas partes. 17 meses más tarde, Garduñ o decide regresa r al pueblo, está pobre y deslucido. Cuando le ven algunos anti guos ami gos, creen que se les apare ce una vez más. Se present a en su anti guo hoga r (Palomeq u e ya sa be la verdad ) y Análisis y descripción de las novelas 268 reclama su situación ante rior. Pero su mujer está embaraz ada y se nie ga. Al final matan al difunto para siempre y lo abandonan en un monte. Según el autor, los muertos apócrifos no tienen dere cho a mole star a sus fami li as. LA CIUDAD DE LOS SIETE PUÑALES , 1939 Espacio: Madrid Tiempo: J ulio de 1936 Clase Social: C lase social media Conflicto: Persecución y captura de los falan gist as por los republi canos. Argumento: La acción comi enz a dos días antes del alz ami ento. El teniente Fi gue ra s es convocado po r el gobier no, tiene la misión de m atar a un fascist a. Se nie ga por la falt a de éti ca del gobierno. Visita a Moliner, un periodist a cu ya novia, Juli a Pastor, perten ece a la falan ge. Le pide qu e es c riba sobr e ell o para que haya justicia. M a tan a Fi gue ras. Moline r publica el suceso. Y los republi canos le busc an en su casa, s e llevan a su novia y la encier ran en Las Checa s. Con a yuda de un capit án de la FA I consi gue libera rla, se refu gian en casa del capit án. Al día siguiente J ulia mata en el piso a varios republi canos que querían dar el pase o a una mujer por no delatar el parad ero de su marido. Juli a y Moliner se trasladan a ot ro refu gio; la casa de Me rche, que result a ser una republi cana qu e se hace pasar por falangista para ?dar ca?a? a los falan gist as. Me rche dela ta a Juli a, pero esta comprend e la embos cada y antes de que la ap resen, hu ye. Se reencu en tra con Moliner y se salvan de la p erse cu ción al obtener a yuda del embajador de Pan amá. CONCLUSIONES  Conclusiones 269 11. CONCLUSIONES A lo largo de este trabajo hemos revisado el marco histórico y cultural en el que se inscribe y desarrolla la novela de Carrere, haciendo referencia al mundo editorial, al público y a otros escritores coetáneos al autor, con los que compartió temas, estilos, situaciones culturales y el nombre de la generación en la que se les inscribe. También hemos actualizado, en la medida de lo que nos ha sido posible, su biografía, aportando documentos reales facilitados por su familia, y matizando, siempre desde nuestra óptica, algunos aspectos sobre la misma que no estaban del todo claros. El resto de nuestros esfuerzos han sido dirigidos al estudio completo de su novela. Para lo cual, hemos empezado por recopilar su obra, acudiendo a los fondos de la Biblioteca Nacional Española, a bibliotecas privadas y a libreros de viejo. Después, hemos catalogado la misma, desentrañando por primera vez el caos existente respecto a sus publicaciones y a sus reediciones en vida y póstumamente. Ofreciendo, además, otros catálogos que puedan arrojar más luz sobre su prosa en general y las colecciones en las que publicó, así como sobre los artistas que ilustraron sus novelas. Una vez realizada la ordenación necesaria, hemos procedido a una lectura y clasificación de obras por temas, estableciendo unas características comunes para los textos que componen cada uno de ellos y realizando una descripción y un análisis de los mismos. Además de extraer los temas literarios, esta aproximación nos ha permitido poner la obra de Carrere en relación con un contexto más amplio, como es el panorama de la novela española hasta 1936. De esta relación y de todo lo desarrollado hasta ahora, hemos ido desgranando una serie de consideraciones que expondremos a continuación a modo de conclusiones. No obstante, no es nuestra intención mostrar estas conclusiones como un apartado cerrado, sino como una invitación a una reflexión abierta hacia la obra literaria de Carrere. En primer lugar, y siguiendo quizás un discurso familiar a la crítica literaria, deberíamos referirnos a las posibles etapas o a la evolución que pueda haber existido en la trayectoria de Carrere como escritor de novelas. Sin embargo, diremos que no nos es posible establecer dichas etapas, ya que su prosa novelesca, desde que empieza a escribir en 1909 hasta que se interrumpe en 1941, no experimenta grandes cambios respecto al estilo o la intención, es decir, la finalidad con la que escribe sus novelas: entretener a un tipo de público concreto y obtener un beneficio por ello. De igual modo, sus Conclusiones 270 preocupaciones y la forma de tratarlas textualmente, son siempre las mismas. Cierto es que, según avanzamos hacia los años veinte, encontramos una mejora en su calidad como escritor y una consolidación en el estilo, ganando éste en particularidad al desprenderse de resabios románticos y modernistas, tomando solidez en los aspectos costumbristas, y con una mayor incorporación de elementos cómicos e irónicos que contribuyen a crear esa particularidad que define la escritura de Carrere. Emilio Carrere publica su primera novela, El dolor de llegar, en 1909 y la última, La momia de Rebeque, en 1941. Sin embargo, habría que decir que su actividad literaria principal (siempre en lo que a la novela se refiere) no se extiende hasta tal año, sino que se para en 1928, año en el que edita dos novelas para acabar con el tema de la bohemia, y año también en el que, como vimos, encuentran su fin las colecciones de novela galante y el tema en sí mismo, a favor de otros géneros como la novela social. Después de 1928, Carrere volverá a publicar cuatro novelas más: dos de aventuras en 1933 y 1941 y dos en 1939: una de amor y otra de tema político. No obstante, estos cuatro títulos, aunque se ajustan a su estilo narrativo, están fuera de su discurso, ya que tanto Los muertos huelen mal (1933) como La momia de Rebeque (1939), son textos de carácter indeterminado, que parecen haber quedado desgajados de su discurso habitual. Lo mismo ocurre con El airón de Don Juan (1939). En nuestra opinión, son textos que podrían responder más a encargos que a la propia iniciativa y voluntad creativa del autor. Y en cuanto a La ciudad de los siete puñales (1939), aunque Carrere ya había ensayado la novela política antes, la finalidad con la que escribe este texto es completamente diferente porque, tal como quedó expuesto, lo que busca es colocarse de manera definitiva del lado del régimen (recordemos que por aquellas fechas su expediente está siendo analizado y después se le catalogar? como ?limpio??? ?or lo tanto, y atendiendo a estas razones, nuestras consideraciones se centrarán en la producción que va desde 1909 hasta 1928. Si examinamos el número total de novelas publicadas en esos diecinueve años, Carrere puede resultarnos un escritor muy prolífico. Opinión que se confirma si a esto añadimos sus obras poéticas, las teatrales y su continua colaboración en la prensa. Sin embargo, si nos centramos únicamente en los títulos originales de las novelas, la cosa varía: de 1909 a 1921 publica una media de entre una y tres novelas cortas al año y se reedita mucho (siguiendo los procedimientos expuestos en la introducción al catálogo). Por el contrario, parece que los años que van de 1922 a 1925 el número de publicaciones aumenta a una media de entre ocho y nueve novelas al año, y baja el de reediciones. Conclusiones 271 Aunque también salen a la venta los volúmenes de Obras Completas. En nuestra opinión, tal auge fue debido a la gran demanda existente de novelas de tema galante, moda a la que se apunta Carrere, aunque no por ello descuidó otros temas como el de misterio o el de burdel, y debido también, a que publicaba en colecciones en las que se requerían colaboraciones en exclusiva. A partir de 1926 y durante los años siguientes, el número de publicaciones vuelve a reducirse a dos o tres, posiblemente como consecuencia del cierre de algunas de las colecciones de novela en las que participaba, declinar que coincide también con el agotamiento de la trayectoria de Carrere como novelista. Durante el periodo de posguerra Carrere no vuelve a reeditar ninguna de sus novelas de la época anterior por razones obvias, y las reediciones que podremos encontrar después son todas de carácter póstumo y también de época posterior a la dictadura. A partir de 1939, tan sólo publica los tres títulos ya comentados, quizá para cumplir con los compromisos editoriales, pues como ya apuntamos, algunas colecciones le escriben invitándole a colaborar. No son tiempos para la prosa alegre que se había estilado durante el primer tercio del siglo, y la situación política exige otros temas más encaminados a la alabanza del régimen o más acordes con la situación del momento. No obstante, su estilo y su discurso no mueren, y se perpetúan en su espacio del diario Madrid que, por otra parte, cubre sus necesidades económicas. En cuanto a los temas que trata, y que han sido objeto de nuestro análisis, aunque la crítica se haya detenido únicamente en dos de ellos, la bohemia y el erotismo. Como se ha podido comprobar, Carrere cultivó otros que también constituyeron una parte significativa en su corpus de textos. De manera que, y a modo de resumen, su contribución al panorama de la novela de principios del siglo XX queda de la siguiente manera: · Novelas de tema galante: 16 títulos · Novelas de tema de bohemia: 9 títulos · Novelas de tema de misterio: 9 títulos · Novelas de tema amoroso: 9 títulos · Novelas de tema de burdel: 6 títulos Otros temas: · Novelas de ciencia ficción: 2 títulos · Novelas de aventuras: 3 títulos · Novelas de tema político: 2 títulos Conclusiones 272 Como puede constatarse fácilmente, su contribución más alta ha sido a la novela galante, mientras que la bohemia, el misterio y el amor comparten, en igualdad de número, su importancia. Queremos apuntar que la miseria, el erotismo, el amor y el misterio, aunque hayan quedado acotados como temas, son componentes omnipresentes y a menudo entremezclados en toda su novela, así como en sus poemas, cuentos y ensayos. En este aspecto, es destacada la flexibilidad del escritor para trabajar en los diferentes géneros literarios y convertir un mismo argumento en un cuento, un poema, un ensayo, una novela y hasta una zarzuela, explotando al máximo todas sus posibilidades. Lo que hace que debamos considerarle como un escritor versátil. De este modo, si ponemos en relación la trayectoria de Emilio Carrere como novelista con su trayectoria vital, nos daremos cuenta de que, aunque no pueden establecerse etapas respecto a su estilo o intencionalidad, sí puede afirmarse que a lo largo de su trayectoria como novelista, se dan momentos en los que algunos de los temas que desarrolla en sus textos están más conectados con determinadas experiencias vitales que otros, aunque todos estén presentes desde el principio hasta el final. Así, mientras que la novela de misterio, la de burdel o la amorosa van apareciendo durante los diecinueve años en que escribe de manera regular, no sucede lo mismo con la novela de tema de bohemia o con la galante, que aparecen más vinculadas a las circunstancias que en ese momento vive el autor. Si nos situamos al principio de su Carrera, el discurso de Emilio Carrere como novelista se abre en 1909 con una novela titulada El dolor de llegar, e inscrita en el tema de bohemia, tópico en el que trabajó de forma ininterrumpida en todos los géneros literarios que practicó, hasta 1919. Si nos remitimos a su biografía, estos diez años coinciden con una etapa en la que el autor experimenta una actitud de bohemia en la que también busca el reconocimiento, el éxito y la acomodación, extrapolando estos objetivos propios a sus personajes y haciendo de ello materia literaria. Este hecho nos viene a confirmar, ante el debate que abre Jaime Álvarez, sobre si Carrere fue bohemio o no, que el autor se sintió durante su juventud y parte de su madurez, como muchos otros escritores, identificado con el mundo de bohemia como camino de iniciación en el mundo del arte, y supo aprovechar tal identificación para expresarla en sus textos y poemas. Pero, como decíamos, la bohemia es sólo una actitud que deriva en un tema literario, no en un movimiento. Por lo tanto, el debate no tiene cabida; Emilio Carrere fue, ante todo, un Conclusiones 273 hombre que luchó por su vida y su carrera literaria, y obtuvo un merecido éxito en su época. Hacia 1920, nos encontramos ya a un escritor maduro, reconocido y bien situado, que frecuenta otros espacios, además de los cafés, y cuyo devenir existencial se va nutriendo de otras experiencias. Es por ello que Carrere, que nunca deja de observar el mundo que le rodea, se hace consciente de que un nuevo tema, el de la novela galante o, como se conocía en la época, sicalíptica, ha irrumpido con fuerza en el mercado literario y se lanza a experimentarlo explotando todas las posibilidades que el tópico le ofrece sin llegar a ser un autor pornográfico, aunque algunos así le juzgaran, y diferenciándose de otros autores como el Caballero Audaz o Andrés Gilman que sí introdujeron en sus relatos ciertas dosis de pornografía. De este modo, dirige su óptica a otros escenarios que ya no están determinados por la miseria, concentrándose en el mundo galante, y enriquece dicho tema al dotarlo de los elementos de la realidad que le rodea, e ir introduciendo los cambios que experimenta la ciudad, su ciudad, Madrid y la sociedad en sí misma. Además de crear una serie de personajes cuyos conflictos son perfectamente creíbles, acordes con su tiempo. Y es, precisamente, debido a que su discurso no es una secuencia de escenas eróticas vacías, que Carrere se separa de algunos escritores de su tiempo como los ya citados, y continúa adaptándose también al gusto de un público muy amplio. El tema de la bohemia será retomado nuevamente en 1928, pero precisamente con la intención de que ya no lo identifiquen más con su persona porque está cansado, y porque ya no quedan en Madrid, tal como expresa en la novela, lugares ni grupos de escritores que conecten con tales vivencias. En cuanto al resto de los temas y componentes: el más allá, los médium, la magia negra, el juego, el amor, etc., son aspectos que le han interesado a lo largo de toda su vida, y ello explica que, unas veces más y otras menos, siempre hayan estado presentes en su novelar. Respecto a las novelas de tema político, aunque Carrere siempre haya intentado mantenerse al margen de este mundo, excepto en aquellos momentos en que era imposible hacerlo, los dos títulos que lo ilustran (El sacrificio. Novela de guerra y La ciudad de los siete puñales), nos dan cuenta, precisamente, de esa preocupación de Carrere por la sociedad del momento y de su condición de cronista, que tan bien se refleja es su estilo costumbrista. Otro aspecto de su novelar que queremos precisar es que, tal y como aparece en algunas historias de la novela española, Emilio Carrere es un continuador del Conclusiones 274 costumbrismo, y que, no por el hecho de practicar distintos temas, debe aparecer en otras clasificaciones, como también ocurre. Es decir; Carrere cultiva la novela erótica, la de misterio, la de aventuras, la de ciencia ficción, etc., pero no está trabajando con las estructuras internas que sostienen estos subgéneros, sino que está tomando los componentes externos que le son característicos para acomodarlos a su modo de hacer, a su estilo, a su público y a las exigencias que le impone el modelo de revistas en el que publica, esto es, un tipo de literatura de consumo, cuya función principal sea la de entretener a un público masivo y no intelectual. Y, dado que él no arriesga en cambiar o crear estructuras, cumple estas expectativas magistralmente; de ahí la gran acogida que siempre tuvo del público. En todo caso, no debemos llevarnos a engaño, pues hemos de decir que Carrere no inventa nada nuevo, aunque sí se muestra de nuevo más versátil y abierto, en cuanto a los temas literarios se refiere, que otros escritores de la época; lo que hace es escribir, reescribir y adaptarse, participar de todos los temas existentes en su momento (excepto de los desarrollados en la novela intelectual), y ensayarlos en esa macroestructura que es el costumbrismo. Y es especialmente en este hecho donde reside la importancia de su labor y de su aportación: la de servir como un crisol que es capaz de mostrarnos y conducirnos por todos los temas y sus rasgos de la novela (aunque también de la poesía) española de los treinta primeros años del siglo. Una tarea nada fácil por la que incluso debe ser recordado y aún reeditado, ya que sus textos son ricos no solamente en expresar la realidad del momento, sino también en reunir los elementos que compartían las novelas de esta época según el tema que estuviera desarrollando. Visto de este modo, su obra es también un verdadero compendio de los recursos que podemos encontrar en las novelas de amor, de aventuras, de misterio, de ciencia ficción, de bohemia y galante de su tiempo. A pesar de todo esto, y de la innegable capacidad de Carrere para comprender y expresar las características intrínsecas de cada uno de los temas que trata, es necesario decir que, tal vez por las exigencias del formato en el que publica o porque nunca escribió una novela larga, se echa en falta una profundización en dichos temas y una mayor implicación en lo que expone, es decir, que en algunas ocasiones encontramos una crítica a la burguesía y, en otras, un guiño. Lo mismo ocurre cuando trata la injusticia social o la situación de la mujer. Tal vez esta falta de profundidad y, hasta cierto punto de compromiso y riesgo, sea debida también a que, en realidad, el autor no explora las estructuras literarias porque no es esto lo que le interesa de ellas, sino que extrae rasgos Conclusiones 275 generales, descriptivos, y esto tiene como consecuencia su inmovilidad en el costumbrismo, y de ahí que la crítica lo haya relegado a una segunda fila. En nuestra opinión, es cierto que no se le puede situar junto a pioneros o renovadores de la novela española del primer tercio del Siglo XX, porque a este respecto, Carrere no aporta nada nuevo, sino que oscila siempre entre un costumbrismo histórico y madrileño, sin embargo, no puede negarse que dicho costumbrismo se haya visto enriquecido con su aportación tanto en temas, como en argumentos y personajes. Además de que Carrere mediante el uso de un lenguaje asequible al gran público lector,fue muy querido y valorado en su época. En cualquier caso, es nuestra intención destacar la labor y la contribución de Carrere, infatigable escritor cuya capacidad artística y dedicación le llevarán a escribir incontables artículos para la prensa, poemas, cuentos, ?ar?uelas, no?elas… te?tos con los que supo entretener a un público que le admiraba, con los que sigue lectores que disfrutan de sus narraciones, y con los que nos ha dejado además una magnífica pintura del Madrid de principios del siglo XX, de su gente, de su evolución y de sus costumbres. DOCUMENTOS  276 1 2 . APORTACIÓN DOCUMENTAL DOCUMENTO 1.A 277 DOCUMENTO 1.B 278 DOCUMENTO 1.C 279 DOCUMENTO 1.D 280 DOCUMENTO 2 281 DOCUMENTO 3 282 GRUPO DE DOCUMENTOS 4 4.1.A 283 4.1.B 284 4.2.A 4.2.B 285 4.3. A 4.3. B 286 4.4. A 287 4.4. B 288 4.5. A 4.5. B 289 DOCUMENTO 5 290 DOCUMENTO 6. A 291 DOCUMENTO 6. B 292 DOCUMENTO 7. A 293 DOCUMENTO 7.B 294 DOCUMENTO 8. A 295 DOCUMENTO 8. B 296 DOCUMENTO 9 297 DOCUMENTO 10.A 298 DOCUMENTO 10.B 299 DOCUMENTO 11. A 300 DOCUMENTO 11. B 301 DOCUMENTO 13. A 302 DOCUMENTO 13. B 303 DOCUMENTO 14 304 DOCUMENTO 15 305 DOCUMENTO 16 306 DOCUMENTO 17 307 DOCUMENTO 18 308 DOCUMENTO 19 309 DOCUMENTO 20. A 310 DOCUMENTO 20. B 311 DOCUMENTO 21. A DOCUMENTO 21. B 312 DOCUMENTO 22 313 DOCUMENTO 23 314 DOCUMENTO 24 315 DOCUMENTO 25. A 316 DOCUMENTO 25. B 317 DOCUMENTO 26. A 318 DOCUMENTO 26.B 319 DOCUMENTO 27 320 DOCUMENTO 28 321 DOCUMENTO 29 322 DOCUMENTO 30 323 DOCUMENTO 31 324 DOCUMENTO 32 325 DOCUMENTO 33 326 DOCUMENTO 34 327 DOCUMENTO 35 328 DOCUMENTO 36. A 329 DOCUMENTO 36.B 330 DOCUMENTO 37 331 1 3 . RIASSUNTO Descri zion e del lavoro Emi li o Carrere è un aut ore, il cui percorso rom a nz esco si sviluppa durante i primi t r ent?anni del XX secol o, epoca nel l a quale ci concentr eremo, pe rchè, dopo la guer ra conti nuerà a scriver e e partecipe rà al panorama c ult urale spa gnolo in maniera molto att iva, ma non scriver à pi ù r omanz i . S i tratt a di un autor e che è stat o inserito, d ai crit ici, tra i costum brist i (sempre con un riferimento ai suoi romanz i) , che si fece conocere nell?epoca nella quale ?isse, e fino ad oggi, come uno scrittore bohémi en , aspe t to per il quale fu stat o tante volt e lodato e altrett ante deni grato per non risultare un vero ?bohémi en ? agli occhi degli altri, opp ure per identific arsi troppo in qu el mondo. D isf are questa visi one parz iale sulla su a vita e la sua opera è uno degli obi ett ivi di questo st udio. Dopo la sua morte, ad ecc ez ione dell a indimenticabil e e, spesso ro manz esca biogra fia ch e gli dedica Leo cadio Mejías sul quo ti diano Madrid , gli appo rti dei critici sul suo romanz o spaziarono ne l corso del tempo e quell i che m an mano si sono creati si sono incentrati nu o vame nte nel topico del bohémi en . Per quanto ri gua rda la st oria dell a letteratura sp a gnola, appar e gen eralm e nte tra gli autori costum brist i o ero ti ci, con la conse cuente confusio ne tra il tema e lo stile ; gli si dedicano sc arsament e al cune linee , nell e qu ali si evidenz ia la sua dediz ione verso il mondo bohémi en e il ro manz o erotico prendend o , come esempi o , il suo romanz o pi ù famoso : La torre de los siete jorobados , ed ovviando tut to il resto. Per fortuna, a t tualmente sono stat i pubblicati nuovi lavori critici che apportano una nuova luce su ulte riori aspetti dell o scrittore com e il suo discreto contributo al mondo dell a stampa, du e an ali si approfondit e sul roman z o sopra menzionato , e le ristampe di alcuni suoi raccont i al co spetto dell a case edit rice Valdema r, cosi come la recenti ssi ma tesi di A lejandro Riera, approfondit a e minu z iosa. Coscienti che la bibliogr afía romanz esca di C arre re è interminabil e nel mondo bohémi en e dell a prosti tuz ione, questo lavoro ha come obiettivo anali zz are e classificar e il corpus dei romanz i che scrisse e disf are alcu ni aspetti topici che si sono pre stabil it i sull?autore?. P er cono sce re il periodo che andiamo a d an ali z z are e d inquadrare lo scritt ore , abbiamo incluso un capitolo nel quale si descri?e l?ambiente culturale dentro del quale si svil uppò il lavoro di C arrere come rom anz iere (Capit olo I: Panoram a cu lt urale), e un a 332 menzione bibliografic a (Capit olo II: Bio gra fia) che co mpl eta il quad r o nel qu ale si struttura la parte centr ale del nostro studio. Siccome la nostra anali si si basa su un romanzo, abbiamo preso come punto di partenz a per definire tale obietti?o, l?elabora?ione di un catalogo di racconti , che ha impegnato gr an parte del nostro temp o e sforzo , e dato che , C arrer e , ristampava in conti nuaz ione le sue opere utili z z ando diversi procedim enti che svi ano sia il lettore che l?editore (Cap it olo III: C at alogo d i op ere in pros a ). Si includono anche cataloghi minori (Capít ulo IV ) che consideriam o nec essari p er com pletare la visione dell a sua opera. Una v olta ultimato il la?oro, abbiamo pro??eduto all?analisi e classifica?ione dei romanz i dividendoli in un totale di sei temati che principali ( più alt r i ar gomenti che si includono nel capit olo X: N o vela miscel lane a ), la maggior parte s conosciu t o all a critica (Cap it oli V, VI, V II, VII I y IX ). Com e si pu? notare nell?indice, ogni capitolo ? di?iso in due parti: introduz ione e des criz ione. Biso gna avvisare che , se nell a pa r te descri tt iva abbiamo avuto l o stesso modo nel pro cede re pe r tutti i capit oli , non acc ade lo stesso nell a part e introd utt iva , che serv e a sua volta per anali z z are , gia cch é le cara tt eristi che di ogni tema impongono ri flessi oni diverse. Ciò nonostante, si noteranno dei parametri gen eral i in tutti i capit oli . ?uesto la?oro sar? sinteti??ato nell?ultimo capitolo ?conclusioni? nel quale cerch er emo di chiarire al cuni degli aspetti del romanz o di C arrere non co nsiderati dall a critica e tent are di si tuar e l?autore nel modo che merita? S tudi p reced en ti E sis tono numerosi riferimenti nell a storia dell a letteratura al lavoro di Carrer e com e romanz iere, specialment e in quell e che furono scritte dai suoi contemporanei. Q uesti ultim i che appaiono sono sempre coll e gati al grup po , che Sainz de Robles d e finì , come ??eneraz ione del racco nto Sett im anale ?, coll o cato tra gli autori cat alogati come cos t umbrist i e/o erotici. Nei manu a li di letteratura più recenti , questa de finiz ione normalm ente è quell a ch e gli si dedica , an che se gli si da sempre meno sp az io, come ad esempi o solo la citaz ione dei titol i dell e sue op ere. S e si unisc e questo al fatt o ch e Carre r e pu bbli cò alcune opere con titol i diversi ma identico contenuto, e che fino ad oggi, non é mai stat o fatt o nessun cat alogo conten ente l a totali tà dell e s u e opere , qu esto ci confe rma ch e esiste pa rte del suo lavoro ch e è compl etamente sconosciuto all a critica. R ispetto ad alt r e anali si s pecifiche su Carre re, po s siamo trovare qualche la?oro come l? Antología che gli dedic a J osé Montero Alonso edi to con la c asa edit rice Cá tedra in cui è 333 inclusa una piccola nota biografic a ed un commento sul lavoro narrati vo e poeti co di Carrer e . Altro tipo di s tudi o che afronta il suo per corso vit ale e la sua opera è qu ell o di Jaime Álvarez Sánch ez , intit olato : Emilio Carre re ¿un bohémien ? ?i? nonostante, l?analisi è carent e di un a non cono scenz a app rofondit a dei lavori in prosa (rac conto ed articoli) pubblicati dall?autore, quell o che lo porta ad anc orarsi nell a gia ovvia dis cussi one sulla figur a di Carrer e bohém ien , s enz a gett a re nessun a luce su altri aspetti dell a su a vita ed opera e fini re con d ell e conclusioni ambigue sul dibattito che lo studio gen era, ovv ero se Carrer e er a o non e ra u n bohémi en . Per quanto rigua rda i suoi cosidetti romanz i , sono state reali z z ate dell e edizioni postume dai titol i molto famosi come La leyenda de San Plácido , pubblicata insieme ad oper e di altri scrittori in varie anto logie. Si eviden z ia l?opera di Jesús Palacios che sta lavorando ad una ristampa di opere che hanno come filo condutt ore i l mistero e temi boh émi en dell?autore con la casa editrice V aldemar, riscattando a ?arrere dell?ingiusta dimentican?a che si relega?a ad autori più canoni??ati e cosi permettendo l?accesso dei suoi testi ad un pubblico ogni ?olta sempre più ampio. Con corda ndo con alt ri st udi anali ti ci accad emi ci come tesi dottorali , fino ad oggi esis te solo quell a reali z z ata da Alejandro Riera Gui gnet Ideología y texto en la obra de Emilio Carrere, difusa a Barcel lona nel 2005. Tuttavia , se tale lavoro appar e minu z ioso nell a biografia ed apporti documentali, lo ?tudio si basa nell?opera dell?autore nel dopoguerra, per questo ciò che Carre re aggiunse al mondo romanzesco prim a del 1936 è rimasto fino ad oggi nell?ombra? Metodol og i a P er venire a capo di qu esta recer ca, abbia mo pr oceduto a ricompi lare dei testi di due classi temati che . La prima si bas a su tutte qu ell e opere di rife rimento, sa ggi, articoli ed in t er?iste sulla ?ita, ad opera dell?autore e sul suo periodo pubblicato prima e dopo la sua esis tenz a. Questi testi ci hanno aiut ato a ricomporr e la sua biogra fia ed il periodo stor ico durante il quale si sviluppò il suo lavoro come romanz iere, che man mano ci ha app ortato sempre più dati tali da poter inter pretar e in maniera più cri ti ca il suo romanz o. 334 Altri testi che ci hanno dato supporto nell o scrivere questi capit oli sono statu gli articoli giornali sti ci sc ritti da C arre re prim a e dopo la gue rra. Il secondo c orpu s del testo si compone di tutti quei roman?i inediti o ristampati pubblicati dall?autore e dalle ristampe p ostum e. Dato che il volume di materiale fu ampi o e con fus o, abbiamo proceduto a r iorganiz z arlo nel modo segu ente: ?n primo luogo, abbiamo stilato una lista di tutti i titoli pubblicati quando l?autore era in ?ita, l?abbia mo ordin ata cronologi camente , dopo gli abbiamo aggiunt o in seguit o nuov e ediz ioni effett uate da Carrer e stesso (fa cciamo rif erimento ai casi dell o ste sso romanz o con diverso titol o, dell o stesso romanz o con lo stesso titol o e dei volumi di opere compl ete) o di altri autori. Questo primo ord ine ci permise di reali z z are un catalo go compl eto , di tutti i suoi romanz i , mai esistito prima d?ora con il quale siamo riusciti sviscerar e la con fusione di tit oli apparsi nell e prec edenti ediz ioni. Affinchè sembrasse di facil e lettura, abb iamo inserit o un a nota che richiamasse il titol o originale relaz ionato al nome dell a nuova ediz ione e dati di alt ro tipo. Ciò nonostante, per intenderci tr a la confusione di titol i che abbiamo anali z z ato, abbiamo proceduto all a coteja ciòn uno per uno, di tutti i testi che condivi devano il contenut o ma differivano nel titol o. Per di più, di questo prim o catalo go si distacca un alt ro, incl uso nel capit olo dei cat aloghi minori, nel quale abbiamo inserit o una relaz ione in ordine cronologi co di pubblicaz ione, dell e opere ori gin ali . ?n questo modo, abbiamo potuto farci un?idea del suo percorso come roman?iere e del numero totale di romanz i originali che scrisse, che sorpassa in eccesso il numero di pubblicaz ioni totali . Una volta ordinati i romanz i, ci siamo dedicati all a rilettu ra dell e stesse e alla classificaz ione per ar go mento, ottenendo un totale di cinque, più altre opere di tipo mescell ane e. Di questa seconda ap prossi maz ione , si deduce un a desc riz ione di ogni roman?o ed un?analisi su ogni argomento trattato in ognuna di esse. Per portare a te rmine positi vamente questa classific az ione abbia mo estratt o le caratt e risti che di ogni racconto in base a dei componenti principali se mpre pr esenti nell?opera di ?arrere, e secondo la pre?alen?a di uno o altro s?iluppo testuale, abbiamo ordinato i rac conti per di verse cate gorie t ematiche . A parte tutto quell o espost o fino ad ora, questo la voro è stato arri cchit o da ll e anali si di alt re fonti document ali apportate da ll a nipote, Palom a Carre re, fo rm ata da lette re 335 rice?ute dall?autore e documenti di caratt er e ufficiale, così come le fotogra fie ch e abbiamo utili zz ato per co mpl etare la parte bibl iogr afica. Conclusio n i Di tutto il lavoro reali z z ato siamo andati sgran and o una serie di conside raz ioni che sono rimaste da appro fondire all a fine. Ciò nonostante, non è nostra intenz ione esporre queste conclusi oni come un para gra fo chiuso ma come invito ad una riflessione aperta fino all?opera letteraria di ?arrere? ?n primo luogo, abbiamo fatto riferimento alla possibili fasi o all?e?olu?ione che pu? e sserci st ata n el per corso di Carrer e come scrittore romanz esco. Tuttavia, non abbiamo potuto stabilire le su ddett e tappe dato che la sua pros a romanz esca, da quando iniz ia a scrivere nel 1909 fino a quando si interrompe nel 1941, non sperim enta gr andi camb i di natura stili sti ca o rispetto all?inten?ione ini?iale? ?? certo ch e, così com e ci si avvicina verso gli anni venti , troviamo un migl ioramento di quali tà come scrittore ed un consolidamento nell o stile, riuscendo a vincere con quest?ultimo il distacco d all e catt ivi abit udini dei romanti ci e modernist i , diventando solido negli aspetti costu mbrist i, e incorporando elementi comi ci ed ironi ci che hanno fatto in modo che la sua prosa risul tasse cosi unic a e singol are. In qu anto agli ar gom enti che tratt a nei suoi romanz i, che sono stati oggett o di anali si di studio, anche se la critica si è soffermata unicamente su due di essi, la bohemi en e l?erotismo, carrere colti?? altri aspetti che costruirono parte significati?a del suo corpus del testo. In tale modo, in modo riassunt ivo, il suo contr ibut o nel panor ama del romanz o del ventesimo secolo è: · Romanzo di tema galante: 16 ti tol i. · Romanzo di tema di bohemi èn: 9 tit oli · Romanzo di tema di mistero: 9 tit oli · Romanzo di tema amoroso: 9 titol i · Romanzo di tema erotico : 6 t it oli Altri ar gomenti: · Romanzo d i fantascienz a : 2 t it oli · Romanzo d i avventura : 3 t it oli · Romanzo d i tema polit ico: 2 t it oli 336 Da com e si può facil me nte constata re, il suo maggior contributo è stat o il romanz o gal ante, invece, il boh e mi èn, mistero ed amore condivi dono a parità di numero, la sua importan?a? ?i? nonostante, la miseria, l?erotismo, l?amore ed il mistero, anche se sono rimasti postil lati come ar gomenti sono tem ati che onnipresenti e sp esso si mescolano in tutti i suoi racc onti e spesso di sovrappongono in tutti suoi romanz i, così come nell e sue poesie, ra cconti brevi e s aggi. Questa diff er enz a di app orti rispett o ai temi tr att a ti nei suoi romanz i è st ata riportat a nel para gr afo al qu ale ci rif er iamo. Un alt ro aspetto che ab b iamo comm entato, è che , così come appa re in al cune storie di racconti spa gnoli Emili o Carrer e è conti nuato re de l costum brism o e che non deve esse re classificato in alt ro modo solo perchè si occupa di temati che varie, così come spesso acc ade. O vvero , Carr e re colti?a il roman?o erotico, del mistero, dell?a??entura, ficcion etc.., ma non lavo ra co n le strutture di questi sotto ar gomenti ma sta prendendo le caratt e risti che ch e comp etono ai generi st essi per adegu arli al suo stil e, al su o pubbli co e all e esigen z e che gli impone il modello di riviste in cui pubblica; un tipo di letterature di consumo, la cui funzione principale è qu ell a di in tratt ener e un pubblico di massa e non intell ett uale. Egli ries ce ma gist ralm en te in queste aspettati ve. In questo modo, si affe rma ch e Car rer e non inventa nulla di nuovo, anche se appa re polifaceti co e aperto, in quanto utilizz a i temi letterari di altri scrittori dell?epoca, ma riscri?endoli e adattandoli, quindi mescolando tutte le tematiche dell?epoca (ad ecce z ione dei temi sviluppati nei romanz i intell ett uali), e assemblar li nell a macro strutt ura chiamato costum brism o. ?? precisamente questo, do?e risiede l?importan?a del suo la?oro e del suo apporto: quell a di mostrar ci e con durci pe r tutti i temi e as pett i de gli stessi, d ell a l e tt eratura dei primi trent?anni dell?ini?io secolo? ?n la?oro per nulla facile per cui de?e essere ricordato e nuov amente edit o. In qualsi asi caso, la no stra intenz ione è stata mostrare il lavoro ed il contributo di Carrer e, la cui capacit à artisi tc a e la sua dedi?ione lo portarono a scri?ere un?infinit? di articoli giornali sti ci, poeti ci, racconti , zarz uela, romanz i..t esti con cui riusc ì ad intrattenere un pubblico che l?ammira?a e a cui ha lasciato una spettacola r e ca rtolin a di una Madrid di iniz io ventesim o secolo, dell a sua gent e, dell a sua evoluz ione e dell e sue particolarità. 337 1 4 . RESUMEN Descrip ción del trab ajo Emi li o Carrere es un au tor cu ya tra ye ctoria nov elí sti ca se desa r rolla en el prim er tercio del s iglo XX, épo ca en la que nos centra r emos, porque, aunque después de la gue rra si gue esc ribiendo y participando en el pano ra ma cult ural español act ivamente, ya no escri be novelas. Se trata de un autor que es situado por la crítica entre los costum brist as (siempre refiriéndonos a su novel a ), y que fue conocido en la épo c a qu e vivió, y hasta la actuali dad, como un es critor boh emi o o de la boh em i a, aspecto por el cual ha sido tantas veces ensalz ado y ot ras tantas denigr ado al no resultar un ??erdadero bohemio? a los ojos de los dem?s, o por recre arse dem asiado en dicho mu ndo . Desha cer esta visión sesgada sob r e su vida y su obr a es uno de los objetivos de este estudi o. Tras su mu erte , a ex cep ción de l a entr añable y, a veces, noveles ca bio gr afía que hace de él Leoc adio M ejí as en el diario Madrid , las aporta ciones c ríticas sobr e su novel a se fueron esp acia ndo en el tiempo y las que han ido sur giendo s e han centrado nuevamente en el tópico de la bohemi a. En cuanto a las historias de la literatura española, ap are ce gener alm ente entr e los autor es costum brist as o erót icos, con la consiguiente confusión entre el tema y el esti lo, y se le ded i can escas amen te unas líneas en las que se destac a su dedicación al mundo de la bohemi a y de la nov ela erótica , dando, sin embar go , co mo ejemplo , el de su no vela de misterio más afamada : La torre de los siete jorobados , y obviando todo lo demás. Afortunada m ente, en la actualidad se han publicado nuevos trabajos críticos que arroj an luz sobre otras facetas del escritor como su notable contribución al mundo de la prensa, dos análi sis en profundidad de la novela arriba menciona da, y reedicion es de al gunos de s us relatos al auspicio de la edit orial Valdemar, así como la recient e tesis de Alejandro Rier a ta n profunda y acert ada en su inv esti ga ción bi ográ fica. Conscientes de que la novelí sti ca de Carre re no se agota en el mundo de la bohemi a y de la prosti tución, es el objetivo de este t raba jo anali z ar y clasific ar el corpus de novelas que es cribió y deshacer al gunos tópicos ya fosil iz ados sobre el aut or. Para conoc er el periodo qu e tratamos y ubi car a l autor, he mos incluido un capít ulo en el que se describe el amb i ente cult ural en el que se desarroll ó la labor de Carrer e como noveli sta (Capít ulo I: P anorama Cult ural), y una mención bio gr áfica (Capít ulo II: Biografí a) que compl eta el marco en el que se ins cribe la parte central de este estudi o. 338 Dado que nuestro an ál isi s se centra en su novela , hemos tomado como base para tal objetivo, la elaboración de un catálo go de novel as, que se cobró gran pa rte de nuestro tiempo y esfu erz o, ya que Carre re se reedit aba a sí mismo usando diferentes procedim ientos que desp ist an al lector y al edit o r (Capít ulo III: Cat álogo de obras en prosa). Inclui mos también otros catálogos m enores (Capít ulo IV) que creemos necesarios par a compl em entar la visión d e su obr a . Una vez te rminada esta labor, hemos procedido al análi sis y cl asifi cación de las novela s en un total de seis temas principales (y otros qu e se inclu ye n en el Capít ulo X: No vela misceláne a), la mayo ría de ell os desconocidos por la crítica (Capít ulos V, V I, VII , VIII y IX ). Como pued e observ arse en el índice, cada uno de estos cap ít ulos consta de dos partes: una introducción y una descripción. Es neces ari o advertir que, si en la parte descriptiv a hemo s seguido el mismo procedim iento en todos los capít ulos, no ocurr e lo mismo con la parte introductoria, que sirve, a su vez , como aná li sis , ya qu e las cara cteríst icas de cad a tema imponen reflex iones distint as . No obstante, se obs ervar án unos parám etros gen eral es en todos los capít ulos. Este trabajo se verá sin tetiz ado en un últi mo capít ulo (Conclus iones) en el que , pretende mos clarific ar ci ertos aspe ctos de l a nov ela de Carr ere no consid erados po r la crítica y situarlo en el lugar que se m ere ce. Anteced en t es E x ist en numerosas ref ere ncias en las historias de l a literatur a a la labor de Carrer e como noveli sta, especia lm ent e en aquell as q u e fu eron escritas por sus contem poráneo s. En todas ellas ap are ce si e mpre dentro del grupo que Sainz de Robles denomi nó como ??eneraci?n de ?l ?uento ?emanal?, situado entre los autores catalo gados como costum brist as y/o erótico s . En los manuales de litera tur a más recientes esta descrip ción suele manteners e, aunqu e cada vez se le dedica un espacio menor , y son mu y esc asos y comunes los títul os que se cit an como ejemplo de sus novelas. Si sumamos este hecho a que Carr e re publicó al gunas de sus obras con dist int o título e idéntico contenido, y a que hasta el aquí pres en te, no ha ex ist ido ningún catálo go de sus novel as, nos consta que ha y una gran pa rte de su obra des conocida por la crítica. Respecto a otros análi si s específicos sob re Car rer e , podemos encontr a r al gu nos trabajo s como la Antología que le dedica J osé Montero Alonso en la editorial Cáte dra en la qu e se inclu ye una br eve nota bi ográ fica y un comenta rio a su labor na rrati va y poéti ca. 339 Otro estudi o que pr etend e abord ar su tr a yectori a vital y su obra e s el de Jaim e Álvar ez Sánchez , titul ado: Emilio Carrere ¿un bohemio? Sin embargo, el an áli sis adolece de un desconocim iento en prof undidad de los trabajos en prosa (novela y artícul os) publicados por el autor, lo que l e lleva a ancla rse en l a ya manida dis cusión sobre la figu ra del Carrer e boh emi o, sin arr ojar nin gun a luz sobre ot ros aspe ctos de su vida y de su ob ra y a termi nar en un as con clusi ones ambi gu as sob re el debate que el est udio plantea inicialmente de si Carre r e fue o no un boh emi o . En cuanto a s us novel a s propiamente dich as, s e han reali z ado al gun as reedi ciones póstumas de títul os tan conocidos como La leyenda de San Plácido , publicadas junto a las obras de otros escrit ores en diversas antol ogí as. Cabe destac ar tambié n la labor de Jesús Palacios que está reedit ando las obras de te ma de misterio y de tema de bohemi a del autor en la editorial Valdemar, rescat ando a Carrer e del injusto olvido al que le rele gab a el peso de auto res más cano niz ados, y permiti endo el acceso de un público cada vez más amp lio a sus tex tos. Con arre glo a ot ros an áli sis académi cos como te sis doctorales , hasta el momento sólo ex ist e la reali z ada por Alejandro Riera Gui gnet Ideología y texto en la obra de Emilio Carrere, defendida en Barcelon a en el año 2005. Sin embargo, aunqu e es te trabajo se muestra mu y rico en la biogra fía y en aporta ciones documentales, el aná li sis se centra en la obra del autor despu és de la gu err a, por lo que las aportaciones de Carrer e en el mundo de la novela antes de 1936 han perman ecido, has ta el pres ente estudi o, en la sombra. Metodol ogía P ara llevar a cabo nues tra investiga ción, hemos procedido a recopil ar tex tos de dos clases. La prim er a recop il ación consta de todas aquell as obras de refer e ncia, ensa yos, artículos y entrevist as so bre la vida y la obra del autor y sobre su tiempo , publicados durante y despué s de su ex ist encia . Estos textos nos han ayudado a recomponer su biogra fía y el marco hist órico en el que se desa rr oll ó su labor como novelist a, a la vez que nos han aportado datos para poder int erpret ar con una visión más crítica su novela. Otros tex tos de los que nos hemos servido en estos capít ulos , han sido algunos artículos periodísticos escritos por Carrer e antes y después de la guer ra. El segundo corpus de te x tos se compone de todas las nov elas , inéditas y reedit adas, publicadas por el autor y las reedi ciones posterior es a su mue rte. Como el result ado de 340 volúmenes fue eno rme y confuso, proc edim os a su reor ganiz ación de la si guiente manera: En prim er lu gar, ex traji mos una rela ción de to dos l os títul os publicados en vida del autor, que ha sid o orden ada cronoló gicament e , a la que fuimos añ adiend o posteriores reediciones ef ectuad as por el mismo Carre re (no s refe rimos a los casos de la misma novela con dist into título, de l a misma nov ela con el m ismo títul o y de los volúm enes de obras compl etas ) o por otros autores. Esta prim er a orden ación nos permiti ó reali z ar un catálo go compl eto de toda su nov ela, no ex istente hasta aho ra, con el que hemos conse guido desentr añar el caos ex ist ente respect o a las reediciones. Par a que sea más fácil su lectura, en cad a entrada, hemos incluido llamadas que relacio nan el título original con el titul o de la reedición co rrespondi e nte y datos de otra índole . No obstante, para des entraña r la mara ña de títul os que maneja m os, procedim os a la co tejación, uno por uno, de todos los textos que compartí an conte nido y qu e diferían en títul o. Además de ell o, de este prim e r catálogo s e despr ende otr o, incluido en el capít ulo de Catálogos menores, en el que incluimos una relación, p or orden cronoló gico de publicación, de obras ori ginales. De est a manera, pudimos hace rnos una id ea de su tr a yectoria como noveli sta y del número total de novelas original es que escribió, al que sobrepasa en crec es el número d e publ icaciones tot ales. Una v ez que tuvimos ord enadas las novelas, nos dedicamos a la rel ectur a de las mismas y a su clasifi cación po r t emas, obteniendo un tota l de cinco , más otras obr as de cará cter misceláneo . De esta se gunda aprox im ación, se desprende una desc ripció n de cada una de las novelas y un an áli sis del tratamiento de cad a uno de los temas en ell as . Para llevar a buen t érmino dicha cla sificación hemos ido ex tra ye ndo las caracte rísti cas de cada un a de l as novelas en base a unos componentes princi pales siempre pr esentes en la obra de Carrer e, y se gún fuese l a prim ací a de unos u otr os en el des arroll o tex tual, hemos i do ordenando las nov elas en diferentes cate go rías te máticas . Además de lo ex puesto hasta aho ra, este tr abajo se ha visto enriquecido por el análi sis de otras fuent es docume ntales aportad as por Pal oma Carr ere, su nieta, compuestas por cartas recibi das por el au tor y do cumentos de car ácter oficial, así como fo togra fías que hemos uti li z ado para co mpl ementar el ap artado d e bibl iogra fía . 341 Conclusion es De todo el trab ajo reali z ado, hemos ido desgrana ndo una serie de consideraciones que han quedado des arroll ad as en las conclusi ones. No obstante, no es nues tra intención ex poner tales conclusi on es como un apa rtado cer rado, sino como una inv it ación a una reflex ión abierta ha cia la obra literari a de Car rer e. En prim er lu gar, nos hemos refe rido a las posib les etapas o a la evolu ción que pueda haber ex ist ido en la tr a yectoria de C arre re como escritor de novelas. Sin embar go, no hemos podido establecer dichas etapas ya que su p rosa novelesc a, desde que empi ez a a escribir en 1909 hasta que se inte rrumpe en 19 41, no ex perimenta gr a ndes cambi os respecto al esti lo o la in tencionalidad. Cierto es que, se gún avanz amos hacia los años veint e, encontr amos una mejora en su cali dad co mo e scritor y una consol idación en el esti lo, ganando éste en particularidad al des prenders e de res abios románti cos y modernist as, tomando so li dez en los aspectos cost umbrist as, y un a ma yor incorpora ción de elementos cómi cos e irónicos que hacen que su prosa s ea tan si gula r. En cuanto a los tem as que trata en sus novelas, y qu e han sido objeto de an áli sis de estudi o, aunque la crítica se haya detenido únicamente en dos de ell os, la bohemi a y el erotism o, Carrere cult ivó otros que también constit u yeron una parte signif icati va en su corpus de tex tos. De manera que, y a modo de resumen, su contribución al panoram a de la novela d e principi os del siglo XX qued a así: · Novelas de tema galant e: 16 tít ulos · Novelas de tema de boh emi a: 9 tít ulos · Novelas de tema d e misterio: 9 títul os · Novelas de tema amoroso: 9 títul os · Novelas de tema de bur del: 6 títul os Otros temas: · Novelas de ci encia ficción: 2 tít ulos · Novelas de aventuras: 3 títul os · Novelas de tema políti co: 2 tít ulos Como puede constatarse fácil mente, su contribuci ón más alt a ha sido a la novela galante, mientras que la bohemi a, el misterio y el amor comparten, en igu aldad de número, su importancia. No obstant e, la miseria, el erotism o, el amor y el misterio, aunque ha ya n quedado acotados como te mas, son compon entes omnipresent es y a menudo entremez clados en toda su novela, así como en sus poemas, cuentos brev es y ensa yos. 342 Estas difer encias en cua nto a su contribución respecto de los temas trat ados en sus novelas tambi én han sido refe ridas en el a part ado al que nos ref erimos. Otro aspecto que hemos comentado, es que, tal y como apare ce en al gunas historias de la novela española, Emili o Carre re es un conti nua dor del costum brism o, y que no por el hecho de pra cti ca r distint os temas, deb e ap are cer en o tras clasific aciones, como también ocurre. Es decir, Ca rre re cult iva la nov ela erótica , la de misterio, la de av enturas, la de ficción, etc., pero no está trabajando con las estru cturas que sostienen esto s subgén eros, sino que está tomando lo s componentes que le so n car acteríst icos pa ra aco modarlos a su esti lo, a su público y a las ex igencias que le impone el modelo de revist as en el que publica; un tipo de literatura de consumo, cu ya fu nción principal es la de entretener a un público masivo y no inte lectua l. Y él cumpl e esta s ex pectativas magist ral mente. De este modo, se afirma qu e Carrer e no inventa nad a nuevo, aunque sí se muestra m ás polifacéti co y abie rto, en cuanto t emas liter arios, que otros escritores de la époc a, lo qu e hace es rees cribir y adap tars e, participar de todos los temas ex ist entes en su momento (ex cepto de los desarroll ados en la novela intelectual), y ensa yarlos en esa macroestru ctura qu e es el costum brism o. Y es precisamente en este hecho, donde resid e la importancia de su labo r y de su aportación: la de mostrarnos y conducirn os por todos lo temas y ras gos de los mismos , de la literatura de los treint a prim eros años del siglo. Una tare a nad a fá cil por la que deb e ser reco rdado y reedit ado. En cualqui er caso, ha sido nuestra intención dest aca r la labor y la co ntribución de Carrer e, cu ya cap acidad artíst ica y dedic ación le llevarán a esc ribir inconta bles artículos para la prensa, poemas, cuentos, ?ar?uelas, no?elas… te?tos con los que supo entretener a un público qu e le adm iraba, y con los q u e nos ha dej ado una m agnífic a pintura del Madrid de principios del siglo XX, de su gente, de su evolución y sus costum bres. Aportación documental 343 15. ÍNDICE DE APORTACIÓN DOCUMENTAL ~ Documento nº 1. A, b, c y d: Adjudicación de clase y salario para Emili o Carrer e en el Tribunal de cu entas ~ Documento nº 2: Certificado del Do ctor León ~ Documento nº 3: Carta de Laso de la Vega ~ Documento s inclu idos en el grupo nº 4: Corresp ondencia de Ped ro Luis de Gálvez ~ Documento nº 5: Carta del Marqués Lu ca de Tena ~ Documento nº 6: Carta sobre el hijo de Alberto Aguil er a ~ Documento nº 7: Carta de Asunción López ~ Documento nº 8: Carta de Emilio Carrere ~ Documento nº 9: Carta de A. Godo y ~ Documento nº 10: Carta de Lupe ~ Documento nº 11: Carta de Án gel Pé rez Palacio s ~ Documento nº 12: Carta de Luis Mone gat ~ Documento nº 13: Carta de Luis Mone gat ~ Documento nº 14: Carta de José Téll ez ~ Documento nº 15: Contrato con Ediciones N.A f .E. ~ Documento nº 16: Carta de José Losad a ~ Documento nº 18: Nombrami ento de Cronist a Oficial de la Villa ~ Documento nº 19: Carta del Secr etario G ener al de la Asocia ción de Pren sa ~ Documento nº 20: Carta sobre las fi estas d e San Antón ~ Documento nº 21: Carné de billarist a ~ Documento nº 22: Carta de Luis Gonz ález Orti z ~ Documento nº 23: Carta de Carlos Buigas ~ Documento nº 24: Carta de M. de Padil la y Sal merón ~ Documento nº 25: Carta de E. M. del Pala cio C hevali er ~ Docu mento nº 26: Carta de Adolfo Lluch Can ad ó ~ Documento nº 27: Carta del Obispado de Madri d ~ Documento nº 28: Carta de Lus y Sa yal ~ Documento nº 29: Carta de Antonio Valen cia Aportación documental 344 ~ Documento nº 30: Carta de Juan Aparicio ~ Documento nº 31: Carta de Juan Aparici o ~ Documento nº 32: Carta de pésam e de Enriqu e del Casti ll o ~ Documento nº 34: Carta de Timbales ~ Documento nº 35: Carta de Afrodisio Agu ado ~ Documento nº 36: Guión de la entrevist a con J. Onieva ~ Documento s inclui dos en el grupo nº 37: ¿He sido una ci gar ra? Bibliografía 345 16. BIBLIOGRAFÍA De Emilio Carrere Novelas Alda. Novela inédita, La Novela Corta, nº 265, M adrid, Prensa Popul ar, 19 21 . Amor de anunciación, La Novela Mundial, nº 129, Madrid, Ri vadene yr a, 1 928. Amor de golfa. Novela inédita, Madrid, La Novela Corta , nº 383, Madrid , Prensa Popular, 1923. 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C asañer y sus huestes , 5/6, nº 4096 X. Un verso junto a la muert e , 6/6, nº 4097 XI. S onetos y legajos , 7/6, nº 4098 1 Par a co mp letar alg uno s a sp ec to s so b r e la vid a de Car r er e, me he re mi tid o a la bio gr afía no velesca q ue pub lica Leo ca d io Mej ías en el diar io Madrid entr e ma yo y octub r e del año 52. T ales artículo s me han sid o fac il itad o s po r Palo ma Car r er e co n el c ontr atie mp o de que no ap ar ec e la fec ha de pub licac ió n. No obstante, co n el fi n de prec isar dicha fue nte, me diri gí a la He mer o teca Mu nicip a l y a la BNE, enco ntr a nd o que el diar io no está co mp leto e n ni n gu no de los dos fond o s de tal año . P o r tanto , y dad o q ue escap a a mis p osib ilid ad es, en esta bib lio gr afía ad j unto la fec ha si e mp r e que me sea posib le. Bibliografía 351 XII. El hongo y la chist e ra , 16/6, nº 4105 XIII. Los hom br es del 98 , 17/6, nº 4107 XIV. 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S eñor de la bohemi a XL. ?a influencia de los ?malditos?, 21/7 XLI. Xavier Bóved a , 22/7 XLII. Dos re yes bien ex traños XLIII. C uando la gu err a del 14 XLIV. Muertos resucitados XLV. La boh emi a, en p eli gro, y un bando contra el piro po , 26/7 XLV I. C onsuelo bello XLV II. R iego, el del sombr ero, y Castañer, el copista , 31/ 7 XLV III. ¡Ha gan jue go, señor es! , 2/8 XLIX. La danz a de los ap aches L. ??a ?o?ela ?orta? LI. Las p rimeras ob ras del M etro LII. Una mujer al telé fono LIII. María X LIV . Echador as de cartas y au r igas con chist eras Bibliografía 352 LV. Land rú y otras z ar andaja s , 22/8 LV I. El barrio de A r güell es LV II. ??a liga de la ?lpargata? LV III. ??a ?o?ela ?emanal? LIX . Verben eras LX. Mi mí, l a cupletista romántica LX I. C uando el escánd alo de l as farma cias LX II. Diógen es de Chambe rí LX III. Muñoz el Magnífico LX IV. Un sistema cobratorio LX V. ??e poeta a poeta? LXV I. El Portugal LX V II. Otoño en el alma LX V III. 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